lunes, 17 de julio de 2023

Roca y la consolidación del orden conservador liberal

Julio Argentino Roca​.
Alejo Julio Argentino Roca​ fue una figura indudablemente emblemática en el período conocido como de los 80, aunque su intervención en la política nacional llega hasta principios del Siglo XX. Junto con Carlos Saúl Menem fueron los únicos presidentes que completaron en el siglo XIX y XX dos períodos en la Presidencia de la Nación (1880 –1886 y 1898-1904), luego Cristina Fernández de Kirchner en el siglo XXI haría lo mismo. Roca fue el jefe político indiscutido del PAN (Partido Autonomista Nacional), influyó en la política argentina con sus manejos y decisiones hasta su muerte el 19 de octubre de 1914.


Nace en Tucumán el 17 de julio de 1843, pertenece a una familia modesta y tradicional de la provincia. Su padre, un soldado de la independencia, lo envía a estudiar al Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. Cuando fallece su madre y siendo alumno del mencionado Colegio comienza su larga y exitosa carrera de las armas.


¿Quién fue Roca? ¿Qué juicio histórico podemos hacer de Roca? ¿Cómo lo analizan las escuelas historiográficas y que sector de la política lo reivindica? E todo esto lo desarrollo en este texto, adelantando que Roca fue la figura central de la consolidación del orden conservador liberal en la Argentina, siendo quien erigió la última columna de la clase dominante nacional que puso fin a los proyectos populares en el siglo XIX e instauró un modelo económico dependiente en el país, sometido en lo cultural y politico a los intereses del imperialismo. 


Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro

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1. La “estrella” del General Julio Argentino Roca, “el zorro”.

 

“Estoy contento por estos mundos (La Comandancia de Fronteras) que son la Galia de la República”. Carta de Roca a su concuñado Juárez Celman.

 

Su carrera militar, su rol represivo y antipopular

“Amo al ejército. Las marchas militares todavía me enderezan el cuerpo y hacen mover mis piernas como si tuviera veinte años...” “En el seno del ejercito me hice hombre; el ejército fue soporte de mi carrera política”Estas palabras le hacen pronunciar Félix Luna y con razón, porque Roca es fundamentalmente un soldado, con una gran vocación por la política, pero que, si devino luego en hombre de Estado y astuto político en gran parte se lo debe a su larga carrera militar que le permitió conocer como nadie el territorio nacional y, en cada uno de sus destinos militares construir alianzas con las familias más importantes de las diferentes oligarquías provinciales.

Para comprender a Roca es imprescindible repasar su carrera militar que comienza tempranamente en 1859 cuando teniendo sólo 15 años de edad participa en la batalla de Cepeda bajo las órdenes de Urquiza donde el ejército mitrista es vencido por la caballería entrerriana. En 1861, nuevamente bajo las órdenes de Urquiza es parte de las tropas de la Confederación Argentina y lucha en Pavón, su comportamiento en esta batalla le valdrá el ascenso al grado de Teniente 1º. De aquí en más ya no abandonará la carrera de las armas.

Con el derrumbe de la Confederación Argentina y la defección de Urquiza que se recluye en San José, el Teniente Roca llega por primera vez a Buenos Aires donde se alista en el llamado Ejército Nacional que respondía a Mitre por entonces presidente de hecho de la República. Como oficial del ejército mitrista recorrerá el noroeste persiguiendo y reprimiendo, (bajo el mando de Sandes primero, uno de los coroneles de Mitre célebre por su crueldad criminal), a las montoneras del Chacho. Luego pasa a las filas de Arredondo, otro de los “coroneles mitristas”, para seguir aniquilando los últimos restos de los riojanos sublevados contra el poder central de Buenos Aires.

Al iniciarse la guerra contra el Paraguay es convocado al frente y consigue el grado de Mayor en la batalla de “Tuyutí” y en “Curupaitý”, donde mueren su padre y su hermano, logra el ascenso al grado de Teniente Coronel por el mérito de haber salvado la vida y la bandera de su Regimiento, el 7 de Infantería. Este regimiento, en plena Guerra del Paraguay es destinado a la guerra de montoneras, que en verdad es, una guerra de policía. Y allí va Roca nuevamente en 1866, bajo las órdenes de Arredondo, a reprimir al caudillo Felipe Varela levantado en armas. Lo derrota el propio Roca en “Pastos Grandes” en 1869.

Dos años después en 1871, durante la presidencia de Sarmiento contribuye de un modo decisivo en la campaña contra López Jordán (su antiguo jefe en Pavón) al que derrota en “Ñaembé” recibiendo las jinetas de Coronel. Desde entonces es nombrado Jefe de la Comandancia de Fronteras Sur y bajo la presidencia de su paisano Avellaneda derrota en 1874 a su antiguo jefe Arredondo en “Santa Rosa” dando con ésta victoria militar por terminada la rebelión de los mitristas. Roca tenía sólo 30 años cuando venció a Arredondo en “Santa Rosa” y a esa corta edad recibe los despachos de General de La Nación.

 

El giro hacia la política

Desde hacía tiempo Roca observaba, estudiaba, analizaba y se interesaba por la acción política. No era un hombre de formación intelectual a diferencia de Avellaneda o Sarmiento u otros dirigentes de la época. Roca contaba con su formación liberal básica procurada en el Colegio de Concepción del Uruguay, era un liberal, unitario, de estirpe rivadaviana. 

El maestro Fermín Chávez lo califica como “un Mitre nacionalizado”, lo de nacionalizado hace referencia a que su poder tenía un alcance geográficamente nacional y no a su política en defensa de la soberanía nacional. Famoso por su astucia y su olfato político comprende el valor de su popularidad y su poder cuando después de la batalla de “Santa Rosa”, la oligarquía mendocina lo adula y lo saluda como futuro Presidente de la República. Desde estos tiempos entonces empieza a trabajar su candidatura con la colaboración de su concuñado Juárez Celman que se convierte desde la provincia de Córdoba en su primer operador político para todo el interior del país.

En 1877 tiene un golpe de suerte, la muerte imprevista de Alsina le allana el camino al poder. Alsina era el ministro de Guerra de Avellaneda y el hombre señalado por la “conciliación” (mitristas y autonomistas) para suceder la presidencia de la Nación. Seis días después de la muerte de Alsina es nombrado por Avellaneda, ministro de Guerra. Desde esa cartera estratégica termina la obra de su antecesor Alsina de conquistar el desierto. 

La “conquista” del desierto organizada por Roca fue, sin duda alguna, además de una gesta militar insignificante contra los pocos aborígenes supervivientes -a quienes igualmente exterminan en forma criminal, la campaña política que se corona con la Presidencia de la Nación.

 

La consolidación de la oligarquía nacional

Entre los años que van desde Pavón hasta 1890 se conforma en Argentina una oligarquía que se puede calificar geográficamente de nacional, para de esta manera dejar establecido que, la constituyen no solamente los terratenientes ganaderos de la provincia de Buenos Aires sino también las oligarquías provinciales dominantes en el interior.

1880 fue el Arco de Triunfo de esa oligarquía pues, en ese año, al federalizarse la ciudad de Buenos Aires, la contradicción que dividía a la sociedad argentina entre unitarios y federales queda aparentemente superada. Con Roca se realiza una especie de federalismo, pero es sólo formal porque, a través de los círculos provinciales oligárquicos asociados se cristaliza un gobierno típicamente elitista, unitario y centralista.

La primera presidencia de Roca representa la absorción del poder por la oligarquía que él mismo representaba. Tal concentración de poder en manos de esta nueva oligarquía genera un tipo de Estado centralizado para que a través de él gobiernen los grandes terratenientes aliados a los inversores extranjeros.

Así, con este perfil se desarrolla la primera presidencia de Roca inspirada en estos principios: financiación del desarrollo económico del país y de las obras públicas por el capital extranjero; absoluta libertad de empresa; individualismo ilimitado y en lo referente a las inversiones y ganancias de los particulares, completa prescindencia del Estado a no ser para protegerlas y estimularlas. La primera presidencia de Roca logra al fin y al cabo el ansiado paraíso terrateniente con forma de República liberal y mercantil.

 

2. Juicio histórico y vigencia del roquismo

 

“…el modelo capitalista dependiente que se ponía en marcha mediante la fusión de las oligarquías provincianas con la porteña, autonomizando un supra-poder político nacional por encima de los intereses particulares provinciales, incluidos los de Buenos Aires, que comenzara a pergeñar Avellaneda y concretara Roca…el proyecto del 80 era el segundo acto del acontecido el 11 de septiembre de 1852, con la separación de Buenos Aires…modelo capitalista dependiente del 80 que planteaba su carácter subordinado, pero al mismo tiempo como socio menor del Imperio y como tal, con derecho a su propio proceso de acumulación de capital…”. Eduardo Luis Duhalde, “Contra Mitre. Los intelectuales y el poder: de Caseros al 80".

 

El triunfo final del liberalismo conservador

Se puede afirmar sin temor a equivocarse que Roca y la generación del 80 que lo acompaña son los fundadores del Estado Argentino. Durante su gestión se logra la ocupación efectiva del territorio nacional en sus límites actuales, se consigue la solución pacífica de la mayoría de los litigios limítrofes con países vecinos que Argentina mantenía sin resolver, se alcanza la federalización de Buenos Aires y la fundación de la ciudad de La Plata como capital de la Provincia de Buenos Aires lo que soluciona definitivamente conflictos jurisdiccionales históricos.

Se establece una unidad monetaria de alcance nacional. Se configura el Ejército Argentino, que incluyó por mucho tiempo el servicio militar obligatorio. El Ejército Argentino de Roca termina definitivamente con los ejércitos provinciales y se convierte en la única fuerza armada del país. Se toman las medidas necesarias para lograr una parcial separación de la Iglesia y el Estado. Se regula la educación pública, laica y obligatoria y se institucionaliza el culto patriótico.

La ciudad de Buenos Aires, capital de la República, deja atrás su fisonomía de “vieja aldea” y a través de grandes obras realizadas por intendentes como Alvear, adquiere el estilo cosmopolita, elegante y europeo que actualmente luce.

 

El año 1880 y el nacimiento del roquismo

1880 puede ser considera fecha de inicio del Estado argentino por los motivos señalados más arriba y porque además se consolida toda una maquinaria estatal hasta entonces inexistente lo que permite que se configure un ente operativo y eficiente con relación a los tiempos.

En cuanto Roca, su figura política es decisiva durante treinta años: desde fines de la década del 70 hasta el Centenario en 1910. Electo presidente dos veces, en el interregno de las dos presidencias organiza una maquinaria política nacional imbatible. Y es durante sus dos gestiones en que se da el definitivo ingreso de Argentina al mercado mundial, con el cereal primero y la carne después se unen a la lana como principal rubro exportador mientras que, las inversiones británicas, simultáneamente, se orientan en obras de infraestructura concebidas exclusivamente en beneficio del comercio exterior.

En lo político institucional, el dos veces presidente pone en marcha lo que Alberdi llama “la República posible”. República de formas aparentes, legalista, con poderes “independientes” construida sobre la base del fraude electoral y el voto calificado. Subrayo que Roca muere oponiéndose a la Ley Sáenz Peña del voto universal. Roca representa la “pacificación” y la consolidación de la autoridad nacional que logra sentar las bases de un esquema de país que se ha   proyectado hasta el presente. Roca simboliza el orden y el “país oficial”.

 

Roca según las escuelas historiográficas

¿Y cómo los historiadores de las diferentes corrientes han tratado a la figura de Roca y a la generación del 80?

"Soy Roca" de Felix Luna, de mi biblioteca.
Edición 16°
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La escuela de la “historia social” liderada en por el académico Tulio Halperín Donghi desde una cátedra en el país del Norte no hace una apología de Roca. Esta sub escuela de la historia oficial ha adoptado un discurso objetivista que excluye defensas o rechazos demasiados explícitos de este proceso histórico. Pero si rinden pleitesía al proceso de modernización comenzado por Roca. Dentro de esta misma escuela el escritor Félix Luna convirtió hace décadas en un éxito editorial su novela biográfica “Soy Roca” que es una exacerbada justificación histórica del roquismo y un manual básico del pensamiento liberal.


Más allá de la historiografía académica, el pensamiento conservador –liberal en Argentina se referencia en Roca indiscutiblemente. No es una casualidad que Menem haya invocado a Roca y a Pelegrini en su discurso de asunción del mando anunciando así su giro hacia el neoliberalismo más extremo. Más aquí en el tiempo, el economista ultra liberal José Luis Espert se refirió a Roca como “El mejor Presidente de la historia argentina” y el candidato presidencial de derecha Javier Milei reivindica políticamente al ex presidente acompañando agrupaciones que se llaman “La Julio Argentino", en alusión a Roca.

La Academia Nacional de la Historia y su émulo aún más reaccionario la Academia Argentina de Historia en la que revista entre otros Rosendo Fraga, rinde culto a la figura del héroe del desierto y fundador del Estado argentino. Se unen a la idolatría por supuesto todo el aparato cultural oficial a saber: el diario” La Nación”, el Circulo Militar, la Sociedad Rural y el Jockey Club. El periodista Bernardo Neustadt en vida era un admirador de Roca y su continuador Mariano Grondona lo considera un referente obligatorio de la Argentina neo liberal. Y tuvimos además en el “país oficial” los billetes de cien pesos con su imagen, el gigantesco cuadro con su figura que ornamenta el Congreso Nacional, decenas de monumentos, calles y pueblos que honran su nombre.

 

Roca y el revisionismo histórico y la singular lectura de Abelardo Ramos 

Para el revisionismo histórico en todas sus versiones Roca significa la “consolidación del orden liberal conservador” como se titula este texto, “el que perfeccionó hasta el último detalle el estatuto de la factoría” (Ernesto Palacio). Para José María Rosa fueron los hombres de la generación del 80 los que “medraron conscientemente en su tierra que sé hacia cada vez más mercantil y enajenada”, responsables históricos del vaciamiento patrimonial y cultural de la Nación. Fermín Chávez, entre otras cosas, les imputa y con razón, el haber convertido a la Argentina en una economía subsidiaria y hacer del territorio nacional “la provincia granja de un imperio”.

Pero, el revisionismo histórico no es unívoco, sino que por el contrario contiene diferentes corrientes internas. Entre ellas, la que lideraba Jorge Abelardo Ramos, uno de los historiadores con mayor penetración en el gran público politizado del campo nacional y popular, quien elabora y difunde en relación con Roca y el roquismo una hipótesis más que original a la que es preciso dedicarle unos párrafos.

Jorge Abelardo Ramos en su imprescindible obra sesentista obra “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina” desconcierta al lector con el tratamiento apologético que hace de Roca, contradiciendo la línea nacional y popular que el libro venía sosteniendo. Ramos convierte literalmente a Roca en un nacionalista democrático enfrentado a la oligarquía portuaria que logra vencer. Roca sería la continuación de los caudillos federales en lucha contra la oligarquía portuaria. Y al fin, su concuñado Juárez Celman pacta con la oligarquía porteña y traiciona el proyecto nacional y original de Roca lo que lo libera de responsabilidades históricas.

En un trabajo menor, “Historia política del Ejército Argentino”, Abelardo Ramos va más allá: el Ejército que Roca políticamente concibe y crea es el ejército continuador del sanmartiniano por su composición provinciana y democrática, su tradición criolla y su vocación nacional.

 

Un juicio histórico del roquismo

Criticando las hipótesis de Ramos, reñidas con la más innegable verdad histórica y cuyo contenido liberal y conservador es evidente, me limito a señalar las características más esenciales del roquismo algunas de ellas todavía vigentes en la comunidad política de la Argentina actual:

a) El roquismo es nacionalista o nacional pero solo en la acepción geográfica del término. Es durante la gestión de Roca en que se consolida una autoridad nacional afirmada en el poder de las oligarquías provinciales.

b) El roquismo niega el sistema democrático de forma y de fondo. Afirma la necesidad del voto calificado y niega soberanía a la voluntad popular expresada en el sufragio universal. El “régimen” denunciado por Irigoyen es la encarnación de un sistema plutocrático, nada más lejos del concepto de democracia liberal.

c) Roca no vence ni militar ni políticamente a la oligarquía porteña sino que pacta con ella. Roca o el roquismo no representan a los caudillos provinciales sino a las oligarquías locales aliadas a la portuaria que vencieron y aniquilaron a los caudillos federales. Y fue Roca uno de los oficiales del Ejército de entonces que más compromiso tuvo en la represión y aniquilación de las últimas montoneras federales.

d) Su sucesor Juárez Celman no traiciona el proyecto de Roca sino que (como lo veremos en el próximo Capitulo 13)  lo mejora, lo perfecciona y lo excede.

e) No hay un solo acto de la política de Roca en sus dos presidencias que lo aparten del más puro liberalismo económico y del aliento permanente a las inversiones extranjeras especialmente británicas.

f) Que el ejército de Roca no tiene nada que ver con el de la tradición nacional sanmartiniana. Es el Ejército de un estado gendarme como es el Estado liberal que él construye, un ejército pretoriano que tiene como objetivos la pacificación del país para garantizar la inversión extranjera y la conquista del desierto para que la oligarquía haga con las tierras ganadas negociados sin parangón en la historia argentina.

g) Párrafo aparte merece la célebre campaña del desierto que emprendió Roca y que significó el arco de triunfo hacia la presidencia de la Nación.

¿Existía una indudable necesidad de encarar la tarea de eliminar a los pueblos originarios que no aceptaban “la civilización”? En realidad, no existía tal necesidad ya que no quedaban grandes poblaciones originarias en la pampa. Muchos menos aun resultan justificables históricamente los argumentos a favor del genocidio de los pueblos originarios.

El mismo Roca calcula antes de la campaña que “la población indígena que la ocupa, puede estimarse en 20.000 almas, en cuyo número alcanzaran a contarse de 1.800 a 2.000 hombres de lanza...”. Números insignificantes con relación al poder y a los medios que dispone la Nación que son más de 6.000 soldados profesionales, curtidos en varias guerras, y armados con los últimos adelantos de la industria bélica europea.

La razón fue otra y el tema del “indio” -como se refería por entonces por la cultura hegemónica- se convirtió en el pretexto. La necesidad obedecía a razones de orden estratégico y geopolítico: Faltaba ocupar la línea del Río Negro (frontera establecida nominalmente por una ley en 1867), que se vinculaba, en su unico aspecto destacable, con la recuperación del territorio nacional.

Alsina tres años antes, en 1877 ya estaba preparado para la operación del desierto que encumbraría su prestigio y sería el puente de plata hacia su presidencia. La fatalidad no se lo permite, muere antes de concluir la campaña y Roca lo sucede: heredará el ministerio de guerra, la campaña y la presidencia de la Nación.

En lo concreto, la campaña al desierto significó un gran negocio para la oligarquía que termina fortaleciéndose como latifundista y especuladora incorporando a su patrimonio increíbles extensiones de tierras que, en sus manos sirvieron para frenar el desarrollo nacional.

Los Martínez de Hoz, los Stegman, los Madero, Casares, etc., entre otras familias fundadoras de la Sociedad Rural Argentina, fueron los beneficiarios directos, por sus “aportes patrióticos” a la Conquista del desierto, y en consecuencia retribuidos con millones de hectáreas. Terminada la conquista del desierto, el Estado se desprende en 1885 a favor de 541 particulares de 4.750.471 hectáreas. El Congreso de la Nación, genuflexo al sistema presidencialista, le obsequia a Roca en 1887, graciosamente, 15.000 hectáreas.

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