miércoles, 27 de enero de 2016

Notas al pie sobre DDHH y Peronismo, a propósito de las lamentables declaraciones de Darío Lopérfido

Darío Lopérfido
1. Si bien esta persona es ajena a mi vida cotidiana, creo importante referirme a algunos argumentos políticos e históricos que de modo a veces explícitos y otras implícitos están sobrevolando el debate político del momento. Honesta y humildemente, de modo muy sintético, quiero expresar mi profundo desagrado por las declaraciones Darío Lopérfido (actual funcionario de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y ex funcionario de De la Rúa) acerca de los desaparecidos en Argentina. Lopérfido dijo: "No tengo inconveniente en decirlo, en la Argentina no hubo 30 mil desaparecidos. Fue una mentira que se construyó en una mesa para obtener subsidios que te daban. Esto es lo que se alimentó en el último tiempo desde un sector". (Ver: http://www.perfil.com/politica/El-tenso-cruce-entre-Dario-Loperfido-y-Edi-Zunino-por-los-desaparecidos--20160127-0035.html).

Más allá de las lecturas políticas y partidarias, al igual que el contexto que vivimos, de intenso debate entre algunos referentes del gobierno nacional actual con el que se fue el 11 de diciembre pasado, creo que el razonamiento es tan absurdo como peligroso. Carece de sentido cuantificar en forma tan banal el horror de la dictadura militar, como si asesinar 6.000, 8.000, 12.000 seres humanos no fuera por el sólo hecho una calamidad que atenta contra la esencia de la condición humana, el cual no depende de discutir en términos contables. Nadie puede creer en su sano juicio que sea menos genocida y aberrante una dictadura porque mató unos miles de personas más o unos miles de personas menos. Es una dictadura, es genocida. 

Hacer hincapié en discutir cuantos argentinos fueron torturados, asesinados y desparecidos como si se tratare de una búsqueda de archivo, al igual que investigar y denunciar a quienes fueron los supuestos "creadores" de una mentira social (que consistiría en decir que hubo miles de asesinados por la dictadura pero decidieron decir que fueron algunos miles más) con igual énfasis que en repudiar la violación sistemática de DD HH por una dictadura militar que asumió el poder mediante un Golpe de Estado puede igualar situaciones y hechos que nada tienen que ver, que son incomparables. 

Una lógica de "dos demonios" resulta inaceptable a la luz de la verdad histórica cuando nos referimos a la última dictadura. Comparto que se debe discutir, que hay mucho por decir y que resulta inadmisible el dogmatismo y la intolerancia, sea la postura que se defienda, mucho más cuando hablamos de la última dictadura, ya que sobre este tema la Argentina requiere de un relato compartido que nos una como sociedad, y el mismo debe partir del rechazo categórico al Terrorismo de Estado, a la violaciones a los DD HH y el repudio a los Crímenes de Lesa Humanidad. 

Esta pretensión de meter ejes de debates absurdos, con una pretendida originalidad argumentativa, puede ser sólo funcional a posiciones anti democráticas, que pretenden justificar el terrorismo de Estado y la violación de los Derechos Humanos y muy lejos está de hacer aportes constructivos al debate político del presente.

2. Del mismo modo me parecen repudiables las declaraciones de Lopérfido sobre el peronismo, sobre el cual dijo: "La Argentina tiene un factor de distorsión que es el peronismo, que no es una fuerza que surge democráticamente, sino que surge de un golpe de Estado, en el mundo en ese momento pasaban una cantidad de cosas similares al peronismo, porque era muy parecido al fascismo italiano, al nazismo alemán sin matar judíos pero con la idea del líder dominante".

Esta zoncera descalificante, a la cual el propio Don Arturo Jauretche dedicó varias páginas, no es otra cosa que el agravio más rancio y antipopular del liberalismo oligarca contra peronismo, apenas un poco maquillada por Lopérfido. Es trillada y pretende denostar al peronismo calificándolo de nazi y fascista, desmereciendo el apoyo de los sectores populares al mismo, atribuyendo el rotundo plebiscito popular del peronismo en estrategias totalitarias y demagogas de Perón (que en buena medida no es otra cosa para el caso argentino que tratar de estúpida a la gente). El deslizar comparaciones y similitudes de Perón con el nazismo o el fascismo hoy es muy reaccionario, ofensivo, además de demodé (algo casi igual a Lopérfido decían los principales dirigentes de la Revolución Libertadora luego de perpetrar su infame golpe de Estado en 1955). No es sólo una falta de respeto para millones de peronistas, sino una agresión a toda la democracia y el sistema político del cual el peronismo es una parte central. 

Es triste ver como la falta de ideas (o la lógica adversarial que lleva a extremos sin sentido) en un escenario de debate lleva a algunos actores del sistema político a retornar a argumentaciones de un pasado que debemos dejar atrás como sociedad, donde la intolerancia hacia el que piensa distinto termina construyendo antagonismos que no son compatibles con la idea de democracia y pluralismo que el siglo XXI nos demanda.


3. No digo que Lopérfido sea un mal ser humano, ni siquiera lo acuso de ser antidemocrático. Simplemente creo que sus argumentos y planteos políticos e históricos (al menos estos que desarrolla ahora y aquí critico) nos atrasan como sociedad y lejos de cerrar “la grieta”, que su gobierno dice querer cerrar, la profundiza de la peor manera.

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