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Pancho Ramírez, retrato del Salón de los Gobernadores de la Casa de Gobierno de Entre Ríos. |
Francisco Ramírez nació en
1786, un 13 de marzo en el pueblo de Arroyo de la China ya llamado entonces
Concepción del Uruguay. Hijo de Juan Gregorio Ramírez y de doña Tadea Jordán.
No se le conoce su estampa, su figura. El retrato más conocido del caudillo es
el que se encuentra en el salón de los Gobernadores de la Casa de Gobierno de Entre
Ríos, en nuestra Paraná. Este muestra la figura de un militar muy napoleónico,
de uniforme con charreteras y bordados en oro, con un rostro poblado por
decorativas patillas. En rigor de verdad, la hermana de Francisco Ramírez,
modeló para el pintor ese retrato por su notable parecido. Pero su figura
verdadera no se la conoce, algunos dicen que era alto y rubio otros achinado y
retacón. En fin, mucho se dice de Pancho Ramírez pero poco se conoce y la
Historia no mucho nos cuenta. Acá va una breve semblanza…
Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro.
“Compatriotas:
Imitad tan noble entusiasmo para entrar con nosotros al templo del honor, de la
gloria, de la inmortalidad. La señal está dada, yo marcharé al frente de
vosotros y dirigiré vuestros pasos a un feliz destino. Marchemos al Sud que es
llegado el día glorioso de su felicidad.” Francisco
Ramírez.
Jorge Abelardo Ramos afirma
en “Revolución y contrarrevolución en Argentina” que era descendiente del
Marqués de Salina, don Juan Ramírez de Velazco, conquistador y fundador de
ciudades, gobernador de Salta y Tucumán. Y añade: “Cabalgador mancebo, con la
sangre guaraní dibujándole el rostro anguloso y viril, montado con gracia
nativa en un alazán hermosamente puesto, Ramírez, no era justamente el bárbaro
de la leyenda porteña.
No fue Ramírez un aprendiz
de carpintero como dijo Vicuña Mackenna, ni “chusquero”, como afirma Andrade y
muchos menos “caudillo bárbaro” según expresión de Vicente Fidel López, fue un
caudillo caballeresco, capaz de concebir ideas y desarrollarlas, organizador
por instinto, se recomienda en la historia de nuestra revolución social como el
caudillo de mas carácter y disciplina en su ejercito”.
Su madre enviuda y casa en
segundad nupcias, alumbrando así a sus medios hermanos, uno de ellos es José
Ricardo López Jordán, su compañero de lucha y padre del que fuera mas tarde
Ricardo López Jordán, el gran caudillo nacional del federalismo entrerriano.
La figura de Francisco
Pancho Ramírez ha despertado polémica entre los historiadores. Se debate el
significado político de Ramírez en la historia Argentina, su encontrada
relación con Artigas, su trascendencia luego de Cepeda, su temeridad sin
límites. No obstante a tanto desacuerdo entre los investigadores, se pueden
descubrir dos afirmaciones que parecen ser incuestionables: su capacidad
militar y su hombría de bien en la guerra.
Sus cualidades militares
han sido juzgadas por una autoridad inapelable. El unitario General Paz,
militar de carrera y brillante estratega, afirma en sus “Memorias”: “No está de
más advertir que el General Ramírez fue el primero y el único entonces de esos
generales caudillos que había engendrado el desorden que puso regularidad y
orden en sus tropas. A diferencia de López y Artigas estableció la
subordinación y adoptó los principios de la táctica, lo que le dio una notable
superioridad”.
Y, en medio de las
tremendas luchas que llevó, jamás cometió un atropello, no incurrió en
crueldad, en codicia o prepotencia. Rasgo éste, curioso y excepcional en las
costumbres de la época. En este punto sí, están de acuerdo todos los cronistas.
El escritor Aníbal Vásquez,
un especialista en la vida y gesta del caudillo, en su obra “Ramírez” expresa:
“En su intensa actuación,
nada hay que sugiera el convencimiento de que Ramírez se hubiera comportado
como un bandolero y un sanguinario, según se ha pretendido para desmerecerlo
ante la posteridad. Por eso hemos dicho que ha sido el caudillo más organizador
y el de mejores sentimientos. No se extasió con la sangre de sus víctimas, ni
asoló ciudades concediendo licencias inauditas a sus tropas, ni asesinó, ni
ejercitó la venganza, prodigando por el contrario su generosidad a los
enemigos”. Y continua luego comparándolo con otros caudillos de la época: “ No
puede encontrarse en su actuación militar nada que ensangriente el resplandor
de sus prestigios: ni la desoladora invasión a Santa Fe por el general Viamonte,
ordenada por el Directorio; ni el incendio de los ranchos en Rosario dispuesto
por Balcarce; ni las atrocidades de Artigas, ni las notas rojas de ese
atormentado de Miguel Carrera; ni los actos de bandolerismo de Estanislao
López; ni el fusilamiento de Dorrego; ni la inhumanidades de Oribe....”
Su deslumbrante carrera
duró solo tres años. Fueron solamente tres fugaces años en que se difundió el
nombre de Pancho Ramírez por las Provincias Unidas.
Sus años de juventud no han
quedado bien establecidos, algunas historias lo dan como correo de Artigas en
los primeros momentos del levantamiento de la campaña Oriental Otras versiones
lo presentan como prisionero de los realistas en la ciudadela de Montevideo. Lo
que sí nadie duda es que en 1811 Francisco Ramírez, entra en la crónica
histórica: figura encabezando la insurrección de Entre Ríos contra la
dominación española en la zona de Arroyo de la China.
Luego participa en las
luchas insurgentes contra españoles y en la resistencia contra el portugués a
las órdenes de Artigas. Desde entonces, a partir de 1813, estará vinculado a
Artigas, del cual fue virtualmente su delegado en Entre Ríos.
En las luchas contra los
dictatoriales porteños se alinea primero con Hereñú. Pero, cuando éste
defecciona a la causa artiguista y se alía con el porteño invasor, Ramírez
levanta la bandera de fidelidad al Protector de los Pueblos Libres.
Casi solo, Artigas no podía
ayudarlo ocupado en resistir la invasión portuguesa a la Banda Oriental , cae
una y otra vez sobre las tropas porteñas invasoras derrotándolas sin darle
tregua: Santa Bárbara y el Saucecito son dos victorias arrolladoras contra las
tropas del puerto de Buenos Aires.
Estas campañas y acciones
guerreras, sus condiciones innatas de conductor, su juventud afanosa, así mismo
como la imposición de los hechos, convierten a Francisco Ramírez a partir de
1818 en el puntal básico del artiguismo en el litoral argentino.
Ese mismo año 1818,
cumpliendo instrucciones de Artigas, invade Corrientes, para evitar el vuelco
de la situación local a favor del Directorio, que había intrigado para deponer
al delegado del Protector en la provincia. Cumple el cometido con éxito,
reponiendo al mandatario y frustrando así los planes de los porteños de
sustraer las provincias del litoral de la influencia artiguista.
Contemporáneamente destaca
a su hermanastro Ricardo López Jordán, en auxilio de Estanislao López
gobernador de Santa Fe amparado en el protectorado de Artigas que en esos
momentos soportaba una segunda invasión porteña.
A esta altura, Ramírez ya
estaba en condiciones, políticas y militares de tomar la ofensiva en esa larga
guerra contra el Directorio. El régimen cuyas intrigas monárquicas, cuyo
centralismo y permanente contubernio con el portugués era repudiado por los
pueblos. Ramírez, conjuntamente con López, en ese momento histórico, asumirá
tácitamente la representación de los pueblos interiores en esta confrontación
contra el poder porteño.
Le espera todavía su hora más gloriosa en Cepeda, su irrupción en la historia más polémica en el enfrentamiento con Artigas, su romántica relación con la Delfina y su legendaria muerte…
Le espera todavía su hora más gloriosa en Cepeda, su irrupción en la historia más polémica en el enfrentamiento con Artigas, su romántica relación con la Delfina y su legendaria muerte…
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