viernes, 1 de mayo de 2020

Día de la Constitución: El Pronunciamiento contra Rosas, Urquiza y Aramburu

Estimad@s: Acá les dejo unas ideas que escribí hace un tiempo sobre el Día de la Constitución, que se celebra cada 1º de Mayo, desarrollando algunas razones para que no sea celebrado en esta fecha. 

Además de resaltar que el 1° de mayo se superpone con el homenaje a les trabajadores, la nota explica las dificultades e inconsistencias históricas y constitucionales para afirmar que aquel 1° de Mayo de 1853 efectivamente se sancionó una constitución para tod@s. 

Luego añade otro argumento: el 1° de mayo de 1956, en la Plaza Ramírez de nuestra localidad de Concepción del Uruguay, en un hecho nefasto para el derecho constitucional, la dictadura que presidía Pedro E. Aramburu llevó a cabo el acto institucional de derogación de la Constitución de 1949, que había incorporado en forma vanguardista los derechos sociales y el Estado de Bienestar a la carta magna.


En la Plaza Francisco Ramírez de Concepción del Uruguau, Aramburu derogó la Constitución de 1949 el 1 de Mayo de 1956, en repudio a Rosas y al propio Perón, defendiendo la línea histórica Mayo - Caseros - Septiembre. 


La nota original se publicó en el blog de mi amigo Domingo Rondina (https://www.constitucional.com.ar/), uno de los más lúcidos e interesantes doctrinarios de las nuevas generaciones de constitucionalistas del país. Con el ingenio de siempre, Domingo tituló la nota así: "La constitución de Aramburu". Ahora la replico en Contra Legem con algunos agregados y recortes.


Escribe: A. Gonzalo García Garro


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El primer 1º de Mayo. 1853

Es cierto que el 1º de Mayo de 1853 los Convencionales Constituyentes dieron lectura al texto definitivo de la Constitución elaborado por las comisiones, a los fines de cotejar las enmiendas y cambios de los distintos debates. 

Historiadores revisionistas consideran que la mayoría del texto constitucional sancionado en 1853 fue obra de Benjamín Gorostiaga, a excepción de la parte dogmatica sobre la que no está clara la autoría. Ciertamente no fue una obra para nada original, ni muy apegada al ser nacional, tampoco fue funcional. Alrededor de 60 artículos de la Constitución Nacional de 1853 fueron reproducciones literales de la Constitución de Estados Unidos. Casi el 60% de los artículos eran copiados. 

Retrato de la Convención Constituyente de 1853, sancionada el 1 de Mayo de 1853, a pedido de Urquiza en homenaje al pronunciamiento contra Rosas.
En aquella jornada, el presidente del Congreso Constituyente, Facundo Zuviría, pronunció un encendido discurso y, a propuesta del constituyente Benjamín Gorostiaga, los convencionales firmaron el texto constitucional. Eso pasó. Nadie juró por esa Constitución aquel día nos cuenta José Rafael López Rosas, en su “Historia Constitucional Argentina”.

Para aclarar aún más, cabe recordar que Urquiza toma contacto con el texto Constitucional luego de que una comisión designada por la Convención Constituyente se lo acercara a su campamento en San José de Flores el 22 de mayo. El entrerriano promulga el texto con un decreto fechado el 25 de Mayo de 1853 y la misma fue jurada por el resto de las provincias el 9 de julio del mismo año, con Urquiza incluido.

Sin sopesar la postura que cada uno pueda tomar en relación a las guerras civiles del siglo XIX, es claro que el 1º de Mayo fue, entonces, una fecha arbitrariamente dispuesta en función de su relación con el Pronunciamiento de Urquiza contra Rosas del 1º de Mayo de 1851, que abrió un proceso que culminó con la Batalla de Caseros en la que fue derrotado Juan Manuel de Rosas; vinculando así el homenaje a nuestros derechos con el desenlace de una guerra civil.

Urquiza se auto homenajeó eligiendo el 1° de Mayo como fecha.  

Dos Estados, dos Constituciones

Pero la Constitución de 1853 no fue la definitiva. Ese texto se modificó en la Convención Nacional Constituyente de 1860, completando lo que Bidart Campos llamaba el ciclo constitucional abierto que culmina la denominada “Organización Nacional”.

Si bien el Derecho Constitucional suele reducir este proceso con fines de simplificación pedagógica, y en algunos casos para avalar las mentiras de la historia oficial, una retrospectiva de homenaje no puede soslayar que la calificación de este período como de “Organización Nacional” es aceptable sólo si se considera en particular un aspecto institucional, ya que fue durante éste que se sanciona la Constitución.

Pero, para la política y la historia, este concepto es tramposo, ya que durante todo el período mencionado (1853-1860) se encontraban en estado de guerra permanente dos Estados, dos entidades jurídicas diferentes en el mismo territorio de lo que hoy es Argentina: La Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires.

Mientras “los trece ranchos”, como despectivamente llamaba Mitre a las provincias de la Confederación, discutían la Constitución en Santa Fe, los centralistas de Buenos Aires se organizaban como Estado independiente y soberano.

La Constitución de 1853 no tuvo imperio sobre la parte más densamente poblada y económicamente más desarrollada de nuestro país durante años. La Constitución del Estado de Buenos Aires, sancionada el 11 de abril de 1854, rezaba en su Art. 1º “Buenos Aires es un Estado con libre ejercicio de su soberanía interior y exterior”.

El país de Mitre y Valentín Alsina tenía su propia declaración de derechos y poderes. El “Estado Libre de Buenos Aires” y la “República del Río de la Plata” tuvieron relaciones tormentosas y reglaban sus acuerdos como si fuesen dos naciones extranjeras.

Tuvo que ocurrir la batalla de Cepeda y luego infamia de Pavón, tuvo que vencer Urquiza y firmar como un general derrotado regalando la constitución y le poder a Mitre, para que en 1860 tengamos finalmente una sola Constitución para un solo país.

Las batallas de Urquiza trazaron la ruta de la Constitución. El genial Juan Bautista Alberdi con su inefable mordacidad lo explicaba: “¿Para qué ha dado Urquiza tres batallas? Caseros para ganar la Presidencia, Cepeda para ganar una fortuna y, Pavón para asegurarla”. En el medio de esas batallas se consolidó lo que el constitucionalismo liberal clásico llama el periodo constitucional fundacional de 1853-1860.

El peor primero. 1º de Mayo de 1956, la Constitución y la Revolución Libertadora

Pero las razones no se agotan ahí. Ya adentrándonos en el siglo XX, el 1º de Mayo tampoco es una fecha precisamente laudatoria de nuestra historia constitucional, ni de nuestro respeto a la Constitución.

Corría el año 1956, y el golpe de Estado que derrocó a Juan Perón, autodenominado “Revolución Libertadora”, se proponía derogar la Constitución de 1949. El pretexto era que en ella se regulaba la reelección presidencial. Pero las razones que adujo el propio prisidente de facto Pedro Eugenio Aramburu tenían que ver con el programa económico y social trazado por la Carta Magna del ‘49 y la incorporación plena de los derechos sociales al catálogo constitucional.

Días previos a otro 1º de mayo, la dictadura de Aramburu, Rojas y cía. dictó la famosa “Proclama del 27 de abril”. Independientemente de la valoración que hagamos del primer peronismo, “La Proclama” fue una aberración constitucional por la cual un gobierno de facto derogaba una Constitución legítimamente sancionada y plebiscitada democráticamente por la mayoría de los argentinos.

En su artículo 1 la Proclama decretaba: “Declarar vigente la Constitución Nacional sancionada en 1853, con las reformas de 1860, 1866 y 1898, y la exclusión de la de 1949”. Iba más lejos, también disponía: “Declaránse vigentes las Constituciones provinciales anteriores al régimen depuesto” (art. 3)” y “Déjanse sin efecto las Constituciones sancionadas para las provincias de Chaco, La Pampa, y Misiones” (art. 4).

Pero para el 1º de Mayo de 1956, la dictadura tenía prevista la gran sorpresa Constitucional: El presidente de facto, el general Pedro Eugenio Aramburu, desde la emblemática plaza Ramírez de la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay -el mismo lugar donde Justo José de Urquiza realizó el Pronunciamiento contra Rosas 105 años antes-, leyó la Proclama y anunció definitivamente al pueblo argentino la derogación de la Constitución de 1949.

En la ocasión, Aramburu realizó un singular e incomprensible discurso orientado a la celebración del Día del Trabajo que tenía como destinatario a lo trabajadores, día que había adquirido enorme centralidad durante el peronismo.

Aramburu, en una suerte de alegato jurídico-político, negó con argumentos reaccionarios toda la matriz jurídica de los derechos sociales cristalizados en 1949, cuestionó el rol de los sindicatos, la estructuración de la central obrera, bastardeó la legislación laboral, etc., justo un 1 de mayo…

Aquel día, Aramburu dijo cosas desopilantes de la Constitución de 1949 y la legislación peronista como:

a) “La mayor parte de las medidas sociales que sirvieron para la gran farsa y para crear el mito de amparo a los necesitados”;

b) En una proto versión de la teoría del derrame, afirmó: “A mayor producción mayores ingresos para los patrones y mayores ingresos para los trabajadores…La capitalización de los patrones supone capacidad para la creación o ampliación de las fuentes de riquezas, esto es, de trabajo”;

c) Sostuvo que “que la falsa Constitución, creada por quienes buscaron la gloria efímera y el halago demagógico, quede en el recuerdo de lo efímero y con el valor de lo demagógico”.

d) En un contexto en que los dirigentes sindicales eran perseguidos, denunciados y en casos encarcelados por la dictadura expresó cínica, pero amenazantemente, que: “La Revolución, y que esto llegue a los oídos de todos los trabajadores… ataca y lucha contra los hombres y las ideas que las burlaron y reserva las armas limpias para luchar y vencer a los hombres o las ideas pretendan burlarlas… las investigaciones gremiales han de finalizar, indefectiblemente, durante el mes en curso. De sus conclusiones dependen muchas suertes. La Revolución no permitirá que aquellos que hubiesen faltado a sus deberes tengan oportunidad de hacerlo nuevamente”.

Aramburu rinde homenaje a Urquiza

En el acto en Plaza Ramírez, Pedro Eugenio Aramburu rindió homenaje a Justo de José de Urquiza e hizo pública la “derogación” de la Constitución de 1949.

Las citas textuales del discurso de Aramburu las extraje de este libro. Es un texto de propaganda y difusión de la dictadura militar publicado en 1956
Elogiando el espíritu del pronunciamiento de Urquiza contra Rosas del 1 de mayo de 1851, Aramburu, reivindicando la línea histórica de la dictadura “Mayo-Caseros-Septiembre” afirmó: “…El 1° de Mayo de 1851, en este mismo lugar, hombres amantes de la dignidad pronunciaron la libre decisión de ser dueños de sus destinos… La revolución, tan necesaria como argentina, quiere identificarse con el espíritu de Mayo que es, para la nacionalidad, tres veces luz: vieja, nueva y eterna. En la parábola histórica marca otra cumbre la Constitución Nacional sancionada otro 1° de Mayo dos años después…”.

Refiriéndose a la “derogación” de la Constitución de 1949 y la puesta en vigencia de la Constitución de 1853-60 añadió: "...Y en honor de aquellos inspirados… hoy el Gobierno Revolucionario, proclama con fuerza obligatoria la vigencia de aquella misma Constitución. Con su letra, y con la sangre de su letra, se hizo una Nación por sobre la desorganización y el despotismo. Que hoy sirva la misma letra y la sangre derramada, para inspirar a quienes fijen en la oportunidad la nueva Carta que rija sus destinos…”.

Identificando a la dictadura autoproclamada como Revolución Libertadora con los ideales de Caseros y la Constitución de 1853, Aramburu afirmó: “… Aquella Constitución que hoy vuelve a regirnos, foco de irradiación de grandeza, se enlazará con la nueva expresión que también asegure la verdad imperativa de las tres libertades imperativas de nuestro himno”.

En el medio del homenaje, entre la reivindicación a Urquiza, la trillada prosa antiperonista y el auto elogio, la dictadura hizo desaparecer los derechos sociales de la Constitución Nacional, al igual que cláusulas de vanguardia sobre el rol del Estado en la economía y la propiedad de los recursos naturales, entre otras disposiciones de una constitución que era de vanguardia en el mundo. Hizo desaparecer de la historia constitucional un instrumento que fue legitimado por la inmensa mayoría del pueblo argentino. 

Día Internacional de los Trabajadores. No superponer homenajes

En otro argumento, y en un tópico ya deslizado en otra nota, la fecha del 1º de mayo coincide con el Día Internacional de los Trabajadores, que es por si sola una fecha de enorme trascendencia. Creemos que por la relevancia de los hechos, celebrarlos juntos resulta en una disminución de la importancia de ambos recordatorios.  Y creemos que hay sobradas razones para que prevalezca el día de los trabajadores en dicha fecha.

Que el Día de la Constitución nos signifique algo

En diciembre de 2003, el Congreso Nacional, sin pensar en todos estos claroscuros, dictó la ley 25863 eligiendo el 1º de mayo como día de la Constitución Nacional. Por entonces fue un pedido de legisladores, que en mayoría, estaba ligado a la UCR.

Existen muchas fechas simbólicas que pueden encarnar el “Día de la Constitución”. 

Ya hemos dicho que nos gusta el 23 de septiembre. En esa fecha, la Convención Nacional Constituyente de 1860, reunida en Santa Fe, dispuso: “La Convención encargada de decidir sobre las reformas propuestas por la Provincia de Buenos Aires, en la Constitución de la Confederación Argentina de 1° de Mayo de 1853, habiéndolas tomado en consideración, sanciona las siguientes reformas (…)

Pero además, el 23 de septiembre se recuerdan llamativamente tres hechos muy significativos en nuestra historia patria: nació Mariano Moreno (1778), se estableció el centralista Primer Triunvirato de Paso, Chiclana y Sarratea (1811), murió José Gervasio de Artigas (1850) y se promulgó por iniciativa de Eva Perón la ley de voto femenino (1947). No estaría mal que recordemos también estos jalones importantísimos de nuestra biografía colectiva.

Creemos que son muchas las fechas que pueden ocupar este lugar, pero para que tenga sentido un homenaje de esta naturaleza la fecha debe decirle algo al pueblo, significar cuestiones trascendentes. Debatirlo sería algo esclarecedor seguramente. Pero, sin dudas, hay muchos mejores días que este controvertido 1º de Mayo, que cobija algunas albas y muchos crepúsculos en su derrotero histórico, para rendir homenaje a la Constitución Nacional.