miércoles, 27 de enero de 2016

Notas al pie sobre DDHH y Peronismo, a propósito de las lamentables declaraciones de Darío Lopérfido

Darío Lopérfido
1. Si bien esta persona es ajena a mi vida cotidiana, creo importante referirme a algunos argumentos políticos e históricos que de modo a veces explícitos y otras implícitos están sobrevolando el debate político del momento. Honesta y humildemente, de modo muy sintético, quiero expresar mi profundo desagrado por las declaraciones Darío Lopérfido (actual funcionario de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y ex funcionario de De la Rúa) acerca de los desaparecidos en Argentina. Lopérfido dijo: "No tengo inconveniente en decirlo, en la Argentina no hubo 30 mil desaparecidos. Fue una mentira que se construyó en una mesa para obtener subsidios que te daban. Esto es lo que se alimentó en el último tiempo desde un sector". (Ver: http://www.perfil.com/politica/El-tenso-cruce-entre-Dario-Loperfido-y-Edi-Zunino-por-los-desaparecidos--20160127-0035.html).

Más allá de las lecturas políticas y partidarias, al igual que el contexto que vivimos, de intenso debate entre algunos referentes del gobierno nacional actual con el que se fue el 11 de diciembre pasado, creo que el razonamiento es tan absurdo como peligroso. Carece de sentido cuantificar en forma tan banal el horror de la dictadura militar, como si asesinar 6.000, 8.000, 12.000 seres humanos no fuera por el sólo hecho una calamidad que atenta contra la esencia de la condición humana, el cual no depende de discutir en términos contables. Nadie puede creer en su sano juicio que sea menos genocida y aberrante una dictadura porque mató unos miles de personas más o unos miles de personas menos. Es una dictadura, es genocida. 

Hacer hincapié en discutir cuantos argentinos fueron torturados, asesinados y desparecidos como si se tratare de una búsqueda de archivo, al igual que investigar y denunciar a quienes fueron los supuestos "creadores" de una mentira social (que consistiría en decir que hubo miles de asesinados por la dictadura pero decidieron decir que fueron algunos miles más) con igual énfasis que en repudiar la violación sistemática de DD HH por una dictadura militar que asumió el poder mediante un Golpe de Estado puede igualar situaciones y hechos que nada tienen que ver, que son incomparables. 

Una lógica de "dos demonios" resulta inaceptable a la luz de la verdad histórica cuando nos referimos a la última dictadura. Comparto que se debe discutir, que hay mucho por decir y que resulta inadmisible el dogmatismo y la intolerancia, sea la postura que se defienda, mucho más cuando hablamos de la última dictadura, ya que sobre este tema la Argentina requiere de un relato compartido que nos una como sociedad, y el mismo debe partir del rechazo categórico al Terrorismo de Estado, a la violaciones a los DD HH y el repudio a los Crímenes de Lesa Humanidad. 

Esta pretensión de meter ejes de debates absurdos, con una pretendida originalidad argumentativa, puede ser sólo funcional a posiciones anti democráticas, que pretenden justificar el terrorismo de Estado y la violación de los Derechos Humanos y muy lejos está de hacer aportes constructivos al debate político del presente.

2. Del mismo modo me parecen repudiables las declaraciones de Lopérfido sobre el peronismo, sobre el cual dijo: "La Argentina tiene un factor de distorsión que es el peronismo, que no es una fuerza que surge democráticamente, sino que surge de un golpe de Estado, en el mundo en ese momento pasaban una cantidad de cosas similares al peronismo, porque era muy parecido al fascismo italiano, al nazismo alemán sin matar judíos pero con la idea del líder dominante".

Esta zoncera descalificante, a la cual el propio Don Arturo Jauretche dedicó varias páginas, no es otra cosa que el agravio más rancio y antipopular del liberalismo oligarca contra peronismo, apenas un poco maquillada por Lopérfido. Es trillada y pretende denostar al peronismo calificándolo de nazi y fascista, desmereciendo el apoyo de los sectores populares al mismo, atribuyendo el rotundo plebiscito popular del peronismo en estrategias totalitarias y demagogas de Perón (que en buena medida no es otra cosa para el caso argentino que tratar de estúpida a la gente). El deslizar comparaciones y similitudes de Perón con el nazismo o el fascismo hoy es muy reaccionario, ofensivo, además de demodé (algo casi igual a Lopérfido decían los principales dirigentes de la Revolución Libertadora luego de perpetrar su infame golpe de Estado en 1955). No es sólo una falta de respeto para millones de peronistas, sino una agresión a toda la democracia y el sistema político del cual el peronismo es una parte central. 

Es triste ver como la falta de ideas (o la lógica adversarial que lleva a extremos sin sentido) en un escenario de debate lleva a algunos actores del sistema político a retornar a argumentaciones de un pasado que debemos dejar atrás como sociedad, donde la intolerancia hacia el que piensa distinto termina construyendo antagonismos que no son compatibles con la idea de democracia y pluralismo que el siglo XXI nos demanda.


3. No digo que Lopérfido sea un mal ser humano, ni siquiera lo acuso de ser antidemocrático. Simplemente creo que sus argumentos y planteos políticos e históricos (al menos estos que desarrolla ahora y aquí critico) nos atrasan como sociedad y lejos de cerrar “la grieta”, que su gobierno dice querer cerrar, la profundiza de la peor manera.

domingo, 17 de enero de 2016

Repudio a la detención de Milagro Sala y a la criminalización de la protesta social

Milagro Sala detenida.

Deseo expresar mi enérgico repudio a la detención de Milagro Sala efectuada por la Justicia de la provincia Jujuy, del mismo modo que repudio los argumentos vertidos por el gobernador Morales justificando la detención.


Resulta políticamente absurda y contraria a derecho la detención de Sala en base a "acumulación de causas", al igual que por lo esgrimido por el fiscal de Estado de Jujuy, Mariano Miranda, quien denunció a Sala por los delitos de instigación a cometer ilícitos y alzarse contra los actos de gobierno (artículos 209 y 230 inciso 2 del Código Penal), en respuesta al acampe llevado adelante por la organización social Tupac Amaru en la en la plaza Belgrano, frente a la Casa de Gobierno de Jujuy. Sólo en base a esto, por pedido de la fiscal Liliana Fernández, el juez de feria Raúl Gutiérrez la acusó por los delitos de instigación a cometer ilícitos y alzarse contra los actos de gobierno del radical Gerardo Morales.


No pretendo aquí defender a la Tupac Amaru o a la propia Milagro Sala de las acusaciones en su contra, ni de sus actividades políticas y sociales, creo que ni siquiera viene al caso ni tiene sentido en este momento ante la gravedad de la detención arbitraria. En plena democracia, en orden de las reglas del Estado de Derecho y la plena vigencia de las garantías constitucionales nada puede justificar una detención sin motivos, que evidentemente sólo constituye una persecución de carácter político.


La absurdidad y arbitrariedad de la detención de Sala se hace evidente cuando el fiscal de Estado jujeño argumenta que la dirigenta de la Tupac Amaru fue detenida por presunta "instigación a cometer ilícitos" y "el delito de tumulto al haberse alzado en contra de decisiones gubernamentales". ¿Dónde queda el derecho a la protesta social, piedra angular de la democracia, con la lectura que hace el gobierno jujeño? ¿Quién tiene la vara para medir cuando es un delito o no un reclamo a las autoridades? Esto es peligroso además por la vaguedad de las imputaciones penales, que puede derivar en una aplicación ilegítima del derecho penal que siempre es una practica antidemocrática.


Ahora, ¿cuál es el delito de un acampe en una plaza pública? Y si existe una violación a una normativa de cualquier índole, ¿por qué no ir por el camino adecuado y pedir la orden judicial para desalojarlos? Las razones vertidas a la prensa son de carácter político, denuncias sobre otros temas que nada tienen que ver con argumentos para justificar la detención puntual aquí repudiada. Todas las respuestas parecen traslucir la idea de un "delito" inventado.


La persecución política resulta inadmisible en este tiempo histórico. Es la criminalización de la protesta social, la negación del derecho al disenso y la obliteración de una parte sustancial de la política. Es, en esencia, algo muy peligroso para la democracia argentina.


Si Milagro Sala tiene que dar respuesta a la Justicia por malversación de fondos públicos, extorsión, prácticas clientelares ilícitas o cualquiera de las tantas denuncias que por la prensa sabemos que le han hecho, lo correcto es que lo haga en un proceso judicial que garantice sus derechos constitucionales, que sea transparente e imparcial. Pero ni siquiera existen procesos penales avanzados, no existe ninguna sentencia en su contra. Nada, en el marco actual, justifica detenerla, por cualquier motivo que sea, mucho menos porque sea una dirigenta opositora al gobernador de su provincia.


Gerardo Morales fue uno de los dirigentes de una oposición que se rasgó las vestiduras en defensa de la pluralidad y la tolerancia repudiando la persecución política que le endilgaban a Cristina F. de Kirchner y se indignaban en nombre del Derecho Internacional de los Derechos Humanos con el presidente Nicolás Maduro de Venezuela por la detención de opositores. Ahora, contradictoriamente, parece implementar las políticas que tanto criticaba. Pero el problema no es la incoherencia de un político, el problema aquí es la violación de garantías constitucionales que hacen a la esencia y la integridad del ser humano, lo grave aquí es la criminalización de la protesta social.

sábado, 16 de enero de 2016

16 de enero de 1846: Un nuevo aniversario de la "Batalla Olvidada" (pero ahora también recordada)

En San Lorenzo (Santa Fe), en el campo en que San Martín luchó contra los españoles en 1813, las fuerzas de la Confederación Argentina derrotaron la flota imperial anglo francesa en 1846. A pesar de la importancia histórica, esta batalla es casi desconocida históricamente.


En el año 2008 viaje hasta San Lorenzo e hice una pequeña investigación histórica  sobre la batalla, recorrí “El Campo de la Gloria”, el convento y zonas históricas y pude constatar de que no existía ninguna referencia institucional e histórica a la batalla de 1846. Movilizado por esto escribí una nota sobre el asunto, destacando el particular olvido que se operó, no por las instituciones de San Lorenzo solamente, sino por la misma historia y sociedad argentina. Difundí esta nota en el año 2009 y 2010 (que abajo transcribo) y tuvo una interesante repercusión en los medios que le interesan las cuestiones históricas, especialmente los sitios y periódicos revisionistas.


Pero mi alegría fue que al poco tiempo las propias autoridades y el pueblo de San Lorenzo, en el 2011 (http://www.nuevaregion.com/conmemoran-la-qguerra-del-paranaq-la-batalla-olvidada-del-16-de-enero-de-1846) pusieron una placa y rindieron homenaje “a los héroes y al mártir de aquella "olvidada" batalla en la cual, en el mismo campo en que San Martín luchó por la liberación de nuestra patria, hubo otros argentinos que, casi 33 años después y siguiendo los principios del Libertador, lucharon sin cuartel contra el imperialismo, defendiendo nuestra soberanía nacional”. Especialmente destaco y felicito al intendente de San Lorenzo, Dr. Leonardo Raimundo, por la iniciativa que constituye un acto de justicia histórica.

Está es la placa que puso la intendencia en el 2011, con la misma impronta que nuestra nota.


Esta reparación histórica no creo que haya sido sólo por mi nota, seguramente muchos historiadores y pensadores han señalado esto, pero este caso es un claro ejemplo de cómo la historia es un campo de batalla, donde se lucha por la verdad y el relato. La vida de un pueblo no admite recortes, ni la desmemoria, es una continuidad que se entiende con una lectura completa. Solamente así se puede comprender el presente y construir el futuro. Sólo poniendo luz sobre la oscuridad y sacando del ostracismo a los grandes luchadores y a las epopeyas nacionales puede el pueblo, y en especial mi generación, romper con un discurso histórico que nos condena al fracaso colectivo.


Esta pequeña anécdota de revisionismo militante es una muestra de la necesidad permanente de dar el combate por la historia, ya no en un campo de batalla pero sin con la pasión de las ideas y la vocación política de construir proyectos colectivos. Las disputas por modelos de país e ideologías se deben resolver dentro de las reglas de la democracia, recociéndonos apasionados defensores de una verdad relativa que forma siempre parte de una verdad colectiva que nos debe expresar como sociedad, buscando los puntos que nos unan a todos o a las mayorías de cara la futuro pero partiendo desde nuestras raíces nacionales. Y la pelea por la historia es una batalla central en esta disputa, recuperando hoy una nueva centralidad.

Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro


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(Esta nota fue la que publiqué en el año 2010. http://www.laopinionpopular.com.ar/opinion.php?id_noticia=69)

Un campo con historia

A 25 kilómetros al norte de Rosario, a la altura de la desembocadura del arroyo San Lorenzo se encuentra, en la ciudad del mismo nombre, el Convento de San Carlos. Allí puede advertirse que el imponente río Paraná que baña las altas barrancas se angosta notoriamente en ese paraje.

Desde la atalaya del Convento, el entonces Coronel San Martín pudo avistar el desembarco de los "godos" en la madrugada del 3 de febrero de 1813. Al mando del capitán vizcaíno Juan Antonio Zavala irrumpieron, en son de guerra, desplegando "su rojo pabellón" 250 soldados españoles con dos piezas de artillería creyendo que iban a enfrentar y escarmentar a unos pocos milicianos de la villa del Rosario.

Pero la sorpresa de los desembarcados fue grande cuando vieron la carga de caballería que se les vino encima como un rayo. Los 125 granaderos que estaban ocultos en el convento desde la noche anterior surgieron de las penumbras "como centauros" y la carga los arrolló en menos de tres minutos. Los españoles intentaron la resistencia vanamente pero 15 minutos después estaban reembarcados dejando en el campo sus 2 cañones, la bandera de guerra, 50 fusiles, 40 muertos y 14 prisioneros. Las fuerzas de la Patria naciente tuvieron bajas: 27 heridos y 15 muertos, entre ellos el Capitán Bermúdez y el Sargento Cabral.

La trascendencia de la batalla de 1813

"No fue San Lorenzo un combate de mérito extraordinario, ni San Martín le dio más importancia que el bautismo de fuego de su regimiento" afirma José María Rosa. Pero la fama de esa carga de sable y los pormenores heroicos del combate tuvieron gran trascendencia. Fue la primera y única batalla librada por el "Gran Capitán" en suelo patrio y terminó convirtiéndose en el combate más célebre de las guerras de la independencia.

Tal vez, la razón de su gloria la encontramos en el argumento que Ricardo Rojas expone con su personal estilo en el "Santo de la Espada": "El combate de San Lorenzo fue el punto de arranque de esa carrera triunfal en que palpita el generoso espíritu sanmartiniano".

Su recuerdo, en el Convento y en San Lorenzo

El turista o cualquier curioso que hoy quiera visitar el histórico convento encontrará un edifico remozado y muy bien mantenido, que contiene un interesante y completo museo recordatorio de la gesta sanmartiniana. Se trata del "Museo Histórico del Convento San Carlos", el cual posee varias salas de exposición. Estas incluyen la Capilla Antigua, con una muestra de arte religioso; el Cementerio Conventual, donde se encuentran las tumbas de los religiosos fallecidos; y una urna, señalada con el Escudo Nacional, que contiene los restos de los caídos en el combate de San Lorenzo.

Un dato histórico memorable es el hecho de que en uno de los aposentos del convento se alojó el coronel San Martín. Por último, también está la celda donde agonizó el Capitán Bermúdez por once días.

Frente al convento se hallan el Monumento a la Batalla de San Lorenzo y el Campo de la Gloria y en la parte posterior, sobre la avenida San Martín, aún crece el pino en cuya sombra el Coronel San Martín escribió el parte de la batalla.

Todos los años, los sanlorencinos se visten de fiesta para conmemorar el 3 de Febrero, la primera y única victoria al mando del General José San Martín en suelo argentino. Y de un tiempo a esta parte se le ha agregado a los actos centrales la realización emotiva de una carga de caballería y salva de artillería a cargo de la 1º sección del Regimiento de Granaderos a Caballos.

La batalla de 1846, la de la Guerra del Paraná

Retrocedamos nuevamente en el tiempo, detengámonos ahora en 1846, en el mes de Enero de ese año. Argentina era ya una Nación independiente, conducía la Confederación don Juan Manuel de Rosas y otras eran las banderas extranjeras que remontaban nuevamente el Paraná violando la soberanía nacional sobre los ríos interiores.

A mediados de 1845 la Confederación Argentina era invadida por una poderosa escuadra anglo-francesa al mando del almirante Hotham. Las dos más grandes potencias del mundo violentaban el territorio argentino a pedido de los comerciantes, banqueros e industriales ingleses que "urgían al gobierno británico para que conjuntamente con el de Francia, adoptase medidas para limitar las restricciones puestas al comercio en el Plata".

Así comienza lo que algunos autores han denominado "La Guerra del Paraná". Esta es una guerra nacional de resistencia que el gobierno de Rosas lleva a cabo contra la agresión imperial anglo-francesa.

La dimensión de la guerra

En previsión del propósito de forzar el Paraná por parte de los invasores, el ejército argentino monta, en diferentes y estratégicos parajes del río, las defensas para detener o al menos obstaculizar la navegación de la poderosa flota invasora.

Esta verdadera guerra fluvial no declarada comienza con el apoderamiento de los barcos argentinos de la escuadra de Brown en Montevideo en agosto de 1845 y termina cuando Gran Bretaña firmó con Rosas un tratado en 1849, por el cual Inglaterra se vio obligada a evacuar la isla Martín García, reconocer la soberanía argentina sobre los ríos interiores, los derechos de Oribe para ocupar la presidencia del Uruguay, devolver los barcos argentinos y saludar en desagravio el pabellón nacional con 21 cañonazos.

Con respecto a Francia, se convino que la Argentina retiraría las tropas de la Banda Oriental cuando Francia quite las guarniciones militares de Montevideo, abandone su posición hostil y celebre un tratado de paz. Francia debió ceder después de meses de negociar ante las exigencias de Rosas. En agosto de 1850, Francia concluyó con la Confederación un tratado de paz y amistad. Rosas exigió que se formule el desagravio al pabellón nacional con 21 cañonazos en forma inmediata a lo que los franceses accedieron.

Los respectivos tratados de paz marcaron una clara victoria de la firme y digna posición en defensa de nuestra soberanía nacional llevada a cabo con férrea voluntad por Juan Manuel de Rosas como encargado de las relaciones internacionales de la Confederación.

Las batallas de la guerra

En el transcurso de esta verdadera conflagración internacional se libraron sobre las costas de los ríos Uruguay y Paraná varios encuentros armados. Una de las batallas, la de "La Vuelta de Obligado", es recordada todos los 20 de noviembre como el "Día de la Soberanía Nacional". Tal vez se eligió este combate como ícono, debido a la feroz resistencia de las tropas argentinas comandadas por Lucio N. Mansilla, el alto valor simbólico de las cadenas cortando la navegación del río y la repercusión internacional que tuvo.

Pero hubo otras batallas, no menos significativas que ésta, tanto desde el punto de vista militar o por sus posteriores proyecciones políticas. La escuadra invasora fue también hostilizada y combatida en las barrancas de "Tonelero" y "Acevedo", en "Quebracho" y en la "Batalla Olvidada" de "San Lorenzo" a la que me refiero en esta nota.

La "Batalla olvidada"

En las barrancas de la costa comprendida entre el histórico convento de San Carlos y el lugar que se llama "Punta del Quebracho", el General Mansilla, comandante de las defensas, había dispuesto ocultar los cañones bajo la maleza junto con 250 carabineros y 100 infantes.

Al mediodía de 16 de enero de 1846, cuenta Saldías en su monumental "Historia de la Confederación Argentina", aparecieron el vapor "Gordon", la corbeta "Expeditive", los bergantines "Dolphin", "King" y dos goletas armadas. La flota montaba 37 cañones de grueso calibre y custodiaban la navegación de 52 barcos mercantes.

A la altura de la desembocadura del arroyo San Lorenzo, la "Expeditive" y la "Gordon" hicieron tres disparos de bala y metralla sobre la costa para descubrir la fuerza de Mansilla. Las tropas argentinas permanecieron, según el plan, ocultas en sus puestos. Cuando todo el convoy se encontraba en la angostura del río, Mansilla mandó a romper el fuego de sus baterías dirigidas por los capitanes José Serezo, Santiago Maurice y Álvaro de Alzogaray. "El ataque fue certero; los buques mercantes rumbeaban desmantelados hacia dos arroyos próximos, aumentando con el choque de los unos con los otros las averías que les hacían los cañones de tierra." (Adolfo Saldías).

Al comenzar la tarde el combate continuaba extremadamente recio todavía. Favorecidos por el viento de popa del atardecer, el convoy invasor llegó hasta el lugar llamado "Punta Quebracho" con grandes averías en los buques de guerra y pérdidas considerables de las manufacturas para comerciar que llevaban los buques mercantes. Murieron en combate 50 hombres de las fuerzas invasoras. El contraalmirante Inglefield en su parte oficial al almirantazgo británico dice que: "los vapores ingleses y franceses sostuvieron el fuego por más de tres horas y media y apenas un solo buque del convoy salió sin recibir un balazo".

La pérdida de las fuerzas nacionales fue insignificante: una sola baja. Mansilla pudo decir con propiedad que: "hábiale tocado el honor de defender el pabellón de su patria en el mismo paraje de San Lorenzo que regó con su sangre San Martín al conducir la primera carga de sus después famosos Granaderos a caballo".

¿Nadie recuerda esta batalla?

A mediados del año 2008 fui a visitar el convento de San Carlos en la ciudad de San Lorenzo. Estuve recorriendo todas las salas del bien conservado museo, crucé la avenida y me dirigí al Campo de la Gloria donde pude admirar los diferentes monolitos que recuerdan los caídos en el primer combate de San Lorenzo.

Pensaba también encontrar alguna referencia a "la otra batalla de San Lorenzo", la que conocía a través de mis lecturas de historia. Busqué al menos una mínima referencia, una placa conmemorativa, pero no encontré nada.

Con una cuota de ánimo inquieto y curioso mantuve una conversación con personal del museo por la cual me pude enterar de que estaban en conocimiento de la "otra batalla de San Lorenzo", pero me confirmaron que ninguna referencia se podía encontrar de ella, ni en el museo, ni en la ciudad. Evaluamos con el personal del museo, a los fines de encontrar alguna prueba histórica sobre la batalla de 1846, que sería posible hallar cierta información en los libros del convento, pero los documentos se encontraban bajo guarda y pronto a ser destinados a un merecido mantenimiento, por lo que estarían inaccesibles por un buen tiempo.

La lucha por la historia

Me dirigí luego a las barrancas -desde donde se puede contemplar en toda su inmensidad el río- e imaginé desde ese mirador natural a la flota imperial anglo francesa, tratando de proseguir rió arriba, mientras las huestes de Mansilla la cañoneaba incansablemente.

Reflexioné sobre los por qué de la carencia de un recuerdo de esta gesta en el lugar... No pude terminar de creer ni de convencerme de que hoy, sólo por la obra del "aparato cultural del sistema", profundamente antirrosista, se impida que se erija un recuerdo en memoria de esos héroes olvidados. ¿Será que tal vez los argentinos no tenemos espacio para recordar dos batallas que se produjeron en el mismo lugar? ¿O será que la épica fundacional de la batalla de San Lorenzo eclipsa cualquier otra?

Desconozco las razones, tal vez no las haya y sólo se trata de otra gloria más, olvidada por los argentinos...

Pero al final del camino del razonamiento, llegué a la conclusión de que la mejor forma de homenajear a los héroes y mártires es seguir recuperando la historia, apropiándonos de su relato, combatiendo contra los olvidos maliciosamente consumados por la historia oficial desde todos sus matices y desde todas sus corrientes. Sólo poniendo luz sobre la oscuridad y sacando del ostracismo y el olvido a los grandes luchadores y a las epopeyas nacionales puede el pueblo, y en especial mi generación, romper con un discurso histórico que nos condena a la dependencia y a la derrota.

La historia de un pueblo no admite recortes ni narraciones que cultivan la desmemoria. La vida de un pueblo es una continuidad que se entiende con una lectura completa. Solamente así se puede comprender nuestro presente y se encuentran las claves para el futuro.

Bajo este faro se realiza este homenaje a aquel 16 de Enero. A los héroes y al mártir de aquella "olvidada" batalla en la cual, en el mismo campo en que San Martín luchó por la liberación de nuestra patria, hubo otros argentinos que, casi 33 años después y siguiendo los principios del Libertador, lucharon sin cuartel contra el imperialismo, defendiendo nuestra soberanía nacional.

Escribe: Dr. Alejandro Gonzalo García Garro

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(Este es homenaje que el Municipio de San Lorenzo realizó en 2011
Fuente: http://www.nuevaregion.com/conmemoran-la-qguerra-del-paranaq-la-batalla-olvidada-del-16-de-enero-de-1846/)

CONMEMORAN LA “GUERRA DEL PARANÁ”. LA BATALLA DEL 16 DE ENERO DE 1846

Se realizó por primera vez el acto conmemorativo de la batalla conocida como "La Guerra del Paraná" y considerada el "segundo" Combate de San Lorenzo. Fue en las barrancas del Campo de la Gloria el 16 de Enero de 1846, al mando del General Lucio Norberto Mansilla

El intendente y las autoridades en el descubrimiento de la placa, enero de 2011.

Se realizó en San Lorenzo por primera vez el acto conmemorativo de la batalla conocida como "La Guerra del Paraná" y considerada el "segundo" Combate de San Lorenzo.

El hecho histórico fue el 16 de Enero de 1846, también en las barrancas del Campo de la Gloria, al mando del General Lucio Norberto Mansilla, quien unos meses más tarde (4 Junio) volvería a enfrentar a otra escuadra en la más conocida "Batalla del Quebracho", unos kilómetros más al norte.

Dada la poca trascendencia que los historiadores han dado a este acontecimiento y teniendo en cuenta que se trata de un hecho relevante, ya que se suma a los que colocan a nuestra ciudad en un lugar de privilegio en la historia de nuestra independencia, el intendente Raimundo tomó la decisión de conmemorar esta fecha. "Es un acto de Justicia Histórica".

Por ello, en el Campo de la Gloria, en la mañana del martes 18, se descubrió un sencillo monumento evocando la batalla librada en estas costas que sin duda ha sido otro paso más en pos de la libertad y la independencia.

“Los sanlorencinos recordamos y rendimos homenaje a los héroes de la Guerra del Paraná y de aquella poco recordada pero histórica jornada”, subrayó el intendente Raimundo en su discurso.

“La placa recuerda lo que sucedió y la gente sabrá que aquí mismo hubo un hecho histórico, un hecho notable, que le tenemos que dar la atención que se merece. Esto nos proyecta como ciudad, muestra nuestra historia”, explicó Raimundo durante su discurso.

Además del intendente y miembros del Gabinete estuvieron presentes el Diputado Provincial Victor Hugo Dadomo, el Jefe del Batallón de Arsenales 603 Tte. Coronel Alejandro Holm, Adriana Gaitán en su carácter de Presidente del Centro Sanmartiniano de San Lorenzo, entre otras autoridades locales y representantes de otros centros y entidades de la región. También se recibieron mensajes con saludos y felicitaciones por la iniciativa desde otros centros sanmartinianos.

Posteriormente se invitó a los presentes a participar en el izamiento la nueva bandera en el mástil mayor del monumento en el Campo de la Gloria.

Un gesto del intendente con los historiadores y sanmartinianos presentes. Fue un anticipo de la ceremonia donde esta gran bandera de 6 x 12 metros se presentará a la multitud en el acto del 3 de Febrero. Durante el izamiento y fuera de lo previsto, los asistentes cantaron a capella "Aurora" como ayudando al viento a hacer flamear esta bandera gigante bien "alta en el cielo".

El encuentro finalizó en el parador turístico con una charla informal entre los presentes compartiendo un café con masas.

domingo, 3 de enero de 2016

El arte de lo posible: El sistema político y constitucional de Juan Manuel de Rosas

El primer hecho de carácter institucional y jurídico que dio origen a la Confederación Argentina fue el “Pacto Federal” del 4 de enero de 1831, firmado entre las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, al que posteriormente adhirió Corrientes. Fue una alianza ofensiva-defensiva para contrarrestar a la “Liga Unitaria” creada por el General unitario Paz que desde Córdoba mantenía una fuerte influencia política y militar en todo el noreste argentino. 


Pero más allá de este primigenio antecedente; ¿Qué se puede decir del sistema constitucional y político de Rosas? ¿Qué podemos analizar más allá de las enormes bibliotecas que desde la Historia vienen debatiendo sobre el tema hace más de 160 años? ¿Cómo era la organización política y constitucional? ¿Cómo era Juan Manuel de Rosas como gobernante? ¿Cuáles eran los determinantes políticos y que incidencia real tenían sobre la forma de gobierno y la ingeniería institucional aplicada?


A estas cuestiones las abordo en un breve texto que les comparto en el que analizó dos temas centrales: a) La Confederación como sistema político y constitucional sobre el que Rosas estructuró la organización y conservó la unidad de la Nación y; b) La forma en que gobernó Rosas, la construcción de su poder, su legitimidad y la manera “autocrática" y "paternalista” (populista) en que lo ejerció.


Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro



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1. Introducción

“He despreciado siempre a los tiranuelos inferiores y a los caudillejos de barrio, escondidos en la sombra: he admirado siempre los dictadores autócratas que han sido los primeros servidores de sus pueblos. Ese es mi gran título; he querido siempre servir al país, y si he errado o acertado, la posteridad lo dirá, pero ése fue mi propósito y mía en absoluto la responsabilidad por los medios empleados para realizarlo. Otorgar una constitución era asunto secundario: Lo principal era preparar el camino para ello, ¡y esto es lo que creo haber hecho!".
Juan Manuel de Rosas (Conversaciones de Rosas con los Quesada en Southampton).

Para comprender cómo fue el régimen rosista, es decir su forma de organización política y jurídica, debemos previamente partir encuadrando el debate en torno a la guerra civil que dirimían los dos grupos antagónicos que en el Río de la Plata disputaban la forma de organización: federales y unitarios.
 
Juan Manuel de Rosas

En segundo lugar es también importante recordar que este proceso fue en realidad una larga búsqueda para encontrar la forma adecuada de ordenación política para aplicar en nuestra Nación recién emancipada. Hay momentos de ese período en que los pactos interprovinciales, las luchas entre diferentes regiones y caudillos, los diferentes proyectos en pugna, parece todo  un gran rompecabezas de incierta solución. Este proceso complejo y aparentemente confuso no fue sufrido solamente por Argentina, es común en todas las etapas de formación de los estados nacionales sean estos europeos o americanos.

El proceso de construcción de los Estados Nacionales en la América antes española fue extendido y sangriento y en nuestro país especialmente dilatado si consideramos que  concluye en 1880 con la federalización de la ciudad de Buenos Aires. Son 70 años de luchas, guerras civiles, intentos fallidos, varios ensayos de organización que culminan recién terminando el Siglo XIX. De esta etapa nos interesa aquí teorizar sobre la forma de organización nacional durante el periodo que va, desde fines de 1829 en que Rosas es ungido gobernador de la Provincia de Buenos Aires hasta febrero de 1852 en que se produce su caída luego de la batalla de Caseros.

El abordaje de esta cuestión lo separo por razones analíticas en dos temas: 1) La Confederación: sistema político y constitucional sobre el que Rosas estructuró la organización política  y conservó la unidad de la Nación. 2) La forma en que gobernó Rosas: forma conocida bajo el nombre de  “autocrática paternalista”.

2. La Confederación

Retrato alegórico de la firma del Pacto Federal.
El primer hecho de carácter institucional que dio origen a la Confederación Argentina fue el “Pacto Federal” de 1831 acordado entre las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, al que posteriormente adhirió Corrientes. Fue una alianza ofensiva-defensiva para contrarrestar a la “Liga Unitaria” creada por el General unitario Paz que desde Córdoba mantenía una fuerte influencia política y militar en todo el noreste argentino. Vencido Paz ([1]) y deshecha la Liga, el resto de las provincias firmaron el pacto. Este acuerdo, institucionalmente trascendental, fue el pilar sobre el que se basó la Constitución de 1853 y es uno de los pactos preexistentes que menciona el Preámbulo. El primero de ellos fue el Tratado del Pilar que impulsó nuestro Francisco Ramírez en 1820.
 
Provincias que firmaron el Pacto Federal y bandera que usaban las mismas.

En el artículo 15, el “Pacto Federal” instruye la creación de una Comisión Representativa  con asiento en Santa Fe compuesta de un diputado por cada provincia y que tenía por finalidad propender a la organización general de la República, es decir el de reunir un Congreso que dictara una Constitución. Sin embargo, la Comisión fue disuelta, el Congreso no se reunió y la Constitución no se concretó durante la época de Rosas. Este es uno de los argumentos críticos manejados por sus detractores, acusándolo de haber postergado la organización nacional al no dictar una Constitución.

¿Qué pensaba Rosas? La carta a Facundo Quiroga desde la hacienda de Figueroa

¿Por qué Rosas, con la suma del poder público, se opuso a que se dictara una Constitución ¿Esta pregunta, tan debatida por los historiadores, encuentra su más clara y lúcida respuesta en los argumentos que el propio Rosas brinda en infinidad de documentos. Considero que el más importante de ellos es la carta que enviara a Facundo Quiroga desde la hacienda de Figueroa en 1834 donde el Restaurador desarrolla su pensamiento político con meridiana claridad. La Carta es un verdadero “memo”, un instructivo para que Quiroga negocie con los caudillos del norte durante la crisis del año 1834.

Intentaré a continuación sintetizar los argumentos que Rosas da a Facundo en la mencionada Carta para prorrogar el dictado de la Constitución:

1) Para integrar un todo ordenado y compacto deben estar ordenadas las partes que lo componen.

2) Cada provincia debe ocuparse de sus constituciones particulares y después trabajar sobre la constitución nacional.

3) Debe haber tranquilidad y calma para celebrar pactos de Federación.

4) El país se encuentra en un estado de agitación, “contaminado” por unitarios sublevados y agentes secretos de otras naciones que conspiran permanentemente.

5) Se sostiene claramente la prioridad del orden político como base segura del ordenamiento jurídico. Esa es la idea central. Por lo tanto aun no había llegado el momento de dictar la constitución. Sería otro fracaso como las anteriores constituciones unitarias. Simplemente no estaban dadas las condiciones. Al revés de los unitarios, Rosas consideraba que el dictado de la constitución no era el punto de partida sino el punto de llegada, la culminación del proceso de organización nacional. Su planteo era práctico no teórico.

Los unitarios creían que bastaba la sanción de una constitución para organizar el país. Sus planteos eran teóricos. Realizados desde una perspectiva elitista y sectaria, las clases ilustradas eran las únicas capacitadas para gobernar, no tenían en cuenta la  cruda realidad del país, ni las condiciones de su pueblo y por eso fracasaron en todos sus intentos: la constitución de 1819, centralista y pro-monárquica, y la constitución de 1826 rechazada por los caudillos del interior. Para el unitarismo el dictado de la constitución era el punto de partida de la organización nacional. La realidad debía amoldarse a la teoría.

"Posta o Hacienda de Figueroa. Estancia La Merced" en San Antonio de Areco. Fue sede de la conferencia Rosas-Quiroga. Fuente: http://www.lagazeta.com.ar  

Años más tarde, Rosas ratificará sus conceptos en la entrevista que tuviera con Ernesto Quesada y su padre durante su exilio en Inglaterra. Sostenía lo siguiente: "Pero el reproche de no haber dado al país una constitución me pareció siempre fútil, porque no basta dictar "un cuadernito" como decía Quiroga, para que se aplique y resuelva todas las dificultades: Es preciso antes preparar al pueblo para ello, creando hábitos de orden y de gobierno, porque una constitución no debe ser el producto de un iluso soñador sino el reflejo exacto de la situación del país."


Todos los tomos de la fundamental obra de Ernesto Quesada sobre Rosas. Me costó años encontrar todos los tomos de esta obra agotada desde hace décadas. Como verán son de tres ediciones diferentes. Recorrí medio Buenos Aires y visité a muchos libreros (hice hermosas amistades buscando estos y otros libros también) para poder dar con todos los volúmenes.

Más adelante: "Nunca pude comprender ese fetichismo por el texto escrito de una constitución, que no se quiere buscar en la vida práctica sino en el gabinete de los doctrinarios: si tal constitución no responde a la vida real de un pueblo, será siempre inútil lo que sancione cualquier asamblea o decrete cualquier gobierno. El grito de constitución prescindiendo del estado del país, es una palabra hueca."


¿Era Rosas tan distinto de Alberdi?

Lo que dice Rosas horroriza al liberalismo y la historia oficial. Ahora, ¿era Alberdi un fanático de la Constitución? Esto decía: "La constitución, es decir, la libertad, la autoridad, no se escriben, se hacen; no se decretan, se forman, se hacen por educación. No se hacen en el Congreso; se hacen en la casa, en el hogar. No viven en el papel; viven en el hombre" (Escritos Póstumos, Tomo VII).

Juan Bautista Alberdi.

Y en el mismo sentido decía Alberdi: "Dar leyes y decretos es manía sudamericana. Y darlos para innovar lo nuevo, más frecuente que para lo viejo. Viene del error de creer que una ley escrita cambia las cosas. Si así fuera, la obra de civilizar una nación se reduciría a darle un código, es decir, a unos pocos meses de trabajo. Pero la civilización no se decreta. Por haber sancionado constituciones republicanas ¿tenéis la verdad de la república? No, ciertamente: tenéis la república escrita, no la república práctica" (Juan Bautista Alberdi, Escritos Póstumos, Tomo IX).

¿Y cuál es la diferencia entre lo que decía Rosas y lo que decía Alberdi? Ninguna. Que decía el Padre Fundador argentino: "Promulgad hoy el código más perfecto; mañana veréis siempre en pie el mal que deseáis remediar. Es que el mal no está en lo escrito, está en lo práctico, en lo real, en los hechos, en las cosas y personas, tales como son en nuestra América de hoy (...). Yo ensayaría un programa de gobierno, sin dar una sola ley, un solo decreto nuevo; y nada más que con poner en vigencia lo que existe" (Juan Bautista Alberdi, Escritos Póstumos, Tomo IX).

En la historia del pensamiento político y jurídico argentino resulta muy difícil comprender casos como este en el que son tan disímilmente valoradas dos personas, Rosas y Alberdi, cuando básicamente decían lo mismo. Sólo la deformación histórica y política del aparato cultural del sistema pudo hacer esto, no solo con Alberdi, sino con una enorme cantidad de pensadores nacionales.

El problema del Puerto y la Aduana

El otro problema crucial y determinante planteado por Rosas en la Carta a Quiroga es acerca de los fondos comunes que se dispondría para el sostenimiento del gobierno central, como  por ejemplo, el de los contingentes para el Ejército Nacional. ¿De dónde debían provenir esos fondos? Rosas sostiene en la carta a Quiroga que: "debe contribuir cada Estado Federado en proporción a su población. Los norteamericanos convinieron en que formasen este fondo de derechos de Aduana sobre el comercio de ultramar pero fue porque todos los Estados tenían puertos exteriores." En cambio las provincias argentinas carecían de puertos, y el único puerto, puerto único, era el de Buenos Aires. Los federales porteños (llamados más tarde autonomistas) no querían que las rentas de su aduana fueran nacionales. En ese sentido Rosas al postergar el dictado de la Constitución estaba defendiendo el monopolio económico porteño. Pero Rosas no lo defendió con el mismo espíritu excluyente de los antiguos centralistas-dictatoriales, sino que por el contrario, puso todos los recursos de ese privilegio en defensa de los intereses de la Nación toda.

Las provincias, partidarias del federalismo, sostenían que las rentas de aduana del único puerto, Buenos Aires, no debían corresponder sólo a Buenos Aires, sino a todas las provincias, cosa que no admitían los porteños. Esta cuestión esencial, es una de las causas que explican porque costó tanto tiempo y sangre llegar a una solución definitiva sobre la organización del Estado nacional.

Si bien Rosas mantuvo el puerto único, dictó en 1835/6 la Ley de Aduana, atendiendo al reclamo de las provincias que reclamaban medidas proteccionistas. Pero la finalidad respondía al hecho de que as provincias mediterráneas y entre las otras especialmente Corrientes, con incipientes industrias y artesanías, requerían medidas proteccionistas frente a la competencia de las manufacturas extranjeras. En cambio la burguesía mercantil porteña, ligada al comercio de importación exportación estaba a favor del libre cambio, como así también los hacendados productores de las materias primas exportables como cueros, sebo y tasajo.

Con la Ley de Adunas, Rosas buscó equilibrar la situación de las provincias: a través de importantes subsidios, elevados aranceles para los productos extranjeros que podían fabricarse en el país, o directamente la prohibición de su entrada, (como la harina), buscó proteger las incipientes industrias locales de la competencia extranjera, y fomentar la agricultura. La ley fue recibida con gran entusiasmo especialmente por las provincias mediterráneas. Solucionaba las angustias económicas provincianas sin institucionalizar la nacionalización del puerto. Corresponde también decir que la Ley en la práctica no fue tan óptima y su duración se vio limitada en el tiempo.

Sampay y sus reflexiones sobre el pensamiento político de Rosas

Sin dudas, uno de los análisis más profundos del pensamiento político de Rosas lo realizó Arturo Sampay en su libro "Las ideas Políticas de Juan Manuel de Rosas", obra fundamental para comprender las ideas del Restaurador y su tiempo político, con una mirada por momentos muy crítica y en otros reivindicatoria. 

Allí Sampay realiza un repaso de la visión de la colonia de Rosas, las ideas políticas de su tiempo histórico y analiza su pensamiento y el de sus hombres cercanos, de los cuales destaca los aportes de Pedro de Angelis, Tomás de Anchorena y José María Roxas y Patrón (Arturo Sampay, "Las ideas Políticas de Juan Manuel de Rosas", Juarez Editor, año 1972). En libro tiene un extenso apéndice documental cuya lectura resulta ineludible. 

Rescatando el rol de Rosas, pero sin dejar de cuestionar en forma sólida aspectos del pensamiento político, Sampay recuerda que para Rosas "la política es la primera de las ciencias, o el centro de todas", agregando que para él "la política es la verdad".  

Sobre el federalismo, Sampay entiende que el mismo es una consecuencia de la lectura pragmática de la realidad que hizo Rosas. Para ello recuerda las palabras del propio Rosas que se confiesa: "...unitario por principios, pero la experiencia (...) ha hecho conocer que es imposible adoptar en el día tal sistema porque las provincias lo contradicen, y las masas en general lo detestan...".

Sobre la suma del poder público, Sampay apunta: "Cuando en 1835 Rosas asume los poderes extraordinarios, nadie dudaba sobre la necesidad de una dictadura para unificar al país y para construir, conforme al programa de la revolución de Mayo, un edificio bien calculado y sólido para la burguesía progresista. En fin, era necesaria una dictadura revolucionaria, apropiada al momento histórico. Esta era la idea de los jóvenes de la Asociación de Mayo, que querían que Rosas estableciera esta tipo de dictadura".

¿Confederación o Federación? La organización jurídico-política de la realidad

Esta cuestión nos lleva a la cuestión de sí el sistema logrado por Rosas fue una federación, o si en realidad era una mera ficción y era más bien unitario como algunos de sus críticos le incriminan.

Rosas nunca declaró que su sistema sea federal. Es un término que sólo utiliza en los lemas partidarios de “mueras y vivas”, pero nunca en los documentos oficiales. En ellos siempre utilizó el término Confederación.

En la carta a Quiroga expresa su posición acerca de un sistema federal, que considera inconveniente para ese momento: "Obsérvese que una República Federativa es lo más quimérico y desastroso que pueda imaginarse, toda vez que no se componga de estados bien organizados en si mismos, porque conservando cada uno su soberanía e independencia, la fuerza del poder General con respecto al interior de la República, es casi ninguna, y su principal y casi toda su investidura, es de pura representación para llevar la voz a nombre de todos los Estados confederados en sus relaciones con las Naciones extranjeras; por consiguiente si dentro de cada Estado en particular, no hay elementos de poder para mantener el orden respectivo, la creación de un Gobierno General representativo no sirve más que para poner en agitación a toda la República a cada desorden parcial que suceda, y hacer que el incendio de cualquier Estado se derrame sobre todos los demás."

No estaban dadas las condiciones para un sistema federativo. El país no tenía un número considerable de regiones con sólidas condiciones económicas y culturales para impedir que todas las provincias gravitaran hacia Buenos Aires, capital y puerto único del litoral con la mayor población y riqueza. Por lo tanto, Rosas prefirió el régimen de Confederación, que respondía al estado de cosas existente y servía para preparar la situación a fin de llegar más tarde a la solución definitiva. Confederación era la forma legítima de gobierno en aquel momento, por cuanto el país se hallaba constituido en virtud de pactos entre las provincias. La confederación era para Rosas, lo posible, el sistema político viable.

Desde el punto de vista de la política interior Rosas a través de la Confederación contribuyó también en la construcción del Estado Nación y evitó la balcanización y desintegración del territorio.

El método seguido por el Restaurador de las Leyes para lograr esa unidad fue que las provincias fueran delegando atribuciones en el Encargado de las Relaciones Exteriores, detentado por el gobierno de Buenos Aires. Esas atribuciones fueron las siguientes: Derecho de intervenir en las provincias; Facultad para juzgar a los reos de delitos cometidos contra la Nación (caso  de los hermanos Reinafé culpables del asesinato de Quiroga); Potestad para tratar con la Santa Sede y reglamentar las relaciones del Estado con el clero; Declarar la guerra o firmar la paz; Prohibir o permitir la extracción de metálico. Y, nombrar a los Jefes de los Ejércitos Nacionales (tal el caso del General Benavides en el norte y Urquiza en la frontera con el Brasil).

El arte de lo posible y el federalismo sui generis

Julio Irazusta, polémico en otros aspectos de su vida intelectual, pero muy claro en su análisis de este tema, en su obra “El Federalismo de Rosas” lo analiza con precisión: "El planteo sobre la índole de las relaciones entre las provincias de la federación argentina estaba dirigido a lograr la unificación del país al estilo de las confederaciones tradicionales, en la que estados absolutamente independientes se nuclean en torno a uno de ellos preponderante en la zona. Los federales porteños no habían renunciado al privilegio de su provincia, pero lo utilizaron para nuclear la federación argentina."

Es así como el federalismo de Rosas fue un federalismo empírico, pragmático, construido desde lo posible, más práctico que teórico, más unificador que constituyente. Si “la política es el arte de lo posible” la acción para lograr la organización nacional conducida por Juan Manuel de Rosas hace honor a la sentencia de Otto von Bismarck.

El país queda organizado de hecho. ¿Qué falta para que lo esté de derecho? Un Congreso que dicte una Constitución. Pero Rosas no aspira que se imite a los Estados Unidos como quería Dorrego. En el federalismo que acababa de crear lo único nacional son las relaciones exteriores y la dirección de la guerra. Cada provincia tiene su ejército y se rige por sus propias leyes e instituciones. El país se ha organizado de hecho en una confederación ([2]) de estados estrictamente autónomos y en cierto sentido semi independientes.

El "Rosas" de Gálvez, edición reciente.
Este autor nacido en Paraná  tiene además otras obras sobre Rosas.
Manuel Gálvez, que a mi juicio escribió la más completa y elaborada biografía de Rosas se refiere al tema haciendo una interesante comparación: “Este Federalismoconviene repetirlo- se parece al de Pi y Margall ([3]) y otros republicanos españoles, quienes, años después que Rosas, pretendían hacer de su patria un Estado en el que cada región-Castilla, Vasconia, Cataluña-, se rijan por sus propias instituciones”.

3. Rosas y la forma de gobierno, la “autocracia paternalista”

Pasemos ahora a analizar el modo, la forma de gobernar de Rosas que más arriba denominamos “autocracia paternalista”: “Y a trueque de escandalizarlo a usted le diré que, para mí, el ideal de gobierno feliz sería el autócrata paternal, inteligente, desinteresado e infatigable, enérgico y resuelto a hacer la felicidad de su pueblo, sin favoritos ni favoritas. Por esto jamás tuve ni unos ni otras: busqué realizar yo solo el ideal del gobierno paternal, en la época de transición que me tocó gobernar. Pero quien tal responsabilidad asume no tiene siquiera el derecho de fatigarse,.. Son mentecatos los que suponen que el ejercicio del poder, considerado así como yo lo practiqué, importa vulgares goces y sensualismos, cuando en realidad no se compone sino de sacrificios y amarguras. He despreciado siempre a los tiranuelos inferiores y a los caudillejos de barrio, escondidos en la sombra: he admirado siempre los dictadores autócratas que han sido los primeros servidores de sus pueblos. Ese es mi gran título; he querido siempre servir al país, y si he errado o acertado, la posteridad lo dirá, pero ése fue mi propósito y mía en absoluto la responsabilidad por los medios empleados para realizarlo. Otorgar una constitución era asunto secundario: Lo principal era preparar el camino para ello, ¡y esto es lo que creo haber hecho!" Otra vez más en las propias manifestaciones de Rosas hechas a Ernesto Quesada encontramos las definiciones de su propia política.

El concepto de autócrata puede tener para ciertos lectores un tono peyorativo, seguramente en pleno siglo XXI esto pueda ir contra el sentido común de lo que entendemos como como gobierno o democracia. De hecho es casi lo contrario. Pero en realidad es una forma de gobierno que se dio en ciertas situaciones históricas particulares, y en realidad ocurrió en muchas ocasiones en la historia nacional e internacional. Es el poder concentrado en una sola persona. Situación política, que fue una constante en la historia de Europa, Napoleón Bonaparte es considerada un autócrata, Napoleón III también. Regularmente los gobiernos autocráticos aparecen como reacción a largos periodos de crisis internas, guerras civiles y conflagraciones internacionales como lo fue la Francia post revolucionaria. También en América hispana encontramos el mismo escenario caótico en las colonias recién emancipadas, el propio Simón Bolivar fue acusado de lo mismo.

En la época en que se vivía en ese entonces en el Río de la Plata, desorganizada, anómica y anárquica, con guerra civil permanente, matanzas, odios furiosos irreconciliables; y ante el peligro de la disgregación, existía una opinión generalizada partidaria del establecimiento de un gobierno fuerte que impusiera el orden. Esa necesidad la resolvió Juan Manuel de Rosas, el Restaurador de las Leyes.

Los sucesivos gobiernos de Rosas, su legitimidad y poder

Así en su primer gobierno (1829-1832) la legislatura le otorga a Rosas las Facultades Extraordinarias, como ocurría con la mayoría de los gobiernos de la época, debido a la grave situación de guerra interna a causa del asesinato de Dorrego. Recibe también  el título de “Restaurador de las Leyes”. Y luego del Pacto Federal es nombrado por las provincias Encargado de las Relaciones Exteriores, es decir, jefe virtual de la Confederación.

Quiero destacar que las facultades extraordinarias se la otorgan los diputados de la legislatura en solemne reunión. Treinta y tres diputados, inclusive los opositores, votan a favor de Juan Manuel de Rosas gobernador. Los diputados han procedido con entera libertad y legalidad. Rosas, el elegido, no ha constituido esa legislatura que ya existía en tiempo de Dorrego y que está compuesta por los ciudadanos más prominentes. No obstante la historia mitrista le imputará, años después, que Rosas usurpó el poder, por la fuerza...

Cabe preguntarse qué significación tiene el título de “Restaurador de las Leyes”. Primeramente restaurar la obediencia a las leyes que habían despreciado Lavalle y los decembristas con el fusilamiento sin juicio previo de Manuel Dorrego, legítimo gobernador de la provincia. Restaurar el orden.  Restaurar políticamente el sistema federal. Y también como oposición a la política anticlerical de los unitarios y a las reformas religiosas implantadas por Rivadavia se trata también del restablecimiento “de un orden moral trascendente” de la religión, un  orden católico. Esto último es algo que también colisiona contra el sentido común de nuestro presente republicano, que pregona entre otras cuestiones la separación de la religión del Estado, pero lo que hizo Rosas era el sentido popular de su época en materia religiosa ya que la obra de Rivadavia fue una toma de postura ideológica y elitista contra el sentir cristiano del pueblo por aquel entonces.

Concluido su mandato, Rosas no acepta su reelección porque no le volvían a otorgar las facultades extraordinarias. En el interregno gobierna Balcarce y Rosas realiza una "campaña al desierto", muy distinta a la que Roca implementará años después. Pero nuevos conflictos, “la revolución de los restauradores”, que depone al gobernador, y luego el asesinato del gobernador de Salta, Latorre, y principalmente el asesinato de Facundo Quiroga en Barranca Yaco, lo conducen nuevamente al gobierno de Buenos Aires. Pero esta vez, con la suma del poder público otorgado por la legislatura. 

En esta ocasión referida, Rosas solicita la realización de un plebiscito que exprese el apoyo del pueblo a tantos poderes, algo inédito en su tiempo, hecho que lo convierte en el gobernante más democráticamente legitimado de su época. Su segundo gobierno por lo tanto es también legal y legítimo. Sarmiento, uno de sus más acérrimos enemigos históricos dice de esta auténtica manifestación de voluntad popular: “No se tiene aún noticia de ciudadano alguno que no fuese a votar (Plebiscito del 26, 27 y 28 de marzo de 1835 en Buenos Aires por el cual la ciudadanía se pronunció en concederle la Suma del Poder Público a Roas). Debo decirlo en obsequio de la verdad histórica, nunca hubo un gobierno más popular y deseado ni más sostenido por la opinión...que el de Don Juan Manuel de Rosas” (Domingo F. Sarmiento. “Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga“. Santiago de Chile, 1845). Nada más que decir.


Paternalismo (o populismo) como gobierno a favor de los humildes

En lo que se refiere a la calificación de paternalista del gobierno autócrata de Rosas este concepto puede también contener un sentido despectivo si se lo entiende como que un gobernante paternalista es el que asume que una parte de la población está en una etapa “infantil” y el Estado o el gobernante debe velar por ellos. Se cree que, al igual que en una familia con hijos menores, estos segmentos sociales deben recibir un tratamiento “paternalista”. De esta concepción errónea se deriva fácilmente en análisis históricos positivistas y falaces que consideran que el régimen paternalista de Rosas era la expresión de los resabios del viejo feudalismo español. 

El concepto de lo paternal, de pater familiae, resulta inviable mirarlo desde el hoy, en especial si pasa por el prisma de la teoría crítica feminista, pero como ya dijimos esta conceptualización se enmarca en un contexto histórico en que, trágicamente, las mujeres prácticamente no tenían derechos.

Pero cuando me refiero a paternalismo (usando el concepto que historiadores usaron sobre Rosas) estoy definiendo la obra democrática por el pueblo que Rosas realizó. Paternalista o populista, recurriendo a un término más cercano a nuestro tiempo. Era paternalista o populista por los sectores más postergados y condenados de la sociedad a los que el Restaurador integró a la sociedad. Rosas consideró siempre a los sectores más humildes de la sociedad de su tiempo: El gaucho, el indio y el negro. Sería iluso pretender que Rosas fuese un líder socialdemócrata en 1830 y que estableciera la jornada de ocho horas y el descanso dominical o que tenga las formas republicanas de hoy día. Sería inútil reclamarle a Rosas una política social universal que ningún Estado del mundo por otra parte en esos momentos tenía. No se le puede pedir los modos republicanos de las democracias nórdicas europeas de hoy. 

En esos tiempos, la democracia en su sentido social consistía en mejorar individualmente, de manera patriarcal, la situación de los pobres. En libertar a los esclavos, en suprimir el tráfico de hombres, en atender a las personas humildes en sus necesidades, en otorgarle a hombres de clases humildes cargos directivos en el Estado disminuyendo las acentuadas diferencias de clases de la época y en hacer intervenir al pueblo en política convirtiéndolo por primera vez en actor principal.

Paternalista o populista por su permanente contacto con el pueblo, tratando a la gente de igual a igual, con su espíritu criollo, su odio a la monarquía, la ridiculización de la aristocracia y la oposición permanente hacia las clases que se creían superiores e ilustradas. Paternalismo en el sentido de la más alta expresión de lo popular ya que Rosas fue amado por su pueblo, adorado hasta el fanatismo. Esto es lo que le permite pronunciar a Rosas, después de Caseros, al representante inglés Mr. Gore cuando le solicita asilo: “Aquí no vendrán. No es el pueblo el que me ha volteado…son los brasileros”.




[1] El General Paz (del cual Abelardo Ramos realiza una interesante y particular reivindicación histórica) además de ser un caudillo unitario era un militar de formación, estratega virtuoso que había derrotado los ejércitos de Quiroga y amenazaba la Confederación desde la Liga Unitaria formada por varias provincias del interior  mediterráneo que las había doblegado militarmente. Estando en campaña contra el ejército de López en el año 1831 y habiéndose separado de sus tropas para observar el terreno cae boleado su caballo por un montonero de López en El Tío. Es convertido prisionero de los federales y encarcelado en Santa Fe No sufriría la misma suerte que Dorrego cuando cayó en poder de los doctores unitarios.
[2] Federación y confederación se diferencian principalmente en que una confederación tiene un poder central más limitado. En el  Derecho internacional público es  la  asociación entre estados soberanos  La confederación se diferencia de la federación en que en la primera los miembros mantienen altas cotas de autonomía y el poder central es limitado, mientras que en la segunda los federados renuncian a una parte de sus competencias y el poder central es más fuerte. La Confederación es una  asociación establecida entre estados soberanos a través de tratados o constituciones comunes, destinada a lograr una complementariedad entre éstos en diversos asuntos, como defensa o comercio.
El término Confederación se aplicó para designar a diversos estados a lo largo de la historia, como la Confederación Perú-Boliviana (1837-1839) y los Estados Confederados de América (1861-1865). En Argentina es el nombre que utiliza Rosas para denominar el sistema político que gobierna y también es Confederación el nombre tomaron las 13 provincias que se separaron de Buenos Aires durante parte del siglo XIX (1852-1862) éstas  recibieron el nombre de Confederación Argentina. Tras la unión de Buenos Aires a la Confederación, ésta realizó reformas adquiriendo la denominación de Nación.
[3] Francisco Pi y Margall (1824- 1901) fue un político, pensador y escritor español, Presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República Española (1873-1874). Partidario de un modelo federalista para la Primera República Española.