martes, 9 de julio de 2019

Sobre el Congreso de Tucumán y las dos declaraciones de independencia, la política (1816) y la económica (1947)

La Historia oficial, la escrita por Mitre y Cía., repetida por el aparato cultural del sistema, enseñó durante generaciones un relato simplificado de nuestra independencia nacional. Lo hizo con una visión despolitizada de la Revolución de Mayo, impregnada de liberalismo económico pro británico donde el rol del pueblo no tuvo lugar. Luego trazó un relato sintético, hasta el extremo, de la Declaración de la Independencia firmada en Tucumán en 1816, que impide ver los matices y tensiones políticas del momento histórico como también no refleja las distintas expresiones políticas y sociales que existían en aquel período.


Pero la independencia no fue un hecho irreversible y completo. Luego de Tucumán, durante décadas nuestro país se desangró en guerras civiles y por la fuerza de las armas y el poder económico, las políticas de la dependencia se impusieron en la Nación y los proyectos emancipatorios fueron derrotados. A la independencia política se le impuso una dependencia económica. 


Más de 130 años después, en otro hecho histórico, el 9 de julio de 1947 se promulgó en la misma Casa histórica de Tucumán donde se había declarado en 1816 la Independencia Política, el Acta de la Independencia Económica. Esta declaración es uno de los hechos más trascendentes del gobierno peronista. Reflejó la consolidación de la independencia nacional de los poderes fácticos mundiales, en un país sin ligaduras con el capital internacional, desendeudado, con una naciente y creciente industria nacional abasteciendo al mercado interno en expansión y con los principales resortes económicos estratégicos regulados o controlados por el Estado. Todo esto en un marco de ampliación de derechos humanos e inclusión social sin precedentes. Era la patria del pleno empleo y del Estado de Bienestar.


¿Qué vigencia tiene el 9 de julio de 1816? ¿O la declaración de Perón en 1947? En pleno siglo XXI, el legado del reciente gobierno de Macri fue la caída del empleo, la perdida del poder adquisitivo del salario real, la desindustrialización y el empobrecimiento colectivo, implementando una agenda de apertura económica muy amplia y un endeudamiento externo más gravoso aún que el que implementó la última dictadura genocida. En este marco, repensar la independencia, y en especial la económica, tiene una relevancia sustancial.


Los desafíos de hoy encuentran rápidamente un paralelismo con los postulados de la Independencia Económica de Perón de 1947 que en definitiva no es otra cosa que la vocación de independencia que tuvieron aquellos hombres y mujeres en 1816.


Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro



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El Congreso de Tucumán y la Historia

La Historia oficial, la escrita por Mitre y repetida hasta el hartazgo por el aparato cultural del sistema (ese que desnudó con genialidad Arturo Jauretche), enseñó durante generaciones un relato simplificado de nuestra independencia nacional.

Lo hizo primero con una visión despolitizada de la Revolución de Mayo, impregnada de liberalismo económico pro británico donde el rol del pueblo y los proyectos que defendían nuestra identidad no tuvieron lugar.

Luego trazó un relato sintético, hasta el extremo, de la Declaración de la Independencia firmada en Tucumán en 1816, que impide ver los matices y tensiones políticas del momento histórico como también no refleja las distintas expresiones políticas y sociales que existían en aquel período.

La independencia, entre Artigas y San Martín

Para comprender este periodo histórico debemos resaltar que el cauce nacional, revolucionario y democrático abierto por la Revolución de Mayo tuvo hitos fundamentales en ciclos históricos bien definidos.

La revolución comienza con el ciclo morenista, compuesto por la obra política de Mariano Moreno como secretario de la Junta del gobierno patrio y la feroz impronta revolucionaria que le puso al gobierno. Este incluye el período de mayo a diciembre de 1810, en que teórica y prácticamente Moreno conduce la política de la Primera Junta.

Pero luego, durante toda la década que va desde la revolución hasta 1820, hay dos caminos centrales de la política popular de nuestra nación que marcaron la historia.

1) El primero de ellos es el “ciclo artiguista”, que contiene la actuación revolucionaria de José Artigas y los caudillos federales de la Liga de los Pueblos Libres. Periodo éste que se extendió desde febrero de 1811, en que Artigas se suma a la causa patriota hasta la derrota de Artigas, Ramírez y el proyecto que con ellos nació, con hechos fundamentales como la obra del artiguismo y la derrota porteña en Cepeda, encabezada por Ramírez y López.

2) El segundo de ellos fue la gesta libertadora de San Martín. Comenzó durante su gobernación en la provincia de Mendoza (1815), que desobedeciendo las órdenes del Directorio porteño es elegido gobernador por el voto popular. Realizando en la región de Cuyo una obra tan revolucionaria como “desconocida” y negada por el esquema de la historia oficial. San Martín fue el militar genial que liberó Hispanoamérica. Comenzando por nuestra patria, pasando por Chile y Perú y culminando en un abrazo latinoamericano con Bolivar en Guayaquil. A la obra de San Martín debemos añadir otras enormes figuras como Manuel Belgrano o Martín Miguel de Güemes.

En el medio de la lucha de Artigas y San Martín, se realiza el Congreso de Tucumán donde se declara nuestra independencia.

El Congreso de Tucumán

El 24 de marzo de 1816 fue finalmente inaugurado el Congreso en Tucumán, que en realidad era la realización de un congreso ya convocado un año atrás, en continuidad de todos los intentos para realizar un Congreso Constituyente para organizar la Nación.

Acta de Independencia de 1816.
El porteño Pedro Medrano fue su presidente provisional y los diputados presentes juraron defender la integridad territorial de las Provincias Unidas. Entre tanto, el gobierno no podía resolver los problemas planteados: la propuesta alternativa de Artigas, los planes de San Martín para reconquistar Chile y Perú, los conflictos con Güemes y la invasión portuguesa a la Banda Oriental, entre otros.

Luego de una dilatada serie de reuniones, cambios políticos y presiones que detalladamente menciona José María Rosa en el Tomo III de su Historia Argentina, el 9 de julio de 1816 se resolvió considerar como primer punto el tema de la libertad e independencia de las Provincias Unidas. Los diputados no tardaron en ponerse de pie y aclamar la Independencia de las Provincias Unidas de la América del Sud de la dominación de los reyes de España y su metrópoli.

Un Congreso incompleto

Destaca Norberto Galasso, en su reciente libro “Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner” (2 extensos tomos) que la composición del Congreso de Tucumán no se corresponde, como ingenuamente creíamos cuando éramos alumnos escolares, con la representación de las provincias que actualmente integran la República Argentina. En Tucumán deliberaron diputados de regiones que no pertenecen hoy a la Argentina y, a su vez, no están representadas varias que son hoy importantes provincias de nuestra República.

En el primer caso, se hallan Charcas, Mizque, Chichas, la Plata y Cochabamba, provincias altoperuanas que hoy integran Bolivia. En el segundo, no solo se hallan ausentes aquellas habitadas en esa época por comunidades mapuches, tehuelches, matacos, tobas, etc., como son las patagónicas y las del nordeste chaqueño, sino, ademes, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y la por entonces Banda Oriental, que era parta de las Provincias Unidas. Tampoco asistirían diputados de Paraguay que fueron invitados.

Es importante marcar que la conducción política del congreso de Tucumán, como las figuras emergentes de él fueron hombres de estrechos lazos con la política del puerto de Buenos Aires. Algunas de las posturas debatidas y que fueron encarnadas por políticos presentes tenían que ver con la instauración de la monarquía como sistema político y con la entrega de la soberanía nacional como definición de fondo. Esto también fue discretamente silenciando u ocultado por la historia oficial escrita desde el puerto de Bs. As. Es por esto también que, en buena medida, es llamativa la singular relevancia que la historia oficial le otorga a estos hechos y a determinados personajes.

Entre Ríos y la Liga de los Pueblos Libres no asisten a Tucumán

Nuestra provincia, formaba parte de la denominada Liga de los Pueblos Libres que en defensa del federalismo había proclamado la independencia un año antes -1815-, en el denominado Congreso de Oriente desarrollado en Concepción del Uruguay (Arroyo de la China por entonces).  

Mientras Artigas, Pancho Ramírez y sus montoneras resistían esa lucha despareja que libraban contra portugueses en la Banda Oriental y porteños en nuestras tierras, se reúne el Congreso en Tucumán. Como vimos, los delegados de las provincias artiguistas (Entre Ríos, Santa Fe, Misiones, Corrientes y la Banda Oriental) no asisten ya que exigían el previo “reconocimiento de la soberanía particular de los pueblos” y una clara posición ante la invasión portuguesa. Pueyrredón y su partido porteño, que por entonces manejaban la política del Congreso, fueron indiferentes ante el reclamo contemplan impasibles cómo el enemigo histórico se va instalando en la Banda Oriental.

Es más, el Directorio envía entre los años 1816 y 1819 tres expediciones armadas contra Entre Ríos y dos contra Santa Fe, con la intención no declarada de realizar un movimiento de pinzas con los portugueses. Pero en Santa Fe estaba López, Ramírez en Entre Ríos y ambos jefes logran rechazar invariablemente a las tropas directoriales.

La Liga de los Pueblos libres no sólo no compartía algunas cuestiones vinculadas al manejo político del Congreso de Tucumán. Durante prolongados períodos se encontraba en una situación de guerra civil con la política del puerto de Buenos Aires.

Pero en algo compartían su punto de vista: En la necesidad de la independencia nacional de toda dominación extranjera.

El rol central de San Martín, Belgrano y Güemes

Nos cuenta el maestro Fermín Chávez, en su libro “Historia del País de los Argentinos” (un libro muy ameno y de fácil lectura, de casi 350 páginas, que humildemente creo que todes les jóvenes deberían leer para comprender la historia del siglo XIX), que el Congreso de Tucumán fue literalmente “apurado” por San Martín para que declarara la independencia.

El padre de la Patria estaba preparando su gesta libertadora pero no perdía de vista el contexto político e impuso su peso para desbalancear las relaciones de fuerza en el Congreso y hacer realidad la independencia, que fue negada en Mayo de 1810 y en la Asamblea del año 1813.

El Congreso se pudo llevar a cabo en el marco de una mínima seguridad en las provincias, provista por la victoria de San Martín en la batalla de San Lorenzo y por la presencia de las tropas del Norte y de Cuyo reorganizadas por él. Para la Declaración de Independencia, San Martín se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la élite de Buenos Aires que ya estaban negociando, tanto con España como con Inglaterra, la dependencia argentina. Sólo desacatándose del gobierno porteño, pudo realizar San Martín la Campaña de Chile y Perú y lograr la definitiva independencia.

También la figura de Belgrano presionó para llegar a la declaración de independencia. Lo hizo en una reunión secreta con los diputados del Congreso.

El caudillo salteño Miguel de Güemes desistió de las ambiciones de su provincia que quería colocar el Director del gobierno nacional en aras de la unidad del congreso y de avanzar en plan de liberación. 

Artigas y la Liga, con posiciones revolucionarias e intransigentes, también condicionaron el clima de la época y fortalecieron la ruptura definitiva con la dominación extranjera. 

Sin la obra de todos estos actores, resultaría imposible pensar los resultados finales del Congreso de Tucumán. Todos, despojados de sus intereses sectoriales priorizaron el proyecto del conjunto, el proyecto de independencia nacional.

Luego de la declaración de 1816

Pero el Congreso de Tucumán no resolvería todos los problemas. Jorge Abelardo Ramos, en su genial “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”, detalla que “ni la Asamblea del año XIII ni el Congreso de 1816 habían resuelto el problema cardinal: la cuestión del puerto, la aduana y el crédito público”. Lo que estaba en disputa era el poder político y económico. Si dominaban los intereses de la oligarquía porteña o si primaba el proyecto de la patria grande, de Artigas, San Martín y los caudillos federales.

Después del Congreso de Tucumán se desató una guerra civil que en forma intermitente pero lineal envolvió la política nacional durante casi 60 años de historia, derramando sangre por todos los rincones de la patria. Unitarios contra federales, el puerto contra el interior, pro británicos y pro imperialistas contra quienes defendían la soberanía nacional.

Artigas, Ramírez y López contra el Directorio Porteño, el asesinato de Dorrego, Rosas contra la invasión anglo francesa en la Vuelta de Obligado, la Batalla de Caseros, Mitre y la batalla de Pavón, el exterminio del gaucho y las montoneras federales, la guerra de la Triple Infamia contra el Paraguay son postales de las descarnadas guerras civiles. Algunas gloriosas victorias, otras, la mayoría, lamentables derrotas de la causa popular.

Y en ese idea y vuelta, los proyectos populares fueron derrotados, y sobre el cuerpo lacerado del federalismo se construyo una República sometida política y culturalmente y en el económico dependendiente. El sueño de 1816 quedó trunco. 

9 de julio de 1947: la Independencia Económica de Perón

Creo oportuno, venir más acá en el tiempo y rescatar un hecho que otorga sentido general al homenaje a la Declaración de nuestra independencia y al mismo tiempo nos muestra la real dimensión de la política nacional del peronismo como proceso histórico que hizo posible, en un breve periodo la independencia política y económica real de nuestra Nación.

Juan D. Perón en Tucumán, el 9 de julio de 1947.
En el mismo lugar se concretara la Independencia Política del país, en Tucumán, y como una prueba del espíritu que anima la política económica del gobierno peronista, 131 años después, en 1947, todos sus integrantes reunidos con el presidente General Juan Perón declaran la Independencia Económica de la Argentina.Con Perón, la Nación alcanza un estatus de libertad económica y política sin precedentes, que cristalizó institucionalmente en esta declaración.

Ya lo había adelantado Perón al presentar el Primer Plan Quinquenal: “Aspiramos a una liberación absoluta de todo colonialismo económico, que rescate al país de la dependencia de las finanzas foráneas. Sin bases económicas no puede haber bienestar social: es necesario crear esas bases económicas”.

Para ello es menester ir ya estableciendo el mejor ciclo económico dentro de la nación, y a eso también tiende nuestro Plan. Debemos producir el doble y a eso multiplicarlo por cuatro, mediante una buena industrialización -es decir, enriqueciendo la producción por la industria-, distribuir equitativamente esa riqueza y aumentar el estándar de vida de nuestras poblaciones”, decía Perón.

El 9 de julio de 1947, con gran despliegue oficial, se promulgó en la misma Casa histórica de Tucumán donde se había declarado en 1816 la Independencia Política, el Acta de la Independencia Económica. Esta declaración es uno de los hechos más trascendentes del gobierno peronista. Reflejó la consolidación de la independencia nacional de los poderes fácticos mundiales, en un país sin ligaduras con el capital internacional, desendeudado, con una naciente y creciente industria nacional abasteciendo al mercado interno en expansión y con los principales resortes económicos estratégicos regulados o controlados por el Estado. Todo esto en un marco de ampliación de derechos humanos e inclusión social sin precedentes. Era la patria del pleno empleo y del Estado de Bienestar.

El acta de 1947. A los interesados le recomiendo ver el muy buen sitio de La Baldrich: http://www.labaldrich.com.ar/declaracion-de-la-independencia-economica-2/


En aquella declaración, Perón habla de “reafirman la voluntad de ser económicamente libres, como hace ciento treinta y un años proclamaron ser políticamente independientes”. O sea, luego de la independencia política de 1816, el peronismo construyó la independencia económica del país.
La de Perón fue la etapa siguiente a la de 1816, la que fue frustrada por las guerras civiles y el triunfo de la política de las armas de la oligarquía porteña y el imperialismo.

Perón hablaba de:

- Reafirmar el propósito del pueblo argentino de consumar su emancipación económica de los poderes capitalistas foráneos que han ejercido su tutela, control y dominio, bajo las formas de hegemonías económicas condenables y de los que en el país pudieran estar a ellos vinculados.

- Romper los vínculos dominadores del capitalismo foráneo enclavado en el país y recuperar los derechos al gobierno propio de las fuentes económicas nacionales.

- La voluntad de ser económicamente libres, como hace ciento treinta y un años proclamaron ser políticamente independientes.

- Las fuerzas de la producción e industrialización tienen ahora una amplitud y alcance no conocidos y pueden ser superados por la acción y trabajo del pueblo de la República.

Los eslabones de nuestra línea histórica  

Mirar en retrospectiva el 9 de julio nos permite comprender las claves de nuestro presente. También encontrar un hilo conductor entre las luchas de ayer y las que hoy tenemos. Haciendo un ejercicio de memoria histórica comprendemos que existe una línea histórica que enlaza los proyectos nacionales en la Argentina, de la cual los peronistas y hombres y mujeres del campo popular formamos parte en forma inseparable.

Al igual que las guerras civiles que sobrevinieron al Congreso de Tucumán, el gobierno de Juan Perón sufrió un golpe de Estado en los que los genocidas no dudaron en asesinar, torturar y violar todos los derechos humanos, tanto en 1955 como en 1976.

Mirando hacia atrás comprendemos que la claridad y la pasión revolucionaria de Mariano Moreno y Belgrano, se unen al Federalismo de Artigas, Ramírez y López, a la gesta emancipadora de San Martín, a la declaración de Independencia y a los caudillos federales. Y así, pasando por una dilatada colección de patriotas como Dorrego, Juan Manuel de Rosas, las últimas montoneras de López Jordán y Felipe Varela, el Mariscal Solano López del Paraguay, Yrigoyen, Jauretche, Scalabrini Ortiz, etc., llegamos a Juan y Eva Perón y más acá en el tiempo a la Resistencia Peronista, al 73, a Néstor Kirchner y nuestro presente.

La vigencia del 9 de Julio

¿Qué vigencia tiene el 9 de julio de 1816? ¿O la declaración de Perón en 1947? En pleno siglo XXI, en un presente signado por la caída del empleo, del salario real, la desindustrialización y el empobrecimiento colectivo, el gobierno nacional lleva adelante una agenda de apertura económica muy amplia con acuerdos con la Unión Europea e incluso explora relanzar un acuerdo de libre comercio con EEUU al estilo ALCA. El FMI ejerce un tutelaje político en función de los acuerdos de asistencia financiera que el gobierno firmó con este organismo. En este marco, repensar la independencia, y en especial la económica, tiene una relevancia sustancial.

Los desafíos de hoy encuentran rápidamente un paralelismo con los postulados de la Independencia Económica de Perón de 1947 que en definitiva no es otra que la vocación de independencia que tuvieron aquellos hombres en 1816.