(El presente es un texto que fue publicado y difundido por la Comisión para la estudio de la Vida, Obra y Legado de Francisco Ramírez que encabezaba el ex gobernador Jorge Busti, en ocasión del bicentenario del Tratado del Pilar en 2020).
El pacto se firmó luego de la victoria de las fuerzas de Ramírez y López (también acompañados por fuerzas correntinas y misioneras) frente al ejército porteño y unitario en la Batalla de Cepeda del 1 de febrero de 1820.
En la cañada de Cepeda, en una atropellada de las montoneras federales, se definió la suerte del Directorio porteño. El triunfo de Cepeda expresó un enorme hito en la lucha del federalismo argentino, y fue también la primera expresión política de las mayorías populares en favor de la república y el federalismo. La derrota del Directorio Porteño fue el triunfo de la democracia y la muerte definitiva de las aspiraciones monárquicas de los sectores conservadores de las elites porteñas.
Francisco Ramírez, por entonces con tan sólo 34 años, estuvo al frente del Ejército Federal. El historiador entrerriano Aníbal Vásquez, en su obra “Ramírez”, afirma: “El triunfo de Cepeda consagró con rasgos inconfundibles la personalidad política y militar de Ramírez y abrió la conciencia y la mentalidad del pueblo argentino a las auras de las nuevas doctrinas institucionales que deberían imperar en el país, satisfaciendo las aspiraciones de la mayoría democrática… Vientos democráticos de renovación y reformas soplaron desde entonces, infiltrándose en los espíritus, disipando los prejuicios conservadores aceptados en silencio como verdades absolutas…El magno esfuerzo de la democracia gaucha estaba realizado con perspectivas esplendorosas y brillantes…”.
Consecuencia de la batalla de Cepeda, el 23 de febrero de aquel 1820, Ramírez y López firmaron con Sarratea la célebre convención en la capilla del Pilar. Es instrumento jurídico breve, de apenas doce artículos, pero que tuvo repercusiones institucionales e históricas enormes.
El Tratado fue el fin jurídico del proyecto centralista y aristocrático del Directorio Porteño del partido unitario y terminó con las hostilidades de Buenos Aires con las provincias del Litoral.
En términos de nuestra organización nacional, el tratado es uno de los pactos preexistentes a los que refiere la Constitución Nacional de 1853 en su Preámbulo. Es el primero de ellos.
Para los entrerrianos y entrerrianas el Tratado del Pilar significa el primer hecho político e institucional de trascendencia como provincia, la primera manifestación significativa como ente político y soberano. En términos culturales e históricos, fue la primera expresión institucional de la entrerrianía, la primera irrupción de nuestra provincia en el contexto nacional enarbolando las banderas democráticas, igualitarias y federales, que encuentran antecedentes en la causa de José Artigas, el Congreso de Oriente de 1815 y la Liga de los Pueblos Libres.
El Tratado del Pilar fue también la primera expresión constitucional del federalismo argentino. En su primer artículo hace referencia expresa la necesidad de la organización federal del país.
Sobre la significación histórica del Tratado del Pilar y el rol de Francisco Ramírez, el historiador Martín Ruiz Moreno, en su obra “Contribución a la Historia de Entre Ríos” expresa: “Es fuera de duda que el General Don Francisco Ramírez fue uno de los gobernantes de aquella época que más influyó en los primeros años de nuestro organismo republicano, en favor de las ideas federativas… El Art. 1 del tratado público del Pilar establece como un hecho conocido por los gobiernos de Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe, el sistema federal… se reconoce como una institución fundamental el régimen federativo, establecido de hecho ya, pero consignado por primera vez en un documento público…”.
Este es el gran valor de Cepeda y del Tratado del Pilar, fue la entrada de los caudillos federales y las masas del Litoral en la historia nacional. Fue el tiempo en que hombres espontáneamente surgidos de sus realidades locales, del pueblo de los rincones del interior federal y profundo, construían la historia. Era tiempo de caudillos que tuvieron la responsabilidad histórica de reencauzar de manera pragmática y progresiva nuestra patria al cauce democrático e igualitario que había nacido en la Revolución de Mayo.
A 200 años del Tratado del Pilar, destacamos que este pacto es una de las grandes glorias históricas de Francisco Ramírez. Por hechos tan significativos como este, que hacen a los pilares sobre los que se construyó la organización nacional, es fundamental, y en especial para las nuevas generaciones, recordar y rendir homenaje a nuestro Francisco “Pancho” Ramírez.
Comisión para la estudio de la Vida, Obra y Legado de Francisco Ramírez. Dr. Jorge Pedro Busti. Dr. Alejandro Gonzalo García Garro. Dra. Flavia Martínez Aquino. Prof. Rubén Bourlot.
La
Batalla de Caseros es el gran tema de la historia entrerriana y uno de los
pilares de la historia "oficial" argentina. Abordarlo nunca es
sencillo, ya que el debate se enciende rápidamente. Las argumentaciones deben
ser claras, fundadas, por lo que son extensas casi siempre. Pero, aun así, se
suele caer en posturas tan antagónicas como apasionadas.
Ya he escrito sobre
Caseros, pero en esta oportunidad quiero centrarme en forma puntual en la visión que tenía Juan
Perón, nutrida por el revisionismo histórico, sobre Caseros, Rosas y Urquiza.
Para
explicar este punto concreto voy a recurrir a una serie de textos que grafican el pensamiento histórico
de Juan Perón, respecto a Rosas, Urquiza y Caseros, en distintas etapas de su
vida, y a unos hechos puntuales que contribuyen a la explicación.
Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro
La
carta del joven oficial militar con sentido histórico nacionalista
Ya en forma temprana, en la juventud de un militar
de carrera, Perón se refiere a Rosas con conceptos elogiosos. Sacando a relucir
un profundo sentido nacionalista, en una carta a su padre, fechada el
26/11/1918, Perón expresa: “...Francia e
Inglaterra siempre conspiraron contra nuestro comercio y nuestro adelanto...En
1845 llegó a Buenos Aires la abrumadora intervención anglo-francesa; se libró
el combate de Obligado, que no es un episodio insignificante de la Historia
argentina, sino glorioso porque en él se luchó por la eterna argentinización
del Río de la Plata por el cual luchaban Francia e Inglaterra por política brasilera
encarnada en el diplomático Vizconde de Abrantes. Rosas, con ser tirano, fue el
más grande argentino de esos años y el mejor diplomático de su época...Fue
gobernante experto y él siempre sintió un gran odio por Inglaterra porque esta
siempre conspiró contra nuestro gran río, ese grato recuerdo tenemos de Rosas
que fue el único gobernante desde 1810 hasta 1915 que no cedió ante nadie, ni a
la Gran Bretaña y Francia juntas...Rosas antes que todo fue un patriota...”.
En la misiva, la que tomó del gran libro de Perón de
Norberto Galasso, ya se visualiza con claridad una lectura nacionalista de la
historia del por entonces joven oficial, propia de las corrientes revisionistas
que estaban aún naciendo en esos días. Su perspectiva geopolítica es antibritánica
y anti brasileña, tesis que sistematizará décadas después en forma brillante
José María Rosa en su imprescindible obra “La caída de Rosas”.
Sobre
el primer peronismo y la política de la historia
Rosas y Urquiza
Quienes buscan ejemplos de un Perón que reivindique Caseros,
o que sea proclive a la historia oficial y su panteón de próceres, suelen
argumentar invocando el hecho de que, en ocasión de la nacionalización de los
ferrocarriles en 1948, todas las líneas, incluso las que no eran británicas fueron
rebautizadas. Y allí Mitre, Roca, Sarmiento y Urquiza tuvieron una línea. Igual
que Belgrano y San Martín. En esta lectura, algunos historiadores liberales se “entusiasman”
al punto de afirmar que Perón era mitrista, lo cual es falso y sólo basta con
leer pasajes como la carta del apartado anterior para reconocer que no es
cierto.
Desde el revisionismo, esta decisión tiene varias
interpretaciones. La más utilizada es que Perón, por una cuestión pragmática,
entendía que dar batallas culturales contra la historia oficial era innecesario
en ese momento, dado que demasiados frentes de lucha estaban abiertos con una revolución
política que estaba cambiando las relaciones de fuerza y enfrentando los
poderes fácticos del país. “Para que meterme con los muertos si demasiados problemas
tengo con los vivos” sería la síntesis de esta postura. Rescatan el hecho de
Perón era un gran conocedor de la historia, profesor de Historia Militar en el
Escuela Superior de Guerra y colaborador en investigaciones históricas por lo
que una toma de postura en la nomenclatura y la toponimia no se le pudo pasar
por alto.
Otra lectura revisionista argumenta que Perón era un
tanto indiferente al revisionismo como herramienta política, con el que simpatizaba
por su esencia nacionalista pero no lo asumía como versión institucional de
nuestro pasado. Sostiene que Perón fue formado en una educación liberal que en términos
historiográficos hacía propia la historia de Mitre, al igual que el Ejército en
donde se formó posteriormente. Entienden que la adhesión de Perón al
revisionismo histórico se fortaleció y se hizo postura política oficial recién con
el golpe de Estado de 1955, cuando en el exilio y la lejanía del poder
experimentó los mismos avatares existenciales que San Martín y Rosas, lo que
forzó una interpretación más profunda de la historia argentina.
Pero el peronismo ya mostraba claras señales de
abrazar al revisionismo y reivindicar a Rosas durante su primer periodo. En el
curso del año 1954 se comenzó a dar forma a la Organización Popular por la Repatriación
de los restos de Rosas, que estaba integrada en su Consejo Plenario por figuras
tales como John William Cooke, José María Rosa, Ernesto Palacio, Carlos
Ibarguren, Manuel Gálvez y Fermín Chávez, entre otros.
Libros de Norberto Galasso y José María Rosa, el último una joya de mi biblioteca, edición publicada en España en 1958.
Cooke, por abordar sólo un ejemplo, como peronista
militante, tenía plena conciencia del valor del conocimiento del pasado
histórico para la comprensión del presente. En uno de sus deslumbrantes
discursos en la Cámara de Diputados, en ocasión de un homenaje al historiador
Saldías, denunció a la historia oficial, reivindicó a Rosas y puso en
entredicho a Caseros pos su significado político, cultural e histórico: “Nuestra historia Señor Presidente, fue
maliciosamente deformada por el grupo dirigente que, después de la caída de
Rosas, se encaramó en los comandos económicos, políticos y sociales. Ella no ha
sido falseada sin motivos; ya que la oligarquía argentina ha sido muy
cuidadosa. Cada vez que conquistó el poder, ya sea en la época de la oligarquía
del puerto de Buenos Aires, la oligarquía iluminista directorial, ya sea
después del 53, una vez que tuvo en sus manos los medios de dirigir al país, no
descuidó el comando conceptual, el dominio de las ideas. Al mismo tiempo que
consumaba la tremenda entrega económica del país, de la que recién ahora
estamos saliendo, consumó la entrega conceptual ligándonos a una serie de
dogmas que han constituido uno de los eslabones más pesados de la cadena del
yugo extranjero.”
El
golpe del 55 y la línea Mayo- Caseros- Septiembre
Transcurría el año 1956, y el golpe de Estado que
derrocó a Juan Perón, autodenominado “Revolución Libertadora”, se proponía
derogar la Constitución de 1949. Las razones que adujo el propio presidente de
facto Pedro Eugenio Aramburu tenían que ver con el programa económico y social
trazado por la Carta Magna del ‘49 y la incorporación plena de los derechos
sociales al catálogo constitucional.
De ese libro son las declaraciones de Aramburu.
Días antes del aniversario del pronunciamiento de
Urquiza, la dictadura de Aramburu, Rojas y cía. dictó la famosa “Proclama del
27 de abril”, una aberración constitucional por la cual un gobierno de facto
derogaba una Constitución legítimamente sancionada y plebiscitada
democráticamente por la mayoría de los argentinos. El 1º de Mayo de 1956 la
dictadura, desde la emblemática plaza Ramírez de la ciudad entrerriana de
Concepción del Uruguay -el mismo lugar donde Justo José de Urquiza realizó el
Pronunciamiento contra Rosas 105 años antes-, leyó la Proclama y anunció
definitivamente al pueblo argentino la derogación de la Constitución de 1949. En
el acto Aramburu rindió homenaje a Justo de José de Urquiza.
Elogiando el espíritu del pronunciamiento de Urquiza
contra Rosas del 1 de mayo de 1851, Aramburu, reivindicando la línea histórica
de la dictadura “Mayo-Caseros-Septiembre” afirmó: “…El 1°de Mayo de 1851, en este mismo lugar, hombres amantes de la
dignidad pronunciaron la libre decisión de ser dueños de sus destinos… La
revolución, tan necesaria como argentina, quiere identificarse con el espíritu
de Mayo que es, para la nacionalidad, tres veces luz: vieja, nueva y eterna. En
la parábola histórica marca otra cumbre la Constitución Nacional sancionada
otro 1° de Mayo dos años después…”.
Perón
y “Los Vendepatria”
Ya en el exilio, desde Venezuela, en 1957 Perón
publica “Los Vendepatria". En ese texto expone magistralmente la línea
histórica de la cual el mismo Perón es la expresión por entonces contemporánea.
En el capítulo V del libro, “La dictadura y el
pueblo”, en el apartado “La dictadura y la historia”, traza magistralmente los
paralelismos históricos y se refiere a Rosas y Caseros: "El Gobierno del Brigadier General Don Juan
Manuel de Rosas es, sin duda, la elocuencia más evidente de esa sorda lucha. El
debió enfrentar, no sólo el ataque de las escuadras inglesa y francesa, sino
también a los traidores de dentro aliados a los enemigos externos de la Patria,
hecho que hiciera reclamar al general San Martín, que ni el sepulcro podría
borrar para ellos semejante infamia y que lo impulsara a donar su espada a
Rosas como reconocimiento de argentino a su labor en defensa de la dignidad e integridad
de la Patria, no solo contra los enemigos externos sino también contra los
traidores emboscados"..."La dictadura (Aramburu / Rojas), ha invocado
la "Línea Mayo-Caseros" que manifiesta seguir. Es indudable que su
confección es real. Ellos como Alzaga, Liniers, Alvear, etc, los enemigos de
Rosas, tienen su línea indiscutible; la de la traición a la Patria...".
En el libro, Perón hace propia una editorial del
Diario Palabra Argentina (del 1/12/55) y narra: “...Caseros no es una derrota de una concepción política sino la
circunstancial de un hombre. Se triunfó militarmente sobre un gobernante (Rosas),
pero se reinició al país en el camino de la tragedia, Caseros no fue la
liberación de la dictadura sino la declinación del sentido nacional de
personalidad y soberanía. No fue el triunfo de una doctrina nuestra, sino la
imposición por la fuerza de un espíritu formado en filosofías e intereses
extraños. No fue una revolución interna, sino una conjura extranjera que
persiguió el debilitamiento argentino y que explotó hábilmente las ambiciones
políticas de segundones y adversarios...En Caseros se inició el proceso de declinación
política, económica y moral que abrió al país una etapa dramática de anarquía y
desconcierto, de envilecimiento y entreguismo, de guerras civiles y luchas
separatistas, de gobiernos fraudulentos e instituciones corruptas...¿Cómo
pueden el Gobierno Provisional invocar los ideales de Caseros? ¿A qué ideales
se refiere? Si la Revolución de Septiembre constituye la repetición de Caseros,
preferimos el horror de la “tiranía” a la caída vertical de la Patria”.
Breve Historia de la Problemática Argentina de Eugenio P. Rom, Los Vendepatria de Perón (edición especial del Instituto Nacional Juan Domingo Perón) y La Vuelta de Don Juan Manuel de Fermín Chávez.
La
Resistencia Peronista y la línea San Martín, Rosas y Perón
El encuentro entre Rosas y Perón tuvo su punto más
alto en los años de la resistencia peronista. Arturo Jauretche señalará
cáusticamente: "La Línea
Mayo-Caseros ha sido el mejor instrumento para provocar las analogías que
establecen entre el pasado y el presente la comprensión histórica...! Flor de
revisionistas estos Libertadores! Para perjudicar a Perón lo identificaron con
Rosas, y Rosas salió beneficiado en la comprensión popular. Caseros se
identificó con septiembre de 1955 y los vencedores con los gorilas...".
Las décadas del 60 y 70 fueron de movilización
popular y lucha armada. Estos años coinciden con la época de oro del
revisionismo histórico y con un avance notable de la corriente nacional y
popular, acompañada por la "izquierda nacional" y las vertientes más
radicalizadas del peronismo. El pasado se politiza y en esas polémicas la
figura de San Martín se resignifica y la de Juan Manuel de Rosas es
reivindicada por el revisionismo histórico y los sectores populares.
Nuevos historiadores señalan y difunden en sus
escritos el gesto político de San Martín de legar su sable a Juan Manuel de
Rosas. El revisionismo rosista-peronista de los años de oro levantó la donación
del sable hecha por San Martín a Rosas como la convalidación de los méritos
históricos del Restaurador para integrar el panteón nacional. Espacio que la
historiografía liberal le había negado y seguirá haciéndolo hasta la
actualidad. Por esos mismos años 70, la JP, en estado de movilización permanente,
provocaba al generalato de Lanusse con cánticos como éste: "generales de cartón, generales son los nuestros: San Martín,
Rosas, Perón”.
Caseros
y Urquiza en “Breve Historia de la Problemática Argentina”
En 1967, Eugenio P. Rom entrevista a Perón en Madrid
y allí nace el libro que se conocerá como “Así hablaba Perón” (título con
connotaciones del libro canónico de F. Nietzsche, “Así habló Zaratustra”). De
esa entrevista se obra un resumen específico sobre historia argentina, que se
editó y publicó luego con el título “Breve Historia de la Problemática Argentina”,
de Juan D. Perón, compilado por Eugenio P. Rom.
En esta obra, Perón, sin eufemismos, se refiere a Urquiza
y a la caída de Rosas y sostiene: “En eso
estaban las cosas al comienzo del año 1851, cuando se produce el hecho más
increíble de la historia argentina y uno de los acontecimientos más vergonzoso
de la historia universal. El general en Jefe del Ejército de Operaciones
argentino para la guerra contra el Brasil; Don Justo José de Urquiza, entra en
tratativas con el enemigo para pasarse a él y arrastrar a las tropas que el
país ha puesto bajo su mando y responsabilidad. Así también todos los
pertrechos y armamentos a su disposición...Urquiza se pronuncia en mayo de ese
mismo año contra Rosas. Ya ha “arreglado” con el Brasil...Urquiza, con su ejército
reforzado con las tropas tomadas de Oribe, con más las tropas del ejército
brasileño, emprende el camino de Buenos Aires. Cuenta con casi 40.000 hombres.
Antes de movilizarse ha exigido que se le dé “todo el dinero prometido. Se le
da la mayor parte, “el resto” al entrar a Buenos Aires...Ante la entrada de las
tropas brasileñas al territorio argentino, Rosas recibe numerosas adhesiones.
Entre ellas la de varios jefes unitarios, que se sienten repugnados por lo que
está ocurriendo y vienen a ofrecer sus espadas para luchar contra el extranjero
y contra los traidores...”.
Sobre el significado de Caseros, Perón añade: “La batalla se dio en Morón. Las fuerzas
nacionales poco pudieron hacer contra un enemigo que las duplicaba en número y
armamentos. La historia escolar, la conoce como de “Caseros”, porque los
brasileños exigieron que así se llamara, dado que a la División de ese país le
tocó pelear en un sector conocido como “Palomar de Caseros”. En la historia de
Brasil, se llama “la revancha de Ituzaingó” y “fin de la guerra contra Argentina”.
En todas las ciudades de ese país, hay una calle o avenida que lleva su nombre.
¡Es lógico! Lo realmente increíble, es que en Buenos Aires y varias ciudades
del interior, también hay calles que se llamen así...El 20 de febrero de 1852,
aniversario de la batalla de Ituzaingó, el ejército brasilero entró en Buenos
Aires, con charangas y banderas desplegadas a su frente. Se fusiló y degolló a
tanta gente, que el río que cruza Palermo, dicen los testigos de la época,
bajaba con sus aguas de color rojo”.
La
carta a Fermín Chávez y la fraternidad de los exiliados
El 20 de octubre de 1970, Juan Perón le envió a
nuestro historiador entrerriano Fermín Chávez una carta que este publica luego en
su libro "La vuelta de Don Juan Manuel”.
En la misiva, Perón se refiere a Rosas y expresa: "Don Juan Manuel, el primero que
después de San Martín muere en el exilio por haber defendido dignamente la
soberanía popular y la independencia de la Patria. Los que se han dicho
sanmartinianos parecen no haber comprendido la lucha contra el colonialismo que
realizó Rosas, lo que San Martín vio claro a quince mil kilómetros de
distancia. Él le rindió a Rosas, el mejor homenaje que un soldado puede rendir
a otro soldado: su sable libertador...".
Perón manifiesta que Rosas es el segundo muerto en
el exilio "por haber defendido
dignamente la soberanía popular y la independencia de la Patria". San
Martín fue el primer gran muerto en el exilio y por la misma causa que Rosas.
Perón escribe la mencionada carta a Chávez también desde su exilio en España.
Juan Perón, que comprendía los avatares de la historia, desde su propio exilio
cierra la tríada, la línea histórica nacional y popular, San
Martín-Rosas-Perón.
Las
últimas reivindicaciones a Rosas del peronismo
Monumento en homenaje a Rosas (CABA).
A pedido del historiador revisionista José María
Rosa y por medio de la Ley Nº 20.770 con fecha 16 de noviembre de 1974 se
declaró el 20 de noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", en
conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado. Perón aquí valida, como
presidente, el homenaje institucional a Rosas. Entre otros conceptos, los
considerandos de la norma expresan: "Por las condiciones en que se diera
este enfrentamiento, por la valentía de los compatriotas que participaron en
ella y por sus consecuencias, es reconocida como modelo y ejemplo de sacrificio
en pos de nuestra argentinidad".
Los restos de Rosas fueron repatriados después de
una larga lucha y descansan en el panteón familiar del cementerio de la
Recoleta. Desde 1999 tiene ya su monumento: una estatua ecuestre hecha en
bronce del Restaurador se yergue en la ciudad de Buenos Aires en la esquina de Sarmiento
y Libertador. Su rostro fue impreso en los billetes de 20 pesos y en casi todas
las ciudades de la Argentina una avenida, una calle o un barrio lleva su
nombre.
En una medida que constituye un reconocimiento
definitivo, que quiebra en forma abrupta con la “historia oficial”, el gobierno
de Cristina Fernández de Kirchner dispuso la sanción del 20 de Noviembre como
día de la Soberanía Nacional y su declaración como feriado nacional, por un
Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) del 3 de noviembre de 2010. La por entonces presidenta dio un discurso en ocasión del homenaje a Rosas, el 20 de noviembre de 2010 en San Pedro.
Conclusiones
Los ejemplos con los que ilustré, los textos a los
que referí y los hechos que mencioné son sólo algunos de tantos que pueden
traerse a colación para argumentar sobre el tema y refrendar la tesis aquí expuesta.
Entiendo que se pueden hacer muchas lecturas, y es válido
que así sea, pero no hay dudas respecto a que existe una clara opinión negativa
o disvaliosa de Juan Perón, nutrida por el revisionismo histórico, respecto a
la Batalla de Caseros y al rol de Justo José de Urquiza en el proceso de la caída
de Rosas.