lunes, 21 de septiembre de 2015

Sobre historia argentina, revisionismo y peronismo en Cooke y Hernández Arregui

John William Cooke fallece el 19 de septiembre de 1968. Juan José Hernández Arregui fallece el 22 de septiembre de 1974. En el mismo mes. Ambos fueron intelectuales y políticos centrales del campo nacional y popular en la segunda mitad del siglo XX.
 
Perón, Evita y el pueblo, a su izquierda Hérnandez Arregui y Cooke, en dibujos de Ricardo Carpani.
De ellos se puede escribir mucho y de diversos temas. Tuvieron vidas multifacéticas, dignas de una película de cine. Pero aquí en esta breve nota quiero detenerme en la idea de historia argentina que ambos tenían y del tiempo que vivían, mirados a través del lente del peronismo. La singularidad de ambos pensadores, que combinan gran desarrollo teórico con militancia política, más lo primero en Hernández Arregui y más lo segundo en Cooke, nos da como resultado dos de las versiones más atractivas del pasado argentino y el peronismo. Huelga decir que la lectura de sus obras resulta ineludible si se quiere tener una comprensión cabal de los últimos 70 años de historia nacional.


Pertenencen a la historia del peronismo, y que mejor que saber que pensaban, justamente, sobre la historia y el peronismo. Hoy, a modo de humilde homenaje quiero brevemente repasar las principales ideas sobre la visión de la historia y el peronismo que ambos tenían, sus relaciones y perspectivas. Que lo que hicieron, pensaron y escribieron sirva para iluminar el camino hacia lo que viene.


 Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro


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Sobre John William Cooke (1920-1968), peronismo, revolución y revisionismo histórico


Con el paso del tiempo la figura y el pensamiento revolucionario de Cooke adquieren una dimensión invalorable, transformándose, a mi entender, en el verdadero arquetipo del militante peronista de la resistencia. Por esta razón es que me detendré primero en una necesaria crónica de su vida, para luego profundizar en sus trabajos como historiador.

Nace en la ciudad de La Plata, en el seno de una familia radical. Por esta razón comienza su militancia política en las filas del radicalismo provincial participando en las luchas contra el conservadorismo bonaerense. Luego se incorpora a FORJA. Refiriéndose a esa etapa, su compañera Alicia Eguren apuntó: “radical, nacionalista, popular, forjista, lleno de secreta y contradictoria admiración por quienes militaban en nombre de a gran revolución de Octubre”.

El padre de Cooke, Juan Isaac, fue Ministro de Relaciones Exteriores en 1945 y estuvo involucrado en la batalla política y diplomática contra el embajador de los Estados Unidos, Braden. En ese período John William fue el asesor más cercano y firme de su padre para resistir las presiones de la embajada norteamericana.

Cuando se produjo la movilización del 17 de Octubre, Cooke se estaba graduando de abogado. Comprendió agudamente el nacimiento del Movimiento Peronista en esa gesta histórica y se encolumnó en sus filas. En las elecciones de 1946 fue electo diputado nacional, tenía solamente 25 años. Su discurso vehemente, y los conocimientos legales adquiridos, le permitieron jugar un papel muy relevante en el Congreso.

Cooke con Alicia Eguren.


Pensamiento crítico e independiente fue uno de los pocos que rechazaron la idea de que la lealtad a Perón debía transformarse en servilismo y alcahuetería. “Un joven jacobino solitario en un parlamento tímido y heterogéneo que representaba la retaguardia de las masas que acaudillaban Eva y Perón”, así, lo definía Alicia Eguren en esa etapa.

Perón con Cooke.

Durante el segundo gobierno peronista, Evita le ofreció ser el editor de “Democracia”, pero Cooke temió que ese trabajo pudiera coartar su independencia política. Rechazó la oferta y le confió a sus amigos: “No quiero terminar peleándome con esas corte de obsecuentes”. Ganó una cátedra de Economía Política en la Universidad de Buenos Aires y sacó su propia publicación: “De Frente” que se subtitulaba “testigo insobornable de la realidad mundial”. A través de su revista comenzó a criticar la burocracia sindical y partidaria y así para muchos peronistas se convirtió en la conciencia moral, política y revolucionaria del movimiento. De esta manera Cooke mismo se transformó en una figura destacada de la línea más militante e intransigente dentro del peronismo; sin desafiar los objetivos políticos del peronismo, pero adoptando una línea dura de cómo defender el régimen peronista cuando la oposición aumentaba.

En los bombardeos a la Plaza de Mayo en junio del 55 se lo vio pistola en mano defendiendo al gobierno popular. Pasado los bombardeos, Perón lo convoca y es designado Interventor del Partido Peronista en la Capital Federal. Desde ese espacio y contradiciendo las autoridades burocráticas del partido comienza a organizar las milicias populares, esas actividades insipientes de lucha armada, formarían  la base de la primeras acciones de la Resistencia Peronista.

Luego que el golpe gorila triunfara, Perón escribió desde el exilio que:

“El doctor Cooke fue el único dirigente que se conectó a mi y el único que tomó abiertamente una posición de absoluta intransigencia como creo yo que corresponde al momento que vive nuestro Movimiento. Fue también el único dirigente, que sin perdida de tiempo construyó un Comando de Lucha en la Capital que confió a Lagormarsino y Marcos, mientras el estuviera en la cárcel. Fue también el único dirigente que mantuvo permanente enlace conmigo y que, pudo llegar siempre a mi con sus informaciones y yo a él con mis directivas.”

Un policía que el creía confiable lo denunció y fue arrestado en la casa de su amigo el historiador José María Rosa. Estuvo detenido en la Penitenciaria Las Heras donde sufrió simulacros de fusilamiento con inaudito coraje. Luego recluido a la cárcel de Rió Gallegos logra escaparse vía Chile con otros peronistas.

En noviembre de 1956, Perón envía una carta desde Caracas donde el Líder le otorga su absoluta confianza, esta carta afianza a Cooke en la conducción táctica del Movimiento:

“En él reconozco al único jefe que tiene mi mandato para presidir la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero, y sus decisiones tienen el mismo valor que las mías. En caso de mi fallecimiento, en él delego el mando”.

Fue parte esencial de las negociaciones de Perón con Frondizi para que el Partido Peronista le diera en las elecciones el apoyo a éste. Y, en febrero de 1958 fue signatario del pacto celebrado junto con Perón, Frondizi y Frigerio.

A fines de los cincuenta comenzó a impresionarse profundamente por los resultados de la Revolución Cubana recién triunfante. Abordó entonces la posibilidad de sostener una estrategia revolucionaria más activa como un medio para resolver, a largo plazo, las contradicciones dentro del movimiento peronista y la sociedad argentina. La primera iniciativa de guerrilla rural en Argentina, la de los Uturuncos peronistas, que operaron brevemente en Tucumán a fines de 1959, estuvieron bajo la influencia política de Cooke pero no bajo su liderazgo personal. Se lo vinculó también a Jorge Ricardo Masetti del Ejercito Guerrillero del Pueblo (EGP) de 1963-1964, un foco guerrillero de tendencia guevarista que incluía peronistas y operaba en Salta.

Pero la mayor contribución de Cooke a la convergencia del peronismo con el marxismo latinoamericano, y que fue tan importante en la década siguiente, fue más bien de tipo ideológico.

A esta altura, el nivel de compromiso con la Revolución Cubana de Cooke y la extensión de su radicalización eventualmente lo condujeron a plantear diferencias con Perón en 1962. Sin embargo, nunca cuestionó explícitamente el liderazgo global del líder del movimiento y continuó luchando por el retorno de Perón al poder en la Argentina.

Su libro de mayor influencia, “El peronismo y el golpe de Estado, Informe a las Bases” es un lúcido análisis del golpe del 66 y del movimiento peronista que llevaba ineludiblemente a los lectores a una discusión sobre las tareas revolucionarias. Murió  joven, de un cáncer incurable, en La Habana en 1968, tenía 48 años. Sus principales libros no empezaron publicarse abiertamente hasta tres años después de su muerte, aunque algunos de sus textos lograban circulación clandestina entre la militancia.
 
Libros de Cooke, entre ellos una joya de mi biblioteca, una copia de "El Peronismo  y el Golpe de Estado" del año 1966, de Ediciones "Acción Revolucionaria Peronista".
En lo que se refiere a los aportes historiográficos de Cooke, él, como peronista militante, tenía plena conciencia del valor del conocimiento del pasado histórico para la comprensión del presente. En uno de sus deslumbrantes discursos en la Cámara de Diputados, en ocasión de un homenaje al historiador Saldías, denunció la mentira de la historia oficial:

“Nuestra historia Señor Presidente, fue maliciosamente deformada por el grupo dirigente que, después de la caída de Rosas, se encaramó en los comandos económicos, políticos y sociales. Ella no ha sido falseada sin motivos; ya que la oligarquía argentina ha sido muy cuidadosa. Cada vez que conquistó el poder, ya sea en la época de la oligarquía del puerto de Buenos Aires, la oligarquía iluminista directorial, ya sea después del 53, una vez que tuvo en sus manos los medios de dirigir al país, no descuidó el comando conceptual, el dominio de las ideas. Al mismo tiempo que consumaba la tremenda entrega económica del país, de la que recién ahora estamos saliendo, consumó la entrega conceptual ligándonos a una serie de dogmas que han constituido uno de los eslabones mas pesados de la cadena del yugo extranjero.”

Como leemos, estas palabras son típicas de un discurso revisionista. Cooke representaba la interpretación popular revisionista de la historia argentina que había ganado terreno en la década del 30 con el nacionalismo y FORJA  presentando una alternativa a la versión liberal de la oligarquía. “Creemos que solamente se puede obtener la liberación nacional a través de la destrucción de esos dogmas históricos falsamente fabricados”, agregaba en su discurso parlamentario.

Es decir que Cooke asumía una deuda intelectual con el movimiento revisionista histórico, es uno de los pilares de su pensamiento que profundizará en el transcurso de su accionar revolucionario posterior.

Así fue miembro del Instituto Juan Manuel de Rosas, en cuyo salón disertó en varias oportunidades con su elocuencia de siempre. Fermín Chávez recuerda entre otras conferencias a “Rosas y los liberales”, “La Triple Alianza y la Guerra del Paraguay” y ”La leyenda del terror” todas ellas dadas ante una nutrida concurrencia que aplaudía al atractivo orador que era Cooke.

En el curso del año 1954 fue miembro fundador de la Organización Popular por la Repatriación de los restos de Rosas. Integró su Consejo Plenario junto con figuras tales como José Maria Rosa, Ernesto Palacio, Carlos Ibarguren, Manuel Gálvez y Fermín Chávez. Y en la asamblea general del Instituto en el mismo año, fue electo Vicepresidente de la institución. Como Presidente resultó designado su amigo José Maria Rosa.

Pero es en su libro capital “Apuntes para la militancia” de 1964, donde Cooke logra su síntesis como pensador nacional y militante peronista. Este texto, que en realidad son verdaderos apuntes, tuvo un origen bien concreto: la tentativa de acercar a las bases del movimiento, es decir a la clase trabajadora peronista, una visión histórica y política comprensible, masiva. Se trata de apuntes didácticos, escritos con alto sentido crítico, en los que el lector, puede encontrar la articulación del presente con el pasado de una manera clara y concisa. El texto de un luchador incansable dirigido a militantes interesados en conocer una versión nacional, popular y revolucionaria de la historia argentina.

Cooke busca en la historia argentina los orígenes del Peronismo y los encuentra. Desde ya participa de una concepción revisionista de la historia en tanto recuperación de una concepción nacional antioligárquica y antiliberal. Insiste en la demostración de cómo movimientos nacionales antecesores del Peronismo: el federalismo de Rosas, las montoneras del Chacho Peñaloza, Felipe Varela y López Jordán; y el radicalismo de Yrigoyen fueron derrotados en la lucha librada en la estructura semi colonial de la Argentina. Es decir, “la historia como experiencia imposible para el político, y la analogía sirviendo de instrumento de concientización de las masas, posibilitando una nueva estrategia de poder que no repita los errores histórico-políticos allí analizados.”

Acerca de Hernández Arregui (1913-1974), historia de la formación de la conciencia nacional


¿Qué decir de Juan José Hernández Arregui? Pensador, historiador y militante de la causa nacional. En 1947 se produce su primer acercamiento al peronismo de la mano de Don Arturo Jauretche, quien lo lleva a colaborar en el gobierno bonaerense.

Hernández Arregui fue un “intelectual” nacional que adhirió al Movimiento Nacional Peronista sin renunciar al marxismo en tanto método de interpretación de la realidad. Juzgó necesario la creación de una izquierda nacional en contraposición a la izquierda liberal que se mantenía en la vereda opuesta al pueblo. El término “Izquierda Nacional” fue lanzado por primera vez en 1957 por Hernández Arregui e incorporado luego al lenguaje político.
 
Hernández Arregui.
Publicó, “Imperialismo y Cultura” (1957), “La formación de la conciencia nacional” (1960), “Nacionalismo y liberación” (1969) y “Peronismo y Socialismo” (1972). Toda su producción tiene una gran consistencia intelectual.

Para Hernández Arregui, “la conciencia nacional es la lucha del pueblo organizado por su liberación” y, partiendo de esa premisa es que el sentido de su obra no fue la de investigar en forma erudita y aséptica sino colaborar en las luchas del Movimiento Peronista. De todos sus libros se destaca principalmente “La formación de la conciencia nacional” por su solidez conceptual, escrita en 1958/1959 fue editado por primera vez en 1960, nuevamente en el 70 y recientemente reeditado en el 2004 y hace unos años.

¿Y por qué la importancia de lo histórico? Según Hernández Arregui, la madurez histórica de una comunidad logra restaurarse y ordenarse a través de una visión crítica de su historia e ideas, para poder lograr una superación de etapas anteriores y no volver a caer en los mismos errores políticos. A raíz de esto dirá:

"...el desarrollo de la conciencia histórica sigue un curso paralelo a las épocas de las grandes transformaciones de la realidad nacional donde hombres y pueblos perciben un cambio de ritmo y de dirección en el destino colectivo...".

En ese libro, indaga las distintas ideologías que han tenido predicamento en la historia de la cultura política argentina. Es un trabajo cuya lectura es recomendable desde todo punto de vista, aún para aquellos que puedan disentir con el autor, este libro permite al lector tener una visión amplia del espectro ideológico argentino.

Sus tesis políticas más importantes no difieren de las Cooke como vimos, fueron la caracterización del radicalismo yrigoyenista como heredero de las rebeldías históricas del federalismo y, no obstante sus limitaciones, fue el primer esbozo que sirvió de antevente de la política nacionalista y las reformas sociales del peronismo en el siglo XX. A esto le agregó la caracterización del peronismo como un movimiento nacional y popular con potencial revolucionario, más cerca de Cooke que de la ortodoxia peronista naturalmente, considerando que el peronismo expresaba los intereses de la clase obrera a pesar de las distorsiones de la capa burocrática dirigente, en una crítica común con el Bebe.

Mirado desde el presente, Hernández Arregui historiográficamente forma parte del revisionismo histórico de la izquierda nacional. Esta corriente, obviamente revisionista y obviamente de la izquierda nacional, se caracteriza porque sus principales expositores, a diferencia de la izquierda liberal, fueron pro peronistas, especialmente Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos y naturalmente Hernández Arregui. Sus análisis poseen un marcado tinte economicista en el tratamiento de la historia, propio de su marxismo de origen. Esta tendencia expresa también una marcada vocación por la integración continental iberoamericana.
 
La última reimpresión de los libros de Hernández Arregui. 
La corriente no forma un grupo ideológico compacto. Cabe señalar que tuvo una gravitación efectiva e importante a través de sus diferentes publicaciones en la formación política de algunos sectores del movimiento obrero y en el cambio de mentalidad de vastos sectores sociales, particularmente en el movimiento estudiantil de los 60 y 70 y en los estratos inferiores de la clase media.

La característica típica de esta Izquierda Nacional en lo que hace su producción historiográfica es que realizó una revisión de la historia oficial enfocada desde una óptica nacional y popular, quedando así encuadrada en el revisionismo histórico.

Obviamente, fiel a su obstinación gorila, la izquierda liberal jamás le perdonó su compromiso nacional y la derecha reaccionaria su formación marxista. Se lo intentó encuadrar con extrañas alquimias en posiciones que nunca compartió. Y cómo lo iban a querer si fue quien mejor los denunciaba:

“Para la oligarquía, una “intelligentzia” de izquierda divorciada del pueblo no es temible, pues tales intelectuales están inhibidos por la educación para luchar por objetivos nacionales”

Pero para el líder peronista su obra no pasó inadvertida para nada. Juan Perón, en una carta de 1969 en que le agradece el envío de un libro, le hace un afectuoso elogio a toda su magna obra. En la carta, Perón le dice a Hernández Arregui:

"Por todo lo que ustedes hacen allí con la difusión de la verdad tantos años oculta, yo deseo como argentino hacerles llegar, junto con mi encomio más entusiasta, mi felicitación más sincera. La causa de la revolución necesita de algunos realizadores, pero no menos de muchos predicadores  que, empeñados en la tarea de persuadir, no cejen en el empeño de incendiarlo todo si es preciso”.


Tiempo después, ya con la democracia y el peronismo en el poder nuevamente, en 1973, y al ser distinguido como Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, pronunció categóricamente: “He pertenecido, pertenezco y perteneceré al Movimiento Nacional Peronista.” Nada más se puede agregar...

miércoles, 16 de septiembre de 2015

16 de septiembre de 1976: “La Noche de los Lápices” y el “Día Nacional de la Juventud”

El 16 de septiembre de 1976 un grupo de jóvenes de la ciudad de La Plata fueron secuestrados, torturados y desaparecidos a raíz de sus luchas por el boleto estudiantil secundario, en una operación represiva conocida como la "Noche de los lápices".

Todos ellos tenían entre catorce y dieciocho años; estaban comprometidos con el momento histórico que vivían, se daban cuenta de que los tiempos habían virado definitivamente hacia la represión ilegal, pero eligieron seguir en la lucha por una sociedad más justa y solidaria, enfrentando a la alianza entre la patria financiera y sus personeros militares. Hoy forman parte de los 238 adolescentes argentinos, que fueron secuestrados durante la dictadura y aún siguen desaparecidos.

De aquella noche, los seis que no volvieron jamás, de la decena de adolescentes detenidos en ese septiembre, fueron: Claudio de Acha 16 años, Horacio Ungaro 16 años, María Clara Ciocchini 17 años, María Claudia Falcone 16 años, Francisco López Muntaner 17 años, Daniel A. Racero 18 años, todos jóvenes, militantes y peronistas que fueron brutalmente secuestrados y torturados durante meses en un campo clandestino de detención.


Hace casi una década, y a modo de homenaje, desde el gobierno nacional junto con organizaciones políticas y reparticiones provinciales de políticas de Juventud impulsamos que se designe el 16 de septiembre como el “Día de la Juventud”. Se lo planteamos al entonces presidente Néstor Kirchner que de inmediato tomó la propuesta e impulsó la iniciativa. En nuestra provincia, el primer acto de homenaje a esta fecha lo hizo Gustavo Bordet en el 2006 en el PJ de Concordia.

Fue una excelente manera de rendir siempre homenaje a una generación que participó políticamente, persiguió una transformación en la Argentina, se sacrificó y militó para cambiar un país dependiente, sometido económica y culturalmente, evidentemente injusto en la distribución de la riqueza y el poder.

Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro

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Sobre la “Noche de los Lápices”


Desde 1945 a 1955 se erigió un modelo de país con un Estado de Bienestar dirigido a consolidar la justicia social y una nación independiente con autonomía suficiente para vincularse al mundo en igualdad de condiciones. Este modelo de país moderno y no dependiente en forma servil de los grandes centros del poder mundial, fue percibido como amenazador por el imperialismo y sus aliados de los sectores locales oligárquicos.

El 16 de Septiembre de 1955 la "Argentina, oligárquica, conservadora y tradicional" derrocó al gobierno popular de Juan Perón y produjo una ola de represión contra todo aquel que enarbolara, en heroica resistencia, la identidad popular peronista.

Esta represión, sin embargo, no eliminó los factores de resistencia contra el retorno de la república oligárquica al viejo estado de cosas, y fue sólo después de más de dos décadas, en 1976, que pudieron dar otro golpe militar contundente contra los sectores populares que sostenían un proyecto diferente de país.

En el marco del golpe, y en otro septiembre 16, pero de 1976, la más cruenta dictadura que hemos soportado acometió la desaparición de un grupo de militantes, jóvenes de la ciudad de La Plata de la organización peronista Unión de Estudiantes Secundarios (UES) que fueron secuestrados en la madrugada, de los domicilios donde dormían, por un "grupo de tareas" del general Ramón Camps y del que participó el represor Miguel Etchecolatz.

Los seis que no volvieron jamás, de la decena de adolescentes detenidos en ese septiembre, fueron: Claudio de Acha 16 años, Horacio Ungaro 16 años, María Clara Ciocchini 17 años, María Claudia Falcone 16 años, Francisco López Muntaner 17 años, Daniel A. Racero 18 años, todos jóvenes, militantes y peronistas que fueron brutalmente secuestrados y torturados durante meses en un campo clandestino de detención.

Todos ellos tenían entre catorce y dieciocho años; estaban comprometidos con el momento histórico que vivían, se daban cuenta de que los tiempos habían virado definitivamente hacia la represión ilegal y en sus casas sus padres se lo advertían. Pero eligieron seguir en la lucha por una sociedad más justa y solidaria, enfrentando a la alianza entre la patria financiera y sus personeros militares.

Hoy forman parte de los 238 adolescentes argentinos, que fueron secuestrados durante la dictadura y aún siguen desaparecidos.

¿Cuál fue el delito que cometieron?: tomar parte de la lucha por recuperar el Boleto Estudiantil Secundario, suprimido por la dictadura militar en La Plata. Una demanda justa, especialmente para los chicos pobres.

No hicieron politiquería, realizaron política en serio: definieron una necesidad, puntualizaron la reivindicación, la difundieron, consiguieron apoyo, movilizaron a mucha gente y, a partir de eso, buscaron concretar sus ideas.

Para ello, realizaron una serie de marchas, sentadas, petitorios; acciones que hoy nos parecen normales, o molestas (para algunos sectores) pero a las que jamás se castigarían con el secuestro, la desaparición, la tortura o la muerte.

Este tipo de intervención política -la lucha por demandas específicas- es lo que la represión militar buscó desarmar porque plantaba objetivos contrarios a los sectores sociales más poderosos.

Porque la dictadura militar no se instaló sólo para torturar y matar gente, sino para posibilitar una transferencia masiva de riquezas hacia los núcleos más concentrados de la economía, quienes se apropiaron además de buena parte de los negocios públicos.

El golpe del 76 pretendió poner fin a las condiciones materiales que habían permitido sobrevivir y reconstituir la alianza social que había construido el gobierno peronista hasta 1955. La misma que había sido reformulada y ampliada en los 70. Para eso era preciso destruir a las organizaciones populares que sostenían las banderas del proyecto. No es casual que la inmensa mayoría de las víctimas fueron trabajadores y jóvenes organizados, y que fueran peronistas. El golpe se propuso responder a una necesidad histórica, poner fin a una experiencia social y política que cuestionaba importantes intereses económicos y estrategias internacionales hegemónicas.

La UES (Unión de Estudiantes Secundarios), organización de donde provenían la mayor parte de los estudiantes secundarios secuestrados y asesinados por la dictadura, fue un espacio político construido durante el primer peronismo, desarrollado al calor de la movilidad social ascendente y la masiva inclusión de los sectores populares a la escolaridad formal.

No es casual que sea la misma organización la que, veinte después, luchará por la plena vigencia de los derechos adquiridos en los gobiernos peronistas. Sin dudas, si no hubiera existido el primer 16 de septiembre, el de 1955, no tendríamos que recordar, cada 16 de septiembre, a los mártires de "La Noche de los Lápices"

Día Nacional de la Juventud


Hace años, casi una década, cuando era joven y justamente Subsecretario de la Juventud del Gobierno de Entre Ríos en la gestión de Jorge Busti, además de militante de la JP e integrante del Consejo Provincial del PJ de Entre Ríos, formé parte de un grupo de jóvenes de distintas organizaciones políticas, sociales y responsables de políticas públicas de juventud, encabezados por la Dirección Nacional de Juventud, que nos reunimos con el entonces presidente Néstor Kirchner con el fin de entregarle un proyecto en el cual solicitamos que se declare al 16 de septiembre como "Día Nacional de la Juventud".  El presidente, totalmente de acuerdo con la iniciativa, suscribió el proyecto que fue enviado por entonces a la legislatura nacional. Fue el 15 de septiembre de 2006. (http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-73047-2006-09-15.html y http://www.desarrollosocial.gob.ar/efemerides/especial-16-de-septiembre-dia-nacional-de-la-juventud).

En la reunión en Casa Rosada junto a Néstor Kirchner.
Dentro de los puntos salientes del petitorio que le entregamos al Presidente se destacaba que era "es necesario pues, para alcanzar el éxito, buscar en nuestra experiencia como país una fecha que con su propio peso sociocultural pueda convertirse en el Día Nacional de la Juventud, entendiéndolo como un día de lucha contra la desigualdad, la explotación y la inequidad en la distribución del ingreso". Del mismo modo, el petitorio aclaraba que instituir un Día Nacional de la Juventud tiene por objeto que "los jóvenes de nuestro país se reconozcan como protagonistas de su propia historia, sujetos de deberes y de derechos, ejerciendo plenamente su libertad y sus potencialidades y manteniendo la lucha, siempre interminable, por una patria para todos". Fue en el 2006,  se cumplían 30 años de “La Noche de los Lápices” y el homenaje era lo más oportuno posible.

Y se terminó llevando adelante, hoy con satisfacción veo la institucionalización de la fecha y celebro los nuevos avances normativos en materia de Juventud que lleva adelante el gobierno, en especial el voto a los 16 años que se ha establecido.

Acá en Entre Ríos, recuerdo que el primer lugar donde se hizo un acto grande con motivo del Día Nacional de la Juventud fue Concordia, cuando Gustavo Bordet –hoy nuestro candidato a Gobernador y por entonces Ministro de Salud y Acción Social de la provincia y ya candidato lanzado a la intendencia de Concordia- hizo un importante acto en el PJ de Concordia donde se rindió homenaje a los mártires de “La Noche de los Lápices” en el Día Nacional de la Juventud. Fue al otro día de la reunión en Casa Rosada. Bordet fue de los primeros de los dirigentes importantes del peronismo entrerriano que recordó esta fecha (creo que fue el primer acto de esta magnitud) jerarquizando el rol de los jóvenes en la política y destacando la necesidad de la participación para la transformación de la sociedad.   

Junto con Gustavo Bordet en Concordia, en un acto en homenaje a los mártires de "La Noche de los Lápices"

Por la memoria y los derechos humanos


Pablo Díaz, 18 años, secuestrado el día 21, sobrevivió al horror y tiene fuerzas para contar lo vivido en el campo clandestino "Pozo de Banfield", donde permaneció cuatro meses con sus compañeros y otros secuestrados. "Estar desaparecido -dice- es recibir picana eléctrica en todo el cuerpo, que nos arranquen las uñas, estar quince días a sólo pan y agua, con una soga al cuello, las manos esposadas, los ojos vendados, los cabellos crecidos, sin bañarse. Las chicas manoseadas y violadas cada noche."

Junto a Pablo Díaz.

Justamente con Pablo Díaz hicimos el año anterior, el 2005, un acto en homenaje a la “La Noche de los Lápices” en CABA, ya impulsando políticamente la fecha, y recuerdo que tuve junto con compañeros de la JP de otras provincias la posibilidad de hacerle un homenaje y ponerle un brazalete de la JP y la UES.
 
Con Pablo Diaz, poniéndole el brazalete de la UES y de la JP con el resto de los compañeros que encabezamos el acto. 
Hay hechos que no se deben olvidar nunca para evitar que se repitan. Es por eso, y ante el riesgo que suponen la impunidad y la desmemoria, debemos rendir siempre homenaje a una generación que participó políticamente, persiguió una transformación en la Argentina, se sacrificó y militó para cambiar un país dependiente, sometido económica y culturalmente, evidentemente injusto en la distribución de la riqueza y el poder.

Por los ideales de aquellos caídos por defender los derechos, levantamos nuevamente las banderas de siempre, las de una Patria Justa, Libre y Soberana, por la que ellos lucharon.

Compañeros y Compañeras
Claudio de Acha (16 )
Horacio Ungaro (16)
María Clara Ciocchini (17)
María Claudia Falcone (16)
Francisco López Muntaner (17)
Daniel A. Racero (18)
¡PRESENTES!


viernes, 11 de septiembre de 2015

Sarmiento: mito, personaje, barbarie y oligarquía

El 11 de septiembre de 1888, en Asunción del Paraguay, fallecía Domingo Faustino Sarmiento. Después de su muerte, casi de inmediato, por obra de la clase gobernarte de fines del siglo XIX, esa fecha entraría en el calendario histórico de la patria y el nombre de Sarmiento estará asociado a uno de los pilares fundamentales de la argentinidad.

¿Pero quién era este hombre realmente, qué fue lo que hizo? ¿Fue un gran intelectual democrático? ¿El "Padre del aula"? ¿Un gran escritor? ¿Un gran hombre, presidente, senador, gobernador, de gran temperamento y férreas convicciones?


Así nos lo muestra el liberalismo argentino, desde el Billiken hasta los manuales escolares. ¿Pero cómo era realmente? ¿Qué hay detrás de toda su obra? ¿Qué tiene de real el mito?


A principios de los sesenta (1960) la imagen de Sarmiento como apóstol de la educación y gran liberal comienza a ser cuestionada por sectores del nacionalismo. El revisionismo histórico desenmascaró al "gran sanjuanino" responsabilizándolo por el asesinato del Chacho o criticando su rol en la infame Guerra del Paraguay. Se publicaron muchos ensayos críticos sobre "Facundo" demostrando el verdadero significado de la contradicción "civilización y barbarie". El exacerbado extranjerismo de Sarmiento, en especial su admiración por lo yanqui y el odio por todo lo nuestro, contribuyó para conquistarse la repulsión de todo el campo nacional y popular.


En términos políticos y sociológicos el revionismo demostró que Sarmiento fue socialmente un desclasado, un marginal de la oligarquía a la que también detestaba según el mismo decía, pero fue un instrumento político de la clase dominante y después de muerto, funcional a la misma desde su dudoso bronce. Él no era un hombre de la oligarquía portuaria. Por su condición de clase pertenecía a una antigua y pobre familia de provincias arruinada por el libre cambio. No obstante su marginalidad, su barbarie, sus locuras; la oligarquía que lo ridiculizaba, lo eligió para colocarlo en el Olimpo con los otros padres de la patria como un maniquí condecorado por la Gloria. ¿Por qué?


Permitan que responda la pregunta Juan José Hernández Arregui en este retrato inefable, que muestra, la quintaesencia de la oligarquía argentina: "Su patriciado (el de la oligarquía) es un derecho divino y hereditario establecido por la Constitución de 1853, la ley sagrada y depósito histórico de sus privilegios codificados. Racionalista y tradicionalista a su tiempo, en el sentido relatado, ama los mausoleos de sus próceres y los adorna con epitafios sobre la libertad jacobina, desfigurando el contenido feudal de su propia función de clase con máximas progresistas. Del ahí su admiración por Sarmiento, el bárbaro culto, cuyos consejos conservan vivos en su memoria de clase: "Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos" o "Debe manifestarse un brazo de hierro y no tenerse consideración con nadie". O mejor aún "Todos los medios son buenos y deben emplearse sin vacilación". Por eso la oligarquía admira a Sarmiento" (J. J. Hernández Arregui, “La Formación de la Conciencia Nacional”, Pág. 64).


Entonces, desentrañar y conocer el verdadero Sarmiento es la cuestión…. Seguramente tenga razón Jaruretche: el problema no es Sarmiento sino los sarmientistas…  y Sarmiento sólo sea el bárbaro culto, cuyos consejos conservan vivos en su memoria la oligarquía argentina, como decía Hernández Arregui.


Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro  

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"Amaba a la Patria, pero no a sus compatriotas; a la educación, pero no a los maestros; a la humanidad, pero no a sus semejantes"Opinión que Roca habría vertido sobre Sarmiento en varias oportunidades, citado por varios autores.


“Detesta la sangre cuando no es él quien la derrama; aborrece los golpes de Estado, cuando no los da él mismo: No se matan las ideas, dice él, cuando son las suyas; pero es un Troppman para las ideas de los otros. La libertad de prensa es su ídolo, a condición de que no se use en criticar sus libros –agrega- porque degenera en crimen de lesa patria”...“El Papa puede no ser infalible; pero es torpeza negar la infalibilidad de Sarmiento”...“Su liberalismo (el de Sarmiento) habría atado una cadena al pie del que escribe estas líneas, por el crimen de haber criticado sus libros. El quiere la instrucción del pueblo, a condición de que se instruya en sus libros y lo admire; pues si la instrucción ha de servir para encontrarlos defectuosos, vale más la barbarie de los indios, para la civilización de Sarmiento”. Juan Bautista Alberdi, Escritos Póstumos, Tomo XI.

 

Breve relato de una vida


Domingo Faustino Sarmiento poseía una idiosincrasia especial. Ninguna persona que lo conoció pondría en duda esta afirmación, todos sus biógrafos hacen referencia a esto. Que ése temperamento le puso una impronta a un período de la historia argentina tampoco se puede dudar.

La historia es forjada por la marcha de los pueblos, no por individuos aislados, ni aún siquiera por héroes o antihéroes. Las figuras individuales son emergentes del momento histórico, son el resultado de su tiempo y de la sociedad en que vivieron y, con este criterio es preciso profundizar la imagen histórica de Sarmiento, su mundo, su controvertida personalidad, sus escritos, sus actuaciones y sus opiniones. En fin, su larguísima e intensa vida nos da elementos para comprender su tiempo y su propio mito aún hoy alojado en el imaginario colectivo.

Sarmiento nace en San Juan en 1811. Su madre fue Paula Albarracín, que ciertamente, como luego difundió la leyenda para escolares, fue una madre laboriosa y abnegada que tuvo que hacerse cargo de todos sus hijos, a diferencia de su padre, José Clemente Sarmiento, “que ha recibido de sus antepasados dos herencias: la pobreza absoluta y el vicio de mentir”.

Estudia durante nueve años en la Escuela Patria, esos son sus únicos estudios formales y es durante este tiempo que recibe la influencia de José de Oro, su tío, un presbítero pintoresco y trasgresor. Se adhiere a las filas unitarias de su provincia a pesar de descender de una familia de cuño federal y cuando en 1831 Facundo Quiroga invade San Juan opta por el exilio. Será su primer exilio chileno que dura hasta 1836.

En 1836 vuelve a San Juan. Nazario Benavidez, caudillo rosista, lo recibe benévolamente y comienza a relacionarse epistolarmente con el grupo de intelectuales románticos exiliados en Montevideo conducidos por Echevarria y Alberdi.

En 1841 recrudecen las guerras civiles y Sarmiento parte a su segundo exilio chileno, que durará diez años. Durante éste largo destierro tiene una actividad prolífera como escritor y periodista, escribe su famoso "Facundo" en 1845 y ese mismo año parte para hacer un largo viaje a Europa y Estados Unidos donde estudiará por encargo del gobierno chileno los diferentes sistemas educativos en esos países. En 1848 se casa con una viuda chilena-argentina, Benita Martínez, madre de Dominguito (1), el matrimonio, de conveniencia para ambos, será un verdadero fracaso y fuente permanente de conflictos que lo perturbarán  un largo trecho de su vida.

En 1850 escribe "Argíropolis" y "Recuerdos de provincia". En 1851, cuando Urquiza se pronuncia contra el gobierno de Don Juan Manuel de Rosas, Sarmiento se incorpora al "Ejercito Grande" como boletinero con grado militar. Luego de Caseros, conoce la ciudad de Buenos Aires donde residirá corto tiempo. 


Decepcionado tanto de Urquiza como de los separatistas porteños decide volver a Chile como autoexiliado hasta 1855. Durante ésta, su tercera estadía chilena, se produce la polémica con Alberdi en la prensa chilena. Cuando Sarmiento vuelve a Buenos Aires, la provincia estaba separada de la Confederación y es designado por Mitre como Ministro de Gobierno. En aquellos días inicia una relación amorosa con la hija de Dalmacio Vélez Sardfield, Aurelia Vélez (2).

Luego de la batalla de Pavón, Mitre se hace cargo de facto del gobierno nacional y en 1862 es nombrado Sarmiento gobernador en San Juan y Director de Guerra. Conduce la represión de las montoneras federales en Cuyo y el Noroeste argentino que termina con el asesinato del Chacho Peñaloza en Olta. Su cometido como gobernador de San Juan genera problemas complicados con los vecinos de la provincia y decide renunciar reconociendo su fracaso.

Mitre lo nombra en 1865 (año en que comienza la guerra contra el Paraguay) embajador en los Estado Unidos. En 1866 viviendo en Estados Unidos se entera de la muerte de su hijo Dominguito en la batalla de Curupaitý y en 1867 se informa de su candidatura promovida por un sector del ejército y apoyada por los autonomistas.

En el año 1868 asume la Presidencia de la Nación acompañado en la Vicepresidencia por Adolfo Alsina. Su mandato dura los seis años establecidos en la Constitución. Terminada su presidencia en 1874 es nombrado Director General de Escuelas por el Presidente Avellaneda y es electo Senador por su provincia natal. A fines de la presidencia de Avellaneda, es designado Ministro del Interior para manejar desde el gobierno nacional el enfrentamiento con el gobernador porteño Carlos Tejedor.

Después de buscar sin éxito algo del poder y el protagonismo perdido, en 1880 Sarmiento se convierte en uno de los opositores más severos del roquismo. Participa activamente en la polémica sobre la educación laica o religiosa. Funda en 1885 el diario "El Censor" desde donde lleva una durísima campaña contra la política de Roca y la llamada "generación del 80".

En 1887 decide trasladarse a Asunción del Paraguay donde muere el 11 de septiembre de 1888.

¿Qué hay de real detrás del mito?

Se nota que tuvo Sarmiento una larga y multifacética existencia que es preciso desmenuzar para conocer que hay efectivamente detrás de tanta diversidad y presunto talento.

¿Qué hay de cierto detrás tanta actividad, tanta obra y tantos escritos? ¿Que se encuentra detrás del mito del "padre del aula? ¿Qué formación intelectual tenía el gran educador? ¿Qué hay de cierto acerca de la calidad literaria de sus escritos? Y por último ¿Qué se sabe realmente sobre su carácter estrafalario y excéntrico?

¿Fue un gran pensador liberal y democrático?


Veamos primero lo referente a su formación intelectual. Sin dudas, Sarmiento era una inteligencia superior, pero lo que trataré aquí es de ver si realmente era una mente brillante, forjadora de civilizaciones como afirma el liberalismo argentino.

En esta cuestión he decidido seguir los estudios que Manuel Gálvez ha plasmado en su monumental biografía "Vida de Sarmiento". Expone el escritor nacionalista nacido en Paraná, refiriéndose a las lecturas adolescentes de Sarmiento: "Pero estos estudios son caóticos. Sin dudas constituye su "bachillerato". Sin preparación alguna, Domingo ha leído hasta manuales de metafísica. Todo lo ha devorado en desorden. Muchas cosas no puede haberlas comprendido, si bien las retiene porque le sobra memoria. Esta formación intelectual deplorable, sin disciplina, marca el espíritu de Sarmiento para toda su vida". Y continúa más adelante: "Su cultura será informe, llena de lagunas y harto periodística. No es culpa suya, él se instruye como puede."

Estamos según Gálvez ante una formación ecléctica y superficial, una formación que no admitía conceptos doctrinarios, sistemas teóricos o ideas filosóficas. Un pragmático que vivió en perpetua contradicción entre ideas mal leídas y peor digeridas. Se ha escrito bastante sobre las ideas sociales de Sarmiento y de una supuesta sociología que las sustentaban. No es verdad, "su inteligencia no estaba hecha para sistemas o doctrinas. El solo comprendía ideas concretas".

Tampoco tiene una formación política sistemática y su ideología es cambiante, confusa y heterogénea.  ¿Romántico, "socialista", positivista, liberal, social- cristiano?  Según... las épocas, los libros leídos y la pasión que le ponía a la temática.

Para la posteridad que lo idolatró según el relato de la historia oficial, Sarmiento fue un gran liberal y un gran demócrata, incluso sus apologistas lo consideran el padre del liberalismo argentino. Ahora… Un verdadero liberal o un demócrata no son partidarios del autoritarismo ni en la teoría ni en la práctica como Sarmiento lo era. Tampoco puede ser liberal un espíritu dogmático. No puede ser liberal Sarmiento que durante años sirvió en Chile a gobiernos despóticos y autoritarios. No puede ser auténticamente democrático estando en contra del sufragio universal: Sarmiento deseaba prohibir el voto a los menores de 21 años, a los analfabetos y a los negros. Un genuino liberal cree en la igualdad de los hombres: para Sarmiento, racista confeso, los afroamericanos, los indios, los gauchos, apenas eran seres humanos que aborrecía profundamente. Un verdadero liberal republicano le niega al Estado el derecho a matar, pero durante su presidencia fueron fusiladas sin juicio previo más de 30 personas y puso precio a la cabeza de un gobernador: Ricardo López Jordán. No es demócrata quien quiere el máximo de poder en el gobierno y en función de esto declara sin argumentos jurídicos el Estado de Sitio en las provincias cada dos por tres.

En esto tenía razón Jaruretche: el problema no es Sarmiento sino los sarmientistas. Es la "posteridad" que construye el mito de Sarmiento liberal y democrático. Él siempre se expresó en sus escritos coherentemente como antiliberal y jamás renegó sus principios autoritarios que puso en práctica durante toda su vida pública.

¿El "Padre del aula"?


¿Fue Sarmiento, como lo expresa su posterior mitificación, un educador, el más grande educador de América, "padre del aula"? Todo un tema… En realidad el gran mérito de la presidencia de Sarmiento fue la política educacional en el nivel secundario ya que la enseñanza primaria y superior incumbía a las provincias. Se crean durante su presidencia cinco colegios nacionales y dos colegios normales.

Pero en verdad no es suya la obra, sino de su ministro de educación Avellaneda que, en sus "Escritos y Discursos" se atribuye todo el mérito: "El nombre del señor Sarmiento al frente del gobierno era por sí solo una dirección dada a las ideas y a la opinión a favor de la educación popular; su firma al pie de los decretos era una autoridad que daba prestigio a mis actos. Su intervención se redujo, sin embargo a esta acción moral". En síntesis, parece que mientras ocupó la presidencia, cuanto se realizó en materia educativa fue obra de Avellaneda. Luego como Director de Escuelas de la Provincia y Superintendente General de Escuelas de la Nación poco o nada hizo.

Paúl Groussac, cuya opinión es necesario tener en cuenta ya que ocupó altos cargos en la Enseñanza en vida de Sarmiento, ha escrito: "es dudoso que el autor de "Facundo" fuera el gran educacionista de nuestros estribillos". Y agrega que, en materia de enseñanza, no tuvo Sarmiento nunca una idea propia.

Lo que es innegable es la influencia que tuvo Sarmiento como publicista de la necesidad de "educar al soberano". "Fue un animador -escribe Manuel Gálvez- convenció no a muchos, pero si a quienes correspondía, de la necesidad de que todos supiesen leer y escribir".

Alberdi publica en 1871 su única novela, lamentablemente muy poco conocida: "Peregrinación de Luz del Día" (3). El texto es una maravillosa parodia escrita en código que desenmascara el sistema de poder y la corrupción de la sociedad argentina en ese tiempo. A Sarmiento Presidente lo encarna un personaje de ficción al que Alberdi llama "Tartufo". Tartufo, en la novela mencionada, es un apóstol de la educación. Con detalles va exponiendo su plan de educación pública que consiste en instruir a los niños en las verdades falsificadas de las logias haciéndolos disciplinados instrumentos de su política. En un párrafo fabuloso dice: "¿Pero Tartufo tiene escuela de niños? - Pregunta "Luz del Día"  - ¡No faltaría más - contesta éste - que yo vendiese mi tiempo y mi paciencia por $ 30 al mes, el salario del último sirviente! Yo me ocupo de la educación para lo que es exaltar y ponderar sus ventajas, porque eso produce buen efecto y da opinión. Yo me ocupo de hablar y escribir de educación, pero no de educar yo mismo; de enseñar a educar sin educar. De dirigir, de administrar, de gobernar la educación: pero no de darla, porque éste es oficio humilde, subalterno, y sobre todo, para darla, es preciso haberla recibido".

¿Fue un gran escritor?


Continúo ahora, profundizando otra de las publicitadas facetas del "ilustre sanjuanino": La de escritor.  Tanto su más entusiasta panegirista, Leopoldo Lugones, como su más riguroso crítico, Manuel Gálvez, se ponen de acuerdo en señalar las limitaciones de Sarmiento escritor.

Leopoldo Lugones, que fue uno de los más grandes críticos literarios de su tiempo, en "Vida de Sarmiento" opina que: "Sarmiento fue periodista antes de ser autor de libros, circunstancia cronológica que determina, como es natural, la formación del escritor, y con esto el examen crítico. Las cualidades y defectos más prominentes de aquél, son rasgos de periodista. Las peculiaridades que producían en su prosa la impresión del estilo, siempre urgente. La gala literaria, resultante de un temperamento nativo de escritor, le viene al correr de la pluma. Por eso es siempre fragmentaria y comúnmente de tosco engarce. El positivismo es también su cualidad dominante, y de aquí la escasez de metáforas. Él periodista debe decir las cosas directamente, interesando a su lector con el valor intrínseco de las mismas. Esto excluye también el sistema filosófico y literario. Las ideas, tanto como la literatura del periodista, dependen de la impresión de su día. Son fugaces por naturaleza, como la hoja que las edita. Su lógica es la de los acontecimientos, no la de las ideas."

Lo que Lugones tiene que decir obligatoriamente de manera elíptica y elegante, Manuel Gálvez lo formula sin eufemismos: "No tenía idea de la técnica literaria. No sabía componer sus párrafos. Carecía de todo orden retórico. Su prosa es inconexa, desmadejada, arbitraria, antiartística, llena de flecos inútiles, de repeticiones, de incoherencias, de faltas contra el gusto." Y continúa más adelante: "los más graves defectos en su prosa son la confusa construcción y la bárbara sintaxis. Por causa de ambos defectos, muchísimas veces no se le entiende. Es preciso releer con cuidado millares de frases suyas para saber que ha querido decir o a que persona o suceso se refería".

Pero Sarmiento que tenía voluntad para escribir y cosas para decir, a pesar de sus limitaciones literarias, escribió muchísimo (sus Obras Completas suman en total 52 tomos); ensayos sobre temas diversos, narró sus viajes, escribió biografías, su autobiografía, comentarios pedagógicos, historia, política, análisis sociológicos intuitivos, etc. Miles de páginas componen sus Obras Completas. De toda su enorme obra, "Recuerdos de Provincia" y "Facundo" son las únicas sobrevivientes, oxigenadas, por supuesto, por la currícula escolar que hizo casi obligatoria su lectura.

"Recuerdos de Provincia" es una autobiografía carente de profundidad. Contiene tantas cosas sin interés alguno que creo que su perpetuidad corre peligro. El libro fue escrito para presentarse ante sus contemporáneos como futuro presidente. Es una aburrida cronología de su ascendencia y relata algunas anécdotas de juventud con algo de color. Sirvió, entre otras cosas, para presentar al candidato como un hombre del interior, con un barniz federal.

"Facundo", su obra más afamada y sobredimensionada en sus bondades literarias, es una biografía novelada y su grandeza radica en la exageración de la figura del caudillo de manera tal que termina fundando un mito popular. "Sin Sarmiento, Quiroga fuera uno de tantos caudillos valerosos y oscuros. Por él es un protagonista shakesperiano! Sublimes paradojas estas venganzas geniales!" interpreta Lugones. Esta es su mejor obra, por su estilo moderno y ameno, para muchos la mejor del siglo XIX. En la cultura argentina se disputa con el "Martín Fierro" de José Hernández el titulo de "libro patrio", a pesar de representar antítesis políticas.

Pero más allá de la polémica sobre la calidad literaria, "Facundo" fue un ensayo político sin ningún valor histórico porque está repleto de mentiras que nadie cree, un libelo, un folleto político contra Rosas que desarrolla en su antinomia de "civilización o barbarie" la teoría que justificará el posterior genocidio del gauchaje en nombre de la mentada civilización y el ansiado "progreso".

¿Hombre de temperamento, genio y figura?


Y para terminar, su singular personalidad o el personaje construido. Sarmiento fue estigmatizado en vida como "loco" por la sociedad de su tiempo, en especial por los porteños que se burlaban permanentemente de sus ocurrencias. El mote de "loco" se fundaba en las conductas excéntricas derivadas de su expansiva personalidad.

Su extraño temperamento fue analizado por un médico legista, el psiquiatra Nerio Rojas (hermano de aquel Ricardo Rojas, autor del "Santo de la Espada") que en el año 1916 publicó un trabajo titulado "Sicología de Sarmiento". En el mismo comenta que, "de joven evidencia un temperamento anormal" y que, a fines de 1835 Sarmiento al enfermarse de fiebre tifoidea, las secuelas de ésta enfermedad, le pudo haber traído aparejado "depresión melancólica, seguidos de fuerte excitación psíquica". La conclusión más sugestiva del trabajo es el diagnóstico del psiquiatra: "Cenestesia de genio". Esto significa que "se sentía completamente genio, tenía autoconciencia de su genialidad y actuaba en consecuencia. Y de allí su carácter indoblegable, su férrea voluntad, el sentido de su autoridad, y el de su responsabilidad personal".

Intrigado también por la increíble personalidad de Sarmiento, Manuel Gálvez intenta rastrear la "locura" de Sarmiento en su genética, donde sí, encontramos varios cuadros patológicos: "Algunos miembros de estas familias fueron o son locos o chiflados. Un Albarracín es imbécil. Otro, el fraile Miguel, fue hereje y extravagante. Fermín Mallea, tío de Sarmiento, enloquecerá en 1848. Miguel de Oro, casado con Elena Albarracín, tiene dos locos en su familia: un hermano y una hija. El clérigo José de Oro, su hijo, está lejos de ser enteramente cuerdo, lo mismo que José Clemente Sarmiento, el padre de Domingo Faustino". Naturalmente todas estas conclusiones están lejos de ser verdades reveladas, y seguramente están barnizadas por las razones de su tiempo, pero no dejan de hacer hincapié en su singular personalidad.

Pero, por otra parte, sus apologistas encuentran y justifican sus chifladuras como el resultado de una mente genial, fuera de serie, a la que algunos, como el propio Lugones, le atribuyó dotes adivinatorias... ¡Oh Sarmiento, Genio y Figura!

Alberdi y Sarmiento.

Hubo un tiempo en la Argentina en que estuvo de moda hablar y escribir sobre la inescrutable personalidad de Sarmiento. De todas las explicaciones, hipótesis y calificativos dados a la misma entiendo que la de Alberdi es la más clara al juzgarlo como un "Tartufo". Como vimos, Alberdi personaliza en su novela "Peregrinación a la Luz del Día" al propio Sarmiento presidente en el personaje de la obra de Moliere. "Tartufo o el impostor" así se llama la famosa comedia francesa en que Tartufo, su personaje central, representa la simulación, la falsedad, la hipocresía. Por su malicia e hipocresía se nos hace odioso, verdaderamente execrable. Por sus engaños, es un hombre bastante listo y rastrero, que no duda en engañar y aprovecharse de los inocentes que creen en su palabra; tiene además, un especial aspecto bufonesco que divierte muchísimo al público. El personaje Tartufo describió de manera tan excelsa al ser hipócrita que este nombre es utilizado ahora en el Diccionario de la Real Academia Española para definir a la persona impostora, embaucadora y falsa. Alberdi, que sí lo conocía bien a Sarmiento, lo había tratado epistolarmente desde su juventud, sabía de sus limitaciones, sabía que simulaba.

Después de haber reflexionado estas lecturas mencionadas se puede pensar que Sarmiento, conscientemente, histriónicamente, trabajó para el público y para la posteridad su personaje de loco. Simulando serlo... actuando su "locura" que nunca le impidió perder el sentido de la realidad. Solamente una mente que exageraba su propia locura pudo escribir una carta a Mitre que aconsejaba entre otras: "No trate de economizar sangre de gauchos. Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil a país". El texto es injustificable, data de 1861... Y el texto lo escribe "el más grande educador de América".

El sanjuanino también escribió, con motivo de la Guerra del Paraguay, cartas como esta: "Estamos por dudar que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial... Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrecencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse".

Todo es simulación en Sarmiento que, tal vez especulaba como Nerón: "Ódienme con tal de que me teman", es de la única manera en que se puede entender que escribirse algo tan inhumano con tanta impunidad. Ni loco, ni demente, ni genio, ni extraño personaje, sino un simulador, un impostor, un Tartufo megalómano con una gran capacidad histriónica como varios personajes de la historia argentina la han tenido. Pero más allá de la locura simulada, lo hecho en la represión de las montoneras federales o en la Guerra del Paraguay lo ponen en el lugar de participe o cómplice de asesinos y genocidas.

El Sarmiento del panteón liberal


Veamos ahora la construcción del mito Sarmiento perpetrada por el aparato cultural de la oligarquía. De cómo y porqué se manipuló su imagen y se inventó un "Sarmiento inmortal" que se levantó en el altar de la patria como especial referente de los educadores, la escuela pública y los niños educandos.

El proceso de mitificación de su figura fue especialmente veloz. A los 20 años de su muerte ya era un personaje mitológico. En su glorificación ha contribuido el liberalismo, tal vez el poder subterráneo de la masonería de fines de siglo dicen los historiadores nacionalistas de la primera mitad del siglo XX, pero fundamentalmente un sector de intelectuales a sueldo del régimen. Se falsificó la historia haciendo hincapié en la grandeza de su alma y se lo presentó como un "buen abuelito" amante de los niños, algo temperamental, democrático, liberal y profundamente humanista.

El Estado y el "régimen" de fines de siglo XIX en Argentina necesitaba con urgencia de personajes, historias heroicas y leyendas épicas que dieran sustento al incipiente Estado y a la ansiada "unión nacional" lograda a sangre y fuego después de Caseros. Historias y mitos que evitaran una posible disgregación ante el avance de la inmigración europea. Esta situación de posible desintegración social era muy temida por las clases dirigentes de entonces. Este escenario, no previsto por los defensores de la inmigración, concibe entonces que se organice una Escuela Pública donde se infunda una verdadera "religión cívica" según los dictados de la ideología liberal dominante.

José Ramos Mejía, presidente del Consejo Nacional de Educación, es un personaje clave para comprender la falsificación de la historia en la Escuela Pública y la introducción del mito Sarmiento, tanto en los programas escolares como en el imaginario colectivo. En algunos de sus escritos sociológicos, decididamente positivistas, propone la manipulación de la educación popular y propicia adaptarla a la sensibilidad puramente emotiva de las clases populares. Así nace la visión de la historia como una epopeya y el culto de los próceres como semidioses despojados de toda condición humana. Sarmiento incluido.

En éste proceso de glorificación de figuras históricas llevadas a cabo por el "régimen" le tocó rápido el turno a Sarmiento. A Leopoldo Lugones, escritor del diario "La Nación", el mencionado Ramos Mejía le encarga una biografía de Sarmiento. No una biografía de carácter histórico sino una exaltación de la figura del "gran sanjuanino". "Porque se trata, ante todo, de glorificar a Sarmiento. Es este el objeto del encargo que me ha dado el señor Presidente del Consejo Nacional de Educación, doctor José Ramos Mejía, a cuya distinción quiero corresponder". (Prefacio de "Historia de Sarmiento". Leopoldo Lugones, enero de 1911).

Y no solo lo glorificó y lo trocó en mármol sagrado, sino que tuvo el atrevimiento intelectual de intentar su canonización: "Santo en efecto, a la manera de aquellos varones formidables y coléricos que iniciaron los grandes movimientos cristianos e islamitas; santo, ni por la perfección de su virtud, por la altura de su misticismo, conducentes a la vía unitiva de los teólogos en estado de contemplación inefable; si no por la abnegación valerosa que superaba todas sus imperfecciones, así como el cerro parecido saca de entre matorrales, derrumbaderos y cavernas, luminosa en la inmensidad, su punta blanca."

Y este libro, hoy quizás de dificultosa lectura por su estilo artificial y recargado, fue muy leído y también estudiado por las primeras generaciones de argentinos del siglo XX. Se instituyó como lectura canónica para educadores sin conciencia nacional, estudiantes de magisterio, alumnos e intelectuales de la pequeña burguesía urbana. Leopoldo Lugones fue para Sarmiento con su "Historia de Sarmiento" lo que Ricardo Rojas significó para San Martín con el "Santo de la Espada", salvando las distancias en cuanto a las diferencias políticas sustanciales de los personajes históricos tratados. Así se dio el fenómeno de mitificación de Sarmiento que no logró consolidarse tanto como los poderes hubiesen deseado.

¿Un instrumento de la oligarquía?


A principios de los sesenta (1960) la imagen de Sarmiento como apóstol de la educación y gran liberal comienza a ser cuestionada por sectores del nacionalismo. El revisionismo histórico desenmascaró al "gran sanjuanino" responsabilizándolo por el asesinato del Chacho. Se publicaron muchos ensayos críticos sobre "Facundo" demostrando el verdadero significado de la contradicción "civilización y barbarie". El exacerbado extranjerismo de Sarmiento, en especial su admiración por lo yanqui y el odio por todo lo nuestro, contribuyó para conquistarse la repulsión de todo el campo nacional y popular.

En términos políticos y sociológicos el revionismo demostró que Sarmiento fue socialmente un desclasado, un marginal de la oligarquía a la que también detestaba según el mismo decía, pero fue un instrumento político de la clase dominante y después de muerto, funcional a la misma desde su dudoso bronce. El no era un hombre de la oligarquía portuaria. Por su condición de clase pertenecía a una antigua y pobre familia de provincias arruinada por el libre cambio. No obstante su marginalidad, su barbarie, sus "locuras"; la oligarquía que lo ridiculizaba, lo eligió para colocarlo en el Olimpo con los otros padres de la patria como un maniquí condecorado por la Gloria. ¿Por qué?

Permitan que responda la pregunta Juan José Hernández Arregui en este retrato inefable, que muestra, la quintaesencia de la oligarquía argentina:

"Su patriciado (el de la oligarquía) es un derecho divino y hereditario establecido por la Constitución de 1853, la ley sagrada y depósito histórico de sus privilegios codificados. Racionalista y tradicionalista a su tiempo, en el sentido relatado, ama los mausoleos de sus próceres y los adorna con epitafios sobre la libertad jacobina, desfigurando el contenido feudal de su propia función de clase con máximas progresistas. Del ahí su admiración por Sarmiento, el bárbaro culto, cuyos consejos conservan vivos en su memoria de clase: "Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos" o "Debe manifestarse un brazo de hierro y no tenerse consideración con nadie". O mejor aún "Todos los medios son buenos y deben emplearse sin vacilación". Por eso la oligarquía admira a Sarmiento." (J. J. Hernández Arregui, “La Formación de la Conciencia Nacional”, Pág. 64).

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Notas.
1. Sarmiento tuvo dos hijos. Una hija, Emilia Faustina. Su madre era Maria Jesús Canto hija de una distinguida familia de Aconcagua y alumna de Sarmiento durante su primer exilio. La hija no fue reconocida por la familia materna y fue criada por la familia de Sarmiento, fundamentalmente por sus hermanas que no preguntaron quién es la madre. Y un hijo, Dominguito. Su madre era Benita Martínez Pastoriza que al momento del nacimiento de Dominguito se encontraba casada con Domingo Castro y Calvo un hombre de fortuna, viejo y enfermo. Cuando Benita Martínez enviuda se casa con Sarmiento pero Dominguito era el fruto de los amores de ambos cuando ella estaba casada. Recordemos que, para esa época la ley discriminaba a los hijos en "naturales" (caso de Emilia Faustina) y  "adulterinos" (caso Dominguito) y será ésta, supongo, la razón por la que Sarmiento trata su paternidad públicamente de manera hermética y la historia  oficial, repite, como siempre, borrosamente, la verdadera filiación de los hijos de Sarmiento.

2. Aurelia Vélez (1836-1924). Fue una gran dama argentina, muy relacionada e intelectualmente muy  capacitada. Una "mujer del poder", excepcional en aquéllas épocas. Hija de Dalmacio Vélez Sardfiel, autor del Código Civil, ministro y amigo personal de Sarmiento. A los 17 años Aurelia se escapó de la casa para casarse con su primo hermano Pedro Ortiz Vélez; por motivos que han permanecido en el misterio, el matrimonio duró pocos meses regresando Aurelia junto a su padre y  convirtiéndose en su secretaria. La separación de Sarmiento y su esposa Benita se produjo cuando ésta descubrió la correspondencia personal que ambos mantenían desde hacía tiempo. A partir del incidente la relación de los amantes se fortaleció y se convirtieron en una pareja inseparable aunque la relación fue siempre discreta según las costumbres de la época. Aurelia fue una pieza clave en la preparación de la candidatura presidencial de Sarmiento cuando este residía en los Estados Unidos, movió los hilos de la intriga y, cuando resultó electo, fue Aurelia, la que se encargó de la recepción y organización del acto político con que se lo esperó a Sarmiento en Buenos Aires.


3. Se le debe al historiador José María Rosa la recuperación de ésta novela prácticamente desconocida de Alberdi. En al año 1944 el historiador revisionista publica un trabajo bajo el nombre de "El otro Alberdi", donde analiza una novela satírica que el autor de las Bases había escrito. El título completo de la sátira es "Peregrinación de Luz de Día y aventuras de la Verdad en el Nuevo Mundo". José María Rosa no sólo recupera el texto sino que lo desmenuza de manera tal que el mismo termina siendo una fotografía de las relaciones de poder en la época que Sarmiento era presidente. En el mismo además de aparecer Sarmiento bajo el personaje de Tartufo, surgen todos los hombres de la época, Alsina, Mitre, Urquiza y el mismo Alberdi mostrando sus corrupciones y miserias bajo nombres ficticios.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Cuando la Corte Suprema legalizó y legitimó una dictadura (la primera vez)

La Corte Suprema en 1930. De izquierda a derecha: Antonio Sagarna, José Figueroa Alcorta (presidente), Ricardo Guido Lavalle, Roberto Repetto y Horacio Rodríguez Larreta. 17/9/30

El 6 de septiembre de 1930 se produjo el golpe de Estado que derrocó a Don Hipólito Yrigoyen. El mismo fue encabezado por el general José Félix Uriburu. Fue la primera dictadura militar del siglo XX, la inicial experiencia de quiebre del orden democrático que tendrá toda una larga serie de noches negras que se extenderán hasta 1983, luego de las más criminal dictadura que comenzó el 24 de marzo de 1976. El golpe dio comienzo a la denominada “Década Infame”, símbolo del fraude electoral y la entrega de la economía del país a los ingleses. Un país para pocos se imponía así, con las armas y en contra de las urnas.


Días después, el 10 de septiembre de 1930, la Corte Suprema de Justicia de la Nación emite su celebre Acordada legalizando la dictadura. La Corte reconoció expresa e integralmente al gobierno de facto y la validez de todos los actos de sus funcionarios. A partir de allí, la Corte creó la doctrina por la cual la Constitución pasó a ser una norma que rige mientras no existan dictaduras o no se produzcan golpes de Estado. Y eso si se cumplió estrictamente en varias ocasiones en el siglo XX.

Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro.

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“La propia senectud del líder, ya tiene 77 años, ejerce decisiva influencia. Nadie se atreve a remplazarlo, unos por timidez otros por cálculo o arribismo. El mito de Yrigoyen aplasta a la Unión Cívica, ahogando sus posibles renovaciones”. Jorge Enea Spilimbergo, “El radicalismo, Historia Crítica”.

“Nosotros en 1930 cometimos un grave error por impaciencia, por sensualidad del poder, por inexperiencia, por lo que fuera. Nosotros abrimos el camino de los cuartelazos, olvidando la gran tradición conservadora y, a partir de ese momento, nosotros los conservadores somos los responsables o los culpables de lo que ha pasado en el país hasta ahora”. Palabras del dirigente conservador José Aguirre Cámara ante el comité nacional de su partido en 1940.

“Que, el gobierno provisional que acaba de constituirse en el país, es, pues, un gobierno de facto cuyo título no puede ser judicialmente discutido con éxito por las personas en cuanto ejercita la función administrativa y política derivada de su posesión de la fuerza como resorte de orden…” Acordada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre reconocimiento del Gobierno Provisional de la Nación, 10 de septiembre de 1930.

Un poco de historia, sobre el Golpe de 1930

El segundo gobierno de Yrigoyen no fue como el primero. Su salud estaba mal y su capacidad política menguada. Del mismo modo su armado político no tenía la misma fortaleza de 1916. El radicalismo divido, enfrentado con buena parte del ejercito, jaqueado por la crisis internacional de 1929, su segunda mandato naufraga sin rumbo y la oposición política y militar contaba los días.

Como fueron los meses previos al golpe del 6 de septiembre de 1930. Por un lado, la conspiración militar era de carácter secreto. Los partidos opositores coordinan, en el plano público, ganar la calle realizando numerosas movilizaciones donde asisten la militancia partidaria y el público en general. A partir de julio de 1930 la tensión fue creciendo. Toda la oposición en el Congreso, sin exclusiones, se reunió para crear una suerte de frente que encaró la realización de una serie de actos en teatros y plazas donde los oradores aumentaban sus críticas contra el gobierno.

La oposición controlaba muchos medios de comunicación que le otorgaban un espacio más que considerable para las acusaciones y las críticas al gobierno. En el mes de agosto, cuando se profundiza el enfrentamiento queda en evidencia la complicidad de la prensa con la oposición.

La historia nos enseña que cuando se hace una “revolución” de este tipo, se va generando la circunstancia propicia para que estalle. Generalmente se producen actos por parte del gobierno al que se trata de derrocar, actos ante los cuales la oposición reacciona, creándose un contrapunto de oposición y gobierno que culmina con el Golpe de Estado. Lo curioso de este caso es que el gobierno, Yrigoyen, no hizo nada, excepto generar algún acto administrativo ineludible como la designación del Presidente de la Corte o algún que otro decreto sin mayor importancia.
 
Hipólito Yrigoyen en el Tedeum del 25 de mayo de 1930, meses antes del golpe.

El gobierno radical daba la sensación de ser un muñeco inmóvil, una suerte de “puchingball” sobre el cual se descargaban las trompadas más feroces sin que reaccionase. La única respuesta, a fines de agosto del año 30, fueron una serie de manifestaciones relativamente numerosas en defensa del gobierno organizadas por el “Klan Radical” (sí, con K). Manifestaciones éstas a la que no asistían las capas medias que habían votado al viejo caudillo, ni el movimiento obrero que permanecía indiferente ante la situación. Estas movilizaciones estaban conformadas por lo que podía reunir los comités de os barrios más humildes, que desfilaron por las calles de Buenos Aires profiriendo “vivas a Yrigoyen” y “mueras contra sus opositores”; aunque sin mayor repercusión, salvo, algún tiroteo que no causó más que un susto en el vecindario.

La intención conspiradora seguía presente en los diarios a un ritmo cada vez más acelerado con presunciones y profecías sobre cuando estallaría la revolución que derrocaría al presidente. Algunos diarios opositores, sobre todo “Crítica” y “La Razón”, escribían cosas terribles sobre el presidente. Se fabulaba con la personalidad del presidente; con su enfermedad, de la que decían cosas soeces y desagradables; con su vida privada, llegando hasta lo obsceno…  sin que hubiese reacción alguna por parte del gobierno (en términos político electorales cambiaron las cosas, pero no tanto, ¿no?).

En los primeros días de septiembre renunció el Ministro de Guerra, impotente para detener el complot militar que ya se había introducido dentro del gobierno, produciendo intrigas palaciegas (algunos autores mencionan una conspiración palaciega en marcha, una variedad de golpe institucional que consistía en lograr la dimisión de Yrigoyen para que asumiera el vicepresidente Martínez la Presidencia y así terminar el mandato. Pero la intriga fracasó y Martínez fue obligado a renunciar. Llegó a ser presidente durante 25 horas.). Yrigoyen quedó solo, aislado y físicamente endeble; desde su apatía, le restaba importancia a la sublevación. Mientras tanto en el ámbito militar, la gente de Justo ya había logrado copar el contenido político de la revolución. El “Manifiesto de la Revolución”, redactado originariamente por Leopoldo Lugones iba a ser enmendado a fin de quitarle los peligrosos interrogantes que abría sobre un futuro excesivamente autócrata y cesarista. La filosofía de la revolución sería otra a la imaginada por su jefe y los nacionalistas.

Desde lo militar, ¿Cómo fue orquestado el Golpe?

Desde el punto de vista estrictamente militar la conspiración no crecía. No conseguía adeptos. Solamente se había logrado el compromiso de las autoridades del Colegio Militar, algunos aviadores de la  base aérea de El Palomar y varios oficiales sin mando de tropa. La mayoría de la oficialidad se limitaba a escuchar a los golpistas pero sin comprometer su palabra de sacar las tropas a la calle. No obstante el golpe ya estaba en marcha y no se podría volver atrás. Lo harían con lo poco que había (gran diferencia de los golpes que vendrían en la historia argentina) y se contaba con la pasividad de los no comprometidos, el mejor ingrediente.

El 4 de septiembre hubo una manifestación, donde se produjo una esperada y necesaria tragedia: en un tiroteo cae muerto un tal Juvencio Aguilar, que lo suponen estudiante pero en realidad era un trabajador bancario. La sublevación golpista requiere de un “mártir” y no importaba la identidad del mismo. Se lo vela en la Facultad de Medicina adonde se dirigen miles de estudiantes y al poco tiempo el velorio es una multitud enardecida. Para terminar el cuadro necrofílico, el detalle: los estudiantes (en su mayoría fanáticos antipersonalistas de las clases acomodadas de Buenos Aires) mojan sus pañuelos en la sangre del caído y se dirigen por las calles de la ciudad, agitando los pañuelos al grito de: “¡Si quieren sangre, le daremos sangre! ¡A las armas, a la muerte!

El 6 de septiembre, el General José Félix Uriburu Uriburu consiguió sacar a los cadetes del Colegio Militar y avanzó lentamente sobre Buenos Aires. La columna militar no era numerosa y se le sumaron, en la marcha, numerosos grupos de civiles entusiasmados que en pocas horas se transformó en una importante cantidad de gente. Los jefes militares encabezaban la columna en un automóvil descubierto cubierto de flores que les arrojaban desde las ventanas. No parecía una revolución sino un “desfile cívico extraordinario”… “fue un paseo de un general retirado al frente de un puñado de cadetes, que nadie pudo detener porque lo hacía invulnerable la presencia del pueblo. Y ningún militar entre los defensores del gobierno se sentía tan divorciado del pueblo como para ametrallarlo” (José María Rosa “Historia Argentina”, Tomo 11).

Un coche cargado de cadetes avanza rumbo a la Casa Rosada entre civiles que los vitorean. 6/9/30


Desde el punto de vista militar la tropa era insignificante y vulnerable. Su éxito no debe atribuirse a la fuerza material desplegada (600 cadetes y 900 soldados formaban la columna) sino al ascendiente psicológico que se impuso sobre la población porteña exaltada y, fundamentalmente, a la parálisis del gobierno.

El ambiente estaba formado de tal manera que no había posibilidad de resistencia. Yrigoyen, enfermo, había delegado el mando en su vicepresidente Enrique Martínez. Aunque era una manera de despejar un poco el horizonte, las presiones para que Yrigoyen renunciase eran tan grandes que ni siquiera ese gesto bastó. Finalmente, Uriburu llegó a la Casa de Gobierno después de un confuso tiroteo en la Plaza del Congreso. En un salón de la Casa Rosada obligó a renunciar al vicepresidente y se hizo cargo del gobierno de facto. Estos fueron los hechos concretos.

En la tarde del 6 de septiembre en el cuartel del Regimiento 7 de la ciudad de La Plata, adonde Yrigoyen se había dirigido, le entrega la renuncia al jefe de la unidad militar. Estaba abatido y enfermo. Hubo orden de que se le pusiese en libertad, más cuando el jefe se lo comunicó D. Hipólito responde ceremoniosamente: “Me quedo aquí si me lo permiten, pues no tengo adonde ir”. A esa misma hora una turba descontrolada asaltaba la vieja casona del caudillo de Balvanera en la calle Brasil y quemaba sus pertenencias. Hubo serios desbordes, pero a las pocas horas se restablecía la calma en la ciudad porque el “gobierno revolucionario” se decidía a decretar la Ley Marcial.

El gobierno de Yrigoyen cae frente a la hostilidad de la clase media y la indiferencia del movimiento obrero. La causa íntima por la cual el radicalismo pierde sus antiguas bases y no conquista nuevas es que durante todo el gobierno radical éste no aplica ningún plan concreto que modifique siquiera el antiguo régimen económico social: En 1930 la oligarquía terrateniente sigue rigiendo la economía del país. Por más que intentó, Yrigoyen no hizo nada concreto por evitarlo. La vaguedad ideológica y la vacilación política ante la crisis que enfrenta el mundo se tradujeron en una completa incapacidad de reacción frente a la oligarquía reaccionaria, más decidida y con objetivos más claros. El apoyo popular que Yrigoyen recibió en 1928 en 1930 estaba extenuado como el  anciano caudillo. El de 1916 era una pagina olvidada de la historia.

Para terminar, que mejor que una reflexión de José María Rosa que pone en su justo valor histórico los hechos más arriba narrados: “A Yrigoyen no lo sacó nadie. Se derrumbó solo, porque la vejez y la declinación mental extremaron sus defectos. Porque, bien lo sabía al no querer la presidencia en 1916, era un caudillo y no un gobernante. Y el yrigoyenismo desapareció porque, como sucede a todos los caudillos, no supo educar discípulos. Aunque el impulso nacionalista y popular no se extinguiría… pero eso es otra historia”.
El arzobispo de Buenos Aires bendiciendo al nuevo régimen, unos días antes que la Corte Suprema de Justicia de la Nación. 7/9/30

El día que la Corte Suprema de Justicia de la Nación legalizó una dictadura

Aquel día comenzó la primera dictadura militar del siglo XX. Fue la primera experiencia de ruptura del orden democrático. Demás está decir que a partir de aquel día toda serie de golpes de Estado marcaron el siglo XX.

Además del valor de antecedente, desde lo jurídico hay una barbaridad que merece especial atención. Consumado el golpe, con los militares en el poder,  la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), obligada por la coyuntura naturalmente, se expresa jurídicamente sobre la dictadura en lo que pasará a la historia como la “Acordada del 10 de septiembre de 1930”. En pocas palabras fue la legalización de la dictadura, disfrazada como la doctrina de los gobiernos de facto, que en realidad no era otra cosa que la legitimación jurídica de los gobiernos que llegan al poder por las armas y no por las urnas.

Fue a pedido del General Uriburu, que había usurpado el gobierno. En respuesta a esto la CSJN publicó cuatro días después del golpe una acordada — norma legal emanada de una corte judicial — en la que declaraba que los actos y las designaciones de funcionarios emanadas de un gobierno de facto como el que se acababa de establecer eran jurídicamente válidos. En realidad fue una acordada antedatada, porque fue el 14 de septiembre de 1930 cuando los ministros de la Corte visitaron personalmente a Uriburu y le entregaron la acordada pero con una fecha anterior, el 10 en este caso.

La CSJN, a través de los ministros José Figueroa Alcorta (sí, el mismo que fue presidente de la Nación y vicepresidente y titular de la Cámara de Senadores de la Nación, el ejemplo del demócrata de la oligarquía argentina), Roberto Repetto (un juez designado en la Corte por Alvear), Ricardo Guido Lavalle (otro supremo designado por Alvear) y Antonio Sagarna (dirigente del radicalismo entrerriano que luego de ocupar muchos cargos en la provincia, la Nación y el extranjero, recaló en al Corte también por impulso de Alvear y fue destituido por Juicio Político en 1947 durante el gobierno de Perón, justamente por esta acordada); junto al procurador General de la Nación, Horacio Rodríguez Larreta (miembro de una pudiente familia porteña, también propuesto por Alvear y tío abuelo del hoy Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el mismo nombre y todo), firmaron, todos ellos, la acordada del 10 de septiembre de 1930 en la que se reconoce y legitima al gobierno dictatorial surgido del golpe perpetrado días antes.

Análisis y crítica de la Acordada

Vamos a repasar la Acordada de la Corte (publicada en Fallos: tomo 158, pág. 290), textualmente, y vamos haciendo unas notas al propio texto (tomo prestadas aquí algunas ideas de Diego Barovero, Profesor de Derecho Constitucional y miembro del Consejo Directivo del Instituto Nacional Yrigoyeneano):

"Acordada sobre reconocimiento del Gobierno Provisional de la Nación".


"En Buenos Aires, a diez días de septiembre de mil novecientos treinta, reunidos en acuerdo extraordinario los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, doctores don José Figueroa Alcorta, don Roberto Repetto, don Ricardo Guido Lavalle, y don Antonio Sagarna y el señor Procurador General de la Nación doctor Horacio Rodríguez Larreta, con el fin de tomar en consideración la comunicación dirigida por el señor Presidente del Poder Ejecutivo Provisional, Teniente General don José F. Uriburu, haciendo saber a esta Corte la constitución de un gobierno provisional para la Nación dijeron:"


"1° Que la susodicha comunicación pone en conocimiento oficial de esta Corte Suprema la constitución de un gobierno provisional emanado de la revolución triunfante de 6 de Septiembre del corriente año".


(Primero, reconoce la denominación de Poder Ejecutivo Provisional ¿? a la dictadura, tomando como legal la auto denominación que esta hiciera desde que usurparon los despachos de Casa Rosada. Segundo, habla y reconoce a la “revolución triunfante” ¡¡!! cómo si esto per se fuera generador de un gobierno constitucional).

"2° Que ese gobierno se encuentra en posesión de las fuerzas militares y policiales necesarias para asegurar la paz y el orden de la Nación, y por consiguiente para proteger la libertad, la vida y la propiedad de las personas, y ha declarado, además, en actos públicos, que mantendrá la supremacía de la Constitución y de las leyes del país, en el ejercicio del poder".


(Lo ridículo aquí es que la Corte admitió que estaba garantizado el mantenimiento de la supremacía de la Constitución por la sola circunstancia de que la dictadura así lo declaró. Luego, ¿Dónde están garantizados los otros derechos? ¿La soberanía popular, los derechos electorales, etc.? Además, ¿Cuál sería el concepto de libertad si estamos gobernados por una dictadura? En un voluntarismo jurídico la Corte dio por sentado hechos e “intenciones” por la sola mención de ellos en “declaraciones en actos públicos” de los usurpadores).

"Que tales antecedentes caracterizan, sin duda, un gobierno de hecho en cuanto a su constitución, y de cuya naturaleza participan los funcionarios que lo integran actualmente o que se designen en lo sucesivo con todas las consecuencias de la doctrina de los gobiernos de facto respecto a la posibilidad de realizar válidamente los actos necesarios para el cumplimiento de los fines perseguidos por él".


"Que esta Corte ha declarado, respecto de los funcionarios de hecho, “que la doctrina constitucional e internacional se uniforma en el sentido de dar validez a sus actos, cualquiera que pueda ser el vicio o deficiencia de sus nombramientos o de su elección, fundándose en razones de policía y de necesidad y con el fin de mantener protegido al público y a los individuos cuyos intereses puedan ser afectados, ya que no les sería posible a estos últimos realizar investigaciones ni discutir la legalidad de las designaciones de funcionarios que se hallen en aparente posesión de sus poderes y funciones, -Constantineau, “Public Officers and the Facto Doctrine”- Fallos: tomo 148, pág. 303”.


(Según Barovero la Corte citó equivocadamente al autor canadiense Albert Constantineau, quien distingue entre “gobierno de facto” y “funcionarios de facto”. Al “gobierno de facto” lo considera como usurpador que obtiene el control de un país por la fuerza de las armas y contra la voluntad del gobierno legítimo, pero se ocupa, en la mayor parte de los dos tomos del libro, de los problemas de los ciudadanos por la actuación de los “funcionarios de facto”. La Corte confunde a los “gobiernos de facto” con los “funcionarios de facto” pues, al hacer consideraciones sobre “funcionarios de facto” deja de lado que ha recibido una comunicación de un “gobierno de facto” que no puede invocar apariencia de legitimidad como podría hacerlo un “funcionario de facto”. 

Uriburu no era un “funcionario de facto” ni había realizado acto alguno en perjuicio de un ciudadano que presentaba queja por ello. Era lisa y llanamente la cabeza de un movimiento usurpador del gobierno, el líder o jefe de una dictadura.

Noten que agrega la Corte Suprema un fundamento jurisprudencial: “Don Cristóbal Moreno Postigo, tutor testamentario de los menores hijos de don Ricardo Matia, sobre remoción de tutela” (Fallos : tomo 148, págs. 303 a 307). Pero aquí también se equivoca la CSJN: el recurrente sostenía la invalidez de una sentencia dictada por un juez local de San Juan después que se declarara intervenida esa provincia. La Corte rechazó la queja diciendo que mientras la intervención no removiese total o parcialmente a los jueces los actos otorgados por ellos tienen plena validez porque razones de policía y de protección de público e individuos que podrían ser afectados exigen darle validez a los actos de personas “que se hallen en aparente posesión de sus poderes y funciones” (Y cita a Constantineau). Pero, como fácilmente se advierte, este era un caso en que sí se desconocía la validez del acto de un “funcionario” –más allá “del vicio o deficiencia en el nombramiento o su elección, por razones de policía y necesidad”- se debía, pues, defender por los jueces la seguridad de los derechos. Más en la acordada que se examina no se daba un conflicto similar ni nadie había cuestionado el título de Uriburu… Aquí, además, la Corte, yendo más allá de Constantineau, sin tener un caso concreto, formula una declaración para el futuro, cuando no se podrá ya discutir ni la validez de los “actos de los “funcionarios de facto” ni el “título” del “gobierno de facto”).

"Que, el gobierno provisional que acaba de constituirse en el país, es, pues, un gobierno de facto cuyo título no puede ser judicialmente discutido con éxito por las personas en cuanto ejercita la función administrativa y política derivada de su posesión de la fuerza como resorte de orden y de seguridad social".


(Aquí la CSJN cierra el debate, reconoce la validez de los actos de la dictadura. En forma elíptica en lo argumentativo, pero terriblemente directa en lo fáctico/jurídico la Corte autoimpuso e impuso a la ciudadanía “la imposibilidad de discutir la validez del título del gobierno de hecho, reforzando así su reconocimiento”)

"Que ello no obstante, si normalizada la situación, en el desenvolvimiento de la acción del gobierno de facto, los funcionarios que lo integran desconocieran las garantías individuales o las de la propiedad u otras de las aseguradas por la Constitución, la Administración de Justicia encargada de hacer cumplir ésta las restablecería en las mismas condiciones y con el mismo alcance que lo habría hecho con el Poder Ejecutivo de derecho".


(Sí, si, seguro, pfff… ¿Se imaginan la cantidad de fallos en contra de Uriburu que sacó la Corte…?)

"Y esta última conclusión, impuesta por la propia organización del Poder Judicial, se halla confirmada en el caso por las declaraciones del gobierno provisional, que al asumir el cargo se ha apresurado a prestar el juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes fundamentales de la Nación, decisión que comporta la consecuencia de hallarse dispuesto a prestar el auxilio de la fuerza de que dispone para obtener el cumplimiento de las sentencias judiciales".


(Nuevamente, más como un oráculo que como jueces, la Corte da por sentado hechos e intenciones por la sola mención de ellos o los actos formales de los golpistas…)

"En mérito de estas consideraciones, el Tribunal resolvió acusar recibo al gobierno provisional, en el día, de la comunicación de referencia mediante el envío de la nota acordada, ordenando se publicase y registrase en el libro correspondiente, firmando por ante mí de que doy fe". (siguen las firmas de los jueces nombrados en el encabezamiento y la del secretario Raúl Jiménez Videla)".


(Ahora… la CSJN resuelve fuera de causa y caso, ¿motivado en qué saca esta acordada? ¿Cuál es la ratio y causa jurídica? No se menciona… “tomar en consideración la comunicación dirigida por el señor Presidente del Poder Ejecutivo Provisional” dice el encabezado de la Acordada, ¿y eso qué es? En lo estrictamente jurídico constitucional el resolutivo se escapa del límite fijado por el art. 100 (Art. 116 actual) de la Constitución Nacional para la competencia judicial de la CSJN. Lo más llamativo de todo, pero que no podía ser de otra manera, la Acordada de la CSJN no se fundamenta en ninguna norma constitucional).

Unas conclusiones sobre el Golpe y la Acordada

En lo político, el golpe a Yrigoyen fue la primera dictadura militar del siglo XX, la inicial experiencia de quiebre del orden democrático que tendrá toda una larga serie de noches negras que se extenderán hasta 1983, luego de las más criminal dictadura que comenzó el 24 de marzo de 1976. El golpe de Estado de 1930, como casi todos en nuestra historia, fue para facilitar el retorno al poder de las fuerzas conservadoras y oligárquicas que fueron desplazadas del gobierno por el ascenso de la Radicalismo histórico en 1916. Esa fue una constante de todos los golpes, y este episodio en especial fue el inicio de un camino que marco varias generaciones políticas. El golpe dio comienzo a la denominada “Década Infame”, símbolo del fraude electoral y la entrega de la economía del país a los ingleses. Un país para pocos se imponía así, con las armas y en contra de las urnas.

El presidente de facto José Félix Uriburu rodeado de mujeres de la calse alta en la Casa Rosada. 8/9/30

Pero también fue muy grave el precedente de la Corte Suprema. Es complejo hacer historia contra táctica en un hecho judicial como este. Pero son muchos los historiadores del derecho que conspiran que pudo existir otras respuestas al hecho consumado del golpe. La Corte pudo obviar sentar una posición jurídica sobre la validez del gobierno, al menos en lo puntual ab initio. Pudo obviar sentar postura ante la posible ausencia de “caso concreto” según los stands de la época, pudo o alegar que existía falta de representatividad “en el firmante de la comunicación”. Pudo tal vez hacer lo más lógico, y que era doctrina de la propia Corte, y alegar que era una cuestión política no justiciable, como venía sosteniendo desde “Cullen c/Llerena”. 

También quedaban caminos más dignos, como renunciar a sus cargos en la Corte Suprema, obviamente no pasó eso. Pero nada de esto pasó. La Corte Suprema, seguramente presionada por los golpistas (lo cual nada justifica) hizo lo peor que podía hacer. La Corte reconoció expresamente e integralmente al gobierno de facto y la validez de todos los actos de sus funcionarios. A partir de allí, la Corte creó la doctrina por la cual la Constitución pasó a ser una norma que rige mientras no existan dictaduras o no se produzcan Golpes de Estado. Y eso si se cumplió en varias ocasiones en el siglo XX.