“¡Creer! He allí toda la magia de la vida”.
Raúl Scalabrini Ortiz.
“Cuando culmine el proceso revolucionario argentino, se iluminará el
aporte de cada episodio y ningún esfuerzo será en vano, ningún sacrificio
estéril, y el éxito final redimirá todas las frustraciones.”
John William Cooke.
Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro
La salida del modelo
neoliberal
Acerca
de la historia reciente, de la que somos parte, es bueno hacer algunas
precesiones. Como dijimos en dos capítulos anteriores, las consecuencias del
golpe del 24 de marzo se mantuvieron más allá de su vigencia y condicionaron la
política nacional durante más de dos décadas.
Porque
la dictadura militar no se instaló sólo para torturar y matar gente, sino para
posibilitar una transferencia masiva de riquezas hacia los núcleos más
concentrados de la economía, quienes se apropiaron además de buena parte de los
negocios relacionados con el Estado.
Los
responsables externos fueron los gobiernos de los países centrales y sus mandatarios
instalados en los organismos financieros internacionales, particularmente el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instigadores de estas
políticas neoliberales que durante décadas mostraron al endeudamiento y el
consecuente ajuste como virtudes.
Con
el retorno a la democracia, ni Raúl Alfonsín, que administró "el
modelo", ni Carlos Menem, que lo profundizó, modificaron el cuadro en lo
esencial.
El
alfonsinismo no supo, no quiso o no pudo y cayó por la crisis que desató con la
hiperinflación. Menem se montó en la ola neoliberal aumentando la deuda hacia
fuera y hacia adentro a costa del empobrecimiento de millones de argentinos. Y
dentro de ese marco, como no hay política posible a favor del campo popular, De
la Rúa-Álvarez
precipitaron el agotamiento del plan de convertibilidad y llevaron al país a la
catástrofe.
El
proyecto de "miseria planificada" que Rodolfo Walsh denunciaba en
1977 fue hegemónico desde 1976
a 2001. Las luchas populares que culminaron en el
estallido popular de diciembre del 2001 marcaron un punto de inflexión.
Lo
que vino después fue el inevitable default de Adolfo Rodríguez Saá y la
"tarea de bombero" de Eduardo Duhalde.
Kirchner y la reconstrucción
del Proyecto Nacional
El
gobierno de Néstor Kirchner, un sobreviviente de la generación del 70, encendió
una luz de esperanza, prometiendo revertir esta situación.
El
ex presidente restauró el principio de autoridad ante una sociedad fragmentada
y descreída por tanta hipocresía y sumisión, se pronunció clara y enérgicamente
contra la impunidad y la violación de DD HH, colocó a nuestro país en un lugar
más digno ante el mundo, privilegiando el alineamiento internacional con países
hermanos de Latinoamérica y se manifestó, tanto en el discurso como en los
hechos, en contra de los pilares en los que se asentó el modelo neoliberal,
especialmente en lo referente a la deuda externa.
El
crecimiento económico, la reactivación industrial y la recomposición del tejido
social fueron señales alentadoras. Del mismo modo que la renovada confianza del
pueblo en la política, recuperación de las herramientas reguladoras del trabajo
como los convenios colectivos y las reformas estructurales que se esbozan en la
salud y la educación son indicios claros de un mejor futuro.
Después
vienen los gobiernos de Cristina, con grandes obras para resaltar, la derrota
de Daniel Scioli, el triunfo de Macri y demás hechos que forman parte de un
presente reciente, conocido por todos y que no pretenden ser abordados por este
cuaderno.
Aprender de nuestra historia
Como
dijimos, hoy vivimos tiempos de preocupaciones por el presente político
nacional pero cobijamos siempre renovadas esperanzas. Como generación creemos
que un futuro mejor es posible. Pero el mismo no es una fatalidad inexorable.
Han
pasado más de 70 años y el recuerdo de tiempos aciagos de estridente
resistencia y de días felices debe tener el valor de una lección histórica.
Principalmente para que nunca más se reiteren los tiempos de injusticia, odio y
desprecio que costaron tanto dolor, porque la memoria no es sólo recordar el
pasado, sino el requisito básico para construir el futuro.
Pero
llevar adelante el proyecto nacional no es responsabilidad de una sola persona.
Los desafíos que se avecinan no dependen ni siquiera de toda la dirigencia
peronista de la Argentina. El
futuro depende de todos nosotros.
Es
nuestra misión, como militantes peronistas, junto a todos los sectores
nacionales y populares que luchamos por una patria justa, libre y soberana.
Como
peronistas debemos recrear, por la militancia y la memoria, el lazo entre las
luchas de ayer y las que hoy emprendemos, porque las penas, los sacrificios y
la lucha son la experiencia acumulada que nos permite abandonar ciertas
hipótesis y tomar o retomar otras nuevas para cumplir con las demandas
populares.
Hasta Siempre
Sin
otra finalidad que esta es que esperamos que estos “Apuntes para una historia
del Peronismo” sean de utilidad para los lectores; que la lectura de los mismos
y de los documentos adjuntados sean futuros instrumentos para la reflexión y la
comprensión del Peronismo en su dimensión histórica.
Que
puedan despertar en el lector esa pasión por el conocimiento histórico de este
movimiento, que con sus derrotas y victorias, errores y aciertos, conduce,
desde hace más de 70 años, la larga marcha del pueblo argentino hacia su
liberación.
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