martes, 25 de julio de 2023

26 de julio de 1952: La muerte de Evita y el adiós más multitudinario de la historia argentina



“El poder lúdico, de los intereses y de los políticos, careció de todo interés para ella, más aún: lo depreció y lo detestó. El pueblo sintió que Eva vivía el poder con la dimensión trágica del deber hacer, del compartir el dolor y la frustración de los otros hasta la última consecuencia. A Eva le dolía el dolor del pueblo”.  Padre Hernán Benítez, confesor de Evita.


Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro

Evita, votando el 11 de noviembre de 1951.
Durante los meses que siguieron a las elecciones de noviembre de 1951, en la cual las mujeres votaron y fueron elegidas por primera vez en la historia política nacional, el estado de salud de Evita continuó siendo una preocupación central del pueblo y del gobierno. Innegablemente, la agonía de Eva Perón proyectaba una fúnebre sombra sobre lo que podría haber sido un interludio feliz.

El 11 de noviembre de 1951, Perón fue reelecto con más del 60% de los votos. Eva votó desde su cama con entera felicidad, sabiendo que una de sus principales obras había sido lograda y que sería para siempre: el voto femenino y los derechos políticos de las mujeres.

La salud la abandonaba

En abril de 1952 llegó a pesar 33 kilos. El Doctor Pedro Ara, en su obra póstuma, cita: "... Si su espíritu pareció seguir lúcido y vibrante hasta el fin, su cuerpo habíase reducido al simple revestimiento de sus laceradas vísceras y de sus huesos. En 33 kilos parece que llegó a quedar aquella señora tan fuerte y bien plantada en la vida...".

Así, hasta fines de abril de 1952 anduvo a media máquina. Permanecía semanas enteras en la residencia presidencial o en la quinta de Olivos, a veces levantada, a veces en cama. Aun así, llena de advertencias, Evita recibía bastante gente, pese a las indicaciones médicas, pero la fatiga la obligaba a cada rato a suspender las visitas. Incluso, algunas veces, se presentó en actos públicos.

Las últimas palabras de Evita al pueblo, su última aparición pública, su despedida

El último discurso de Eva Perón.

El 1° de mayo de aquel 1952 asistió al acto del Trabajo junto a Perón. El pueblo, al verla, la alentó a decir su discurso, el último, muy fuerte y claro en su contenido doctrinario en apoyo a la causa peronista, un discurso fiel a su lugar como la expresión más combativa del Justicialismo. Como anunciando su propia partida y los duros tiempos que vendrían, Evita cerraba ese discurso pidiendo al pueblo que acompañe a Perón, dejando en la arenga definiciones políticas e ideológicas que representan la quintaesencia del peronismo. Lo hacía de la siguiente manera que resumo:

“…Otra vez estamos aquí reunidos los trabajadores y las mujeres del pueblo; otra vez estamos los descamisados en esta plaza histórica del 17 de octubre de 1945 para dar la respuesta al líder del pueblo, que esta mañana, al concluir su mensaje dijo: «Quienes quieran oír, que oigan, quienes quieran seguir, que sigan». Aquí está la respuesta mi general. Es el pueblo trabajador, es el pueblo humilde de la patria, que aquí y en todo el país está de pie y lo seguirá a Perón...porque ha levantado la bandera de redención y de justicia de las masas trabajadoras; lo seguirá contra la opresión de los traidores de adentro y de afuera, que en la oscuridad de la noche quieren dejar el veneno de sus víboras en el alma y en el cuerpo de Perón, que es el alma y el cuerpo de la patria. …

"…Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista. Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora, porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras; entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido el país y sus conciencias; porque nosotros vamos a cuidar de Perón más que si fuera nuestra vida, porque nosotros cuidamos una causa que es la causa de la patria, es la causa del pueblo, es la causa de los ideales que hemos tenido en nuestros corazones durante tantos años..."

"...Los hombres se sienten más hombres, las mujeres nos sentimos más dignas, porque dentro de la debilidad de algunos y de la fortaleza de otros está el espíritu y el corazón de los argentinos para servir de escudo en defensa de la vida de Perón...Yo, después de un largo tiempo que no tomo contacto con el pueblo como hoy, quiero decir estas cosas a mis descamisados, a los humildes que llevo tan dentro de mi corazón que, en las horas felices, en las horas de dolor y en las horas inciertas siempre levanté la vista a ellos, porque ellos son puros y por ser puros ven con los ojos del alma y saben apreciar las cosas extraordinarias como el general Perón..."

"...Hay mucho dolor que mitigar; hay que restañar muchas heridas, porque todavía hay muchos enfermos y muchos que sufren. Lo necesitamos, mi general, como el aire, como el sol, como la vida misma. Lo necesitamos por nuestros hijos y por el país en estos momentos inciertos de la humanidad en que los hombres se debaten entre dos imperialismos; el de derecha y el de izquierda, que nos llevan hacia la muerte y la destrucción. Y nosotros, un puñado de argentinos, luchamos junto con Perón por una humanidad feliz dentro de la justicia, dentro de la dignificación de ese pueblo, porque en eso reside la grandeza de Perón. No hay grandeza de la Patria a base del dolor del pueblo, sino a base de la felicidad del pueblo trabajador..."

"…Estoy otra vez con ustedes, como amiga y como hermana y he de trabajar noche y día por hacer felices a los descamisados, porque sé que cumplo así con la Patria y con Perón. He de estar noche y día trabajando por mitigar dolores y restañar heridas, porque sé que cumplo con esta legión de argentinos que está labrando una página brillante en la historia de la Patria. Y así como este 1º de mayo glorioso, mi general, quisiéramos venir muchos y muchos años y, dentro de muchos siglos, que vengan las futuras generaciones para decirle en el bronce de su vida o en la vida de su bronce, que estamos presentes, mi general, con usted..."

"...Antes de terminar, compañeros, quiero darles un mensaje: que estén alertas. El enemigo acecha. No perdona jamás que un argentino, que un hombre de bien, el general Perón, esté trabajando por el bienestar de su pueblo y por la grandeza de la Patria.

A su último discurso lo pronunció con mucho esfuerzo. Al terminar, cayó en brazos de Perón. El 7 de mayo cumplió años y recibió el título de “Jefa Espiritual de la Nación”. En la avenida Libertador miles de personas se apretujaban para saludarla mientras una caravana de taxis tocaba sus bocinas. Finalmente, apareció en la gran terraza, saludando con debilidad a la enorme multitud.

El 4 de junio de 1952 Perón asumió por segunda vez la presidencia. Eva se volvió a obstinar y le mandaron a decir que en la calle hacía mucho frío. A lo que ella respondió con enojo: "...Eso se lo manda a decir Perón. Pero yo voy igual: la única manera de que me quede en esta cama es estando muerta...". Con una masiva dosis de calmantes, concurrió al acto de asunción, donde se negó a sentarse. Se puede ver la famosa foto de Eva junto a Perón saludando a la gente desde un auto Packard descapotado. Debajo del amplio tapado de piel la sostenían dos muletas ocultas que le permitían mantenerse de pie durante el traslado hasta el Congreso.

Juan Perón y Eva Duarte el 4 de junio de 1952.
Los críticos de la oposición y la infamia gorila ponen esta escena trágica como el mejor ejemplo de la manipulación calculada de Perón durante los últimos días de vida de su mujer. Lo acusan de extraer hasta el último gramo de ventaja de la conmovedora figura de su esposa agonizante. Es una interpretación que contiene una falacia: subestimar a Evita. Aunque el cáncer la estuviera destruyendo por dentro, su voluntad no se había quebrado. La ardiente voluntad que la había llevado hasta el amor incondicional del pueblo no le iba a permitir morir tranquilamente y fuera de la vista. Sólo la postración total le hubiera impedido estar presente en las ceremonias de asunción; pero, todavía no había llegado a ese estado y esta fue su última aparición en público.

El infierno de Eva, entre el amor del pueblo y el odio de la oligarquía

Eva sufría, pero era plenamente consciente. Juan Domingo Perón recordaría esta época diciendo: "...Aquellos días de cama fueron un infierno para Evita. Estaba reducida a su piel, a través de la cual ya se podía ver el blancor de sus huesos. Sus ojos parecían vivos y elocuentes. Se posaban sobre todas las cosas, interrogaban a todos; a veces estaban serenos, a veces me parecían desesperados...".
El 18 de julio de 1952 ocurrió una señal de que su vida se estaba apagando. Entró en un aparente estado de coma. Ante tal situación, los médicos llamaron al padre Benítez, un equipo de resucitación y, otro, de oxigenoterapia.
Pero era evidente que su juventud, encanto, adoración popular, agonía y muerte prematura; en suma, el trágico destino de Evita, llenó la cuota de romanticismo y mística de los argentinos y argentinas como ningún otro hecho de la historia nacional. A medida que se aproximaba el final, una especie de pasión colectiva parecía apoderarse de la población.
Tanto peronistas como antiperonistas participaban de este gran duelo popular, pero, de diferente manera. Las mujeres peronistas, los y las trabajadoras y los humildes se concentraban para orar y pedir por la salud de la “Jefa Espiritual de la Nación” mientras que, en algunas paredes de la ciudad de Buenos Aires se podía leer ésta “pintada” del odio de las minorías poderosas: “Viva el cáncer”.

El 26 de julio de 1952

El 26 de julio comenzó normalmente, pero a las 10:00 hs Evita entró en un sopor del que ya no saldría. Esto instó a los médicos a realizar el primer comunicado. El último comunicado, a las 20, avisó que la salud de la enferma había agravado. El lecho fue rodeado por todos sus hermanos y sus más allegados colaboradores. A las 20 y 23 el Doctor Taquini miró a Perón diciendo: "No hay pulso".
A las 21 y 36 el locutor oficial J. Furnot leyó por la cadena nacional de radiodifusión: "Cumple la Secretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 horas ha fallecido la Señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación. Los restos de la Señora Eva Perón serán conducidos mañana, al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente...".

El adiós más sentido y multitudinario de nuestra historia

Marcha de antorchas.
Un gran silencio comenzó a cancelar todas las actividades del país. Los transeúntes se marcharon a sus casas. Las radios irradiaron música sacra. Cines, teatros y confiterías cerraron sus puertas. Sus últimos deseos, expresados a Perón, habían sido que no quería que su cuerpo se consumiera bajo tierra y que quisiera ser embalsamada. Se llamó al Doctor Pedro Ara para que hiciera este trabajo. La CGT decretó un duelo de 72 horas y en las plazas de todos los barrios del país se erigieron pequeños altares con la imagen de Eva y un crespón negro recordándola.

El 27 de julio su cuerpo se trasladó al Ministerio de Trabajo y Previsión. El multitudinario velatorio se prolongó hasta el 9 de agosto. La cola era de aproximadamente 35 cuadras. Cientos de miles de argentinos y argentinas pasaron por allí. La Fundación Eva Perón repartía frazadas para afrontar las adversas condiciones climáticas que se presentaron durante el velatorio y se instalaron puestos sanitarios para la atención de las personas que esperaban. Hubo desmayos, gente descompensada y muertos por paros cardíacos.

El cuerpo de Eva va llegando al Congreso Nacional.
El duelo cubrió el territorio nacional. En el interior, las localidades adhirieron al duelo, y de inmediato en los espacios públicos se multiplicaron millares de altares a su memoria. En otro hecho sin precedentes, marchas o procesiones con antorchas en las principales ciudades y capitales de provincia se llevaron adelante. En la Ciudad de Buenos Aires a las 20.25 del martes 29 de julio de 1952 –exactamente al cumplirse las primeras 72 horas de la muerte de Evita- en la Plaza Miserere, al pie de un retrato de Eva, se le rindió un homenaje apagándose cerca de 5.000 antorchas que allí se habían congregado. Actos similares se multiplicaron en muchos lugares.

Cientos de miles de personas esperaron en el frío, e incluso en algunos dias bajo la lluvia, en filas interminables durante días. Consecuencia de esta multitud que quería despedir a Evita, el 29 de julio Perón dispone que el velatorio siguiera hasta que todos y todas que quiseran verla pudieran darle el último adiós. El 9 de agosto el cuerpo fue trasladado al Congreso Nacional para rendirle los honores. Al día siguiente, la mayor procesión nunca vista en Argentina marchó a lo largo de Av. Rivadavia, Avenida de Mayo, Hipólito Irigoyen y Paseo Colón. Más de 15 mil soldados rindieron honores militares y la cureña fue arrastrada por gremialistas de camisa blanca y escoltada por cadetes de institutos militares, alumnos de la Ciudad Estudiantil, enfermeras y trabajadoras de la Fundación Eva Perón. Su cuerpo fue expuesto en la capilla ardiente instalada en el Congreso Nacional. El de Evita fue un extenso ritual fúnebre por donde desfilaron más de dos millones de personas. El funeral de la "abanderada de los humildes" fue uno de los más multitudinarios de la historia universal.

El último día del velatorio, a las 17:50, mientras la ciudad silenciosa era estremecida por una salva de 21 cañonazos y cornetas del ejército, empleados de una empresa fúnebre introdujeron el ataúd en el segundo piso de la CGT, donde el Doctor Pedro Ara lo recibió para efectuar el embalsamamiento, que duraría hasta 1955 (1).

El pueblo frente al Congreso Nacional. 
Entiendo que estas crónicas de los funerales de Evita sirven para que las nuevas generaciones pueden comprender, apreciar, la manera en que el pueblo argentino ha despedido a sus grandes líderes.  En el caso de Evita en la forma más masiva de la historia argentina, comprendiendo así porque fue tan importante y sigue hoy siendo tan vigente. 

La muerte de Evita dejó un vacío que afectó a Juan Perón en lo personal y al movimiento peronista en su conjunto. En aquel primer peronismo, la adaptación a la ausencia de su compañera se convertiría en un desafío importante que entiendo que Perón no pudo resolver. Evita era irremplazable y Perón no debía, ni podía, ejercer los roles asumidos por ella. Pero eso es otra historia, hoy sólo nos toca recordar a Evita y el adiós más sentido y multitudinario que hizo el pueblo en toda la historia argentina.

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Notas.
1. Con los cadáveres de los muertos del peronismo los sectores más reaccionarios y morbosos de la oligarquía se ensañaron con un especial odio: el ocultamiento y la vejación del cadáver de Evita fue una de las paginas más oscuras de la nefasta dictadura que tomó el poder el 16 de septiembre de 1955.  

lunes, 17 de julio de 2023

Roca y la consolidación del orden conservador liberal

Julio Argentino Roca​.
Alejo Julio Argentino Roca​ fue una figura indudablemente emblemática en el período conocido como de los 80, aunque su intervención en la política nacional llega hasta principios del Siglo XX. Junto con Carlos Saúl Menem fueron los únicos presidentes que completaron en el siglo XIX y XX dos períodos en la Presidencia de la Nación (1880 –1886 y 1898-1904), luego Cristina Fernández de Kirchner en el siglo XXI haría lo mismo. Roca fue el jefe político indiscutido del PAN (Partido Autonomista Nacional), influyó en la política argentina con sus manejos y decisiones hasta su muerte el 19 de octubre de 1914.


Nace en Tucumán el 17 de julio de 1843, pertenece a una familia modesta y tradicional de la provincia. Su padre, un soldado de la independencia, lo envía a estudiar al Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. Cuando fallece su madre y siendo alumno del mencionado Colegio comienza su larga y exitosa carrera de las armas.


¿Quién fue Roca? ¿Qué juicio histórico podemos hacer de Roca? ¿Cómo lo analizan las escuelas historiográficas y que sector de la política lo reivindica? E todo esto lo desarrollo en este texto, adelantando que Roca fue la figura central de la consolidación del orden conservador liberal en la Argentina, siendo quien erigió la última columna de la clase dominante nacional que puso fin a los proyectos populares en el siglo XIX e instauró un modelo económico dependiente en el país, sometido en lo cultural y politico a los intereses del imperialismo. 


Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro

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1. La “estrella” del General Julio Argentino Roca, “el zorro”.

 

“Estoy contento por estos mundos (La Comandancia de Fronteras) que son la Galia de la República”. Carta de Roca a su concuñado Juárez Celman.

 

Su carrera militar, su rol represivo y antipopular

“Amo al ejército. Las marchas militares todavía me enderezan el cuerpo y hacen mover mis piernas como si tuviera veinte años...” “En el seno del ejercito me hice hombre; el ejército fue soporte de mi carrera política”Estas palabras le hacen pronunciar Félix Luna y con razón, porque Roca es fundamentalmente un soldado, con una gran vocación por la política, pero que, si devino luego en hombre de Estado y astuto político en gran parte se lo debe a su larga carrera militar que le permitió conocer como nadie el territorio nacional y, en cada uno de sus destinos militares construir alianzas con las familias más importantes de las diferentes oligarquías provinciales.

Para comprender a Roca es imprescindible repasar su carrera militar que comienza tempranamente en 1859 cuando teniendo sólo 15 años de edad participa en la batalla de Cepeda bajo las órdenes de Urquiza donde el ejército mitrista es vencido por la caballería entrerriana. En 1861, nuevamente bajo las órdenes de Urquiza es parte de las tropas de la Confederación Argentina y lucha en Pavón, su comportamiento en esta batalla le valdrá el ascenso al grado de Teniente 1º. De aquí en más ya no abandonará la carrera de las armas.

Con el derrumbe de la Confederación Argentina y la defección de Urquiza que se recluye en San José, el Teniente Roca llega por primera vez a Buenos Aires donde se alista en el llamado Ejército Nacional que respondía a Mitre por entonces presidente de hecho de la República. Como oficial del ejército mitrista recorrerá el noroeste persiguiendo y reprimiendo, (bajo el mando de Sandes primero, uno de los coroneles de Mitre célebre por su crueldad criminal), a las montoneras del Chacho. Luego pasa a las filas de Arredondo, otro de los “coroneles mitristas”, para seguir aniquilando los últimos restos de los riojanos sublevados contra el poder central de Buenos Aires.

Al iniciarse la guerra contra el Paraguay es convocado al frente y consigue el grado de Mayor en la batalla de “Tuyutí” y en “Curupaitý”, donde mueren su padre y su hermano, logra el ascenso al grado de Teniente Coronel por el mérito de haber salvado la vida y la bandera de su Regimiento, el 7 de Infantería. Este regimiento, en plena Guerra del Paraguay es destinado a la guerra de montoneras, que en verdad es, una guerra de policía. Y allí va Roca nuevamente en 1866, bajo las órdenes de Arredondo, a reprimir al caudillo Felipe Varela levantado en armas. Lo derrota el propio Roca en “Pastos Grandes” en 1869.

Dos años después en 1871, durante la presidencia de Sarmiento contribuye de un modo decisivo en la campaña contra López Jordán (su antiguo jefe en Pavón) al que derrota en “Ñaembé” recibiendo las jinetas de Coronel. Desde entonces es nombrado Jefe de la Comandancia de Fronteras Sur y bajo la presidencia de su paisano Avellaneda derrota en 1874 a su antiguo jefe Arredondo en “Santa Rosa” dando con ésta victoria militar por terminada la rebelión de los mitristas. Roca tenía sólo 30 años cuando venció a Arredondo en “Santa Rosa” y a esa corta edad recibe los despachos de General de La Nación.

 

El giro hacia la política

Desde hacía tiempo Roca observaba, estudiaba, analizaba y se interesaba por la acción política. No era un hombre de formación intelectual a diferencia de Avellaneda o Sarmiento u otros dirigentes de la época. Roca contaba con su formación liberal básica procurada en el Colegio de Concepción del Uruguay, era un liberal, unitario, de estirpe rivadaviana. 

El maestro Fermín Chávez lo califica como “un Mitre nacionalizado”, lo de nacionalizado hace referencia a que su poder tenía un alcance geográficamente nacional y no a su política en defensa de la soberanía nacional. Famoso por su astucia y su olfato político comprende el valor de su popularidad y su poder cuando después de la batalla de “Santa Rosa”, la oligarquía mendocina lo adula y lo saluda como futuro Presidente de la República. Desde estos tiempos entonces empieza a trabajar su candidatura con la colaboración de su concuñado Juárez Celman que se convierte desde la provincia de Córdoba en su primer operador político para todo el interior del país.

En 1877 tiene un golpe de suerte, la muerte imprevista de Alsina le allana el camino al poder. Alsina era el ministro de Guerra de Avellaneda y el hombre señalado por la “conciliación” (mitristas y autonomistas) para suceder la presidencia de la Nación. Seis días después de la muerte de Alsina es nombrado por Avellaneda, ministro de Guerra. Desde esa cartera estratégica termina la obra de su antecesor Alsina de conquistar el desierto. 

La “conquista” del desierto organizada por Roca fue, sin duda alguna, además de una gesta militar insignificante contra los pocos aborígenes supervivientes -a quienes igualmente exterminan en forma criminal, la campaña política que se corona con la Presidencia de la Nación.

 

La consolidación de la oligarquía nacional

Entre los años que van desde Pavón hasta 1890 se conforma en Argentina una oligarquía que se puede calificar geográficamente de nacional, para de esta manera dejar establecido que, la constituyen no solamente los terratenientes ganaderos de la provincia de Buenos Aires sino también las oligarquías provinciales dominantes en el interior.

1880 fue el Arco de Triunfo de esa oligarquía pues, en ese año, al federalizarse la ciudad de Buenos Aires, la contradicción que dividía a la sociedad argentina entre unitarios y federales queda aparentemente superada. Con Roca se realiza una especie de federalismo, pero es sólo formal porque, a través de los círculos provinciales oligárquicos asociados se cristaliza un gobierno típicamente elitista, unitario y centralista.

La primera presidencia de Roca representa la absorción del poder por la oligarquía que él mismo representaba. Tal concentración de poder en manos de esta nueva oligarquía genera un tipo de Estado centralizado para que a través de él gobiernen los grandes terratenientes aliados a los inversores extranjeros.

Así, con este perfil se desarrolla la primera presidencia de Roca inspirada en estos principios: financiación del desarrollo económico del país y de las obras públicas por el capital extranjero; absoluta libertad de empresa; individualismo ilimitado y en lo referente a las inversiones y ganancias de los particulares, completa prescindencia del Estado a no ser para protegerlas y estimularlas. La primera presidencia de Roca logra al fin y al cabo el ansiado paraíso terrateniente con forma de República liberal y mercantil.

 

2. Juicio histórico y vigencia del roquismo

 

“…el modelo capitalista dependiente que se ponía en marcha mediante la fusión de las oligarquías provincianas con la porteña, autonomizando un supra-poder político nacional por encima de los intereses particulares provinciales, incluidos los de Buenos Aires, que comenzara a pergeñar Avellaneda y concretara Roca…el proyecto del 80 era el segundo acto del acontecido el 11 de septiembre de 1852, con la separación de Buenos Aires…modelo capitalista dependiente del 80 que planteaba su carácter subordinado, pero al mismo tiempo como socio menor del Imperio y como tal, con derecho a su propio proceso de acumulación de capital…”. Eduardo Luis Duhalde, “Contra Mitre. Los intelectuales y el poder: de Caseros al 80".

 

El triunfo final del liberalismo conservador

Se puede afirmar sin temor a equivocarse que Roca y la generación del 80 que lo acompaña son los fundadores del Estado Argentino. Durante su gestión se logra la ocupación efectiva del territorio nacional en sus límites actuales, se consigue la solución pacífica de la mayoría de los litigios limítrofes con países vecinos que Argentina mantenía sin resolver, se alcanza la federalización de Buenos Aires y la fundación de la ciudad de La Plata como capital de la Provincia de Buenos Aires lo que soluciona definitivamente conflictos jurisdiccionales históricos.

Se establece una unidad monetaria de alcance nacional. Se configura el Ejército Argentino, que incluyó por mucho tiempo el servicio militar obligatorio. El Ejército Argentino de Roca termina definitivamente con los ejércitos provinciales y se convierte en la única fuerza armada del país. Se toman las medidas necesarias para lograr una parcial separación de la Iglesia y el Estado. Se regula la educación pública, laica y obligatoria y se institucionaliza el culto patriótico.

La ciudad de Buenos Aires, capital de la República, deja atrás su fisonomía de “vieja aldea” y a través de grandes obras realizadas por intendentes como Alvear, adquiere el estilo cosmopolita, elegante y europeo que actualmente luce.

 

El año 1880 y el nacimiento del roquismo

1880 puede ser considera fecha de inicio del Estado argentino por los motivos señalados más arriba y porque además se consolida toda una maquinaria estatal hasta entonces inexistente lo que permite que se configure un ente operativo y eficiente con relación a los tiempos.

En cuanto Roca, su figura política es decisiva durante treinta años: desde fines de la década del 70 hasta el Centenario en 1910. Electo presidente dos veces, en el interregno de las dos presidencias organiza una maquinaria política nacional imbatible. Y es durante sus dos gestiones en que se da el definitivo ingreso de Argentina al mercado mundial, con el cereal primero y la carne después se unen a la lana como principal rubro exportador mientras que, las inversiones británicas, simultáneamente, se orientan en obras de infraestructura concebidas exclusivamente en beneficio del comercio exterior.

En lo político institucional, el dos veces presidente pone en marcha lo que Alberdi llama “la República posible”. República de formas aparentes, legalista, con poderes “independientes” construida sobre la base del fraude electoral y el voto calificado. Subrayo que Roca muere oponiéndose a la Ley Sáenz Peña del voto universal. Roca representa la “pacificación” y la consolidación de la autoridad nacional que logra sentar las bases de un esquema de país que se ha   proyectado hasta el presente. Roca simboliza el orden y el “país oficial”.

 

Roca según las escuelas historiográficas

¿Y cómo los historiadores de las diferentes corrientes han tratado a la figura de Roca y a la generación del 80?

"Soy Roca" de Felix Luna, de mi biblioteca.
Edición 16°
.

La escuela de la “historia social” liderada en por el académico Tulio Halperín Donghi desde una cátedra en el país del Norte no hace una apología de Roca. Esta sub escuela de la historia oficial ha adoptado un discurso objetivista que excluye defensas o rechazos demasiados explícitos de este proceso histórico. Pero si rinden pleitesía al proceso de modernización comenzado por Roca. Dentro de esta misma escuela el escritor Félix Luna convirtió hace décadas en un éxito editorial su novela biográfica “Soy Roca” que es una exacerbada justificación histórica del roquismo y un manual básico del pensamiento liberal.


Más allá de la historiografía académica, el pensamiento conservador –liberal en Argentina se referencia en Roca indiscutiblemente. No es una casualidad que Menem haya invocado a Roca y a Pelegrini en su discurso de asunción del mando anunciando así su giro hacia el neoliberalismo más extremo. Más aquí en el tiempo, el economista ultra liberal José Luis Espert se refirió a Roca como “El mejor Presidente de la historia argentina” y el candidato presidencial de derecha Javier Milei reivindica políticamente al ex presidente acompañando agrupaciones que se llaman “La Julio Argentino", en alusión a Roca.

La Academia Nacional de la Historia y su émulo aún más reaccionario la Academia Argentina de Historia en la que revista entre otros Rosendo Fraga, rinde culto a la figura del héroe del desierto y fundador del Estado argentino. Se unen a la idolatría por supuesto todo el aparato cultural oficial a saber: el diario” La Nación”, el Circulo Militar, la Sociedad Rural y el Jockey Club. El periodista Bernardo Neustadt en vida era un admirador de Roca y su continuador Mariano Grondona lo considera un referente obligatorio de la Argentina neo liberal. Y tuvimos además en el “país oficial” los billetes de cien pesos con su imagen, el gigantesco cuadro con su figura que ornamenta el Congreso Nacional, decenas de monumentos, calles y pueblos que honran su nombre.

 

Roca y el revisionismo histórico y la singular lectura de Abelardo Ramos 

Para el revisionismo histórico en todas sus versiones Roca significa la “consolidación del orden liberal conservador” como se titula este texto, “el que perfeccionó hasta el último detalle el estatuto de la factoría” (Ernesto Palacio). Para José María Rosa fueron los hombres de la generación del 80 los que “medraron conscientemente en su tierra que sé hacia cada vez más mercantil y enajenada”, responsables históricos del vaciamiento patrimonial y cultural de la Nación. Fermín Chávez, entre otras cosas, les imputa y con razón, el haber convertido a la Argentina en una economía subsidiaria y hacer del territorio nacional “la provincia granja de un imperio”.

Pero, el revisionismo histórico no es unívoco, sino que por el contrario contiene diferentes corrientes internas. Entre ellas, la que lideraba Jorge Abelardo Ramos, uno de los historiadores con mayor penetración en el gran público politizado del campo nacional y popular, quien elabora y difunde en relación con Roca y el roquismo una hipótesis más que original a la que es preciso dedicarle unos párrafos.

Jorge Abelardo Ramos en su imprescindible obra sesentista obra “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina” desconcierta al lector con el tratamiento apologético que hace de Roca, contradiciendo la línea nacional y popular que el libro venía sosteniendo. Ramos convierte literalmente a Roca en un nacionalista democrático enfrentado a la oligarquía portuaria que logra vencer. Roca sería la continuación de los caudillos federales en lucha contra la oligarquía portuaria. Y al fin, su concuñado Juárez Celman pacta con la oligarquía porteña y traiciona el proyecto nacional y original de Roca lo que lo libera de responsabilidades históricas.

En un trabajo menor, “Historia política del Ejército Argentino”, Abelardo Ramos va más allá: el Ejército que Roca políticamente concibe y crea es el ejército continuador del sanmartiniano por su composición provinciana y democrática, su tradición criolla y su vocación nacional.

 

Un juicio histórico del roquismo

Criticando las hipótesis de Ramos, reñidas con la más innegable verdad histórica y cuyo contenido liberal y conservador es evidente, me limito a señalar las características más esenciales del roquismo algunas de ellas todavía vigentes en la comunidad política de la Argentina actual:

a) El roquismo es nacionalista o nacional pero solo en la acepción geográfica del término. Es durante la gestión de Roca en que se consolida una autoridad nacional afirmada en el poder de las oligarquías provinciales.

b) El roquismo niega el sistema democrático de forma y de fondo. Afirma la necesidad del voto calificado y niega soberanía a la voluntad popular expresada en el sufragio universal. El “régimen” denunciado por Irigoyen es la encarnación de un sistema plutocrático, nada más lejos del concepto de democracia liberal.

c) Roca no vence ni militar ni políticamente a la oligarquía porteña sino que pacta con ella. Roca o el roquismo no representan a los caudillos provinciales sino a las oligarquías locales aliadas a la portuaria que vencieron y aniquilaron a los caudillos federales. Y fue Roca uno de los oficiales del Ejército de entonces que más compromiso tuvo en la represión y aniquilación de las últimas montoneras federales.

d) Su sucesor Juárez Celman no traiciona el proyecto de Roca sino que (como lo veremos en el próximo Capitulo 13)  lo mejora, lo perfecciona y lo excede.

e) No hay un solo acto de la política de Roca en sus dos presidencias que lo aparten del más puro liberalismo económico y del aliento permanente a las inversiones extranjeras especialmente británicas.

f) Que el ejército de Roca no tiene nada que ver con el de la tradición nacional sanmartiniana. Es el Ejército de un estado gendarme como es el Estado liberal que él construye, un ejército pretoriano que tiene como objetivos la pacificación del país para garantizar la inversión extranjera y la conquista del desierto para que la oligarquía haga con las tierras ganadas negociados sin parangón en la historia argentina.

g) Párrafo aparte merece la célebre campaña del desierto que emprendió Roca y que significó el arco de triunfo hacia la presidencia de la Nación.

¿Existía una indudable necesidad de encarar la tarea de eliminar a los pueblos originarios que no aceptaban “la civilización”? En realidad, no existía tal necesidad ya que no quedaban grandes poblaciones originarias en la pampa. Muchos menos aun resultan justificables históricamente los argumentos a favor del genocidio de los pueblos originarios.

El mismo Roca calcula antes de la campaña que “la población indígena que la ocupa, puede estimarse en 20.000 almas, en cuyo número alcanzaran a contarse de 1.800 a 2.000 hombres de lanza...”. Números insignificantes con relación al poder y a los medios que dispone la Nación que son más de 6.000 soldados profesionales, curtidos en varias guerras, y armados con los últimos adelantos de la industria bélica europea.

La razón fue otra y el tema del “indio” -como se refería por entonces por la cultura hegemónica- se convirtió en el pretexto. La necesidad obedecía a razones de orden estratégico y geopolítico: Faltaba ocupar la línea del Río Negro (frontera establecida nominalmente por una ley en 1867), que se vinculaba, en su unico aspecto destacable, con la recuperación del territorio nacional.

Alsina tres años antes, en 1877 ya estaba preparado para la operación del desierto que encumbraría su prestigio y sería el puente de plata hacia su presidencia. La fatalidad no se lo permite, muere antes de concluir la campaña y Roca lo sucede: heredará el ministerio de guerra, la campaña y la presidencia de la Nación.

En lo concreto, la campaña al desierto significó un gran negocio para la oligarquía que termina fortaleciéndose como latifundista y especuladora incorporando a su patrimonio increíbles extensiones de tierras que, en sus manos sirvieron para frenar el desarrollo nacional.

Los Martínez de Hoz, los Stegman, los Madero, Casares, etc., entre otras familias fundadoras de la Sociedad Rural Argentina, fueron los beneficiarios directos, por sus “aportes patrióticos” a la Conquista del desierto, y en consecuencia retribuidos con millones de hectáreas. Terminada la conquista del desierto, el Estado se desprende en 1885 a favor de 541 particulares de 4.750.471 hectáreas. El Congreso de la Nación, genuflexo al sistema presidencialista, le obsequia a Roca en 1887, graciosamente, 15.000 hectáreas.

domingo, 9 de julio de 2023

El Congreso de Tucumán y las dos declaraciones de independencia, la política (1816) y la económica (1947)

 

Acta de Independencia de 1816.

La Historia oficial, la escrita por Mitre y Cía., repetida por más de un siglo por el aparato cultural del sistema, enseñó durante generaciones un relato simplificado de nuestra independencia nacional. Lo hizo con una visión despolitizada de la Revolución de Mayo, impregnada de liberalismo económico pro británico donde el rol del pueblo no tuvo lugar. 
Luego trazó un relato sintético, hasta el extremo, de la Declaración de la Independencia firmada en Tucumán en 1816, que impide ver los matices y tensiones políticas del momento histórico, como también no reflejó las distintas expresiones políticas y sociales que existían en aquel período.


Pero la independencia no fue un hecho irreversible y completo. Luego de Tucumán, durante décadas nuestro país se desangró en guerras civiles y, por la fuerza de las armas y el poder económico, las políticas de la dependencia se impusieron en la Nación y los proyectos emancipatorios fueron derrotados. A la independencia política se le impuso una dependencia económica. 


Más de 130 años después, en otro hecho histórico, el 9 de julio de 1947 se promulgó en la misma Casa histórica de Tucumán -donde se había declarado en 1816 la Independencia Política- el Acta de la Independencia Económica. Esta declaración es uno de los actos más trascendentes del gobierno peronista. Reflejó la consolidación de la independencia nacional de los poderes fácticos mundiales, en un país sin ligaduras con el capital internacional, desendeudado, con una naciente y creciente industria nacional abasteciendo al mercado interno en expansión y con los principales resortes económicos estratégicos regulados o controlados por el Estado. Todo esto en un marco de ampliación de derechos humanos e inclusión social sin precedentes. Era la patria del pleno empleo y del Estado de Bienestar.


¿Qué vigencia tiene el 9 de julio de 1816 hoy? ¿O la declaración de Perón en 1947? En pleno siglo XXI, con gobiernos neoliberales que han significado la pérdida del poder adquisitivo del salario real, la desindustrialización y el empobrecimiento colectivo, implementando una agenda de apertura económica muy amplia y un endeudamiento externo más gravoso aún que el que implementó la última dictadura genocida, es necesario repensar que la independencia, y en especial la económica, tiene una relevancia sustancial y son parte inherente al proyecto nacional. 


Los desafíos de hoy encuentran rápidamente un paralelismo con los postulados de la Independencia Económica de Perón de 1947 que en definitiva no es otra cosa que la vocación de independencia que tuvieron aquellos hombres y mujeres en 1816.


Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro



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El Congreso de Tucumán y la Historia

La Historia oficial, la escrita por Mitre y repetida hasta el hartazgo por el aparato cultural del sistema (ese que desnudó con genialidad Arturo Jauretche), enseñó durante generaciones un relato simplificado de nuestra independencia nacional.

Lo hizo primero con una visión despolitizada de la Revolución de Mayo, impregnada de liberalismo económico pro británico donde el rol del pueblo y los proyectos que defendían nuestra identidad no tuvieron lugar.

Luego, trazó un relato sintético, hasta el extremo, de la Declaración de la Independencia firmada en Tucumán en 1816, que impide ver los matices y tensiones políticas del momento histórico, como también no refleja las distintas expresiones políticas y sociales que existían en aquel período.

La independencia, entre Artigas y San Martín

Para comprender este periodo histórico debemos resaltar que el cauce nacional, revolucionario y democrático abierto por la Revolución de Mayo tuvo hitos fundamentales en ciclos históricos bien definidos.

La revolución comienza con el ciclo morenista, compuesto por la obra política de Mariano Moreno como secretario de la Junta del gobierno patrio y la impronta revolucionaria que le puso al gobierno. Este incluye el período de mayo a diciembre de 1810, en que teórica y prácticamente Moreno conduce la política de la Primera Junta.

Pero luego, durante toda la década que va desde la revolución hasta 1820, hay dos caminos centrales de la política popular de nuestra nación que marcaron la historia.

1) El primero de ellos es el “ciclo artiguista”, que contiene la actuación revolucionaria de José Artigas y los caudillos federales de la Liga de los Pueblos Libres. Periodo éste que se extendió desde febrero de 1811, en que Artigas se suma a la causa patriota hasta la derrota de Artigas, de Ramírez y el proyecto que con ellos nació, con hechos fundamentales como la obra del artiguismo y la derrota porteña en Cepeda, encabezada por Ramírez y López.

2) El segundo de ellos fue la gesta libertadora de San Martín. Comenzó durante su gobernación en la provincia de Mendoza (1815), que desobedeciendo las órdenes del Directorio porteño es elegido gobernador por el voto popular. Realizando en la región de Cuyo una obra tan revolucionaria como “desconocida” y negada por el esquema de la historia oficial. San Martín fue el militar genial que liberó Hispanoamérica. Comenzando por nuestra patria, pasando por Chile y Perú y culminando en un abrazo latinoamericano con Bolivar en Guayaquil. A la obra de San Martín debemos añadir otras enormes figuras como Manuel Belgrano o Martín Miguel de Güemes.

En el medio de la lucha de Artigas y San Martín, se realiza el Congreso de Tucumán donde se declara nuestra independencia.

El Congreso de Tucumán

El 24 de marzo de 1816 fue finalmente inaugurado el Congreso en Tucumán, que en realidad era la realización de un Congreso ya convocado un año atrás, en continuidad de todos los intentos para realizar una Convención Constituyente para organizar la Nación.

El porteño Pedro Medrano fue su presidente provisional y los diputados presentes juraron defender la integridad territorial de las Provincias Unidas. Entre tanto, el gobierno no podía resolver los problemas planteados: la propuesta alternativa de Artigas, los planes de San Martín para reconquistar Chile y Perú, los conflictos con Güemes y la invasión portuguesa a la Banda Oriental, entre otros.

Luego de una dilatada serie de reuniones, cambios políticos y presiones que detalladamente, menciona José María Rosa en el Tomo III de su "Historia Argentina", que el 9 de julio de 1816 se resolvió considerar como primer punto el tema de la libertad e independencia de las Provincias Unidas. Los diputados no tardaron en ponerse de pie y aclamar la Independencia de las Provincias Unidas de la América del Sud de la dominación de los reyes de España y su metrópoli.

Un Congreso incompleto

Destaca Norberto Galasso, en su reciente libro “Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner” (2 extensos tomos) que la composición del Congreso de Tucumán no se corresponde, como ingenuamente creíamos cuando éramos alumnos escolares, con la representación de las provincias que actualmente integran la República Argentina. En Tucumán deliberaron diputados de regiones que no pertenecen hoy a la Argentina y, a su vez, no están representadas varias que son hoy importantes provincias de nuestra República.

En el primer caso, se hallan Charcas, Mizque, Chichas, la Plata y Cochabamba, provincias por entonces altoperuanas que hoy integran Bolivia. En el segundo, no solo se estaban ausentes aquellas habitadas en esa época por comunidades mapuches, tehuelches, matacos, tobas, etc., como son las patagónicas y las del nordeste chaqueño, sino, ademes, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y la por entonces Banda Oriental, que era parta de las Provincias Unidas. Tampoco asistirían diputados de Paraguay que fueron invitados.

Es importante marcar que la conducción política del congreso de Tucumán, como las figuras emergentes de él fueron hombres de estrechos lazos con la política del puerto de Buenos Aires. Algunas de las posturas debatidas y que fueron encarnadas por políticos presentes tenían que ver con la instauración de la monarquía como sistema político y con la entrega de la soberanía nacional como definición de fondo. Esto también fue discretamente silenciando u ocultado por la historia oficial escrita desde el puerto de Bs. As. Es por esto también que, en buena medida, es llamativa la singular relevancia que la historia oficial le otorga a estos hechos y a determinados personajes.

Entre Ríos y la Liga de los Pueblos Libres no asisten a Tucumán

Nuestra provincia, formaba parte de la denominada Liga de los Pueblos Libres que en defensa del federalismo había proclamado la independencia un año antes -1815-, en el denominado Congreso de Oriente desarrollado en Concepción del Uruguay (Arroyo de la China por entonces).  

Mientras Artigas, Pancho Ramírez y sus montoneras resistían esa lucha despareja que libraban contra portugueses en la Banda Oriental y porteños en nuestras tierras, se reúne el Congreso en Tucumán. Como vimos, los delegados de las provincias artiguistas (Entre Ríos, Santa Fe, Misiones, Corrientes y la Banda Oriental) no asisten ya que exigían el previo “reconocimiento de la soberanía particular de los pueblos” y una clara posición ante la invasión portuguesa. Pueyrredón y su partido porteño, que por entonces manejaban la política del Congreso, fueron indiferentes ante el reclamo contemplan impasibles cómo el enemigo histórico se va instalando en la Banda Oriental.

Es más, el Directorio envía entre los años 1816 y 1819 tres expediciones armadas contra Entre Ríos y dos contra Santa Fe, con la intención no declarada de realizar un movimiento de pinzas con los portugueses. Pero en Santa Fe estaba López, Ramírez en Entre Ríos y ambos jefes logran rechazar invariablemente a las tropas directoriales.

La Liga de los Pueblos libres no sólo no compartía algunas cuestiones vinculadas al manejo político del Congreso de Tucumán. Durante prolongados períodos se encontraba en una situación de guerra civil con la política del puerto de Buenos Aires.

Pero en algo compartían su punto de vista: En la necesidad de la independencia nacional de toda dominación extranjera.

El rol central de San Martín, Belgrano y Güemes

Nos cuenta el maestro Fermín Chávez, en su libro “Historia del País de los Argentinos” (un libro muy ameno y de fácil lectura, de casi 350 páginas, que humildemente creo que les jóvenes deberían leer para comprender la historia del siglo XIX), que el Congreso de Tucumán fue literalmente “apurado” por San Martín para que declarara la independencia.

El padre de la Patria estaba preparando su gesta libertadora pero no perdía de vista el contexto político e impuso su peso para desbalancear las relaciones de fuerza en el Congreso y hacer realidad la independencia, que fue negada en Mayo de 1810 y en la Asamblea del año 1813.

El Congreso se pudo llevar a cabo en el marco de una mínima seguridad en las provincias, provista por la victoria de San Martín en la batalla de San Lorenzo y por la presencia de las tropas del Norte y de Cuyo reorganizadas por él. Para la Declaración de Independencia, San Martín se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la élite de Buenos Aires que ya estaban negociando, tanto con España como con Inglaterra, la dependencia argentina. Sólo desacatándose del gobierno porteño, pudo realizar San Martín la Campaña de Chile y Perú y lograr la definitiva independencia.

También la figura de Belgrano presionó para llegar a la declaración de independencia. Lo hizo en una reunión secreta con los diputados del Congreso.

El caudillo salteño Miguel de Güemes desistió de las ambiciones de su provincia que quería colocar el Director del gobierno nacional en aras de la unidad del congreso y de avanzar en plan de liberación. 

Artigas y la Liga, con posiciones revolucionarias e intransigentes, también condicionaron el clima de la época y fortalecieron la ruptura definitiva con la dominación extranjera. 

Sin la obra de todos estos actores, resultaría imposible pensar los resultados finales del Congreso de Tucumán. Todos, despojados de sus intereses sectoriales priorizaron el proyecto del conjunto, el proyecto de independencia nacional.

Luego de la declaración de 1816

Pero el Congreso de Tucumán no resolvería todos los problemas. Jorge Abelardo Ramos, en su genial “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”, detalla que “ni la Asamblea del año XIII ni el Congreso de 1816 habían resuelto el problema cardinal: la cuestión del puerto, la aduana y el crédito público”. Lo que estaba en disputa era el poder político y económico. Si dominaban los intereses de la oligarquía porteña o si primaba el proyecto de la patria grande, de Artigas, San Martín y los caudillos federales.

Después del Congreso de Tucumán se desató una guerra civil que, en forma intermitente pero lineal, envolvió la política nacional durante casi 60 años de historia, derramando sangre por todos los rincones de la patria. Unitarios contra federales, el puerto contra el interior, pro británicos y pro imperialistas contra quienes defendían la soberanía nacional.

Artigas, Ramírez y López contra el Directorio Porteño, el asesinato de Dorrego, Rosas contra la invasión anglo francesa en la Vuelta de Obligado, la Batalla de Caseros, Mitre y la batalla de Pavón, el exterminio del gaucho y las montoneras federales, la guerra de la Triple Infamia contra el Paraguay son postales de las descarnadas guerras civiles. Algunas gloriosas victorias, otras, la mayoría, lamentables derrotas de la causa popular.

Y en ese idea y vuelta, los proyectos populares fueron derrotados, y sobre el cuerpo lacerado del federalismo se construyó una República sometida política y culturalmente y en lo económico dependendiente. El sueño de 1816 quedó trunco. 

9 de julio de 1947: la Independencia Económica de Perón

Creo oportuno venir más acá en el tiempo y rescatar un hecho que otorga sentido general al homenaje a la Declaración de nuestra independencia y al mismo tiempo nos muestra la real dimensión de la política nacional del peronismo como proceso histórico que hizo posible, en un breve periodo, la independencia política y económica real de nuestra Nación.

Juan D. Perón en Tucumán, el 9 de julio de 1947.
En el mismo lugar que se concretara la Independencia Política del país, en Tucumán, y como una prueba del espíritu que anima la política económica del gobierno peronista, 131 años después, en 1947, todos los integrantes de su gobierno, reunidos con el presidente General Juan Perón, declaran la Independencia Económica de la Argentina.Con Perón, la Nación alcanza un estatus de libertad económica y política sin precedentes, que cristalizó institucionalmente en esta declaración.

Ya lo había adelantado Perón al presentar el Primer Plan Quinquenal: “Aspiramos a una liberación absoluta de todo colonialismo económico, que rescate al país de la dependencia de las finanzas foráneas. Sin bases económicas no puede haber bienestar social: es necesario crear esas bases económicas”...Para ello es menester ir ya estableciendo el mejor ciclo económico dentro de la nación, y a eso también tiende nuestro Plan. Debemos producir el doble y a eso multiplicarlo por cuatro, mediante una buena industrialización -es decir, enriqueciendo la producción por la industria-, distribuir equitativamente esa riqueza y aumentar el estándar de vida de nuestras poblaciones”, sostenía Perón.

El 9 de julio de 1947, con gran despliegue oficial, se promulgó en la misma Casa histórica de Tucumán donde se había declarado en 1816 la Independencia Política, el Acta de la Independencia Económica. 

Esta declaración es uno de los hechos más trascendentes del gobierno peronista. Reflejó la consolidación de la independencia nacional de los poderes fácticos mundiales, en un país sin ligaduras con el capital internacional, desendeudado, con una naciente y creciente industria nacional abasteciendo al mercado interno en expansión y con los principales resortes económicos estratégicos regulados o controlados por el Estado. Todo esto en un marco de ampliación de derechos humanos e inclusión social sin precedentes. Era la patria del pleno empleo y del Estado de Bienestar.

El acta de 1947. A los interesados le recomiendo ver el muy buen sitio de La Baldrich: http://www.labaldrich.com.ar/declaracion-de-la-independencia-economica-2/


En aquella declaración, Perón habla de “reafirman la voluntad de ser económicamente libres, como hace ciento treinta y un años proclamaron ser políticamente independientes”. O sea, luego de la independencia política de 1816, el peronismo construyó la independencia económica del país.
La de Perón fue la etapa siguiente a la de 1816, la que fue frustrada por las guerras civiles y el triunfo de la política de las armas de la oligarquía porteña y el imperialismo.

Perón hablaba de:

- Reafirmar el propósito del pueblo argentino de consumar su emancipación económica de los poderes capitalistas foráneos que han ejercido su tutela, control y dominio, bajo las formas de hegemonías económicas condenables y de los que en el país pudieran estar a ellos vinculados.

- Romper los vínculos dominadores del capitalismo foráneo enclavado en el país y recuperar los derechos al gobierno propio de las fuentes económicas nacionales.

- La voluntad de ser económicamente libres, como hace ciento treinta y un años proclamaron ser políticamente independientes.

- Las fuerzas de la producción e industrialización tienen ahora una amplitud y alcance no conocidos y pueden ser superados por la acción y trabajo del pueblo de la República.

Los eslabones de nuestra línea histórica  

Mirar en retrospectiva el 9 de julio nos permite comprender las claves de nuestro presente. También encontrar un hilo conductor entre las luchas de ayer y las que hoy tenemos. Haciendo un ejercicio de memoria histórica comprendemos que existe una línea histórica que enlaza los proyectos nacionales en la Argentina, de la cual los peronistas y hombres y mujeres del campo popular formamos parte en forma inseparable.

Al igual que las guerras civiles que sobrevinieron al Congreso de Tucumán, el gobierno de Juan Perón sufrió un Golpe de Estado en los que los genocidas no dudaron en asesinar, torturar y violar todos los derechos humanos, tanto en 1955 como en 1976.

Mirando hacia atrás comprendemos que la claridad y la pasión revolucionaria de Mariano Moreno y Belgrano, se unen al Federalismo de Artigas, Ramírez y López, a la gesta emancipadora de San Martín, a la declaración de Independencia y a los caudillos federales. Y así, pasando por una dilatada colección de patriotas como Dorrego, Juan Manuel de Rosas, las últimas montoneras de López Jordán y Felipe Varela, el Mariscal Solano López del Paraguay, Yrigoyen, Jauretche, Scalabrini Ortiz, etc., llegamos a Juan y Eva Perón y más acá en el tiempo a la Resistencia Peronista, al 73, a Néstor Kirchner y nuestro presente.

La vigencia del 9 de Julio

¿Qué vigencia tiene el 9 de julio de 1816? ¿O la declaración de Perón en 1947? En pleno siglo XXI, en un presente signado por la gestin de Macri y por la caída del empleo, del salario real, la desindustrialización y el empobrecimiento colectivo, en donde se llevó adelante una agenda de apertura económica muy amplia con acuerdos con la Unión Europea e incluso explora relanzar un acuerdo de libre comercio con EEUU al estilo ALCA. Lo que se suma al legado del FMI como un tutelaje político en función de los acuerdos de asistencia financiera que el gobierno de Cambiemos firmó con este organismo. En este marco, repensar la independencia, y en especial la económica, tiene una relevancia sustancial.

Los desafíos de hoy encuentran rápidamente un paralelismo con los postulados de la Independencia Económica de Perón de 1947 que en definitiva no es otra que la vocación de independencia que tuvieron aquellos hombres en 1816.