martes, 27 de septiembre de 2016

El asesintato del Chacho Peñaloza: las “dragonadas” del liberalismo, “la unidad a palos” de Mitre y la barbarie de Sarmiento

Nos situamos a mediados del siglo XIX. Los proyectos y las ideas de Mitre carecían de originalidad, la mayoría de ellas se encuentran en las concepciones políticas que venían de los tiempos unitarios de Rivadavia. Por ejemplo: las medidas a favor del capital internacional o el intento fallido de federalización del territorio de la Provincia de Buenos Aires.


Bartolomé Mitre.
La feroz represión del interior federal también encuentra sus antecedentes más directos en los tiempos rivadavianos cuando uno de los ministros, Agüero, se atrevió sin eufemismos  a expresar “haremos la unidad a palos”, una síntesis de una línea histórica (liberal-unitaria-portuaria) que tiene sus orígenes en Rivadavia y encuentra su máxima expresión con Mitre. El concepto genocida de eliminar de las tierras argentinas al gaucho se lo recordará Sarmiento a Mitre en una de sus cartas más tristemente famosas, fechada tres días después de Pavón: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos”. Esta fue, sin dudas, la filosofía criminal con la que se movieron impunemente durante más de diez años los unitarios, herederos de Rivadavia y triunfadores de Pavón. 


Nuestro querido maestro y comprovinciano Fermín Chávez calificó a éstas campañas genocidas con el nombre de “dragonadas”. El historiador rescata este concepto en su obra “Historia del país de los argentinos” titulando al capitulo XXIX  “Dragonadas del liberalismo”. Considero que la exhumación de este sustantivo por parte del maestro ha sido acertada. La Dragonada (del francés Dragonnade y Dragoon, cuerpo militar) fue el nombre con el que se conoció a la política de represión y abusos aplicada por las tropas del Rey contra la población de religión protestante durante el siglo XVII en Francia, como fue la famosa noche de San Bartolomé en que fueron asesinados miles de hugonotes. La práctica fue retomada tiempo después con la misión de convertir a las comunidades protestantes por la fuerza. Es la idea de “haremos la unidad a palos”. Las campañas se caracterizaban por su violencia refinada en las torturas y la impiedad de sus ejecutores. Puntualmente hoy recordamos que el 12 de noviembre de 1863 Don Ángel Vicente Peñaloza era asesinado. 


Hoy cuando se están juzgando aún Crímenes de Lesa Humanidad, aquí cometidos durante la última dictadura genocida, cabe afirmar que el Estado fue en reiteradas ocasiones una herramienta de terror en nuestro país, llevando a cabo genocidios y crímenes en función de un proyecto de poder al servicio de las minorías oligárquicas, ejerciendo en contra de cualquier ideal mínimo de DD HH el poder punitivo en consecución de fines políticos. Entiendo plenamente aplicable el concepto de Fermín Chávez para designar también como “dragonadas del liberalismo” a las perpetradas en Argentina en pleno Siglo XX como sistema de exterminio contra los sectores populares en los años 1955, 1956,... y 1976.


Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro.

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“Nunca fue la República teatro de una matanza tan formidable, no hay provincia que no cuente con una hecatombe, no hay pueblo que no lamente un crimen. Son víctimas de éste gobierno, todos los argentinos fusilados y lanceados en las provincias del interior desde que subió Mitre a la Presidencia hasta hoy. Rivas, Arredondo, Sandes y todos los jefes que han formado parte de las expediciones al interior, para someter a los pueblos al despotismo militar de Mitre, pueden dar fe de sus carnicerías.”
Expresiones de un testigo de la época, Laurindo Lapuente, citado por Juan José. Hernández Arregui en “Nacionalismo y Liberación. Pág. 133.


Una Nación para pocos solo se hace con la “unidad a palos”

Los proyectos y las ideas del mitrismo carecían de originalidad, la mayoría de ellas se encuentran  en las concepciones políticas que venían de los tiempos unitarios de Rivadavia. Por ejemplo: las medidas a favor del capital internacional o el intento fallido de federalización del territorio de la Provincia de Buenos Aires.

La feroz represión del interior también encuentra sus antecedentes más directos en los tiempos rivadavianos cuando uno de los ministros, Agüero, se atrevió sin eufemismos  a expresar “haremos la unidad a palos” frase que he incorporado ex profeso al título de esta nota en función de evidenciar una continuidad, una línea histórica (liberal-unitaria-portuaria) que tiene sus orígenes en Rivadavia y encuentra su máxima expresión con Mitre.

El concepto genocida de eliminar de las tierras argentinas al gaucho se lo recordará Sarmiento a Mitre en una de sus cartas más tristemente famosas, fechada tres días después de Pavón: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos”. Esta fue, sin dudas, la filosofía criminal con la que se movieron impunemente durante más de diez años los herederos de Rivadavia, triunfadores de Pavón.

Para confirmar que lo dicho iba serio, no se “ahorró sangre de gaucho” y, la primera muestra de la naturaleza criminal de esta campaña se iba a producir pocos días después de Pavón cuando el uruguayo Venancio Flores, jefe de la vanguardia del ejercito de Mitre en Santa Fe, encontró a unos 300 hombres de la Confederación acampados cerca del paraje conocido con el nombre de Cañada de Gómez. Se sobornó la guardia y sorprendiendo a la tropa dormida fue pasada por las armas, degollada a cuchillo, una verdadera carnicería, una masacre injustificable que Sarmiento ensalzó: “Los gauchos son bípedos implumes de tan infame condición que no sé que se gana con tratarlos mejor”.

Paradojas del destino argentino … Entre los pocos hombres que pudieron sobrevivir a la matanza de Cañada de Gómez, huyendo entre los pajonales al amanecer, se encontraba José Hernández, soldado de la Confederación que luego cantaría en nuestro máximo poema nacional la saga del Martín Fierro, tragedia en la que se denuncia el implacable extermino del gauchaje que cometían los gobiernos porteños.

“Dragonadas del liberalismo”

Nuestro querido maestro y comprovinciano Fermín Chávez calificó a éstas campañas genocidas con el nombre de “dragonadas”. El historiador rescata este concepto en su obra “Historia del país de los argentinos” titulando al capitulo XXIX  “Dragonadas del liberalismo”. Considero que la exhumación de este sustantivo por parte del maestro ha sido acertada. La Dragonada (del francés Dragonnade y Dragoon, cuerpo militar) fue el nombre con el que se conoció a la política de represión y abusos aplicada por las tropas del Rey contra la población de religión protestante durante el siglo XVII en Francia, como fue la famosa noche de San Bartolomé en que fueron asesinados miles de hugonotes. La práctica fue retomada tiempo después con la misión de convertir a las comunidades protestantes por la fuerza. (“Haremos la unidad a palos”). Las campañas se caracterizaban por su violencia refinada en las torturas y la impiedad de sus ejecutores.

Reivindico el concepto de Fermín Chávez para designar también como “dragonadas del liberalismo” a las perpetradas en Argentina en pleno Siglo XX como sistema de exterminio contra el pueblo en los años 1955, 1956,... y 1976.

Los coroneles de Mitre

En cuanto a los ejecutores de estas dragonadas, los autores materiales de las mismas eran todos militares uruguayos veteranos de las guerras civiles en el Río de la Plata que operaban bajo el pomposo nombre de “procónsules”. En las crónicas de la represión se repiten los mismos nombres: Venancio Flores, Paunero, Rivas, Arredondo y el más feroz de todos, casi una leyenda por su frialdad ante la muerte: Ambrosio Sandes ([1]).

Pero detrás de estos profesionales de la muerte, verdaderos sicarios contratados por el poder oligárquico hay responsabilidades políticas claras: Sarmiento, designado Director de Guerra, que para garantizar se concrete el extermino, instruía a los militares uruguayos desde su gobernación en San Juan; y Mitre, Presidente de la República que en carta confidencial a su vicepresidente Marcos Paz le confesaba: “Mejor que entenderse con el animal de Peñalosa, es voltearlo. Aprovechemos la oportunidad que los caudillos que quieren suicidarse para ayudarlos a bien morir”.

Las operaciones comienzan en 1862. En casi todas las provincias los coroneles uruguayos de Mitre derrocan a los gobiernos provinciales respaldados por la mayoría y los remplaza con pequeños grupos de poder pertenecientes a las pequeñas oligarquías locales que gobiernan con el respaldo de las armas porteñas. Sólo mantiene un acuerdo explícito de no agresión con el urquicismo que dominaba las provincias mesopotámicas del este.

Contra El Chacho

La impopularidad de los gobiernos impuestos por los ejércitos de la oligarquía porteña lleva ineludiblemente a la resistencia de los caudillos montoneros. El ejercito mitrista estaba en operaciones en casi todo el territorio nacional y en especial en el Noroeste donde había resuelto resistir Don Ángel Vicente Peñaloza, El Chacho, que por su lucha sin cuartel y su vil asesinato será convertido en una figura emblemática de la cultura histórica nacional.

A pesar de que El Chacho era Comandante en Jefe del Ejercito en el Noroeste designado por la desaparecida Confederación Argentina, el mitrismo le llama al enfrentamiento con las tropas del caudillo riojano “guerra de policía”, intentando con este concepto neutralizar el verdadero carácter de guerra civil que tenia el conflicto:

"Digo a Vd. en esas instrucciones que procure no comprometer al Gobierno Nacional…no quiero dar a ninguna operación sobre La Rioja el carácter de una guerra civil. Mi idea se resume en dos palabras: quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. La Rioja es una cueva de ladrones que amenaza a todos los vecinos y donde no hay gobierno que haga la policía. Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de considerarlos partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango de reacciones, lo que hay que hacer es muy sencillo.”
(Presidente Bartolomé Mitre, carta a Sarmiento 30/3/1863, designado Director de la Guerra).

Se realiza una primera invasión a La Rioja conducida militarmente por Sandes. En los combates de “La Aguadita de los Valdeses” y “Salinas de Morenos”, librados en el mismo día, el Coronel Sandes produce una matanza de prisioneros según instrucciones enviadas por Sarmiento, a la sazón Gobernador de San Juan. Los pueblos riojanos de Mazán y Aimogasta son incendiados por las tropas mitristas y ejecutan un verdadero extermino de criollos en Los Araditos, San Isidro, El Gigante y Las Salinas. Esta primera campaña finaliza en mayo de 1862 cuando la “Comisión Pacificadora del Oeste” se reúne con Peñaloza en La Banderita y acuerdan con el caudillo federal el cese de hostilidades.

El Chacho Peñaloza, cuadro de Octavio Calvo.
Peñaloza necesita tiempo... ¿Qué esperaba? Que Urquiza, considerado todavía jefe político del Partido Federal se pronuncie y se ponga al frente de una reacción argentina y federal. Pero la espera fue vana, Urquiza permanecerá quieto y mudo recluido en su Palacio de San José.

En abril de 1863, Peñaloza se ve obligado a salir de campaña ante las atrocidades cometidas por las fuerzas ocupantes en otras provincias del noroeste. El Chacho inicia una guerra de guerrillas con sus montoneras, en este tipo de lucha era prácticamente invencible. Pero cuando decide dar  batalla en campo abierto a las tropas mitristas es vencido en “Lomas Blancas”. Nada pueden hacer las lanzas federales contra la infantería porteña armada con fusiles Enfield y contra lo tiradores italianos y suizos contratados como mercenarios en Europa.

“Las guerras del Chacho” continúan. En junio de 1863 hay un contragolpe federal en Córdoba lo que le permite entrar en la ciudad pacíficamente. Permanece en la ciudad que comienza a ser rodeada por las fuerzas de Paunero con un poderoso ejército. El Chacho por consideración a la población inocente de la ciudad no resiste en su interior y sale a campo abierto siendo derrotado en la batalla de “Las Playas” donde murieron más de 300 llaneros.

Después de esta derrota se retira el Chacho a su tierra riojana donde intenta negociar la paz ante Rivas y ante Paunero. La intransigencia de los mitristas es total: le exigen que se entregue a discreción y que su gente se aleje de La Rioja. No podía esperar cuartel y decide resistir con la poca gente que le queda. En “Caucete” vuelve a ser derrotado con su puñado de leales por al mayor Irrazábal que lo persigue incansable con orden de eliminarlo.

Encuentra refugio cerca de Olta donde es capturado por una partida mitrista. Peñaloza se rindió al comandante Vera, entregándole su puñal, la última arma que le quedaba. Pero el chileno Irrazábal, segundo de Sandes, llegó una hora más tarde y lo asesinó con su lanza, e hizo que sus soldados lo acribillaran a balazos. Era el 12 de noviembre de 1863. Don Ángel Vicente Peñaloza tenía 67 años...

Una barbarie de Sarmiento y la reivindicación de José Hernández

Domingo F. Sarmiento.
La cabeza de El Chacho fue seccionada y clavada en la punta de un poste en la plaza de Olta. Una de sus orejas presidió por mucho tiempo las reuniones de la clase "civilizada" de San Juan. Su esposa fue obligada a barrer la plaza mayor de la ciudad San Juan, atada con cadenas.

El inefable “Padre del Aula, Sarmiento inmortal” le escribía a Mitre: “...he aplaudido la medida por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel invertebrado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”. Sarmiento se jactaba de su obra criminal. No sólo ejecutaba el más descarado terrorismo de Estado, sino que aplicaba lisa y llanamente, en forma pública, un uso político del terror. 

Desde Paraná, tierra de Urquiza, aquel soldado que años antes había escapado milagrosamente de la matanza de Cañada De Gómez, José Hernández, publicaba una de sus mejores piezas periodísticas denunciando desde el periódico “El Argentino” que: 

“Los salvajes unitarios están de fiesta. Celebran la muerte de uno de los caudillos más prestigiosos, más generosos, y valientes que ha tenido la República. El partido federal tiene un nuevo mártir. El general Peñaloza ha sido degollado. El hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, el Viriato([2]) argentino ante cuyo prestigio se estrellaban las huestes conquistadoras, acaba de ser cosido a puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba del buen desempeño del asesino, al bárbaro Sarmiento”.





[1] Sandes fue un militar uruguayo que peleó bajo las órdenes de Fructuoso Rivera en la llamada Guerra Grande. Estuvo en innumerables batallas y su cuerpo estaba todo cubierto de cicatrices de guerra. Estuvo en Caseros con Urquiza, en Cepeda y en Pavón. Era conocido como el “terror y azote de la montonera”. De una crueldad inaudita cultivaba su imagen terrible haciendo gala de un silencio que inspiraba terror, porque lo interrumpía casi exclusivamente en explosiones de violencia. Sus soldados le temían porque era muy desalmado con los enemigos y también con sus subordinados. En 1863 un gaucho matrero le dio muerte en la salida de una pulpería. Por mucho tiempo, la sola mención de su nombre causaba terror y odio en el paisanaje de los llanos de la Rioja.

[2] Viriato.(180 A.C. a 139 A.C). Caudillo nacional portugués que lideró la resistencia de las tribus lusitanas cuando la expansión del Imperio Romano. Se lo considera el primer héroe del Portugal.

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