sábado, 4 de junio de 2016

Felipe Varela, símbolo de la resistencia federal a la oligarquía

En su exilio en Chile y luego de la derrota de la montonera federal que se alzó en nombre de la "Unión Americana" moría casi en soledad hace 146 años, el 4 de junio de 1870, el caudillo Felipe Varela. 


Si bien tuvo una vida cargada de luchas y actos de heroísmos, la vida política de Varela encuentra su sentido histórico en su última etapa, en la que efectuó una oposición férrea a la Guerra del Paraguay y realizó su alzamiento contra el gobierno de Bartolomé Mitre. 


Varela se diferencia de los otros caudillos federales porque tuvo una lucidez política para interpretar, evaluar y comunicar los alcances del movimiento, comprendiendo cabalmente del sentido de patria grande y la esencia de una política popular. También supo hacer, a la vez, una correcta lectura del carácter oligárquico y pro imperialista del gobierno de Mitre.


El intento revolucionario de Varela es uno de los estertores finales del país federal, con un programa de lucha americano, digno y nacional, pero materialmente irrealizable y políticamente impotente. Su coraje y entrega ponen al caudillo en el panteón de los próceres del campo nacional y popular.


Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro


Felipe Varela. Cuadro “El quijote de los caudillos”, de Octavio Calvo.

"Desde Mendoza hasta Tucumán, no hay quién retenga el poder que se han tomado los revolucionarios... Ha llegado el momento de desbordarse la anarquía y abarcar todo el país, sino viene usted a tomar la dirección de la cosa perdida". Carta del Vicepresidente Marcos Paz al Presidente Mitre.

    
La Guerra de la Triple Infamia
  
Internamente para Argentina la guerra contra el Paraguay significó la continuación necesaria y lógica de la guerra de la oligarquía mitrista contra el Litoral y las provincias interiores. La conflagración agudizó todas las contradicciones no resueltas a lo que se le sumó la impopularidad de la misma.
 
El maestro Fermín Chávez comenta que: "la guerra del Paraguay fue impopular en todas las provincias ya que, gestada en gabinetes y trastiendas, se la consideró una empresa de Buenos Aires; de los porteños y brasileros. Los propios jefes mitristas dejaron testimonios de lo que ocurría, informando que los voluntarios iban al ejercito atados codo con codo".
 
 
Una generación contra Mitre
  
El cuadro es grave para la República mitrista, la Argentina de 1860 se estaba empezando a parecer a la del año XX. Los federales se alinean políticamente con los paraguayos, son "paraguayistas", incluso algunos de sus mejores cuadros se alistan en las filas paraguayas como Telmo López, hijo del Brigadier Don Estanislao López, Patriarca de la Confederación. El gauchaje se niega a ir a pelear contra un pueblo hermano del Paraguay. Los "voluntarios" tienen que ser llevados al frente engrillados. Ni el propio Urquiza, que seguía siendo el jefe del Partido Federal, puede garantizar sus entrerrianos, que se desbandan en Arroyo Basualdo.
 
Se forma una corriente de opinión antibelicista. Pensadores y publicistas de la talla de José Hernández, su hermano Rafael, Miguel Navarro Viola, Carlos Guido y Spano y casi toda una generación de pensadores e intelectuales -llamada la generación del 60- denuncian en panfletos y diarios el crimen de la guerra contra el pueblo hermano del Paraguay.
 
Pero ésta será la hora brillante de Alberdi que, desde Francia, esclarece en innumerables folletos los intereses específicos de la guerra. Deja escritos notables, categóricos, que son devorados por los argentinos de ese tiempo. La oligarquía no perdonará jamás tamaña afrenta. Mitre desde su diario "La Nación" lo llamará "traidor", "sicario" y "renegado". Sarmiento con su impune facilidad para alzar calumnias lo denunciará de "estar a sueldo de Solano López".

El conocimiento público del "Tratado de la Triple Alianza" y la absurda derrota de Mitre en Curupaitý fueron dos hechos que funcionaron como detonadores e hicieron estallar revueltas en todo el territorio nacional. La montonera vuelve... es  la "hora de los gauchos matreros".
 
 
Los montoneros se sublevan 
 
Motines, sublevaciones, desacatos y chirinadas se suceden por todas partes... Un contingente de riojanos que se dirigían al Paraguay son sublevados por Aurelio Salazar, montonero "histórico", que decide darle pelea a los porteños en los llanos.
 
Los levantamientos se suceden en San Juan, Mendoza y Córdoba, los gauchos se resisten a seguir su camino hacia el Litoral para luego ser embarcados al Paraguay. Los entrerrianos reunidos por segunda vez, vuelven a desertar ahora en Arroyo Toledo. La deserción en masa del gauchaje testimonia la impopularidad del enfrentamiento.
 
El centro del conflicto era el noroeste. Se había producido un movimiento federal cuyano, un levantamiento que venía combinado con destacadas figuras que se habían refugiado en Chile y ahora volvían a luchar contra el centralismo porteño, entre ellos viene Felipe Varela.
 
 
Felipe Varela y la Unión Americana
 
Varela se diferencia de los otros caudillos federales porque tiene una lucidez política para interpretar, evaluar y comunicar los alcances del movimiento. José Pablo Feimann, en una de sus obra más sinceras, "Filosofía y nación", opina que: "La proclama del 66 y el Manifiesto del 68, constituyen uno de los más altos momentos del pensamiento argentino".

En sus Manifiestos, Varela deja expuestos los objetivos políticos de la asonada con claridad, sus conceptos ideológicos, su idea de construcción de una patria soberana liberada de la oligarquía porteña y de los brasileros, denuncia la guerra del Paraguay, proclamaba la lealtad a la Constitución, las autonomías provinciales y requiere una alianza con las provincias del litoral. Pero lo más interesante y definitivo del movimiento político liderado por Felipe Varela fue su americanismo.
 
En 1868, en Bolivia, hace Varela conocer el texto de su Manifiesto que aparece encabezado con una consigna que resume su proyecto político: ¡Viva la Unión Americana! Reverdecía la Patria Grande de San Martín y Bolívar, la unidad continental actualizada ahora por el ataque de Francia a México, la agresión española en el Perú y la invasión de EE.UU. a Santo Domingo.
 
 
La estampa del caudillo
  
El historiador revisionista José María Rosa en un artículo, "El coronel Felipe Varela y el Paraguay" pinta, con su prosa singular, el siguiente retrato del personaje en cuestión:"Es ahora que hace su aparición en la historia Argentina el coronel Felipe Varela. Alto, enjuto, de mirada penetrante y severa prestancia, Varela conservaba el tipo del antiguo hidalgo castellano, como es común entre los estancieros del noroeste argentino. Pero este catamarqueño se parecía a Don Quijote en algo más que la apariencia física. Era capaz de dejar todo: la estancia, el ama, la sobrina, los consejos prudentes del cura y razonamientos cuerdos del barbero, para echarse al campo con el lanzón en la mano y el yelmo de Mabrino en la cabeza, por una causa que considerase justa. -Aunque fuera una locura".

Esa locura que hacía referencia José María Rosa fue lo que hizo en 1866, frisando en los cincuenta años, edad de ensueños y caballerías. Pero a diferencia de su tatarabuelo manchego, el Quijote de los Andes no tendría la sola ayuda de su escudero Sancho en la empresa de abatir endriagos y redimir causas nobles. "Todo un pueblo lo seguiría."
 
Era un estanciero de Guandacol en La Rioja, aunque catamarqueño nacido en Valle Viejo. Había intervenido en las guerras del Chacho, fue ayudante y edecán del General Urquiza, después de Pavón recibió las jinetas de Coronel de la Nación, estuvo en Entre Ríos donde pudo comprobar la impopularidad de la guerra con el Paraguay, y estando en Chile en uno de sus exilios se adhiere a la "Unión Americana", posiblemente en la filial de Copiapó. 


Desde Chile y como miembro de la Unión alcanza una visión geopolítica del problema americano. Ha comprendido que "las secciones aisladas de la América serán siempre entidades políticas insignificantes, incapaces de inspirar respeto, en cambio, unidas se bastarán a sí mismas para la defensa de la autonomía e independencia".
 
 
La montonera se levanta contra Mitre
  
Cuando Varela toma conocimiento del Tratado de la Triple Alianza ordena vender su estancia, compra con lo obtenido "dos cañoncitos", algunas pocas armas, desechos del ejército chileno y se lanza a una de las epopeyas más románticas que tiene la historia argentina. En el comienzo lo acompañan no más de cien hombres y una banda de musiqueros chilenos para amenizar el paso de la cordillera.
 
Las fuerzas nacionales intentan cerrarle el paso pero les vence en "Nacimiento". Estamos en diciembre de 1866, la montonera del Varela llega a Jachal, la gente lo recibe con entusiasmo. Los doscientos llegados en diciembre son 4.000 en marzo. La revolución está en marcha.
 
Los rebeldes derrotan a los ejércitos mitristas en la "Rinconada del Pocito", en "Portezuelo" y en "Luján". Toman San Juan y San Luis y amenazan marchar sobre Buenos Aires pero resultan vencidos en "San Ignacio" por las fuerzas traídas del frente paraguayo. 


Con éste revés y con la derrota de Varela en "Pozo de Bargas", el levantamiento federal quedó militarmente sofocado. Felipe Varela resiste con los 180 sobrevivientes de "Pozo de Vargas" e intenta una guerra de guerrillas sin resultados, lo persiguen implacablemente tres ejércitos frescos y bien armados venidos del Paraguay.
 
 
Una muerte en el exilio 
 
El Coronel Varela toma entonces el camino de Chile, lo siguen muy pocos hombres que van en busca de la protección que da el exilio.
 
Dada la fama del caudillo, el gobierno chileno manda un buque de guerra para desarmar al "ejército". Se habrán sorprendido cuando encuentran a Varela enfermo de tuberculosis en estado terminal y dos docenas de gauchos harapientos. Les quitan las mulas y los facones y los tienen detenidos un tiempo. Vista su absoluta falta de peligro los sueltan.
 
No obstante Sarmiento, ya en la Presidencia, ordena al cónsul que el caudillo sea vigilado. Varela se instala en Copiapó, donde morirá el 4 de junio de 1870 poco después de terminada la guerra contra el Paraguay. "Muere en la miseria -informará el embajador Félix Frías al gobierno argentino- legando a su familia que vive en Guandacol, La Rioja, sólo sus fatales antecedentes".
 
 
La eterna resistencia contra la oligarquía 
 
No será ésta la última montonera, como algunos autores la llaman; durante la presidencia de Sarmiento, se verán nuevamente en escena a los gauchos federales sublevarse en Entre Ríos a la orden de López Jordán.
 
El intento revolucionario de Varela es sí uno de los estertores finales del país federal, con un programa de lucha americano, digno y nacional, pero materialmente irrealizable y políticamente impotente.
 
La imposibilidad histórica de ésta lucha la encontramos en la impotencia política de marchar independientemente de Urquiza. Felipe Varela levantaba entre sus consignas la de "Viva al ilustre General, don Justo José de Urquiza", pero Urquiza ya había defeccionado de la causa nacional, aliado de la oligarquía porteña quería que lo dejasen en paz en Entre Ríos. Había encontrado el negocio de vender vituallas y caballadas al ejército brasilero y dejaba hacer contra el Paraguay y contra la mayoría del país de los argentinos del interior federal que todavía tenían la ingenua esperanza de un Pronunciamiento.

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