lunes, 25 de agosto de 2025

La Historia y quienes la escriben (V): El revisionismo histórico de Forja, Scalabrini Ortiz y Jauretche

Forja, cuyo significado es Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, fue un movimiento ideológico fundado en 1935. El mismo surgió de la crisis de la Unión Cívica Radical a raíz de la muerte de Hipólito Yrigoyen, un intento de recuperar el partido para las ideas que el caudillo había puesto en marcha en su larga carrera de conductor. 


El nombre del movimiento se inspira en una frase de Yrigoyen: “Todo taller de forja se parece a un mundo que se derrumba”.

 

En este análisis inicial sobre la historia y los historiadores nos interesa el aporte que Forja hizo al Revisionismo Histórico a través de dos de sus más importantes luchadores: Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche.

 

a) Raúl Scalabrini Ortiz (1898-1959)

 

Nació en Corrientes, pero de muy niño su familia se trasladó a Buenos Aires. De muy joven se sintió atraído por ideas de izquierda y por la Revolución Rusa, incluso llegó a tener una corta militancia en un grupo denominado Insurrex.

 

Se recibió de agrimensor, pero siempre se sintió atraído por la literatura. En 1923 publica un libro de cuentos, “La manga”. No tenía simpatía con la figura de Hipólito Yrigoyen, pero, a partir del golpe de 1930 revisa su posición. Renuncia como redactor del diario La Nación y comienza a trabajar como periodista en “Noticias Gráficas” desde donde ejerce una dura crítica a la dictadura.

 


Empieza a escribir “El hombre que está solo y espera”, libro de un estilo personal que reflexiona sobre la identidad del porteño y la argentinidad. Es la peripecia de un héroe que transita por las calles de la ciudad, que ama buscando el destino que lo integrará a sus compatriotas. Es cierto: está solo, espera, pero no se queda quieto.

 

El pensamiento de Scalabrini prolonga la mejor herencia del existencialismo espiritualista occidental. Su preocupación por el Hombre, similar a Spinoza, Goethe, Hegel y Marx, lo ubican no solamente como iniciador del pensamiento nacional argentino, sino también como profundo crítico de la sociedad burguesa de oligarquía gobernante de su época. Durante la denominada Década Infame, ingresa resueltamente en el análisis y la crítica de la realidad nacional.

 

A él y sólo a él le corresponde el gran mérito de haber llamado la atención de los argentinos sobre la penetración del imperialismo británico. Luego de investigar documentos y libros advierte lo que nadie había descubierto: Argentina era una colonia británica. Los principales resortes económicos estaban en manos inglesas.

 

Sostiene Hernández Arregui: “Scalabrini Ortiz fue el más sistemático estudioso del proceso imperialista en sus múltiples ramificaciones”. En 1940 aparece su libro fundamental “Política Británica en el Río de la Plata” y luego el primer tomo de “Historia de los Ferrocarriles Argentinos”. Y a fines de ese mismo año se afilia a Forja, con su espíritu crítico e independiente prosigue con su titánico trabajo en el revisionismo histórico.

 

Refiriéndose a la historia liberal decía: “La historia oficial argentina es una obra de imaginación en que los hechos han sido conscientes y deliberadamente desformados, falseados y encadenados de acuerdo a un plan preconcebido que tiende a disimular la obra de intriga cumplida por la diplomacia inglesa, promotora subterránea de los principales acontecimientos ocurridos en este continente” Y continúa... “La reconstrucción de la historia argentina es por eso, urgencia ineludible e impostergable”.

 

El advenimiento del peronismo significó para el pueblo argentino y para Scalabrini una nueva esperanza. Presenció maravillado la gesta del 17 de octubre del 45 y nos dejó de ese día una narración antológica e insuperable:

 

Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón".

 

Apoya al gobierno popular pero siempre conservando su espíritu crítico continúa alertando sobre los factores económicos aun en manos extranjeras. Luego del golpe del ‘55 continúa batallando hasta su muerte desde diferentes medios gráficos.

 

Raúl Scalabrini Ortiz es uno de los grandes constructores de la conciencia histórica de los argentinos y símbolo mismo del ser nacional. A este tipo de hombre, verdadero representante de la inteligencia anticolonial le deben las generaciones futuras las premisas de la lucha antiimperialista.

 

b) Arturo Jauretche (1901-1974).

 

Abogado, pensador, hábil polemista y militante de la causa nacional. Nació en la ciudad de Lincoln, Provincia de Buenos Aires. En su juventud fue un entusiasta Yrigoyenista. En diciembre de 1933 participó del malogrado intento revolucionario contra el gobierno de Justo. Esta insurgencia fue relatada en un extenso poema gauchesco que tituló “Paso de los Libres”.

 

Al año siguiente, sus críticas a la conducción partidaria de Alvear, a la que denunciaba “cómplice del orden democrático fraudulento”, lo llevaron a fundar junto con Dellepiane, Gabriel del Mazo y otros radicales “Forja”. Con el surgimiento del peronismo, Forja firmó su declaración de disolución. Durante el gobierno peronista Jauretche estuvo al frente del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Después del golpe del ‘55, se acercó a grupos desarrollistas y colaboró en la revista “Que”.


Lúcido y eficaz polemista, en sus ensayos “Los profetas del odio y la yapa” (1957), “Prosas de hacha y tiza” (1960), “El mediopelo de la sociedad argentina” (1966) y “Manual de Zonceras Argentinas” (1968), analizó la crisis de la sociedad tradicional, el desarraigo de la clase alta y las transformaciones culturales producidas en los centros urbanos. Criticó la extranjería espiritual y la mediocridad intelectual de escritores, universidades, escuelas y periódicos, con un humor y una socarronería combinados con una alta perspicacia política.  Fue el gran divulgar sociológico del siglo XX.

 

Para algunos fue Jauretche el más grande pensador contemporáneo, creo que son varios, no muchos, pero Don Arturo Jauretche fue algo especial. Fue un pensador político creativo y original. Enriqueció con ideas y expresiones lingüísticas el repertorio conceptual de la causa nacional, arremetió valerosamente contra los prejuicios que los argentinos sosteníamos y aun sostenemos logrando desmontar pieza por pieza el aparato cultural del sistema.

 

Arturo Jauretche.

Puso al descubierto el andamiaje de dominación cultural, usando su sabio análisis y sus metáforas decidoras. Mostró como objetivo estratégico al "neocolonialismo"; como centro operativo a la superestructura cultural; como operadores indispensables a los miembros del establishment cultural, como ejecutores funcionales a los "maestros de la juventud", más los "fubistas", (estudiantes militantes de la FUBA) el "medio pelo" (las Doña Rosa y los don José); más los medios de comunicación masivos y sus periodistas cautivos, los "profetas del odio"; y, finalmente, como sistema emisor del mensaje al discurso dominante y las "zonceras de toda laya".

 

En 1955 escribe “El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje”, que luego en los sesenta se reedita con el título “El retorno al coloniaje. La segunda década infame: de Prebisch a Krieger Vasena”. En el mismo hace un magistral análisis económico de esos diez años de la vida institucional argentina demostrando una continuidad en los objetivos y las políticas económicas de entrega desde 1955 en adelante.


Jauretche fue un pensador del pueblo. La suya era una inteligencia al servicio de las mayorías populares, políticamente comprometida. Don Arturo sostenía que: "si el pensador quita la vista del pueblo y de la nación, pierde de vista las necesidades y objetivos de ese pueblo y esa nación".

 

Jauretche tenía plena conciencia del rol central en la historia y estrecho vínculo con la política. Y así lo expresaba:

 


“…Para una política realista la realidad está construida de ayer y de mañana; de fines y de medios, de antecedentes y de consecuentes, de causas y de concausas. Véase entonces la importancia política del conocimiento de una historia auténtica; sin ella no es posible el conocimiento del presente, y el desconocimiento del presente lleva implícito la imposibilidad de calcular el futuro, porque el hecho cotidiano es un complejo amasado por el barro de lo que fue y el fluido de lo que será, que no por difuso es inaccesible e inaprensible…”

 

Como historiador fue miembro de la Comisión Directiva del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas en las décadas del 50 y 60, siendo vocal y dando innumerables conferencias en la sede de dicha institución, filiales y centros rosistas del interior.

 

En su libro “Política nacional y revisionismo”, trabajó en base a los apuntes de las conferencias mencionadas anteriormente, se refiere a la falsificación de la historia y al papel de los historiadores revisionistas, quienes con una nueva mentalidad impulsarían la recuperación de los valores tradicionales que el liberalismo había intentado destruir. Esta es una obra básica que ha esclarecido a muchos historiadores y que ha inspirado e iluminado este trabajo.


Jauretche era rosista, y como pocos dentro de la intelectualidad argentina. El encuentro entre Rosas y Perón tuvo su punto más alto en los años de la resistencia peronista y allí Arturo Jauretche señalará cáusticamente: "La Línea Mayo-Caseros ha sido el mejor instrumento para provocar las analogías que establecen entre el pasado y el presente la comprensión histórica...! Flor de revisionistas estos Libertadores! Para perjudicar a Perón lo identificaron con Rosas, y Rosas salió beneficiado en la comprensión popular. Caseros se identificó con septiembre de 1955 y los vencedores con los gorilas...".