lunes, 20 de noviembre de 2023

20 de noviembre de 1845: La Vuelta de Obligado, Argentina en guerra contra Francia e Inglaterra

Cada 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía Nacional. Y esto tiene que ver con “La Vuelta de Obligado” y el resto de las batallas y hechos beligerantes que enfrentaron a la Confederación Argentina con las, por entonces, dos principales potencias imperialistas del planeta. La actuación de Juan Manuel de Rosas y del pueblo argentino en aquellos días, constituye una de las páginas más gloriosas de nuestra historia .



El mencionado conflicto comienza con la intervención armada de la escuadra anglo francesa con el apoderamiento de la escuadrilla argentina a mando del almirante Brown, en agosto de 1845, y finaliza con el tratado Southern - Arana, en enero de 1850. Son cinco años de guerra no declarada entre la Confederación y las dos naciones imperialistas más poderosas de la época.

Al decir del historiador entrerriano Aníbal Vásquez: "Las dos primeras potencias mundiales abandonaron el escenario rioplatense, desgarbadas y batidas. Se retiraron sin lucimiento o sin brillo". Fue una victoria nacional sin precedentes y así lo entendió el Libertador, el General San Martín, al legar ese mismo año, al general Rosas, el sable de la Independencia.

A pedido del historiador revisionista José María Rosa, y por
José María Rosa.
medio de la Ley Nº 20.770 con fecha 16 de noviembre de 1974, se declaró el 20 de noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado. 

Y en una medida que constituye un reconocimiento definitivo, que quiebra en forma abrupta con la “historia oficial”, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner dispuso la creación del 20 de Noviembre como día de la Soberanía Nacional y su declaración como feriado nacional. La ex presidenta les devolvió a los verdaderos patriotas un lugar en el panteón de la historia, de donde la oligarquía los había desterrado durante 150 años.

Cristina Fernández de Kirchner en un acto en homenaje a "La Vuelta de Obligado".

Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro.


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"Noventa buques mercantes,
veinte de guerra,
vienen topando arriba
las aguas nuestras.
Veinte de guerra vienen
con sus banderas.
La pucha con los ingleses,
quién los pudiera.
Qué los parió los gringos
una gran siete;
navegar tantos mares,
venirse al cuete,
qué digo venirse al cuete".
"La Vuelta de Obligado" (Triunfo), de Miguel Brascó y Alberto Merlo.


"...como argentino me llena de un verdadero orgullo al ver la PROSPERIDAD, LA PAZ INTERIOR, EL ORDEN y el HONOR restablecidos en nuestra querida patria y todos estos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados yo felicito a Ud. sinceramente como igualmente a toda la Confederación Argentina. Que goce usted de salud completa y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino. Son los votos que hace y hará siempre a favor de Ud. éste su apasionado amigo y compatriota. Q.B.S.M (Que besa sus manos)".
José de San Martín, última carta del Libertador a Juan Manuel de Rosas. 6 de mayo de 1850.

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Contra el colonialismo

Los largos 25 años que Rosas gobernó la Confederación fueron delicados y comprometidos en lo que a política internacional se refiere. Enfrentado a los efectos de la guerra brasileña en los primeros años de su mandato el gobierno protagonizaría a mediados de los años 30 una guerra con la Confederación Peruano-Boliviana. 

En 1833 (durante la gobernación de Balcarce) fueron ocupadas las Islas Malvinas por Gran Bretaña. A finales de la década se vería involucrada en las luchas civiles de la República Oriental, convergiendo este conflicto en el bloqueo francés (1838-1840), luego expandido a una intervención conjunta entre Gran Bretaña y Francia (1845-1850).

Estos conflictos y los roces diplomáticos con las repúblicas vecinas (Brasil y Paraguay) favorecerían el desenlace que terminó entre 1851 y 1852 con su gobierno: la rebelión provincial se internacionalizó apoyada por las tropas del Imperio Brasileño bajo la perfecta orquestación de Gran Bretaña.

Página gloriosa

He elegido estos hechos beligerantes porque además de la suma gravedad de los mismos y el motivo del "Día de la Soberanía Nacional", la actuación de Rosas y del pueblo argentino constituye una de las páginas más gloriosas de la historia argentina.

El mencionado conflicto comienza con la intervención armada de la escuadra anglo francesa con el apoderamiento de la escuadrilla argentina a mando del almirante Brown, en agosto de 1845, y finaliza con el tratado Southern - Arana en enero de 1850. Son cinco años de guerra no declarada entre la Confederación y las dos potencias imperialistas más poderosas de la época.

Intereses del imperio francés

Los intereses de los ingleses y los franceses eran diferentes: aquellos buscaban exclusivamente beneficios comerciales y éstos, además, la expansión cultural y territorial.

Para el ministro francés Thiers "Montevideo era una colonia francesa" y fundamentaba el derecho de Francia a intervenir en el Rió de la Plata en tres argumentos principales y uno accesorio: 1) La "humanidad", atropellada por la "barbarie" de Rosas. 2) El "chauvinismo" o "patriotismo francés" interesado en "notre colonie" (nuestras colonias) amenazada por el indigenismo y el hispanismo, es decir el americanismo de Rosas. 3) El "respeto al derecho" ya que, Rosas violaba el artículo 4 de la convención Mackau, al enviar tropas de la Confederación a la guerra en la Banda Oriental a favor de su aliado el General Oribe. El argumento comercial es más bien accesorio porque la artesanía francesa, su sola exportación, no se perjudicaba con la política aduanera de Rosas.

El interés de Francia por el Río de la Plata se mantenía vivo desde el fracaso de la tentativa monárquica de 1820. Las maniobras de los rivadavianos, para comprometer la ayuda del gobierno francés, y terminar con la supuesta anarquía americana habían continuado después de la caída del Directorio.

La Revolución de 1830 en Francia, y la instauración de la monarquía "burguesa" del rey Luis Felipe cambiaron el plan primitivo de colocar un Rey francés en el Río de la Plata. Francia necesitaba expansión comercial, conquista de mercados y prestigio guerrero internacional. En suma, necesitaba colonias y ningún territorio parecía más favorable que el de los pequeños países segregados de España, involucrados permanentemente en guerras civiles y donde existían sectores "pensantes", "intelectuales", que demandaban el "protectorado" de una poderosa nación europea, estos eran, obviamente, los unitarios traidores a la patria. 

Es preciso agregar que a las necesidades imperialistas de los galos se sumaba que, la inmigración francesa al Río de la Plata había sido numerosa desde los primeros tiempos de la independencia y Francia consideraba a dichos inmigrantes como instrumentos de penetración política y comercial que debían de ser especialmente protegidos generando así como una especie de protectorado de hecho.

Pero Francia no podía actuar sola, necesitaba una alianza con Inglaterra para afianzarse en Europa y poder así posesionarse luego de Argelia y Oceanía en el reparto colonial. La intervención conjunta era el precio a pagar por Francia para lograr su consolidación imperial.

Política imperial de Inglaterra

Los intereses británicos eran comerciales: la libre navegación de los ríos y la solución definitiva del conflicto en la Banda Oriental que impedía, por los bloqueos, realizar operaciones comerciales en la región del Río de la Plata.

Respaldaban estos reclamos los centros industriales de Liverpool, Manchester y Yorkshire, banqueros, comerciantes e industriales de las plazas citadas: "Que se adopte medidas para limitar las restricciones puestas al comercio en el Plata" expresaban.

Y solicitaban también que "se pusiera fin a los disturbios en el Uruguay y se asegurara el acceso de los comerciantes británicos a los mercados del Paraguay y las regiones del Interior".

Negocios, política y los unitarios...

Los conflictos externos que tuvo la Confederación en tiempo de Rosas tuvieron un origen eminentemente económico y se relacionaron con el dominio geopolítico del estratégico Río de la Plata. Pero no hay que menospreciar los factores de tipo político, más aún, éstos a veces prevalecieron en las decisiones. Por ejemplo Francia ostentaba un belicismo intransigente desde la derrota en Waterloo y pretendía terminar con el pacifismo a que la obligaban los vencedores de Napoleón.

Pero, los conflictos externos que sufría la Confederación no se iniciaban solamente de las grandes potencias europeas. Los emigrados unitarios conspiraban constantemente desde Bolivia, Chile y la Banda Oriental, organizando invasiones y ofreciendo a los gobiernos que los asilaban, como moneda de negociación, fracciones de territorio argentino de Jujuy y Salta, Cuyo y la Mesopotamia, en cuyos pueblos simultáneamente excitaban la tradicional hostilidad a la hegemonía bonaerense.

Comienza la intervención

Una vez que el parlamento británico pone sobre el tapete la idea de la intervención armada en el Río de la Plata, fundándola en la necesidad de defender los intereses mercantiles en peligro, Francia, que no quería quedar a la zaga, decide la intervención a través de su vocero parlamentario Thiers y ambas naciones resuelven la intromisión conjunta enviando una poderosa flota.

La capital de la Banda Oriental se encontraba sitiada por tierra por las tropas de la Confederación y su aliado, el General Oribe. Montevideo era defendida por los emigrados argentinos, franceses, españoles, italianos, ingleses.

Rosas ordena el bloqueo naval y los extranjeros, viendo perjudicados sus intereses comerciales, se alistan en la defensa de la ciudad. Semanas más tarde, y cuando los sitiados en Montevideo habían perdido las esperanzas de auxilio internacional, arriba a Buenos Aires una "comisión mediadora" integrada por el inglés William Ouseley y el francés Deffaudis a bordo de los primeros buques de guerra a vapor que navegan por el Río de la Plata. 

Confiados en el respaldo de la flota, exigen el retiro de las tropas de la Confederación y el levantamiento del bloqueo. Aseguraban estar autorizados para usar la fuerza si era necesario. Rosas no se conmueve, invoca su carácter de beligerante y la soberanía sobre los ríos interiores; además sostiene la legitimidad del General Oribe como presidente legal del Uruguay. Ante el ultimátum de los ministros extranjeros, Rosas, inflexible, les mandó extender los pasaportes; es decir, los expulsó de Buenos Aires.

Rosas contra los piratas

El 2 de agosto de 1845, la escuadra anglo-francesa se apoderó de la flota argentina y desembarcó tropas en Montevideo. Los agresores izan sus pabellones en las embarcaciones nacionales al mando del Almirante Brown.

El pretexto con que Inglaterra y Francia pretendieron encubrir su agresión militar fue que la guerra entre Montevideo y Buenos Aires perjudicaba el comercio. En realidad, se trataba lisa y llanamente de la conquista por las armas de la cuenca del Plata y de los territorios que bañaban sus ríos. Pretendían dominar la Banda Oriental y establecer allí sus bases de operaciones comerciales (también militares) sobre los ríos internos. En este sentido, la política americanista de Rosas en defensa de la independencia de Uruguay y el reconocimiento de Oribe como su autoridad, como así también su poder real sobre el interior de la Confederación, eran un obstáculo para los intereses de los agresores.

Rosas declaró "piratas" a los barcos de las potencias agresoras. La Confederación peligraba y corría el riesgo de desmembrarse territorialmente. Se encontraba jaqueada por dos potencias europeas y, además, por todos sus vecinos interesados en ensanchar sus fronteras.

Enemigo interno y dignidad nacional

En tanto, los unitarios cometían actos de alta traición a la patria; Sarmiento incitaba a Chile a apoderarse del estrecho de Magallanes; Florencio Varela proponía la independencia de la Mesopotamia; y Echeverría alentaba a los invasores.

En cambio, el pueblo acompañaba a Rosas, pero también lo hacían los padres fundadores de la patria que aún estaban vivos. San Martín le ofrecía sus servicios y le obsequiaba su sable; Brown aceptaba la conducción de la escuadra; Manuel Moreno representaba a la Confederación en Inglaterra y Tomás Guido hacía lo propio en Río de Janeiro.

La Sala de Representantes aprobó la conducta de Rosas en vibrantes discursos patrióticos: "La guerra es una gran calamidad pero sus estragos son preferibles a la ignominia. No hay causa más poderosa ni más justa que el honor de una nación".

Operaciones militares

En septiembre de 1845, los invasores bombardearon, tomaron y saquearon Colonia del Sacramento y ocuparon la Isla Martín García. Allí se destacó por su violencia el italiano José Garibaldi, quien luego atacó a lo largo del río Uruguay las ciudades de Gualeguaychú, Concordia, Paysandú y Salto, saqueando todo lo que encontraba a su paso. (1)

El 18 de septiembre se declaró oficialmente el bloqueo de los puertos argentinos y a fines de ese mes fue ocupado el puerto uruguayo de Maldonado, para atacar por la espalda a Oribe. Casi simultáneamente se conocía la noticia que se preparaba un convoy para remontar el Paraná hasta Corrientes y Paraguay (2), custodiado por buques de guerra para demostrar que no existía soberanía argentina sobre el río.

Batalla de "La Vuelta de Obligado"

El 20 de noviembre de 1845 tuvo lugar la batalla de La Vuelta de Obligado. El río Paraná, cerca de San Pedro, después de tomar dirección norte-sur, dobla hacia el Sur- Este y es éste paraje al que se lo conoce como Vuelta de Obligado.

Era un lugar de paso forzoso para las escuadras enemigas que querían llegar al Paraguay. En la costa del río fueron colocadas las baterías del General Lucio Mansilla. Sí, el mismo Mansilla que traicionó a Pancho Ramírez en 1821 y que aquí se redime con la historia en su mejor y más noble momento. 

Lucio Norberto Mansilla era cuñado de Juan Manuel de Rosas, fue soldado de la Independencia, combatió en Chacabuco a las órdenes de San Martín y fue, además, luego de la traición a Ramirez, gobernador de Entre Ríos. Hombre que hirió a la entrerrianía en forma profunda con una traición que justificó por su procedencia bonaerense, pero que, por las complejidades de la historia y de la naturaleza humana, Mansilla aquí se viste de héroe.

Para aumentar la eficacia de los fuegos de posición se procuró la detención del avance de las naves enemigas cruzando tres gruesas cadenas ancladas sobre la posición y atadas en el otro extremo próximo a la orilla izquierda del río. 

La disparidad de fuerzas era abrumadoramente desfavorable. La flota enemiga se componía de 11 buques de guerra con 99 cañones, entre ellos tres vapores, seguidos por una flota de cien barcos mercantes cargados de productos.

Mansilla, al frente del combate

La escuadra anglo-francesa desafiaba abiertamente a la Confederación conducida por Rosas pero, sobre todo, ofendía nuestra soberanía nacional. 

Así lo entendían los combatientes de Obligado al mando de Mansilla, que antes de iniciar la batalla proclamó: 

"¡Milicianos del departamento del Norte! ¡Valientes soldados federales, defensores denodados de la Independencia de la República y de la América! Los insignificantes restos de los salvajes unitarios que han podido salvar de la persecución de los victoriosos ejércitos de la Confederación y orientales libres, en las memorables batallas de Arroyo Grande; India Muerta y otras; que pudieron asilarse en las murallas de la desgraciada ciudad de Montevideo, vienen hoy sostenidos por los codiciosos marinos de Francia e Inglaterra, navegando las aguas del gran Paraná, sobre cuya costa estamos para privar su navegación bajo de otra bandera que no sea la nacional ¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis!..."

"...Considerad el tamaño insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. Pero se engañan esos miserables: ¡¡aquí no lo serán!!...¿No es verdad camaradas? ¡¡Vamos a probarlo!!"...."¡Suena el cañón! ¡Ya no hay paz con la Francia ni con Inglaterra! ¡¡Mueran los enemigos!!...Tremóle en el río Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco, y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea. Sea ésta vuestra resolución, a ejemplo del heroico y gran porteño, nuestro querido gobernador brigadier Don Juan Manuel de Rosas, y para llenarla contad con ver en donde sea mayor el peligro a vuestro jefe y compañero el General Lucio Mansilla. ¡Viva la Patria! ¡Viva la Federación! ¡Viva su heroico defensor Don Juan Manuel de Rosas! ¡Mueran los salvajes unitarios y sus viles aliados anglo-franceses!"

Mansilla, con escasos elementos, contuvo, desde las diez de la mañana de aquel 20 de noviembre hasta las cinco de la tarde, a la flota invasora, provocándole 150 muertos y 4 buques fuera de combate. La escuadra atacante quedó más de 7 días inmovilizada por las reparaciones que tuvo que encarar y la atención de sus bajas de personal. Por nuestra parte, tuvimos 650 hombres fuera de combate, resultando herido el propio General Mansilla.

Batallas olvidadas: San Lorenzo y Punta Quebracho

Los combates de San Lorenzo y Punta Quebracho, a principios de 1846, cuando la escuadra aliada bajaba de vuelta el Paraná, demostraron también la voluntad inflexible de Rosas de ofrecer resistencia. Las potencias extranjeras no pudieron en definitiva colocar sus mercaderías en las provincias litoraleñas ni en el Paraguay.

San Lorenzo y Punta del Quebracho son otras dos batallas de "la Guerra del Paraná", olvidadas por la historia oficial.

El 16 de enero de 1846 la flota imperial es atacada por el general Mansilla en San Lorenzo (Provincia de Santa Fe). Mansilla mantenía oculta, entre la maleza del "campo de la gloria", la artillería y cuando el enemigo cruzaba la angostura del San Lorenzo de improviso se levantó la bandera argentina y los cañones rompieron fuego desde un lugar invisible para los invasores. Los estragos causados fueron graves para los invasores que tuvieron que soportar durante más de siete horas el fuego de la artillería nacional. Los aliados perdieron 50 hombres, los confederados argentinos solo uno. En su parte de guerra Mansilla se enorgullece de haber combatido en el mismo paraje regado por la sangre de San Martín.

A una legua al norte de San Lorenzo, está la punta del Quebracho (hoy Puerto San Martín), donde la barranca es alta y el río se angosta en extremo. Allí esperó el general Mansilla que los invasores volvieran de su accidentada excursión. El ataque se produjo el 4 de junio de 1846. Los extranjeros tenían un convoy de 95 barcos mercantes y 12 de guerra. La artillería de la Confederación averió varios buques extranjeros, los cuales emprendieron la huida para no ser hundidos quemando a los averiados para que no sean tomados prisioneros

Defensa heroica de la Soberanía Nacional

En 1847, el gobierno inglés advirtió que la política intervencionista seguida había provocado un desastre comercial al disminuir drásticamente las importaciones de productos de ese país.

Se agrega a esto que, para el año 1848 en Europa se dio un movimiento de revoluciones liberales que provocaron que el ministro británico Southern y el almirante francés Lepredour, que se encontraban en el Río de la Plata, fueran nombrados encargados de acordar con Buenos Aires una paz justa.

Por fin, y luego de largas y dificultosas negociaciones, Gran Bretaña firmó con Rosas el tratado del 24 de noviembre de 1849 por el cual Gran Bretaña se vio obligada a evacuar la isla Martín García, reconocer la soberanía argentina sobre los ríos interiores, los derechos de Oribe para ocupar la presidencia del Uruguay, devolver los barcos argentinos y saludar en desagravio el pabellón nacional con 21 cañonazos.

Con respecto a Francia, se convino que la Argentina retiraría las tropas de la Banda Oriental cuando Francia quitase las guarniciones militares de Montevideo, abandone su posición hostil y celebre un tratado de paz. 

Lepredour debió ceder después de meses de negociar ante las exigencias de Rosas. El 31 de agosto de 1850 Francia concluyó con la Confederación un tratado de paz y amistad que debía ratificarse en su país. Rosas exigió que se formule el desagravio al pabellón nacional con 21 cañonazos en forma inmediata a lo que Leprodour accedió.

Los respectivos tratados de paz marcaron una clara victoria de la firme y digna posición en defensa de nuestra soberanía nacional llevada a cabo con férrea voluntad por Juan Manuel de Rosas como encargado de las relaciones internacionales de la Confederación.

Al decir del historiador entrerriano Aníbal Vásquez: "Las dos primeras potencias mundiales abandonaron el escenario rioplatense, desgarbadas y batidas. Se retiraron sin lucimiento o sin brillo". Fue una victoria nacional sin precedentes y así lo entendió el Libertador General San Martín al legar ese mismo año, al general Rosas, el sable de la Independencia.

Reconocimiento histórico

A pedido del historiador revisionista José María Rosa y por medio de la Ley Nº 20.770 con fecha 16 de noviembre de 1974 se declaró el 20 de noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado.

Entre otros conceptos los considerando de la norma expresan: "Por las condiciones en que se diera este enfrentamiento, por la valentía de los compatriotas que participaron en ella y por sus consecuencias, es reconocida como modelo y ejemplo de sacrificio en pos de nuestra argentinidad".

Y en una medida que constituye un reconocimiento definitivo, que quiebra en forma abrupta con la “historia oficial”, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner dispuso la creación del 20 de Noviembre como día de la Soberanía Nacional y su declaración como feriado nacional, por un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) del 3 de noviembre de 2010. La ex presidenta, en un acto de valentía, les devolvió a los verdaderos patriotas un lugar en el panteón de la historia, de donde la oligarquía los había desterrado durante 150 años.

Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro

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Notas.

(1) Giuseppe Garibaldi. (1807-1882). Considerado como el héroe máximo de la unificación y la independencia italiana incursionó en Sudamérica con una división de mercenarios denominada "La Legión Italiana". Estuvieron al servicio del gobierno de Montevideo. La historia liberal lo aclamó con el título de "El héroe de dos mundos", los diarios porteños de la época lo llamaron "el chacal de los tigres anglo franceses". Un verdadero pirata que entre otras "hazañas" cuenta con la de asaltar y saquear durante dos días a la ciudad de Gualeguaychú totalmente desguarnecida. En sus memorias Garibaldi escribió en forma de una absurda justificación que: "el pueblo de Gualeguaychú nos alentaba a la conquista por ser un verdadero emporio de riqueza, capaz de revestir a nuestros harapientos soldados y proveernos de arneses...". Su paso por nuestros pagos nada tiene que ver con la obra que realizó en Italia donde fue un verdadero patriota revolucionario de la causa italiana.

(2) El Paraguay, bajo la presidencia de Carlos Antonio López había firmado un tratado de alianza ofensiva defensiva con la provincia de Corrientes en rebeldía contra Rosas que, motivado en su proyecto de reconstruir el Virreinato del Río de la Plata no había reconocido la independencia de la nación guaraní.

viernes, 17 de noviembre de 2023

¿Por qué el 17 de noviembre se celebra el Día de la Militancia?: Un homenaje a la Resistencia Peronista

Perón pisa suelo argentino otra vez luego de 17 años de exilio, a su lado Rucci y Abal Medina.

El 17 de noviembre de 1972 se produjo uno de los hechos más trascendentes en la historia política argentina del siglo veinte: el regreso de Juan Domingo Perón tras 17 años de exilio. El acontecimiento es recordado como el "Día de la Militancia". Perón volvió al país como fruto de uno de los procesos de mayor movilización popular de la historia argentina, en masividad y amplitud metodológica, para romper la estrategia de continuidad del "partido militar" y sus aliados civiles. Fueron años de lucha, de resistencia sacrificada en que la militancia peronista puso lo mejor de sí misma, tras un grito y una consigna: “Perón Vuelve”.


Pero esta epopeya comienza en 1955, cuando es derrocado por una dictadura militar el segundo gobierno de Juan Perón. Luego del golpe del 55, el Peronismo respondió a través de la Resistencia, generó así un movimiento de resistencia popular que duró 18 años, 18 años de proscripción, de exilio, de heroísmo y martirio. Y, puso en evidencia que, el peronismo no era un movimiento de temporada, transitorio, cuasi anecdótico. No era un simple partido electoral con tinte folklórico, que giraba y dependía de un hombre y que moriría por sus propias limitaciones políticas y biológicas. Era un movimiento nacional que había echado raíces, que tenía una profunda identidad enterrada en lo más profundo de la argentinidad y que la abonaba con la sangre de sus caídos.

Creemos que esa fue la hora más gloriosa del peronismo. Con la Resistencia Peronista surge el hecho místico y heroico del peronismo, sin partido, sin dirigentes, en el mismo estado que la gesta espontánea del 45.

La Resistencia surgió rápida y espontáneamente en las bases populares indignadas por el derrocamiento del presidente legítimo de todos los argentinos, Juan Perón, y surgió cuando sus dirigentes estaban presos, exiliados o escondidos. Esa reacción no tiene precedentes en el país. Yrigoyen también fue un líder popular pero su caída no generó, ni cerca, nada parecido.

La Resistencia surgió sin argumentos teóricos y sin esperar ayudas o ideas extranjeras. El peronismo comprendió que el odio concentrado del privilegio revanchista unió a todos, todos los partidos opositores del momento (igual que en el 45) apoyaron la mal llamada Revolución Libertadora que usurpaba el poder, toda la oposición, desde la extrema derecha a la extrema izquierda se pusieron en fila contra los humildes, ultrajando la memoria de sus símbolos más queridos, asesinando, torturando trabajadores, despojando de sus bienes a las organizaciones sindicales y de los derechos sociales a todos los trabajadores.

Por el desmantelamiento de las estructuras del entonces Partido Peronista y en reemplazo de los ex funcionarios que estaban presos, perseguidos o que se “borraron” en 1955, surge una combativa legión de dirigentes, fundamentalmente obreros, y una nueva generación de jóvenes militantes dispuestos a dar la lucha contra el gobierno de los gorilas oligárquicos.

Es la primera oleada de la JP, jóvenes que, a temprana edad, emergen para inventar la Juventud Peronista, asumiendo una conducta donde unían un sentido ético de lo social a un sentimiento heroico de la vida. De esa oleada de resistencia surgen dirigentes juveniles como Gustavo Rearte, Envar El Kadri, Susana Valle (hija del General fusilado), Carlos Caride, Jorge Rulli, Dardo Cabo, Héctor Spina, los Lisazo, Felipe Vallese, y otros hombres y mujeres del pueblo. Eran personas que derrochaban un aura romántica, propia de los fundadores de un nuevo tiempo, forjada al calor del prestigio que sus valientes conductas generaban. Con ellos, con los dirigentes sindicales combativos y con las bases peronistas, se inicia la saga gigantesca por el retorno del General Perón, que culmina muchísimos años más tarde con el “Luche y Vuelve” y constituye el embrión y origen de la “gloriosa” JP de los 70.

Del 55 al 73, huelga, conflicto, plan de lucha, eran palabras familiares para los militantes de la época. El sindicato era el ambiente de los peronistas de la resistencia, la guarida natural, era el campamento donde se refugiaba ese gran ejército. En el salón de reuniones siempre estaba el retrato de Evita. Los dirigentes sindicales eran figuras habituales, y en las luchas sindicales, los peronistas inevitable y naturalmente tomaban siempre partido. Luego, ya cerca de los 70 comienzan en las facultades y espacios de estudio. 

En homenaje a esta historia de lucha, sin precedentes en nuestra historia, se conmemora cada 17 de noviembre el “Día de la Militancia”.

Pd: ¡Feliz Día a las compañeras y compañeros militantes!

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Escribe: A. Gonzalo García Garro

La caída del peronismo


Tras su apogeo y de ejercer el poder entre los años 1945 y 1955 se da un quiebre en el eje de poder sobre el cual se sustentó el peronismo. Como consecuencia de esto, ese mismo año se produce el golpe militar de septiembre del 55, el más grosero golpe a la voluntad popular en nuestra historia.

El peronismo cae porque se desarticula la coalición que lo había sostenido (es lo que se denomina, para la sociología política, como “la ruptura del bloque histórico” según los términos de Gramsci), por uno de esos avatares de la historia esa fuerza en coalición que ejerció el poder durante 10 años se desarticula.

Hay muchas razones para explicar este proceso, pero no hay un consenso total sobre cual fue la verdadera razón de la ruptura, si el conflicto con la Iglesia, si la presión de los intereses internacionales (sobre todo los norteamericanos y británicos), o la crisis económica. Seguramente no existe una causa excluyente sino concausas que llevaron a dicho final. Pero todas ellas encuentran el eje en la intención concreta de poner fin al peronismo como experiencia política, económica y social que dignificaba a las grandes mayorías populares.

El Golpe del 55

El 16 de septiembre de 1955 se produce el golpe contra el gobierno constitucional de Juan Perón. Los jefes militares del levantamiento, autodenominado la "Revolución Libertadora” asumen el mando. Los partidos políticos de la vieja argentina festejaban en las calles. El Comité Nacional de la UCR brindó su apoyo al gobierno militar explicitando textualmente que "la revolución triunfante por el sacrificio de soldados, marinos, aviadores y civiles unidos por su patriotismo y amor a la libertad, abre una gran esperanza". Incluso radicales como Roque Carranza, Carlos Alconada Aramburú, y en Entre Ríos, Sergio Montiel, resultaron ser relevantes conspiradores, comandos civiles y luego funcionarios de la “Libertadora”.

Odio de clases

Aquí nos permitiremos abrir un paréntesis –en el desarrollo del capítulo- para avanzar en la explicación de una idea que consideramos fundamental en la comprensión de la historia de las luchas populares y su relación con las violaciones a los derechos humanos: El odio político.

La irrupción del peronismo en la historia de la Argentina moderna significó el momento en que comienza a gestarse el mayor odio político que jamás haya vivido la Argentina, sólo comparable al odio unitario a los federales en el siglo XIX. La caída del peronismo abrió la etapa de la manifestación abierta y desenfrenada de ese odio que dio nacimiento a la persecución política institucionalizada. Un odio político que aún perdura en algunos sectores de la sociedad, pese a los años que han pasado.

Era, es, odio de clase, odio éste que se manifestó desde 1955 hasta 1983 con golpes de estado sangrientos y persecutorios, que cometieron las más flagrantes violaciones a los derechos humanos de nuestra historia. Se manifestaba en particular contra el peronismo, contra lo que representaba y reivindicaba y también contra los propios peronistas.

Ya antes, este odio se manifestó con el criminal bombardeo a Plaza de Mayo. Fue la masacre del 16 de junio del 55, que por la forma y el nivel de la violencia ejercida marcó una bisagra en las prácticas represivas del poder oligárquico en la Argentina contemporánea. El ametrallamiento y el bombardeo sobre la población civil indefensa dieron nacimiento a un nuevo capítulo de la violencia institucional. Aquí se inicia el Terrorismo de Estado, que los sectores reaccionarios y antidemocráticos pondrán en marcha en forma sistemática para la resolución de los conflictos políticos. Aquel día murieron más de 300 personas.

Pero aquel bombardeo era sólo el comienzo. El 9 de junio de 1956 un grupo de militares peronistas, comandados por Juan José Valle y con apoyo de algunos dirigentes gremiales, protagonizó un frágil y fugaz levantamiento armado. El gobierno no dudó en reprimir la sublevación y ordenó fusilar a los jefes militares y a varios civiles. No sólo fueron fusilados militares, también hombres indefensos, sin acusación ni juicio, fueron asesinados en los basurales de León Suárez en forma clandestina.

El odio hacia el peronismo no sólo se daba en el Ejército y la Marina que hicieron el golpe, los partidos políticos que integraban la Junta Consultiva (todos) apoyaron y felicitaron los fusilamientos. Una frase tristemente célebre de aquellas horas la dijo el dirigente socialista Américo Ghioldi: “Se acabó la leche de la clemencia”.

Las ejecuciones de militares en los cuarteles fueron, por supuesto, tan bárbaras, ilegales y arbitrarias como las de civiles en el basural. Para parar la barbarie, el 12 de junio se entrega el general Valle, a cambio de que cese la matanza. Lo fusilan esa misma noche. Suman en total 27 ejecuciones en menos de 72 horas en seis lugares diferentes. Todas ellas están calificadas por el artículo 18 de la Constitución Nacional, vigente en ese momento que dice: "Queda abolida para siempre la pena de muerte por motivos políticos".

Dentro de las crónicas negras de la barbarie oligárquica podemos mencionar también, sólo por traer a colación los hechos más salientes, a Frondizi y el Plan Conintes y la posterior desaparición de Felipe Vallese. De apenas 22 años, Vallese, fue el primer detenido-desaparecido de la historia moderna. El 23 de agosto de 1962, en pleno gobierno títere de José María Guido, tras el golpe militar que había derrocado en marzo de ese año al presidente Arturo Frondizi, el entonces militante de la Juventud Peronista fue secuestrado por la policía de la provincia de Buenos Aires. Vallese nunca fue liberado; tampoco apareció su cuerpo. Se supone, casi con certeza, que murió en una sesión de tortura.

Otro hecho de esta criminal dimensión tuvo lugar el 22 de agosto de 1972, cuando la dictadura de Lanusse asesinó a sangre fría a 16 militantes pertenecientes a las organizaciones FAR, ERP y Montoneros, detenidos en la base naval de la ciudad de Trelew. La “Masacre de Trelew”, como entró en la historia, fue el primer esbozo de lo que luego sería la metodología de la dictadura de Videla: el asesinato a sangre fría de prisioneros desarmados.

La profundidad y trascendencia del peronismo

Cuando cayó Perón muchos de los actores políticos de aquella argentina pensaron que el peronismo era un fenómeno pasajero en la vida política de la patria, que desaparecería y que el pueblo lo olvidaría. Muchos lo creyeron, pensaron, que Juan Perón y su obra eran un producto histórico transitorio que pronto pasaría al olvido.

Consciente de las adversidades que enfrentaba nuestro movimiento la oligarquía creía que podía terminar para siempre el peronismo. Y así obró, se le aplicó todo el rigor de la legislación, no se podía mencionar el nombre de Perón, no se podía cantar la marcha, no se podía decir que uno era peronista, eso era riesgo de ir a la cárcel. Eso fue el nefasto Decreto 4161. La represión fue dura y sangrienta. Ya mencionamos algunas de las atrocidades cometidas por el poder oligárquico que buscaba una revancha histórica.

La Resistencia Peronista

¿Y cómo respondió el Movimiento Peronista a toda esta política de represión, muerte y persecución implementada por la oligarquía nuevamente en el poder?  El peronismo respondió a través de la Resistencia, generó así un movimiento de resistencia popular que duró 18 años, 18 años de proscripción, de exilio, de heroísmo y martirio. Y, puso en evidencia que, el peronismo no era un movimiento de temporada, transitorio, cuasi anecdótico. No era un simple partido electoral con tinte folklórico, que giraba y dependía de un hombre y que moriría por sus propias limitaciones políticas y biológicas. Era un movimiento nacional que había echado raíces, que tenía una profunda identidad enterrada en lo más profundo de la argentinidad y que la abonaba con la sangre de sus caídos.

Creemos que esa fue la hora más gloriosa del peronismo. Con la Resistencia Peronista surge el hecho místico y heroico del peronismo, sin partido, sin dirigentes, en el mismo estado que la gesta espontánea del 45.

La Resistencia surgió rápida y espontáneamente en las bases populares indignadas por el derrocamiento del presidente legítimo de todos los argentinos, Juan Perón, y surgió cuando sus dirigentes estaban presos, exiliados o escondidos. Esa reacción no tiene precedentes en el país. Yrigoyen también fue un líder popular pero su caída no generó, ni cerca, nada parecido.

La Resistencia surgió sin argumentos teóricos y sin esperar ayudas o ideas extranjeras. El peronismo comprendió que el odio concentrado del privilegio revanchista unió a todos, todos los partidos opositores del momento (igual que en el 45) apoyaron la mal llamada Revolución Libertadora que usurpaba el poder, toda la oposición, desde la extrema derecha a la extrema izquierda se pusieron en fila contra los humildes, ultrajando la memoria de sus símbolos más queridos, asesinando, torturando trabajadores, despojando de sus bienes a las organizaciones sindicales y de los derechos sociales a todos los trabajadores.

Había que hacer lo mismo pero en las antípodas ideológicas: unir a todos los sectores populares que se oponían al régimen. La Resistencia Peronista ganó cotidianamente las batallas en las calles, en cada rincón del país. Fue intransigente, durante 18 años conservó su espíritu inclaudicable y combatiente, que siguió apelando a sus raíces y logró finalmente, superar la larga noche de su exilio para poder volver al poder en 1973.

Desde 1955 a 1973, huelga, conflicto, plan de lucha, eran palabras familiares para los militantes de la época. El sindicato era el ambiente de los peronistas de la resistencia, la guarida natural, era el campamento donde se refugiaba ese gran ejército. Los dirigentes sindicales eran figuras habituales, y en las luchas sindicales, los peronistas inevitable y naturalmente tomaban siempre partido.

En el sindicato se guardaban los carteles, el engrudo, los bombos. Allí se hacían las reuniones clandestinas, allí se escuchaba el último casette de Perón, llegado de Madrid. El sindicato era, además, el templo de los militantes: lo presidía el retrato del líder y de Evita.

Los míticos militantes de la resistencia

Por el desmantelamiento de las estructuras del entonces Partido Peronista y en reemplazo de los ex funcionarios que estaban presos, perseguidos o que se “borraron” en 1955, surge una combativa legión de dirigentes, fundamentalmente obreros, y una nueva generación de jóvenes militantes dispuestos a dar la lucha contra el gobierno de los gorilas oligárquicos.  

Es la primera oleada de la JP, jóvenes que, a temprana edad, emergen para inventar la Juventud Peronista, asumiendo una conducta donde unían un sentido ético de lo social a un sentimiento heroico de la vida. De esa oleada de resistencia surgen dirigentes juveniles como Gustavo Rearte, Envar El Kadri, Susana Valle (hija del General fusilado), Carlos Caride, Jorge Rulli, Dardo Cabo, Héctor Spina, los Lisazo, Felipe Vallese, y otros hombres y mujeres del pueblo. Eran personas que derrochaban un aura romántica, propia de los fundadores de un nuevo tiempo, forjada al calor del prestigio que sus valientes conductas generaban. Con ellos se inicia la saga gigantesca por el retorno del General Perón, que culmina muchísimos años más tarde con el “Luche y Vuelve” y constituye el embrión y origen de la “gloriosa” JP de los 70.

El peronismo en la oposición

El retorno de Perón se debió en gran medida al infatigable acecho del peronismo a la dictadura. La exclusión política del peronismo, produjo un proceso que cambiará el perfil del justicialismo. A partir de 1955 el peronismo aglutinó, representó y canalizó a todas las rebeldías y críticas contra el sistema social y político, crecientemente ineficaz y en el cual era el único actor político apartado.  

El espectro político peronista se tornó muy amplio y variado. El activismo peronista opositor realizó sus intentos por la vía del levantamiento cívico-militar, acciones de resistencia por métodos encubiertos, “trabajo a tristeza”, sabotajes, colocación de explosivos, paros gremiales, atentados, ataques con bombas "Molotov”.

Además, participaba, aunque estaba proscrito, en las elecciones apoyando a otros candidatos en contra de los representantes civiles de la dictadura militar de turno. El peronismo en la oposición fue una fuerza incontrolable que derribó todos los muros que le ponían en frente en su marcha hacia el retorno del líder.

El régimen gorila retenía el poder, pero la presencia del peronismo que lo hostigaba, lo combatía y lo acechaba, le impidió hacerlo funcionar plácidamente. Era lo que se llamaba el “empate hegemónico”.

La conducción de Perón

Otra cuestión fundamental para comprender como el peronismo sobrevivió a tantos años de persecuciones y proscripciones fue la capacidad política excepcional de Juan Perón. La habilidad conductora de nuestro Líder, consistió en incluir dentro de su Movimiento a todos los que criticaban al sistema político-social.

Perón combinaba todas las formas de lucha y todos los sectores y expresiones políticas, las aprovechó a todos y todas, porque no confundió jamás a la táctica con la estrategia, ni a los objetivos inmediatos con los objetivos fundamentales. Lector como nadie de los tiempos de la historia siempre supo como canalizar el descontento y los ánimos del pueblo en una dirección coincidente con los objetivos políticos a corto, mediano y largo plazo.

Cooke: padre de la Resistencia

John William Cooke fue uno de los dirigentes peronistas más lúcido e intransigente. Diputado peronista en 1946, cuando tenía 25 años. Luego de 1955 fue representante y delegado oficial de Perón en la Argentina y principal líder de la resistencia peronista entre 1955 y 1959. Cooke consideraba que el peronismo era un movimiento de liberación nacional que debía conducir una revolución social en la Argentina. Siempre crítico y siempre Leal a su líder y al pueblo peronista muere en 1968.

Clase media y peronismo

La clase media, a través de los programas de educación, del fomento de la industria, de la creación de nuevas oportunidades de empleo, trabajo y producción había despertado también el ascenso y la movilidad social, la clase media se sentía interpretada por el peronismo y votaba el peronismo. Cuando acontece la mencionada ruptura del bloque histórico y caída del peronismo en el 55, la clase media, en parte ideológicamente frágil y vulnerable (como teorizara genialmente Jauretche), queda alineada con los sectores más duros de la oligarquía y vuelve a encuadrarse en los partidos políticos convencionales.

Pero la resistencia peronista, los años de democracia con proscripción y fraude posibilitaron otra vuelta de tuerca a la historia. Y así se dio una de las más grandes paradojas de la historia argentina: los hijos de esa clase media gorila y antiperonista a fines de los 60 encuentran en el peronismo su bandera de lucha y en el retorno de Perón su causa política.

Renovación doctrinaria

El peronismo, por su lado, pudo contener esa vuelta de los sectores medios a su seno debido a que no es un movimiento pasivo e inerte sino que siempre fue un movimiento vivo que supo recoger las grandes tendencias de la historia.

La Revolución Cubana, la presencia del Che en Latinoamérica, la lucha de Argelia y los pueblos africanos contra el colonialismo, los movimientos socialistas en el mundo, el mayo de París, las agitaciones en las universidades norteamericanas, la guerra de Vietnam, los nuevos movimientos sociales de los jóvenes… Todo eso también repercutió y fuertemente, porque no podía ser de otra manera en un movimiento de raíz popular como el peronismo.

Y, frente a la aparición de nuevas corrientes ideológicas en el mundo el peronismo tampoco se sitió ajeno a ello. En parte este torrente ideológico y social fue absorbido, pero tal proceso fue siempre con beneficio de inventario. Porque el peronismo tuvo y tiene esa enorme capacidad de asumir los cambios, pero sin perder las raíces, ni la identidad doctrinaria, así lo ha hecho en los casi 72 años de vida que tiene. Las raíces e identidad del peronismo fueron conservadas tanto cuando eran amenazadas por la derecha fascista como por la izquierda extranjerizante y pudo superar, a veces hasta dolorosamente, todos sus conflictos internos. Los días del “luche y vuelve” eran los tiempos de la “Actualización Política y Doctrinaría para la toma del Poder” que hizo Juan Perón.

El rol de la juventud

La proscripción de Perón galvanizó la Resistencia e instaló una realidad que, con otras formas, se pone de manifiesto incluso en nuestros días: no se puede detentar el poder real sin la participación del peronismo.

Después del Cordobazo (1969) que limó el poder del primer jefe del régimen militar, Juan Carlos Onganía, las nuevas generaciones reclamaban el retorno de Perón para implantar el "socialismo nacional". Fueron los años de la masividad de la Juventud Peronista y del “Luche y Vuelve”. Estos sectores habían generado en el país el clima de resistencia y jaqueó al régimen militar que posibilitó la vuelta del General. Esa juventud que Perón llamó maravillosa, contenía a esa generación de jóvenes que se reincorporaban a la lucha por la liberación nacional.

El otro 17

El 17 de noviembre de 1972 se produjo uno de los hechos más trascendentes en la historia política argentina del siglo veinte: el regreso de Juan Domingo Perón tras 17 años de exilio. El acontecimiento es recordado como el "Día de la Militancia".

Perón volvió al país como fruto de uno de los procesos de mayor movilización popular de la historia argentina, en masividad y amplitud metodológica, para romper la estrategia de continuidad del "partido militar" y sus aliados civiles. Fueron años de lucha, de resistencia sacrificada en que la militancia peronista puso lo mejor de sí misma, tras un grito y una consigna: “Perón Vuelve”.