"Hay que actuar en dirigente
revolucionario y no en dirigente electoral, porque se trata de la disputa del
poder. No podemos incurrir en el error de los radicales en 1945... Por cuidar
los votos, ellos se quedaron parados y cuando se dieron cuenta, los votos se
habían ido. No importa donde están los votos ahora. Importa donde estarán para
ejecutar un programa”.
Arturo
Jauretche.
“En vez de hacer al pueblo
heredero de Perón, nos dimos cuenta que un grupito de dirigentes se había
aprovechado de este testamento en beneficio propio”.
Antonio Cafiero
Primera derrota electoral
del peronismo
Situémonos
históricamente. Estamos ahora a principio de los 80, el mundo occidental encara
una ola democrática, las dictaduras son repudiadas en todo el mundo, esto no
había ocurrido antes, cuando las dictaduras militares eran bienvenidas en los
centros de poder, ahora estos centros de poder exigen democracia. Una vez que
hicieron los “negocios”, vaciaron los países, necesitan de gobiernos democráticos
que los legalicen.
El
Movimiento Peronista con esa vieja convicción triunfalista de los años
fundacionales se presenta a elecciones con la fórmula Luder – Bittel. El
Movimiento Peronista se encuentra con una sorpresa hasta entonces impensada: es
derrotado por primera vez en las urnas.
Hasta
entonces el peronismo se jactaba de que solamente la fuerza de la violencia lo
había desalojado del poder, pero no el consenso del pueblo. Ahora el consenso
popular le negaba el poder. Fue aquel el peronismo de la derrota, una
dirigencia que se quedó en el pasado y no comprendió los cambios en la
sociedad. Fue un peronismo anacrónico, congelado en el tiempo y diezmado por la
dictadura, sin muchos de los cuadros más valiosos perdidos por la represión y
el Terrorismo de Estado.
La autocrítica y la Renovación Peronista
Se
impuso la necesidad de una revisión crítica, porque se había perdido capacidad
para convocar a las grandes mayorías nacionales. Comienza así un proceso
interno, un proceso revisionista que se llamó la Renovación Peronista.
Este espacio reflexionó críticamente llegando a la conclusión de que la vieja
dirigencia tenía una clara incapacidad manifiesta para actualizar el mensaje
político.
Nuestro
partido y sus mejores hombres comprendieron que faltaba Perón. Nuestro Líder, a
lo largo de su vida, mientras fue la conducción del movimiento, trabajó para la
actualización del ideario justicialista. Este trabajo no había sido hecho.
Consecuencia de ello el peronismo había quedado desvinculado así tanto de las
grandes corrientes del mundo como de las propias aspiraciones de la sociedad
argentina.
Perón
decía que “las doctrinas son monturas que
se ponen los hombres para cabalgar por los tiempos”. La Renovación emprendía la
tarea de construir una nueva montura. Fueron fundamentales los aportes de la Revista Unidos y de distintas publicaciones
que, a la par que atacaban al alfonsinismo, iban reconstruyendo el mensaje
peronista militante en el contexto histórico y electoral del momento.
Vuelta a la victoria
Primero
los “renovadores” recuperan la legitimidad popular barriendo internamente a la
vieja dirigencia peronista, y lo hizo en un debate político, ideológico,
programático y electoral que trascendió las fronteras partidarias.
Así,
finalmente, en septiembre de 1987 el peronismo recupera la mayoría perdida y
dos años después fue nuevamente gobierno nacional. Efectivamente en esas
elecciones de 1987, el Justicialismo logró presentarse como una alternativa de
poder y vence al oficialismo de la
UCR. En la
Provincia de Buenos Aires, Antonio Cafiero, uno de los
representantes más destacados de la Renovación Peronista
vence al candidato Casella preferido en las encuestas. La Provincia de Buenos
Aires queda entonces en manos de uno de los principales referentes de la Renovación.
Lo
mismo pasa en muchas provincias de nuestro país, incluida Entre Ríos en la que
Jorge Busti es elegido Gobernador, luego de una dura interna política que
barrió a gran parte de la dirigencia peronista entrerriana.
Aquí comienza nuestra
historia
Estaba
abierto nuevamente el camino para la victoria de Carlos Menem dos años después.
En los hechos posteriores la Renovación Peronista naufragó y devino en sueños
impotentes frente al neoliberalismo y las políticas del “Consenso de
Washington”.
Pero
esto ya no es historia, o es mejor dicho historia presente del peronismo, que
no cabe ser analizada porque es debate actual del peronismo aún. La Renovación
encierra para sí la enorme trascendencia de producir la recuperación de la
mayoría perdida en 1987.
Lo
que sigue es nuestra historia, la de la niñez e infancia de nuestros votantes
más jóvenes, la de la adolescencia de nuestros candidatos con menos arrugas de
las elecciones pasadas y las que se avecinan, la que construyeron, en gran
parte la actual dirigencia peronista.
Como
dijimos ese 1987 es el mismo año en que un joven intendente de la ciudad de
Concordia llamado Jorge Busti es elegido gobernador, por primera vez, de la
provincia de Entre Ríos. Sergio Urribarri asume al frente de la localidad de
General Campos. El mismo año en que militantes de una nueva JP que renacía como
Gustavo Bordet, José Cáceres, etc., daban sus pasos primeros pasos firmes en
política.
El desafió de la Renovación
Como
documento de esta etapa histórica del peronismo son elocuentes los párrafos
finales el denominado “Documento fundacional de la Renovación Peronista ”,
que data del 21 de diciembre de 1985.
“El
desafío de la
Renovación Peronista :
1.
Frente a esta opción, sólo el peronismo puede diseñar una política nacional,
popular, democrática y transformadora. Nuestra tradición concertadora y
frentista, el reconocimiento al protagonismo social, la vocación productiva, la
convicción distribucionista y el compromiso de independencia que siempre hemos asumido,
conforman las notas de un proyecto alternativo, creíble y viable.
2.
La Renovación
es un momento de nuestro desarrollo movimientista, un tiempo de cambios, de
rupturas, de fidelidades creativas y de heterodoxias audaces. Renovar al
peronismo es también reencauzarlo en su senda, recuperar su insolencia, no
claudicar frente a los poderosos, volver a sensibilizarnos en el amor a los
humildes. No auspiciamos la alegría deportiva de ganarle al adversario radical.
Alimentamos forjar una nueva mística del cambio trascendiendo el realismo
esquemático y el posibilismo alfonsinista. Esto requiere abandonar sectarismos,
abrirnos a las nuevas expectativas, ganar voluntades para continuar la tarea de
la liberación.
3.
No convalidamos tirar al trasto de los objetos en desuso palabras a imágenes
caras a nuestra tradición. Resignifiquemos las palabras, actualicemos sus
contenidos, seamos programáticos, pero creamos, sigamos creyendo que es posible
reencontrarnos con la esperanza perdida. Una cosa es pensar que hay palabras y
consignas desvalorizadas que no operan como señales convocantes y otra es
sentir que hemos llegado al fin de una vocación. Que todo fue un mal entendido,
como nos quieren hacer creer los que se sienten fundadores de un paraíso de
mediocridad. En esta interpretación dejamos de "ser", mutilan nuestra
militancia, aniquilan los últimos vestigios de un sueño. No seamos los hijos
bobos de la pedagogía radical, buenos lectores de textos ajenos, discípulos
conformistas de la política como arte de comité.
4.
El pueblo peronista ya se expidió. Quiere un Movimiento y un Partido renovado y
fuerte. Para ello, nos comprometemos a no iniciar una lucha despiadada por los
espacios de poder. Los hombres y las candidaturas deben ser la coronación de un
proyecto, una voluntad y una conducta. Un estilo diferente en la construcción
de las representatividades y en la toma de decisiones. Ser esclavos de la
voluntad popular, no torciendo en componendas oscuras lo que los compañeros
expresan a la hora de la decisión.
5.
La Renovación
Peronista debe ser transparencia en los procedimientos,
propuesta explícita y consensual, terminando con la política de las trastiendas
y demostrando la capacidad para instalar la política allí donde el pueblo pueda
enriquecerla con su participación y creatividad. Hemos combatido las prácticas
autoritarias, las visiones deformantes y a los dirigentes mediocres. Ahora es
el momento de terminar con la confusión ideológico-programática, discutiendo de
cara al país y con el pueblo las propuestas que nos permitirán volver al poder.
6.
No intentamos luchar contra el aparato "conservador" para oponerle el
aparatismo renovador. Volver al poder requiere volver al pueblo. Un Partido que
sea fiel intérprete de sus aspiraciones y necesidades. Una nueva práctica de la
humildad que sea la antesala de un nuevo humanismo, sustento de una sociedad
que contenga nuestros anhelos de vida.
7.
La Renovación
Peronista debe ser proyecto transformador, métodos
incuestionables y hombres que encarnen con credibilidad y decisión las nuevas
tareas del movimiento popular. Levantemos frente a la ideología de la
resignación y el posibilismo, la ideología de la autonomía estratégica de la Nación , una voluntad de
cambio y un compromiso con la justicia social. Este es el desafío y no lo
defraudaremos”.
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