“Desalojemos de nuestra
inteligencia la idea de la facilidad. No es tarea fácil la que hemos acometido,
Pero no es tarea ingrata. Luchar por un alto fin es el goce mayor que se ofrece
a la perspectiva del hombre. Luchar es, en cierta manera, sinónimo de vivir: Se
lucha con la gleba para extraer un puñado de trigo. Se lucha con el mar para
transportar de un extremo a otro del planeta mercaderías y ansiedades. Se lucha
con la pluma. Se lucha con la espada. El que no lucha, se estanca, como el
agua. El que se estanca se pudre”
Raúl Scalabrini Ortiz.
Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro.
La caída del peronismo
Tras
su apogeo y de ejercer el poder entre los años 1945 y 1955 se da un quiebre en
el eje de poder sobre el cual se sustentó el peronismo. Como consecuencia de
esto, ese mismo año se produce el golpe militar de septiembre del 55, el más
grosero golpe a la voluntad popular en nuestra historia.
El
peronismo cae porque se desarticula la coalición que lo había sostenido (es lo
que se denomina, para la sociología política, como “la ruptura del bloque
histórico” según los términos de Gramsci), por uno de esos avatares de la
historia esa fuerza en coalición que ejerció el poder durante 10 años se desarticula.
Hay
muchas razones para explicar este proceso, pero no hay un consenso total sobre
cual fue la verdadera razón de la ruptura, si el conflicto con la Iglesia , si la presión de
los intereses internacionales (sobre todo los norteamericanos y británicos), o
la crisis económica. Seguramente no existe una causa excluyente sino concausas
que llevaron a dicho final. Pero todas ellas encuentran el eje en la intención
concreta de poner fin al peronismo como experiencia política, económica y
social que dignificaba a las grandes mayorías populares.
El Golpe del 55
El
16 de septiembre de 1955 se produce el golpe contra el gobierno constitucional
de Juan Perón. Los jefes militares del levantamiento, autodenominado la
"Revolución Libertadora” asumen el mando.
Los
partidos políticos de la vieja argentina festejaban en las calles. El Comité
Nacional de la UCR
brindó su apoyo al gobierno militar explicitando textualmente que "la revolución triunfante por el sacrificio
de soldados, marinos, aviadores y civiles unidos por su patriotismo y amor a la
libertad, abre una gran esperanza". Incluso radicales como Roque
Carranza, Carlos Alconada Aramburú, y en Entre Ríos, Sergio Montiel, resultaron
ser relevantes conspiradores, comandos civiles y luego funcionarios de la
“Libertadora”.
Odio de clases
Aquí
nos permitiremos abrir un paréntesis –en el desarrollo del capítulo- para avanzar
en la explicación de una idea que consideramos fundamental en la comprensión de
la historia de las luchas populares y su relación con las violaciones a los
derechos humanos: El odio político.
La
irrupción del peronismo en la historia de la Argentina moderna
significó el momento en que comienza a gestarse el mayor odio político que
jamás haya vivido la Argentina, sólo comparable al odio unitario a los
federales en el siglo XIX. La caída del peronismo abrió la etapa de la manifestación
abierta y desenfrenada de ese odio que dio nacimiento a la persecución política
institucionalizada. Un odio político que aún perdura en algunos sectores de la
sociedad, pese a los años que han pasado.
Era,
es, odio de clase, odio éste que se manifestó desde 1955 hasta 1983 con golpes
de estado sangrientos y persecutorios, que cometieron las más flagrantes
violaciones a los derechos humanos de nuestra historia. Se manifestaba en
particular contra el peronismo, contra lo que representaba y reivindicaba y
también contra los propios peronistas.
Ya
antes, este odio se manifestó con el criminal bombardeo a Plaza de Mayo. Fue la
masacre del 16 de junio del 55, que por la forma y el nivel de la violencia
ejercida marcó una bisagra en las prácticas represivas del poder oligárquico en
la Argentina
contemporánea. El ametrallamiento y el bombardeo sobre la población civil indefensa
dieron nacimiento a un nuevo capítulo de la violencia institucional. Aquí se
inicia el Terrorismo de Estado, que los sectores reaccionarios y
antidemocráticos pondrán en marcha en forma sistemática para la resolución de
los conflictos políticos. Aquel día murieron más de 300 personas.
Pero
aquel bombardeo era sólo el comienzo. El 9 de junio de 1956 un grupo de
militares peronistas, comandados por Juan José Valle y con apoyo de algunos
dirigentes gremiales, protagonizó un frágil y fugaz levantamiento armado. El
gobierno no dudó en reprimir la sublevación y ordenó fusilar a los jefes militares
y a varios civiles. No sólo fueron fusilados militares, también hombres
indefensos, sin acusación ni juicio, fueron asesinados en los basurales de León
Suárez en forma clandestina.
El
odio hacia el peronismo no sólo se daba en el Ejército y la Marina que hicieron el
golpe, los partidos políticos que integraban la Junta Consultiva
(todos) apoyaron y felicitaron los fusilamientos. Una frase tristemente célebre
de aquellas horas la dijo el dirigente socialista Américo Ghioldi: “Se acabó la
leche de la clemencia”.
Las
ejecuciones de militares en los cuarteles fueron, por supuesto, tan bárbaras,
ilegales y arbitrarias como las de civiles en el basural. Para parar la
barbarie, el 12 de junio se entrega el general Valle, a cambio de que cese la
matanza. Lo fusilan esa misma noche. Suman en total 27 ejecuciones en menos de
72 horas en seis lugares diferentes. Todas ellas están calificadas por el
artículo 18 de la Constitución
Nacional , vigente en ese momento que dice: "Queda
abolida para siempre la pena de muerte por motivos políticos".
Dentro
de las crónicas negras de la barbarie oligárquica podemos mencionar también, sólo
por traer a colación los hechos más salientes, a Frondizi y el Plan Conintes y
la posterior desaparición de Felipe Vallese. De apenas 22 años, Vallese, fue el
primer detenido-desaparecido de la historia moderna. El 23 de agosto de 1962,
en pleno gobierno títere de José María Guido, tras el golpe militar que había
derrocado en marzo de ese año al presidente Arturo Frondizi, el entonces
militante de la Juventud Peronista
fue secuestrado por la policía de la provincia de Buenos Aires. Vallese nunca
fue liberado; tampoco apareció su cuerpo. Se supone, casi con certeza, que
murió en una sesión de tortura.
Otro
hecho de esta criminal dimensión tuvo lugar el 22 de agosto de 1972, cuando la
dictadura de Lanusse asesinó a sangre fría a 16 militantes pertenecientes a las
organizaciones FAR, ERP y Montoneros, detenidos en la base naval de la ciudad
de Trelew. La “Masacre de Trelew”, como entró en la historia, fue el primer
esbozo de lo que luego sería la metodología de la dictadura de Videla: el
asesinato a sangre fría de prisioneros desarmados.
La profundidad y
trascendencia del peronismo
Cuando
cayó Perón muchos de los actores políticos de aquella argentina pensaron que el
peronismo era un fenómeno pasajero en la vida política de la patria, que
desaparecería y que el pueblo lo olvidaría. Muchos lo creyeron, pensaron, que
Juan Perón y su obra eran un producto histórico transitorio que pronto pasaría
al olvido.
Consciente
de las adversidades que enfrentaba nuestro movimiento la oligarquía creía que
podía terminar para siempre el peronismo. Y así obró, se le aplicó todo el
rigor de la legislación, no se podía mencionar el nombre de Perón, no se podía
cantar la marcha, no se podía decir que uno era peronista, eso era riesgo de ir
a la cárcel. Eso fue el nefasto Decreto 4161. La represión fue dura y
sangrienta. Ya mencionamos algunas de las atrocidades cometidas por el poder
oligárquico que buscaba una revancha histórica.
La Resistencia Peronista
¿Y
cómo respondió el Movimiento Peronista a toda esta política de represión,
muerte y persecución implementada por la oligarquía nuevamente en el
poder? El peronismo respondió a través
de la Resistencia ,
generó así un movimiento de resistencia popular que duró 18 años, 18 años de
proscripción, de exilio, de heroísmo y martirio. Y, puso en evidencia que, el
peronismo no era un movimiento de temporada, transitorio, cuasi anecdótico. No
era un simple partido electoral con tinte folklórico, que giraba y dependía de
un hombre y que moriría por sus propias limitaciones políticas y biológicas.
Era un movimiento nacional que había echado raíces, que tenía una profunda
identidad enterrada en lo más profundo de la argentinidad y que la abonaba con
la sangre de sus caídos.
Creemos
que esa fue la hora más gloriosa del peronismo. Con la Resistencia Peronista
surge el hecho místico y heroico del peronismo, sin partido, sin dirigentes, en
el mismo estado que la gesta espontánea del 45.
La
Resistencia surgió rápida y espontáneamente en las bases populares indignadas
por el derrocamiento del presidente legitimo de todos los argentinos, Juan
Perón, y surgió cuando sus dirigentes estaban presos, exiliados o escondidos. Esa
reacción no tiene precedentes en el país. Yrigoyen también fue un líder popular
pero su caída no generó, ni cerca, nada parecido.
Había
que hacer lo mismo pero en las antípodas ideológicas: unir a todos los sectores
populares que se oponían al régimen. La Resistencia Peronista ganó
cotidianamente las batallas en las calles, en cada rincón del país. Fue intransigente,
durante 18 años conservó su espíritu inclaudicable y combatiente, que siguió
apelando a sus raíces y logró finalmente, superar la larga noche de su exilio
para poder volver al poder en 1973.
Desde
1955 a
1973, huelga, conflicto, plan de lucha, eran palabras familiares para los
militantes de la época. El sindicato era el ambiente de los peronistas de la
resistencia, la guarida natural, era el campamento donde se refugiaba ese gran
ejército. Los dirigentes sindicales eran figuras habituales, y en las luchas
sindicales, los peronistas inevitable y naturalmente tomaban siempre partido.
En
el sindicato se guardaban los carteles, el engrudo, los bombos. Allí se hacían
las reuniones clandestinas, allí se escuchaba el último casette de Perón,
llegado de Madrid. El sindicato era, además, el templo de los militantes: lo
presidía el retrato del líder y de Evita.
Los míticos militantes de la
resistencia
Por
el desmantelamiento de las estructuras del entonces Partido Peronista y en
reemplazo de los ex funcionarios que estaban presos, perseguidos o que se
“borraron” en 1955, surge una combativa legión de dirigentes, fundamentalmente
obreros, y una nueva generación de jóvenes militantes dispuestos a dar la lucha
contra el gobierno de los gorilas oligárquicos.
Es
la primera oleada de la JP, jóvenes que, a temprana edad, emergen para inventar
la Juventud
Peronista , asumiendo una conducta donde unían un sentido
ético de lo social a un sentimiento heroico de la vida. De esa oleada de
resistencia surgen dirigentes juveniles como Gustavo Rearte, Envar El Kadri,
Susana Valle (hija del General fusilado), Carlos Caride, Jorge Rulli, Dardo
Cabo, Héctor Spina, los Lisazo, Felipe Vallese, y otros hombres y mujeres del
pueblo. Eran personas que derrochaban un aura romántica, propia de los
fundadores de un nuevo tiempo, forjada al calor del prestigio que sus valientes
conductas generaban. Con ellos se inicia la saga gigantesca por el retorno del
General Perón, que culmina muchísimos años más tarde con el “Luche y Vuelve” y
constituye el embrión y origen de la “gloriosa” JP de los 70.
El peronismo en la oposición
El
retorno de Perón se debió en gran medida al infatigable acecho del peronismo a
la dictadura. La exclusión política del peronismo, produjo un proceso que
cambiará el perfil del justicialismo. A partir de 1955 el peronismo aglutinó,
representó y canalizó a todas las rebeldías y críticas contra el sistema social
y político, crecientemente ineficaz y en el cual era el único actor político apartado.
El
espectro político peronista se tornó muy amplio y variado. El activismo peronista
opositor realizó sus intentos por la vía del levantamiento cívico-militar,
acciones de resistencia por métodos encubiertos, “trabajo a tristeza”,
sabotajes, colocación de explosivos, paros gremiales, atentados, ataques con
bombas "Molotov”.
Además,
participaba, aunque estaba proscrito, en las elecciones apoyando a otros
candidatos en contra de los representantes civiles de la dictadura militar de
turno. El peronismo en la oposición fue una fuerza incontrolable que derribó
todos los muros que le ponían en frente en su marcha hacia el retorno del
líder.
El
régimen gorila retenía el poder, pero la presencia del peronismo que lo
hostigaba, lo combatía y lo acechaba, le impidió hacerlo funcionar
plácidamente. Era lo que se llamaba el “empate hegemónico”.
La conducción de Perón
Otra
cuestión fundamental para comprender como el peronismo sobrevivió a tantos años
de persecuciones y proscripciones fue la capacidad política excepcional de Juan
Perón. La habilidad conductora de nuestro Líder, consistió en incluir dentro de
su Movimiento a todos los que criticaban al sistema político-social.
Perón
combinaba todas las formas de lucha y todos los sectores y expresiones
políticas, las aprovechó a todos y todas, porque no confundió jamás a la
táctica con la estrategia, ni a los objetivos inmediatos con los objetivos fundamentales. Lector como nadie de
los tiempos de la historia siempre supo como canalizar el descontento y los
ánimos del pueblo en una dirección coincidente con los objetivos políticos a
corto, mediano y largo plazo.
Cooke: padre de la Resistencia
En
este capítulo hemos elegido como textos de valor histórico para la lectura y la
reflexión, dos cartas instructivas de Perón desde el exilio: la primera fechada
el 1 de diciembre de 1955 dirigida al conjunto del Movimiento y la segunda
dirigida a Cooke fechada en 1957.
John
William Cooke fue uno de los dirigentes peronistas más lúcido e intransigente.
Diputado peronista en 1946, cuando tenía 25 años. Luego de 1955 fue
representante y delegado oficial de Perón en la Argentina y principal
líder de la resistencia peronista entre 1955 y 1959. Cooke consideraba que el
peronismo era un movimiento de liberación nacional que debía conducir una
revolución social en la Argentina. Siempre
crítico y siempre Leal a su líder y al pueblo peronista muere en 1968.
Esperamos
que la lectura de estas dos cartas ayude en la comprensión del espíritu
fundamentalmente popular e intransigente de la Resistencia.
1) Carta de Perón desde el exilio fechada
el 1º de diciembre de 1955:
“La
disolución del Partido Peronista por decreto de la dictadura no debe dar lugar
a la dispersión de nuestras fuerzas. Es necesario seguir con nuestras
organizaciones. Tanto las mujeres como los hombres peronistas deben seguir
reuniéndose para mantener el partido.
Cada casa de un peronista será en adelante una unidad básica del
partido. La
Confederación General del Trabajo y sus sindicatos,
atropellados por la dictadura, deben proceder en forma similar. Yo sigo siendo
el jefe de las fuerzas peronistas y nadie puede invocar mi representación. Si
hay elecciones sin el peronismo, todo buen peronista debe abstenerse de votar.
Ésta es mi orden desde el exilio.”
2) Carta de Perón a Cooke.
“El
sabotaje, el boicot a las compras y al consumo, el derroche de agua, las
destrucciones de las líneas telefónicas y telegráficas, las perturbaciones de
todo orden, las huelgas, los paros, las protestas tumultuosas, los panfletos, los
rumores de todo tipo, la baja producción y el desgano, la desobediencia civil,
la violación de las leyes y decretos, el no pago de los impuestos, el sabotaje
a la administración pública, solapada e insidiosa, etc., son recursos que bien
ejecutados pueden arrojar en pocos días a cualquier gobierno... Yo creo que la eficacia de los pequeños métodos
es temible... Por eso creo que la resistencia no ha sido bien llevada, porque
la gente se ve más atraída por las bombas y los incendios, que son efectivos si
no se olvidan las otras cosas quizá más pequeñas, pero que ejecutadas en
millones de partes resultan mayores y más efectivas que hacer volar un puente o
incendiar una fábrica...” (Juan
Perón, 1957).
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