lunes, 19 de febrero de 2024

Federales y Unitarios: Guerras civiles en Argentina y el nacimiento de “la grieta”

Rivadaiva y Rosas, Unitarios y Federales.

“Las pasiones del pasado, mezclado sus reflejos a las banderías del presente, convierte a la realidad humana en un cuadro cuyos colores son únicamente el blanco y el negro”.  Marc Bloch, “Introducción a la historia”.

             Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro

Con la disputa entre Federales y Unitarios nace en Argentina el enfrentamiento político que divide a la sociedad de nuestro país. Este enfrentamiento que, con los sucesivos cambios de cada época, se reencarnó en radicales contra el régimen, Yrigoyenistas contra anti personalistas, peronistas contra antiperonistas y de ahí al presente con la Presidencia del “libertario” Javier Milei donde el debate entre Modelo Federal vs. Centralismo porteño vuelve a ocupar un lugar central en la agenda política. Para analizar el presente,  entiendo que lo primero que corresponde es volver teóricamente a la raíz histórica. Allí veremos muchas similaridades con lo que hoy discutimos. Les dejo una breve artículo del tema.

 Un panorama histórico vertiginoso:

Este enfrentamiento se agudizó y se arraigó en la sociedad en la segunda mitad de la década de 1820-1830. Un periodo de la historia argentina que es especialmente complejo y acelerado. En un corto período de tiempo, que va desde la asunción de Rivadavia como Presidente en 1826 hasta 1829 en que Juan Manuel de Rosas asume como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, se suceden una seria de acontecimientos trascendentales que cambiaron la esencia y la dinámica política nacional.

A modo de repaso, e incluso de guía de cualquier lector o lectora, es imperioso considerar los siguientes hechos históricos en forma general:

a) Luego de la derrota definitiva de los españoles, unitarios y federales iniciaron un largo y sangriento conflicto para definir qué modelo de organización político debería regir el futuro de la Nación. En 1820 con la Batalla de Cepeda, con la victoria de Francisco “Pancho” Ramírez y el Tratado del Pilar, comenzó un período de autonomías provinciales y guerras civiles;

b) La unión o los acuerdos entre las provincias sólo se mantuvo gracias a los llamados tratados interprovinciales. No obstante, las luchas interprovinciales se sucedieron por más de sesenta años.

c) En 1826, un Congreso de extracción unitaria digitado fraudulentamente designó primer “presidente constitucional” a Bernardino Rivadavia personaje de definidas tendencias centralistas y probritánicas.

El mismo Congreso sancionó además una Constitución de naturaleza oligárquica y unitaria que las provincias resistieron, como ya habían hecho las provincias del Litoral contra la Constitución de 1819.

d) La cesión del actual Uruguay al Brasil y los despropósitos del “presidente” provocaron la dimisión de Rivadavia producto de una rebelión popular.

Asumió electo por el pueblo como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Manuel Dorrego, partidario de las autonomías provinciales, quien resolvió el conflicto con el Imperio Brasileño reconociendo la independencia de la Banda Oriental.

e) Los unitarios porteños conjurados instigaron a Lavalle, que volvía de la guerra contra Brasil, para que se sublevara con el ejército, depusiera y fusilara a Dorrego. El asesinato de Dorrego se produjo en diciembre de 1828, radicalizando posiciones y extendiendo la guerra civil.

f) En este contexto aparece el comandante de campaña Juan Manuel de Rosas como el hombre facultado de restaurar el orden. El jefe de los “Colorados del Monte” resiste a los golpistas que habían destituido a Dorrego y luego de varios enfrentamientos armados Lavalle y Rosas acuerdan la paz, y Don Juan Manuel asume como gobernador de Buenos Aires. Se restituyó la legislatura que había gobernado con Dorrego y se restableció la paz en la provincia. Pero en el interior la guerra civil entre federales y unitarios continuaba.

g) Advirtamos entonces que en el corto lapso de tres años (1826-1829) se da una secuencia de hechos más que significativos que son forzosos tenerlos en cuenta para una comprensión de este período: Guerra con el Imperio del Brasil, secesión de la Banda Oriental, sanción de una Constitución, designación de Rivadavia como Presidente, renuncia del mismo, asunción de Dorrego como gobernador de Buenos Aires, terminación de la guerra, sublevación de Lavalle, fusilamiento de Dorrego, exacerbación de las guerras civiles y sobre el final del período aparición de Juan Manuel de Rosas.

 

            Unitarios y federales. Dos proyectos políticos en pugna.

 "Los federalistas quieren no sólo que Buenos Aires no sea la capital, sino que como perteneciente a todos los pueblos divida con ellos el armamento, los derechos de aduana y demás rentas generales: en una palabra, que se establezca una igualdad física entre Buenos Aires y las demás provincias...” Juan Bautista Alberdi, “Escritos Póstumos”.

 

Para abordar este tema, es preciso realizar una caracterización histórica-doctrinaria de los elementos que definían y diferenciaban a los federales de los unitarios.

El proceso de construcción de los Estados Nacionales en la América hispánica fue dilatado y cruento. Primero fueron las guerras por la emancipación, que duraron catorce años, (1810-1824), luego o casi simultáneamente, las violentas guerras civiles. En el caso argentino, que fue uno de los más largos, duró setenta años, si contamos desde 1810 hasta 1880, cuando concluye al federalizarse la ciudad de Buenos Aires.

En las guerras civiles de Argentina, los dos bandos o partidos que se enfrentaron fueron el unitario y el federal. Para comprender cómo fue este largo período debemos previamente entender cuáles son las diferencias entre estos dos grupos irreconciliables que, al decir de San Martín cuando regresó al país en 1828, sólo se “lograría la paz cuando uno de ellos aniquilara al otro”.

Para repasar este largo pleito no debemos caer en una simplista bipolaridad que nos confunda, porque en los momentos iniciales del conflicto algunos unitarios actuaron como federales y viceversa; o caer en la falsa antinomia de asociar unitarios a porteños y federales a provincianos. Ya que federales y unitarios hubo tanto en las provincias como en Buenos Aires.

Las diferencias ideológicas entre unitarios y federales se van a ir perfilando a partir de la crisis de 1820 con la caída del Directorio y el fracaso de la Constitución que disponía un Estado centralizado. Pero, es una parcialidad considerar que estas diferencias son solamente sobre la forma de organización política del Estado, otros aspectos como los económicos, sociales, religiosos e incluso culturales son quizás mucho más relevantes.

Las diferencias cardinales son las que a continuación expongo:

a) Los unitarios se distinguieron por su concepción extranjerizante, especialmente europeizante, fundada en las ideas de los españoles afrancesados y liberales como Floridablanca y en el racionalismo iluminista de Voltaire, el más inglés de los franceses.

Identificados con una corriente dentro de la masonería e incrédulos en su mayoría, anticlericales, rechazaban la España católica de los Habsburgo como símbolo del atraso y del oscurantismo.

Fueron extranjerizantes porque no apreciaron lo originario, lo nativo. Para estas élites ilustradas, "hombres de galera y de levita" la civilización y el progreso venían de Europa y era equivalente a la vida en las ciudades. La barbarie en cambio era lo autóctono, lo telúrico, la vida pastoril, según la famosa antítesis de Sarmiento en su libro “Facundo”, biblia unitaria si las hay.

Estuvieron a favor del régimen de unidad (de allí la palabra unitario) o centralista, a imitación de la Revolución Francesa, porque suponían a las provincias semi bárbaras e incapaces de gobernarse a sí mismas. Eran consideradas como meros distritos administrativos subordinados al poder central.

Discípulos del despotismo ilustrado, despreciaban a las masas y al gaucho, adoptando frente a los sectores populares una actitud sectaria, aristocratizante y violenta. Una frase nos revela con claridad esta posición: "¡Haremos la unidad a palos!" dicha por el ministro Agüero. Como no contaban con el apoyo de la mayoría del pueblo, se decidieron a imponer sus modelos por la fuerza. Y así se puede exclamar: "¡Perezca el país antes que los principios!" O, "Haremos un cementerio de la nación antes que dejar de regenerarla a nuestro modo!". Para los unitarios, el pueblo era inculto, bárbaro, y no estaba preparado para gobernar.

Ligados a los intereses del puerto de Buenos Aires, fueron partidarios del librecambio vinculado al comercio con Inglaterra que arrasó las manufacturas del interior. Localizaron su nacionalidad en la zona del puerto, el puerto de Buenos Aires fue su real dominio y la conservación del mismo su único interés. Por ello la pérdida de la Banda Oriental y del Alto Perú se justificaba porque convenía a sus intereses comerciales. Se opusieron tenazmente al ideal sanmartiniano de la unión sudamericana, la idea de Patria Grande les resultaba extraña y exótica; desinteresados por la suerte del interior, la única patria que reconocían era la de la Aduana de Buenos Aires.

b) Los federales, en cambio, tuvieron un sentimiento americanista que recogía la tradición hispánica de respeto a los fueros locales, y por eso defendían las autonomías provinciales.

Sus representantes fueron los caudillos, conductores de las masas criollas, quienes se caracterizaron por su espíritu democrático y por poseer una visión realista y no teórica del país. Fueron "hombres de poncho y chiripa”.

Opusieron como alternativa al librecambio el establecimiento de un régimen proteccionista que defendiera la manufactura nacional y los liberara de la dependencia comercial con Inglaterra.

La cuestión económica también subyace claramente detrás de los antagonismos entre unitarios y federales. Las provincias mediterráneas, con incipientes industrias y artesanías requerían medidas proteccionistas frente a la competencia de las manufacturas extranjeras; en cambio la burguesía mercantil porteña, ligada al comercio de importación- exportación estaba a favor del libre cambio, como así también los hacendados productores de las materias primas exportables, cueros, sebo y tasajo.

Las provincias, partidarias del federalismo, sostenían que las rentas de aduana del único puerto, Buenos Aires, no debían corresponder sólo a Buenos Aires, sino a todas las provincias, argumento que no podían admitir los porteños. Es el fondo de la actual discusión del destino de los recursos que percibe el estado por las retenciones a las exportaciones del agro.

En este momento histórico, los federales estaban representados primordialmente por el porteño Manuel Dorrego, máximo exponente del llamado “federalismo doctrinario”, por el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, por Facundo Quiroga y por la huella dejada por el caudillo oriental José Artigas y el entrerriano Francisco Ramírez y su influencia desde las provincias del Litoral.

c) Los unitarios fueron los llamados inicialmente "directoriales" por formar parte del Directorio. Su principal ideólogo y mentor fue Bernardino Rivadavia. En este grupo también participaba un sector conservador como el de los Anchorena y Felipe Arana, que luego se inclinará al federalismo rosista. Y digo “federalismo rosista” porque el régimen político federal establecido durante el período de Juan Manuel de Rosas tiene una impronta especial.

Manuel Gálvez, seguramente el más destacado escritor revisionista del país -quien nació en Paraná- en una de sus novelas históricas menos conocidas, “El diario de Gabriel Quiroga”, publicada en 1910, crea con su picante pluma literaria una penetrante caracterización y diferenciación de federales y unitarios que creo, para concluir este breve analisis histórico de la temática, vale la pena transcribir para entender las diferencias entre unitarios y federales. Para terminar, resalto que Manual Gálvez escribió:

El unitario típico es casi siempre doctor, pedante y literato. Cultiva la oratoria y exhibe en ella, junto a sus maneras de una solemnidad clásica, un vocabulario jacobino y campanudo. Cuida las formas sociales y habla con pulcritud e importancia. Se afana en el vestir y usa diariamente las prendas menos comunes. Sarmiento refiere que la administración de Rivadavia iba a las oficinas de corbata blanca. El unitario es librecambista y liberal; tiene la manía civilizadora y, desconocedor del ambiente y careciendo del sentido de la realidad, implantaría de golpe las mejores instituciones de pueblos más evolucionados. Vive retóricamente y no abandona jamás sus bellos gestos. Es ingenuo, orgulloso y vanidoso. Representa el espíritu europeo; esto le hace creerse por encima de todos y despreciar las cosas criollas y las costumbres gauchas Detesta España. Carece de verdadero patriotismo porque no siente el alma nacional. La patria es para él una entidad abstracta, sin relación visible con el suelo que habitamos. Y así cuando llega a concretarla, la concreta en Buenos Aires solamente. Sin embargo, se cree patriota y en todas las ocasiones solemnes ostenta su patriotismo: un patriotismo verbal y oratorio, de fiesta cívica, de bandera y mitología histórica –guerrera”.

“El federal representa el tipo opuesto. El federal genuino casi nunca es doctor: es estanciero, general, “comandante de campaña”. No tiene ideas sobre la patria, pero la siente intensamente, criollamente, sin alarde de patrioterismo. Forma con el país un solo todo pues es un producto genuino de la tierra: como el ombú, como el caballo criollo, como la vidalita. El federal típico casi nunca es orador o retórico. Tiene toda la viveza del gaucho. Carece de ilustración y de preocupaciones formales. Es sencillo, democrático, “a la que te criaste”, sonríe socarronamente ante los teatrales amaneramientos del unitario. No habla con la pulcritud de éste ni se atribuye importancia. Es conservador y proteccionista. Generalmente provinciano, conoce bien el país y, por su perspicacia y su sentido de la realidad, resulta un excelente hombre de gobierno”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario