Julio Argentino Roca. |
Nace en Tucumán el 17 de julio de 1843, pertenece a una
familia modesta y tradicional de la provincia. Su padre, un soldado de la
independencia, lo envía a estudiar al Colegio Nacional de Concepción del
Uruguay. Cuando fallece su madre y siendo alumno del mencionado Colegio
comienza su larga y exitosa carrera de las armas.
¿Quién fue Roca? ¿Qué juicio histórico podemos hacer de
Roca? ¿Cómo lo analizan las escuelas historiográficas y que sector de la política
lo reivindica? E todo esto lo desarrollo en este texto, adelantando que Roca fue
la figura central de la consolidación del orden conservador liberal en la Argentina,
siendo quien erigió la última columna de la clase dominante nacional que puso
fin a los proyectos populares en el siglo XIX e instauró un modelo económico dependiente en el país, sometido en lo cultural y politico a los intereses del imperialismo.
Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro
1. La “estrella” del General Julio Argentino
Roca, “el zorro”.
“Estoy
contento por estos mundos (La Comandancia de Fronteras) que son la Galia de la
República”. Carta de Roca a su concuñado Juárez
Celman.
Su carrera militar, su rol represivo y antipopular
“Amo al ejército. Las marchas militares todavía me enderezan el cuerpo y hacen mover mis piernas como si tuviera veinte años...” “En el seno del ejercito me hice hombre; el ejército fue soporte de mi carrera política”. Estas palabras le hacen pronunciar Félix Luna y con razón, porque Roca es fundamentalmente un soldado, con una gran vocación por la política, pero que, si devino luego en hombre de Estado y astuto político en gran parte se lo debe a su larga carrera militar que le permitió conocer como nadie el territorio nacional y, en cada uno de sus destinos militares construir alianzas con las familias más importantes de las diferentes oligarquías provinciales.
Para comprender a Roca es imprescindible repasar su
carrera militar que comienza tempranamente en 1859 cuando teniendo sólo 15 años
de edad participa en la batalla de Cepeda bajo las órdenes de Urquiza donde el
ejército mitrista es vencido por la caballería entrerriana. En 1861, nuevamente
bajo las órdenes de Urquiza es parte de las tropas de la Confederación
Argentina y lucha en Pavón, su comportamiento en esta batalla le valdrá el ascenso
al grado de Teniente 1º. De aquí en más ya no abandonará la carrera de las
armas.
Con el derrumbe de la Confederación Argentina y la
defección de Urquiza que se recluye en San José, el Teniente Roca llega por
primera vez a Buenos Aires donde se alista en el llamado Ejército Nacional que
respondía a Mitre por entonces presidente de hecho de la República. Como
oficial del ejército mitrista recorrerá el noroeste persiguiendo y reprimiendo,
(bajo el mando de Sandes primero, uno de los coroneles de Mitre célebre por su
crueldad criminal), a las montoneras del Chacho. Luego pasa a las filas de
Arredondo, otro de los “coroneles mitristas”, para seguir aniquilando los
últimos restos de los riojanos sublevados contra el poder central de Buenos
Aires.
Al iniciarse la guerra contra el Paraguay es convocado al
frente y consigue el grado de Mayor en la batalla de “Tuyutí” y en “Curupaitý”,
donde mueren su padre y su hermano, logra el ascenso al grado de Teniente
Coronel por el mérito de haber salvado la vida y la bandera de su Regimiento,
el 7 de Infantería. Este regimiento, en plena Guerra del Paraguay es destinado
a la guerra de montoneras, que en verdad es, una guerra de policía. Y allí va
Roca nuevamente en 1866, bajo las órdenes de Arredondo, a reprimir al caudillo
Felipe Varela levantado en armas. Lo derrota el propio Roca en “Pastos Grandes”
en 1869.
Dos años después en 1871, durante la presidencia de
Sarmiento contribuye de un modo decisivo en la campaña contra López Jordán (su
antiguo jefe en Pavón) al que derrota en “Ñaembé” recibiendo las jinetas de
Coronel. Desde entonces es nombrado Jefe de la Comandancia de Fronteras Sur y
bajo la presidencia de su paisano Avellaneda derrota en 1874 a su antiguo jefe
Arredondo en “Santa Rosa” dando con ésta victoria militar por terminada la
rebelión de los mitristas. Roca tenía sólo 30 años cuando venció a Arredondo en
“Santa Rosa” y a esa corta edad recibe los despachos de General de La Nación.
El giro hacia la política
Desde hacía tiempo Roca observaba, estudiaba, analizaba y se interesaba por la acción política. No era un hombre de formación intelectual a diferencia de Avellaneda o Sarmiento u otros dirigentes de la época. Roca contaba con su formación liberal básica procurada en el Colegio de Concepción del Uruguay, era un liberal, unitario, de estirpe rivadaviana.
El maestro
Fermín Chávez lo califica como “un Mitre nacionalizado”, lo de nacionalizado
hace referencia a que su poder tenía un alcance geográficamente nacional y no a
su política en defensa de la soberanía nacional. Famoso por su astucia y su
olfato político comprende el valor de su popularidad y su poder cuando después
de la batalla de “Santa Rosa”, la oligarquía mendocina lo adula y lo saluda
como futuro Presidente de la República. Desde estos tiempos entonces empieza a
trabajar su candidatura con la colaboración de su concuñado Juárez Celman que
se convierte desde la provincia de Córdoba en su primer operador político para
todo el interior del país.
En 1877 tiene un golpe de suerte, la muerte imprevista de Alsina le allana el camino al poder. Alsina era el ministro de Guerra de Avellaneda y el hombre señalado por la “conciliación” (mitristas y autonomistas) para suceder la presidencia de la Nación. Seis días después de la muerte de Alsina es nombrado por Avellaneda, ministro de Guerra. Desde esa cartera estratégica termina la obra de su antecesor Alsina de conquistar el desierto.
La “conquista” del desierto organizada por Roca fue, sin duda alguna,
además de una gesta militar insignificante contra los pocos aborígenes supervivientes
-a quienes igualmente exterminan en forma criminal, la campaña política que se
corona con la Presidencia de la Nación.
La consolidación de la oligarquía nacional
Entre los años que van desde Pavón hasta 1890 se conforma
en Argentina una oligarquía que se puede calificar geográficamente de nacional,
para de esta manera dejar establecido que, la constituyen no solamente los
terratenientes ganaderos de la provincia de Buenos Aires sino también las
oligarquías provinciales dominantes en el interior.
1880 fue el Arco de Triunfo de esa oligarquía pues, en ese
año, al federalizarse la ciudad de Buenos Aires, la contradicción que dividía a
la sociedad argentina entre unitarios y federales queda aparentemente superada.
Con Roca se realiza una especie de federalismo, pero es sólo formal porque, a
través de los círculos provinciales oligárquicos asociados se cristaliza un
gobierno típicamente elitista, unitario y centralista.
La primera presidencia de Roca representa la absorción del
poder por la oligarquía que él mismo representaba. Tal concentración de poder
en manos de esta nueva oligarquía genera un tipo de Estado centralizado para
que a través de él gobiernen los grandes terratenientes aliados a los
inversores extranjeros.
Así, con este perfil se desarrolla la primera presidencia
de Roca inspirada en estos principios: financiación del desarrollo económico
del país y de las obras públicas por el capital extranjero; absoluta libertad
de empresa; individualismo ilimitado y en lo referente a las inversiones y
ganancias de los particulares, completa prescindencia del Estado a no ser para
protegerlas y estimularlas. La primera presidencia de Roca logra al fin y al
cabo el ansiado paraíso terrateniente con forma de República liberal y
mercantil.
2. Juicio histórico y vigencia del roquismo
“…el
modelo capitalista dependiente que se ponía en marcha mediante la fusión de las
oligarquías provincianas con la porteña, autonomizando un supra-poder político
nacional por encima de los intereses particulares provinciales, incluidos
los
de Buenos Aires, que comenzara a pergeñar Avellaneda y concretara Roca…el
proyecto del 80 era el segundo acto del acontecido el 11 de septiembre de 1852,
con la separación de Buenos Aires…modelo capitalista dependiente del 80 que
planteaba su carácter subordinado, pero al mismo tiempo como socio menor del
Imperio y como tal, con derecho a su propio proceso de acumulación de capital…”. Eduardo
Luis Duhalde, “Contra Mitre. Los intelectuales y el poder: de Caseros al 80".
El triunfo final del liberalismo
conservador
Se puede afirmar sin temor a
equivocarse que Roca y la generación del 80 que lo acompaña son los fundadores
del Estado Argentino. Durante su gestión se logra la ocupación efectiva del
territorio nacional en sus límites actuales, se consigue la solución pacífica
de la mayoría de los litigios limítrofes con países vecinos que Argentina
mantenía sin resolver, se alcanza la federalización de Buenos Aires y la
fundación de la ciudad de La Plata como capital de la Provincia de Buenos Aires
lo que soluciona definitivamente conflictos jurisdiccionales históricos.
Se establece una unidad
monetaria de alcance nacional. Se configura el Ejército Argentino, que incluyó
por mucho tiempo el servicio militar obligatorio. El Ejército Argentino de Roca
termina definitivamente con los ejércitos provinciales y se convierte en la
única fuerza armada del país. Se toman las medidas necesarias para lograr una
parcial separación de la Iglesia y el Estado. Se regula la educación pública,
laica y obligatoria y se institucionaliza el culto patriótico.
La ciudad de Buenos Aires,
capital de la República, deja atrás su fisonomía de “vieja aldea” y a
través de grandes obras realizadas por intendentes como Alvear, adquiere el
estilo cosmopolita, elegante y europeo que actualmente luce.
El año 1880 y el nacimiento
del roquismo
1880 puede ser considera
fecha de inicio del Estado argentino por los motivos señalados más arriba y
porque además se consolida toda una maquinaria estatal hasta entonces
inexistente lo que permite que se configure un ente operativo y eficiente con
relación a los tiempos.
En cuanto Roca, su figura
política es decisiva durante treinta años: desde fines de la década del 70
hasta el Centenario en 1910. Electo presidente dos veces, en el interregno de
las dos presidencias organiza una maquinaria política nacional imbatible. Y es
durante sus dos gestiones en que se da el definitivo ingreso de Argentina al
mercado mundial, con el cereal primero y la carne después se unen a la lana
como principal rubro exportador mientras que, las inversiones británicas, simultáneamente,
se orientan en obras de infraestructura concebidas exclusivamente en beneficio
del comercio exterior.
En lo político institucional,
el dos veces presidente pone en marcha lo que Alberdi llama “la República
posible”. República de formas aparentes, legalista, con poderes “independientes”
construida sobre la base del fraude electoral y el voto calificado. Subrayo que
Roca muere oponiéndose a la Ley Sáenz Peña del voto universal. Roca representa
la “pacificación” y la consolidación de la autoridad nacional que logra sentar
las bases de un esquema de país que se ha
proyectado hasta el presente. Roca simboliza el orden y el “país oficial”.
Roca según las escuelas historiográficas
¿Y cómo los historiadores de
las diferentes corrientes han tratado a la figura de Roca y a la generación del
80?
"Soy Roca" de Felix Luna, de mi biblioteca. Edición 16°. |
Más allá de la historiografía académica, el pensamiento conservador –liberal en Argentina se referencia en Roca indiscutiblemente. No es una casualidad que Menem haya invocado a Roca y a Pelegrini en su discurso de asunción del mando anunciando así su giro hacia el neoliberalismo más extremo. Más aquí en el tiempo, el economista ultra liberal José Luis Espert se refirió a Roca como “El mejor Presidente de la historia argentina” y el candidato presidencial de derecha Javier Milei reivindica políticamente al ex presidente acompañando agrupaciones que se llaman “La Julio Argentino", en alusión a Roca.
La Academia Nacional de la
Historia y su émulo aún más reaccionario la Academia Argentina de Historia en
la que revista entre otros Rosendo Fraga, rinde culto a la figura del héroe del
desierto y fundador del Estado argentino. Se unen a la idolatría por supuesto todo
el aparato cultural oficial a saber: el diario” La Nación”, el Circulo Militar,
la Sociedad Rural y el Jockey Club. El periodista Bernardo Neustadt en vida era
un admirador de Roca y su continuador Mariano Grondona lo considera un
referente obligatorio de la Argentina neo liberal. Y tuvimos además en el “país
oficial” los billetes de cien pesos con su imagen, el gigantesco cuadro con su
figura que ornamenta el Congreso Nacional, decenas de monumentos, calles y
pueblos que honran su nombre.
Roca y el revisionismo histórico y la singular lectura de Abelardo Ramos
Para el revisionismo
histórico en todas sus versiones Roca significa la “consolidación del orden
liberal conservador” como se titula este texto, “el que perfeccionó
hasta el último detalle el estatuto de la factoría” (Ernesto Palacio). Para
José María Rosa fueron los hombres de la generación del 80 los que “medraron
conscientemente en su tierra que sé hacia cada vez más mercantil y enajenada”, responsables
históricos del vaciamiento patrimonial y cultural de la Nación. Fermín Chávez,
entre otras cosas, les imputa y con razón, el haber convertido a la Argentina
en una economía subsidiaria y hacer del territorio nacional “la provincia
granja de un imperio”.
Pero, el revisionismo
histórico no es unívoco, sino que por el contrario contiene diferentes
corrientes internas. Entre ellas, la que lideraba Jorge Abelardo Ramos, uno de
los historiadores con mayor penetración en el gran público politizado del campo
nacional y popular, quien elabora y difunde en relación con Roca y el roquismo
una hipótesis más que original a la que es preciso dedicarle unos párrafos.
Jorge Abelardo Ramos en su imprescindible
obra sesentista obra “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”
desconcierta al lector con el tratamiento apologético que hace de Roca,
contradiciendo la línea nacional y popular que el libro venía sosteniendo.
Ramos convierte literalmente a Roca en un nacionalista democrático enfrentado a
la oligarquía portuaria que logra vencer. Roca sería la continuación de los
caudillos federales en lucha contra la oligarquía portuaria. Y al fin, su
concuñado Juárez Celman pacta con la oligarquía porteña y traiciona el proyecto
nacional y original de Roca lo que lo libera de responsabilidades históricas.
En un trabajo menor, “Historia
política del Ejército Argentino”, Abelardo Ramos va más allá: el Ejército
que Roca políticamente concibe y crea es el ejército continuador del
sanmartiniano por su composición provinciana y democrática, su tradición
criolla y su vocación nacional.
Un juicio histórico del
roquismo
Criticando las hipótesis de
Ramos, reñidas con la más innegable verdad histórica y cuyo contenido liberal y
conservador es evidente, me limito a señalar las características más esenciales
del roquismo algunas de ellas todavía vigentes en la comunidad política de la
Argentina actual:
a) El roquismo es
nacionalista o nacional pero solo en la acepción geográfica del término. Es
durante la gestión de Roca en que se consolida una autoridad nacional afirmada
en el poder de las oligarquías provinciales.
b) El roquismo niega el
sistema democrático de forma y de fondo. Afirma la necesidad del voto
calificado y niega soberanía a la voluntad popular expresada en el sufragio
universal. El “régimen” denunciado por Irigoyen es la encarnación de un sistema
plutocrático, nada más lejos del concepto de democracia liberal.
c) Roca no vence ni militar
ni políticamente a la oligarquía porteña sino que pacta con ella. Roca o el
roquismo no representan a los caudillos provinciales sino a las oligarquías
locales aliadas a la portuaria que vencieron y aniquilaron a los caudillos
federales. Y fue Roca uno de los oficiales del Ejército de entonces que más
compromiso tuvo en la represión y aniquilación de las últimas montoneras federales.
d) Su sucesor Juárez Celman
no traiciona el proyecto de Roca sino que (como lo veremos en el próximo
Capitulo 13) lo mejora, lo perfecciona y
lo excede.
e) No hay un solo acto de la
política de Roca en sus dos presidencias que lo aparten del más puro liberalismo
económico y del aliento permanente a las inversiones extranjeras especialmente
británicas.
f) Que el ejército de Roca no
tiene nada que ver con el de la tradición nacional sanmartiniana. Es el
Ejército de un estado gendarme como es el Estado liberal que él construye, un ejército
pretoriano que tiene como objetivos la pacificación del país para garantizar la
inversión extranjera y la conquista del desierto para que la oligarquía haga
con las tierras ganadas negociados sin parangón en la historia argentina.
g) Párrafo aparte merece la célebre campaña del
desierto que emprendió Roca y que significó el arco de triunfo hacia la
presidencia de la Nación.
¿Existía una indudable
necesidad de encarar la tarea de eliminar a los pueblos originarios que no
aceptaban “la civilización”? En realidad, no existía tal necesidad ya que no
quedaban grandes poblaciones originarias en la pampa. Muchos menos aun resultan justificables históricamente
los argumentos a favor del genocidio de los pueblos originarios.
El mismo Roca calcula antes
de la campaña que “la población indígena que la ocupa, puede estimarse en
20.000 almas, en cuyo número alcanzaran a contarse de 1.800 a 2.000 hombres de
lanza...”. Números insignificantes con relación al poder y a los medios que
dispone la Nación que son más de 6.000 soldados profesionales, curtidos en
varias guerras, y armados con los últimos adelantos de la industria bélica
europea.
La razón fue otra y el tema
del “indio” -como se refería por entonces por la cultura hegemónica- se convirtió en el pretexto. La
necesidad obedecía a razones de orden estratégico y geopolítico: Faltaba ocupar
la línea del Río Negro (frontera establecida nominalmente por una ley en 1867),
que se vinculaba, en su unico aspecto destacable, con la recuperación del
territorio nacional.
Alsina tres años antes, en
1877 ya estaba preparado para la operación del desierto que encumbraría su
prestigio y sería el puente de plata hacia su presidencia. La fatalidad no se
lo permite, muere antes de concluir la campaña y Roca lo sucede: heredará el
ministerio de guerra, la campaña y la presidencia de la Nación.
En lo concreto, la campaña al
desierto significó un gran negocio para la oligarquía que termina
fortaleciéndose como latifundista y especuladora incorporando a su patrimonio
increíbles extensiones de tierras que, en sus manos sirvieron para frenar el
desarrollo nacional.
Los Martínez de Hoz, los Stegman, los Madero, Casares, etc., entre otras familias fundadoras de la Sociedad Rural Argentina, fueron los beneficiarios directos, por sus “aportes patrióticos” a la Conquista del desierto, y en consecuencia retribuidos con millones de hectáreas. Terminada la conquista del desierto, el Estado se desprende en 1885 a favor de 541 particulares de 4.750.471 hectáreas. El Congreso de la Nación, genuflexo al sistema presidencialista, le obsequia a Roca en 1887, graciosamente, 15.000 hectáreas.
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