![]() |
El majestuoso monumento en homenaje a Mitre en la Recoleta porteña. |
La “Historia Oficial”
De
esta manera lúcida y lapidaria, Juan Bautista Alberdi, el más profundo y
brillante pensador argentino del siglo XIX caracterizaba lo que luego se
llamaría la historia oficial.
Y
se la llama “historia oficial” porque es la que se enseñó desde hace más de
cien años en todos los niveles del sistema educativo. Es la que predomina en
los medios de comunicación hegemónicos como única verdad indiscutible, hoy con
los tiempos libertarios reivindicando a Mitre, Sarmiento, a un Alberdi que nada
tiene que ver con la realidad -y que es una construcción imaginaria y políticamente funcional de Milei-, a Julio Argentino Roca, la Generación del 80, etc.
La
historia oficial es también la que adornó los discursos protocolares, la omnipresente
en la iconografía, en los monumentos, en las estatuas de los próceres
levantadas en los espacios públicos, en la denominación de las calles y de los
lugares, lo que se llama toponimia. Todos los lugares bellos llevan el nombre
de proceres liberales y de origen oligarca. Solo con los gobiernos peronistas,
en espacios temporales intermitentes, las calles, edificios, parques, paseos y
monumentos rindieron homenaje a figuras históricas del campo nacional y popular.
Esta
historia oficial es un subproducto de la “intelligenzia” colonial
anglo-francesa del siglo XIX y se encuentra totalmente escindida de la memoria
nacional del pueblo argentino que no la aprehende como propia.
Toda
la historia oficial se basa “en la exclusión de la sociedad, de los
movimientos de las multitudes, y de la realidad económica y geográfica en que
se asientan y de la vida cultural propia que representa su continuidad.
Historia de héroes y antihéroes, o de hechos separados de la trama histórica”
(Jauretche).
La historia oficial, que es una historia mistificada, ha servido y sirve para que los argentinos tengamos una idea irreal del país y de nosotros mismos. Se logró construir la imagen de un país como una especie de ente abstracto o de algo ubicado en el más allá, divorciado por completo del juego de los intereses sociales y las contradicciones económicas tanto externas como internas.
Es
un relato político más que historia. La oligarquía argentina, luego de ganar a
sangre y fuego las guerras civiles construyó una justificación de si misma y su
victoria. Los ricos, los pro ingleses, las élites porteñas, son los buenos. Sus
enemigos, fueron salvajes. Ellos son los buenos civilizadores, los
federales los bárbaros criminales.
Liberal en lo económico pero conservadora en lo político
Se
la denomina también “liberal” porque interpreta y valora los
acontecimientos desde un enfoque liberal-conservador.
Al
decir de Galasso “un liberalismo que hace eje en lo económico con el libre
juego del mercado y la apertura al exterior, pero que se vacía del contenido
democrático que tuvo la Revolución Francesa y se impregna de una concepción
elitista y antipopular”.
La historia “mitrista”
Y, por último, se la llama también “mitrista” debido a que, el vencedor de Pavón, Bartolomé Mitre, fue su iniciador. Mitre tiene la paternidad de esta historia "erudita" de corte positivista y, junto con sus continuadores fueron durante más de cien años los celosos custodios de la heurística, la hermenéutica y del Olimpo donde habitan los semidioses por ellos mismos erigidos.
![]() |
Bartolomé Mitre |
El
principal representante de la historia oficial fue Mitre. Sólo elegimos aquí a
Mitre y otros dos de sus principales exponente para desarrollar estos conceptos.
a)
Bartolomé Mitre (1821-1906), político, militar y escritor. Luego de vencer a
Urquiza en la batalla de Pavón fue Presidente de la República (1862-1868).
Durante
su presidencia, Argentina, aliada con Brasil y Uruguay, participó en la guerra
de la Triple Alianza (1865-1870) en donde fue aniquilada criminalmente la
hermana nación paraguaya.
En
1868 fue derrotado en las elecciones presidenciales por Sarmiento; volvió a
presentarse como candidato en 1891 pero fracasó. Mitre fue también el fundador
del periódico “La Nación”, en 1870, que al decir irónico del poeta Homero Manzi
se convierte así en un prócer que “dejó un diario de guardaespaldas”.
Fue
un hombre que tuvo inclinaciones por diversas disciplinas. Para sus
apologistas, que lo han estudiado desde diferentes ángulos, fue algo así como
un genio universal, polifacético y enciclopédico. Poseedor de un portentoso cerebro,
fue, según sus admiradores, un genial estratega, poeta, traductor, periodista
sagaz, orador, en fin, como un patricio del renacimiento criollo iluminado por
Caseros.
Pero
en realidad Mitre no era tan “grande”, no era un genio del Renacimiento pero se
trataba sí, de una persona de acción, amante la "cultura" y fue un
autodidacta que propagó su fiebre de conocimiento en diferentes campos de la
actividad intelectual. Entre ellas fue el iniciador de nuestra producción
historiográfica, pero, su contribución a la historia tributó a sus propios
intereses y necesidades políticas.
El legado más sólido que dejó Mitre como
historiador es la “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”,
cuyo primer esbozo data de 1857. La edición definitiva se publicó en 1876-1877.
En este libro analiza el proceso de crecimiento de la sociedad rioplatense, que
conduce lentamente a la Revolución de Mayo y examina las luchas revolucionarias
y sus consecuencias.
En
“La Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana”
(1887-1890) intenta trazar la génesis del ideal ético-político que guió a la
Revolución de Mayo. Escribió además obras históricas menores, y, en polémica
con López, publicó las “Comprobaciones históricas” (1881-1882), en que defendió
sus conclusiones y las exigencias que orientaron su obra.
Con la obra de Mitre comienza a funcionar la
desvirtuación del pasado, que luego se convierte en un sistema orgánico
destinado a mantener esa falsedad y prolongarla en el tiempo, imponiéndola para
el futuro por medio de la prensa y la enseñanza, en la escuela, en la
Universidad, generando así una dictadura del pensamiento
como señala Alberdi. Lo que hoy llamaríamos “pensamiento único”, reivindicado
en este 2025 con virulencia por Milei y su coro de “sentido común” libertario.
Vicente Fidel López, el otro
b) Vicente Fidel López (1815-1903) era hijo del Vicente López, el famoso autor del Himno Nacional. Su producción consta fundamentalmente de una “Historia de la República Argentina” en 10 tomos (1883-1893), llena de animación y de color; está trazada con cierto arte narrativo, se puede apreciar además, que su autor vivió personalmente todos los acontecimientos que relata. También escribió el “Manual de Historia Argentina”, que con el tiempo se transformó en un clásico de la enseñanza durante generaciones.
![]() |
Vicente Fidel López. |
La
historia argentina que muestran los manuales de López es la que se ve cuando se
mira el pasado desde Buenos Aires, el interior no existe.
Trata
de una historia de buenos y malos. De personalidades ejemplares, como Belgrano
y San Martín (estos tergiversados y negados en su real dimensión), y de
réprobos, como Artigas y los caudillos del interior. En este caso hay una
cierta diferencia con Mitre. A lo largo de sus obras, Mitre, va matizando la
imagen de los caudillos. Al principio las acusaciones de segregacionismo,
localismo y de actitudes antinacionales se extienden a figuras como las de Estanislao
López y Francisco Ramírez; sin embargo, en la última versión de la “Historia de
Belgrano”, Mitre cambia sus apreciaciones maniqueas sobre los caudillos
argentinos. No así Vicente Fidel López. Las imágenes que persisten por muchas
décadas en la literatura escolar responde más bien a la inspiración de este
último y a las apreciaciones iniciales de la historia de Mitre.
Levene, el primer académico de la Historia Oficial
c)
Ricardo Levene (1885-1959). Cursó sus estudios universitarios en la Facultad de
Derecho de Buenos Aires, a partir de 1901, y se doctoró cinco años después con
una tesis sobre Las Leyes Sociológicas. Antes, ya había realizado una
traducción de La Historia de la Civilización de J. de Crozals, en dos
volúmenes.
En 1911 publicó su primer libro: “Los orígenes de la democracia argentina” -el inicio de una larguísima serie de publicaciones-, y el mismo año ingresó como docente a la Universidad de Buenos Aires.
Desde
1920, y durante tres años, fue Decano de la Facultad de Humanidades de la
Universidad de la Plata, donde fundó una revista llamada como la Facultad:
“Humanidades”. Por esta época se conoció uno de sus trabajos más difundidos,
elaborado durante años de investigación y estudios preliminares: “Ensayo
histórico sobre la Revolución de Mayo y Mariano Moreno. Contribución al estudio
de los aspectos político, jurídico y económico de la Revolución de
![]() |
Ricardo Levene. |
En
las primeras décadas de este siglo, la Academia Nacional de la Historia
era la institución no universitaria más importante de las consagradas a la
investigación histórica. Había sido creada en 1938 al oficializarse la antigua
Junta de Historia y Numismática Americana (que Levene presidió desde
La historia oficial y el presente
En la actualidad, en la academia, ya prácticamente nadie habla en serio de la historia “mitrista”. Los historiadores oficiales hace ya tiempo que se han rendido ante el revisionismo histórico (en sus distitnas vertientes), tanto en el terreno de la investigación, como en el de la polémica.
Pero esta situación en las universidades no es la misma que en la sociedad, al menos en este 2025. Milei y el gobierno nacional han emprendido una batalla cultural, en la cual la "batalla por la historia" vuelve a tener relevancia.
![]() |
Javier Milei reivindica seguidamente a Julio Roca. Los medios nacionales han publicado notas refiriendo a "Milei, Roca y la Batalla por la Historia". |
Si
existen inconcebibles planteos negacionistas respecto a la existencia del
genocidio de la última dictadura militar, nadie puede sorprenderse porque se
reivindique a Roca y la conquista del desierto o que se celebra la persecución de
caudillos federales en el siglo XIX. Y eso se puede dar porque la Historia
Oficial vive en el sentido común de los sectores reaccionarios que, con pese a
ser pocos, tienen poder para impulsar sus ideas.
La
vigencia de las ideas del mitrismo histórico es consecuencia de una irresuelta
batalla cultural. Cuando eran gobierno, ni Yrigoyen, ni Perón, dos caudillos
nacionales y populares, afrontaron la revisión histórica con la decisión
política que demandaba la integración espiritual de los dos movimientos
nacionales.
Don
Arturo Jauretche, refiriéndose a esta carencia en tono de autocrítica lo
expresa claramente: “Comprendo el error porque lo he compartido y sólo
después de dos duras experiencias políticas argentinas he percibido la
importancia fundamental de esa integración en el plano del pensamiento político
nacional”.
La
historia oficial, liberal o mitrista ha podido sobrevivir hasta hoy por un
simple hecho de poder. Subsiste en la medida que, desde ciertos sectores
oligárquicos y del extranjero sostienen los instrumentos de difusión.
Durante
el 2001 al 2015 muchos y muchas la dieron por extinta, pero la Historia Oficial
es un reservorio ideológico que espera su momento histórico. Hoy, con la
batalla cultural de Milei, vuelve a ocupar un lugar relevante en el discurso político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario