John William Cooke fallece el 19 de septiembre de 1968. Juan
José Hernández Arregui fallece el 22 de septiembre de 1974. En el mismo mes. Ambos
fueron intelectuales y políticos centrales del campo nacional y popular en la
segunda mitad del siglo XX.
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Perón, Evita y el pueblo, a su izquierda Hérnandez Arregui y Cooke, en dibujos de Ricardo Carpani.
De ellos se puede escribir mucho y de diversos temas. Tuvieron
vidas multifacéticas, dignas de una película de cine. Pero aquí en esta breve
nota quiero detenerme en la idea de historia argentina que ambos tenían y del
tiempo que vivían, mirados a través del lente del peronismo. La singularidad de
ambos pensadores, que combinan gran desarrollo teórico con militancia política,
más lo primero en Hernández Arregui y más lo segundo en Cooke, nos da como
resultado dos de las versiones más atractivas del pasado argentino y el
peronismo. Huelga decir que la lectura de sus obras resulta ineludible si se
quiere tener una comprensión cabal de los últimos 70 años de historia nacional.
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Perón, Evita y el pueblo, a su izquierda Hérnandez Arregui y Cooke, en dibujos de Ricardo Carpani. |
Pertenencen a la historia del peronismo, y que mejor que
saber que pensaban, justamente, sobre la historia y el peronismo. Hoy, a modo
de humilde homenaje quiero brevemente repasar las principales ideas sobre la visión de la historia
y el peronismo que ambos tenían, sus relaciones y perspectivas. Que lo que
hicieron, pensaron y escribieron sirva para iluminar el camino hacia lo que
viene.
Escribe: Alejandro
Gonzalo García Garro
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Sobre John William Cooke (1920-1968), peronismo, revolución y revisionismo histórico
Con el paso del tiempo la figura y el pensamiento
revolucionario de Cooke adquieren una dimensión invalorable, transformándose, a
mi entender, en el verdadero arquetipo del militante peronista de la
resistencia. Por esta razón es que me detendré primero en una necesaria crónica
de su vida, para luego profundizar en sus trabajos como historiador.
Nace en la ciudad de La Plata, en el seno de una familia
radical. Por esta razón comienza su militancia política en las filas del
radicalismo provincial participando en las luchas contra el conservadorismo
bonaerense. Luego se incorpora a FORJA. Refiriéndose a esa etapa, su compañera
Alicia Eguren apuntó: “radical, nacionalista, popular, forjista, lleno de
secreta y contradictoria admiración por quienes militaban en nombre de a gran
revolución de Octubre”.
El padre de Cooke, Juan Isaac, fue Ministro de Relaciones
Exteriores en 1945 y estuvo involucrado en la batalla política y diplomática
contra el embajador de los Estados Unidos, Braden. En ese período John William
fue el asesor más cercano y firme de su padre para resistir las presiones de la
embajada norteamericana.
Cuando se produjo la movilización del 17 de Octubre, Cooke
se estaba graduando de abogado. Comprendió agudamente el nacimiento del
Movimiento Peronista en esa gesta histórica y se encolumnó en sus filas. En las
elecciones de 1946 fue electo diputado nacional, tenía solamente 25 años. Su
discurso vehemente, y los conocimientos legales adquiridos, le permitieron
jugar un papel muy relevante en el Congreso.
Pensamiento crítico e independiente fue uno de los pocos que
rechazaron la idea de que la lealtad a Perón debía transformarse en servilismo
y alcahuetería. “Un joven jacobino solitario en un parlamento tímido y
heterogéneo que representaba la retaguardia de las masas que acaudillaban Eva y
Perón”, así, lo definía Alicia Eguren en esa etapa.
Perón con Cooke. |
Durante el segundo gobierno peronista, Evita le ofreció ser
el editor de “Democracia”, pero Cooke temió que ese trabajo pudiera coartar su
independencia política. Rechazó la oferta y le confió a sus amigos: “No quiero
terminar peleándome con esas corte de obsecuentes”. Ganó una cátedra de
Economía Política en la Universidad de Buenos Aires y sacó su propia
publicación: “De Frente” que se subtitulaba “testigo insobornable de la
realidad mundial”. A través de su revista comenzó a criticar la burocracia
sindical y partidaria y así para muchos peronistas se convirtió en la
conciencia moral, política y revolucionaria del movimiento. De esta manera
Cooke mismo se transformó en una figura destacada de la línea más militante e
intransigente dentro del peronismo; sin desafiar los objetivos políticos del
peronismo, pero adoptando una línea dura de cómo defender el régimen peronista
cuando la oposición aumentaba.
En los bombardeos a la Plaza de Mayo en junio del 55 se lo
vio pistola en mano defendiendo al gobierno popular. Pasado los bombardeos,
Perón lo convoca y es designado Interventor del Partido Peronista en la Capital
Federal. Desde ese espacio y contradiciendo las autoridades burocráticas del
partido comienza a organizar las milicias populares, esas actividades
insipientes de lucha armada, formarían
la base de la primeras acciones de la Resistencia Peronista.
Luego que el golpe gorila triunfara, Perón escribió desde el
exilio que:
“El doctor Cooke fue el único dirigente que
se conectó a mi y el único que tomó abiertamente una posición de absoluta
intransigencia como creo yo que corresponde al momento que vive nuestro
Movimiento. Fue también el único dirigente, que sin perdida de tiempo construyó
un Comando de Lucha en la Capital que confió a Lagormarsino y Marcos, mientras
el estuviera en la cárcel. Fue también el único dirigente que mantuvo
permanente enlace conmigo y que, pudo llegar siempre a mi con sus informaciones
y yo a él con mis directivas.”
Un policía que el creía confiable lo denunció y fue
arrestado en la casa de su amigo el historiador José María Rosa. Estuvo
detenido en la Penitenciaria Las Heras donde sufrió simulacros de fusilamiento
con inaudito coraje. Luego recluido a la cárcel de Rió Gallegos logra escaparse
vía Chile con otros peronistas.
En noviembre de 1956, Perón envía una carta desde Caracas
donde el Líder le otorga su absoluta confianza, esta carta afianza a Cooke en
la conducción táctica del Movimiento:
“En él reconozco al único jefe que tiene mi
mandato para presidir la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el
país y en el extranjero, y sus decisiones tienen el mismo valor que las mías.
En caso de mi fallecimiento, en él delego el mando”.
Fue parte esencial de las negociaciones de Perón con
Frondizi para que el Partido Peronista le diera en las elecciones el apoyo a
éste. Y, en febrero de 1958 fue signatario del pacto celebrado junto con Perón,
Frondizi y Frigerio.
A fines de los cincuenta comenzó a impresionarse
profundamente por los resultados de la Revolución Cubana recién triunfante.
Abordó entonces la posibilidad de sostener una estrategia revolucionaria más
activa como un medio para resolver, a largo plazo, las contradicciones dentro
del movimiento peronista y la sociedad argentina. La primera iniciativa de
guerrilla rural en Argentina, la de los Uturuncos peronistas, que operaron
brevemente en Tucumán a fines de 1959, estuvieron bajo la influencia política
de Cooke pero no bajo su liderazgo personal. Se lo vinculó también a Jorge
Ricardo Masetti del Ejercito Guerrillero del Pueblo (EGP) de 1963-1964, un foco
guerrillero de tendencia guevarista que incluía peronistas y operaba en Salta.
Pero la mayor contribución de Cooke a la convergencia del
peronismo con el marxismo latinoamericano, y que fue tan importante en la
década siguiente, fue más bien de tipo ideológico.
A esta altura, el nivel de compromiso con la Revolución
Cubana de Cooke y la extensión de su radicalización eventualmente lo condujeron
a plantear diferencias con Perón en 1962. Sin embargo, nunca cuestionó
explícitamente el liderazgo global del líder del movimiento y continuó luchando
por el retorno de Perón al poder en la Argentina.
Su libro de mayor influencia, “El peronismo y el golpe de
Estado, Informe a las Bases” es un lúcido análisis del golpe del 66 y
del movimiento peronista que llevaba ineludiblemente a los lectores a una
discusión sobre las tareas revolucionarias. Murió joven, de un cáncer incurable, en La Habana
en 1968, tenía 48 años. Sus principales libros no empezaron publicarse
abiertamente hasta tres años después de su muerte, aunque algunos de sus textos
lograban circulación clandestina entre la militancia.
Libros de Cooke, entre ellos una joya de mi biblioteca, una copia de "El Peronismo y el Golpe de Estado" del año 1966, de Ediciones "Acción Revolucionaria Peronista". |
En lo que se refiere a los aportes historiográficos de
Cooke, él, como peronista militante, tenía plena conciencia del valor del
conocimiento del pasado histórico para la comprensión del presente. En uno de
sus deslumbrantes discursos en la Cámara de Diputados, en ocasión de un
homenaje al historiador Saldías, denunció la mentira de la historia oficial:
“Nuestra historia Señor Presidente, fue
maliciosamente deformada por el grupo dirigente que, después de la caída de
Rosas, se encaramó en los comandos económicos, políticos y sociales. Ella no ha
sido falseada sin motivos; ya que la oligarquía argentina ha sido muy
cuidadosa. Cada vez que conquistó el poder, ya sea en la época de la oligarquía
del puerto de Buenos Aires, la oligarquía iluminista directorial, ya sea
después del 53, una vez que tuvo en sus manos los medios de dirigir al país, no
descuidó el comando conceptual, el dominio de las ideas. Al mismo tiempo que
consumaba la tremenda entrega económica del país, de la que recién ahora
estamos saliendo, consumó la entrega conceptual ligándonos a una serie de
dogmas que han constituido uno de los eslabones mas pesados de la cadena del
yugo extranjero.”
Como leemos, estas palabras son típicas de un discurso
revisionista. Cooke representaba la interpretación popular revisionista de la
historia argentina que había ganado terreno en la década del 30 con el
nacionalismo y FORJA presentando una
alternativa a la versión liberal de la oligarquía. “Creemos que solamente se
puede obtener la liberación nacional a través de la destrucción de esos dogmas
históricos falsamente fabricados”, agregaba en su discurso parlamentario.
Es decir que Cooke asumía una deuda intelectual con el
movimiento revisionista histórico, es uno de los pilares de su pensamiento que
profundizará en el transcurso de su accionar revolucionario posterior.
Así fue miembro del Instituto Juan Manuel de Rosas, en cuyo
salón disertó en varias oportunidades con su elocuencia de siempre. Fermín
Chávez recuerda entre otras conferencias a “Rosas y los liberales”, “La Triple
Alianza y la Guerra del Paraguay” y ”La leyenda del terror” todas ellas dadas
ante una nutrida concurrencia que aplaudía al atractivo orador que era Cooke.
En el curso del año 1954 fue miembro fundador de la
Organización Popular por la Repatriación de los restos de Rosas. Integró su
Consejo Plenario junto con figuras tales como José Maria Rosa, Ernesto Palacio,
Carlos Ibarguren, Manuel Gálvez y Fermín Chávez. Y en la asamblea general del
Instituto en el mismo año, fue electo Vicepresidente de la institución. Como
Presidente resultó designado su amigo José Maria Rosa.
Pero es en su libro capital “Apuntes para la militancia” de
1964, donde Cooke logra su síntesis como pensador nacional y militante
peronista. Este texto, que en realidad son verdaderos apuntes, tuvo un origen
bien concreto: la tentativa de acercar a las bases del movimiento, es decir a
la clase trabajadora peronista, una visión histórica y política comprensible,
masiva. Se trata de apuntes didácticos, escritos con alto sentido crítico, en
los que el lector, puede encontrar la articulación del presente con el pasado
de una manera clara y concisa. El texto de un luchador incansable dirigido a
militantes interesados en conocer una versión nacional, popular y
revolucionaria de la historia argentina.
Cooke busca en la historia argentina los orígenes del
Peronismo y los encuentra. Desde ya participa de una concepción revisionista de
la historia en tanto recuperación de una concepción nacional antioligárquica y
antiliberal. Insiste en la demostración de cómo movimientos nacionales
antecesores del Peronismo: el federalismo de Rosas, las montoneras del Chacho
Peñaloza, Felipe Varela y López Jordán; y el radicalismo de Yrigoyen fueron
derrotados en la lucha librada en la estructura semi colonial de la Argentina.
Es decir, “la historia como experiencia
imposible para el político, y la analogía sirviendo de instrumento de
concientización de las masas, posibilitando una nueva estrategia de poder que
no repita los errores histórico-políticos allí analizados.”
Acerca de Hernández Arregui (1913-1974), historia de la formación de la conciencia nacional
¿Qué decir de Juan José Hernández Arregui? Pensador,
historiador y militante de la causa nacional. En 1947 se produce su primer
acercamiento al peronismo de la mano de Don Arturo Jauretche, quien lo lleva a
colaborar en el gobierno bonaerense.
Hernández Arregui fue un “intelectual” nacional que adhirió
al Movimiento Nacional Peronista sin renunciar al marxismo en tanto método de
interpretación de la realidad. Juzgó necesario la creación de una izquierda
nacional en contraposición a la izquierda liberal que se mantenía en la vereda
opuesta al pueblo. El término “Izquierda Nacional” fue lanzado por primera vez
en 1957 por Hernández Arregui e incorporado luego al lenguaje político.
Publicó, “Imperialismo y Cultura” (1957), “La formación de
la conciencia nacional” (1960), “Nacionalismo y liberación” (1969) y “Peronismo
y Socialismo” (1972). Toda su producción tiene una gran consistencia
intelectual.
Para Hernández Arregui, “la conciencia nacional es la lucha
del pueblo organizado por su liberación” y, partiendo de esa premisa es que el
sentido de su obra no fue la de investigar en forma erudita y aséptica sino
colaborar en las luchas del Movimiento Peronista. De todos sus libros se
destaca principalmente “La formación de la conciencia nacional” por su solidez
conceptual, escrita en 1958/1959 fue editado por primera vez en 1960,
nuevamente en el 70 y recientemente reeditado en el 2004 y hace unos años.
¿Y por qué la importancia de lo histórico? Según Hernández
Arregui, la madurez histórica de una comunidad logra restaurarse y ordenarse a
través de una visión crítica de su historia e ideas, para poder lograr una
superación de etapas anteriores y no volver a caer en los mismos errores
políticos. A raíz de esto dirá:
"...el desarrollo de la conciencia
histórica sigue un curso paralelo a las épocas de las grandes transformaciones
de la realidad nacional donde hombres y pueblos perciben un cambio de ritmo y
de dirección en el destino colectivo...".
En ese libro, indaga las distintas ideologías que han tenido
predicamento en la historia de la cultura política argentina. Es un trabajo
cuya lectura es recomendable desde todo punto de vista, aún para aquellos que
puedan disentir con el autor, este libro permite al lector tener una visión
amplia del espectro ideológico argentino.
Sus tesis políticas más importantes no difieren de las Cooke
como vimos, fueron la caracterización del radicalismo yrigoyenista como
heredero de las rebeldías históricas del federalismo y, no obstante sus
limitaciones, fue el primer esbozo que sirvió de antevente de la política
nacionalista y las reformas sociales del peronismo en el siglo XX. A esto le
agregó la caracterización del peronismo como un movimiento nacional y popular con
potencial revolucionario, más cerca de Cooke que de la ortodoxia peronista
naturalmente, considerando que el peronismo expresaba los intereses de la clase
obrera a pesar de las distorsiones de la capa burocrática dirigente, en una
crítica común con el Bebe.
Mirado desde el presente, Hernández Arregui historiográficamente
forma parte del revisionismo histórico de la izquierda nacional. Esta
corriente, obviamente revisionista y obviamente de la izquierda nacional, se
caracteriza porque sus principales expositores, a diferencia de la izquierda
liberal, fueron pro peronistas, especialmente Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo
Ramos y naturalmente Hernández Arregui. Sus análisis poseen un marcado tinte
economicista en el tratamiento de la historia, propio de su marxismo de origen.
Esta tendencia expresa también una marcada vocación por la integración
continental iberoamericana.
La corriente no forma un grupo ideológico compacto. Cabe
señalar que tuvo una gravitación efectiva e importante a través de sus
diferentes publicaciones en la formación política de algunos sectores del
movimiento obrero y en el cambio de mentalidad de vastos sectores sociales,
particularmente en el movimiento estudiantil de los 60 y 70 y en los estratos
inferiores de la clase media.
La característica típica de esta Izquierda Nacional en lo
que hace su producción historiográfica es que realizó una revisión de la
historia oficial enfocada desde una óptica nacional y popular, quedando así
encuadrada en el revisionismo histórico.
Obviamente, fiel a su obstinación gorila, la izquierda
liberal jamás le perdonó su compromiso nacional y la derecha reaccionaria su
formación marxista. Se lo intentó encuadrar con extrañas alquimias en
posiciones que nunca compartió. Y cómo lo iban a querer si fue quien mejor los
denunciaba:
“Para la oligarquía, una “intelligentzia” de
izquierda divorciada del pueblo no es temible, pues tales intelectuales están
inhibidos por la educación para luchar por objetivos nacionales”
Pero para el líder peronista su obra no pasó inadvertida
para nada. Juan Perón, en una carta de 1969 en que le agradece el envío de un
libro, le hace un afectuoso elogio a toda su magna obra. En la carta, Perón le
dice a Hernández Arregui:
"Por todo lo que ustedes hacen allí con
la difusión de la verdad tantos años oculta, yo deseo como argentino hacerles
llegar, junto con mi encomio más entusiasta, mi felicitación más sincera. La
causa de la revolución necesita de algunos realizadores, pero no menos de
muchos predicadores que, empeñados en la
tarea de persuadir, no cejen en el empeño de incendiarlo todo si es preciso”.
Tiempo después, ya con la democracia y el peronismo en el
poder nuevamente, en 1973, y al ser distinguido como Profesor Emérito de la
Universidad de Buenos Aires, pronunció categóricamente: “He pertenecido,
pertenezco y perteneceré al Movimiento Nacional Peronista.” Nada más se puede
agregar...
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