"(...) ¿Qué pasó en Pavón? ... Es un misterio no aclarado.” José María Rosa, “La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas”.
“¿Para qué
ha dado Urquiza tres batallas? Caseros para ganar la Presidencia , Cepeda
para ganar una fortuna y, Pavón para asegurarla”. Juan Bautista Alberdi, “Escritos Póstumos”.
El 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la batalla de
Pavón entre las fuerzas porteñas, comandadas por el general Bartolomé Mitre, y
las tropas de la
Confederación Argentina , al mando del general Justo José de
Urquiza. Durante el combate, Urquiza retiró sus tropas, aún teniendo superioridad
numérica. La victoria fue para los porteños, que extenderían su dominio,
después de Pavón a todo el territorio nacional.
La batalla de Pavón suscitó polémicas y
especulaciones que aún perduran, pero al margen de las interpretaciones sobre
los entretelones de la batalla, lo cierto es que Pavón abrió el camino a la
consolidación definitiva del poder de Buenos Aires sobre las provincias
argentinas. Haré aquí un repaso de los hechos, interpretaciones históricas y me
atrevo a efectuar un análisis político.
Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro
Los hechos
Las acciones militares, según la mayoría de los
historiadores, acaecieron de la siguiente manera: Los dos ejércitos chocan cerca
de la estancia de Palacios, junto al arroyo Pavón en la provincia de Santa Fe.
Urquiza es un militar de experiencia, Mitre ha sido
derrotado hasta por las precarias milicias de los pueblos originarios en Sierra
Chica. El resultado no parece dudoso, y todos suponen que pasará como dos años
antes, en Cepeda, cuando el ejército federal derrotó a los porteños.
Parece que va a ser así. Pero no... La caballería de
Mitre se desbanda. Ceden la izquierda y a la derecha mitrista ante las cargas
de las caballerías de la Confederación. Apenas en el centro, la infantería
mantiene una débil resistencia que no puede prolongarse.
Mitre, convencido de la derrota, emprende la fuga.
Hasta que le llega un parte famoso por lo desatinado: “¡No dispare, general,
que ha ganado!”. Y Mitre vuelve a recoger los laureles de su primera –y única quizá–
victoria militar.
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Justo José de Urquiza. |
Incomprensiblemente Urquiza no ha querido coronar la
victoria. Lentamente, al tranco de sus caballos, para que nadie dude que la
retirada es voluntaria, ha hecho retroceder a las invictas montoneras
entrerrianas. Inútilmente los generales Virasoro y López Jordán, en partes que
fechan “en el campo de la victoria”
le demuestran el triunfo obtenido. Creen en una equivocación de Urquiza. ¡Si
nunca ha habido triunfo más consumado! Pero Urquiza sigue su retirada, se
embarca en Rosario para Diamante, y ya no volverá de Entre Ríos.
¿Qué
explicación da Urquiza en su parte de batalla?
Hasta aquí, los hechos según la mayoría de los
historiadores que podamos consultar.
Pero, ¿qué explicación da el propio Urquiza en su
parte de batalla? Que abandonó la lucha “enfermo y disgustado al extremo por el
encarnizado combate”. Es decir que el vencedor de Vences, Cepeda y Caseros, el que degolló salvajemente a Chilavert, sufre una indisposición orgánica y lo afecta una desazón especial, casi
existencial por la crueldad de la batalla. Absurdo, inverosímil. Hay varias explicaciones sobre la retirada de
Urquiza en Pavón, algunas son posibles, pero la del propio Urquiza es imposible
de creer.
La versión de
la historia oficial urquicista
¿Qué explicación nos da la historia oficial? En su
versión urquicista, la historiadora Beatriz Bosch califica a la batalla como “indecisa”
y la retirada de Urquiza se explica cómo maniobra para salvar las tropas
entrerrianas. Bosch menciona una supuesta inferioridad militar e incluso se
remite a la mala salud del caudillo en la emergencia.
No parece ser ajustada a los hechos y pruebas históricas, y nada aporta ésta interpretación a la confusión general. Confusión que el
mismo Urquiza parece alentar en sus cartas posteriores a Mitre y a Derqui.
Las
interpretaciones psicológicas
Un grupo de historiadores prefieren explicar el
hecho a partir de interpretaciones psicológicas del comportamiento de Urquiza
como por ejemplo el pionero revisionista Ernesto Palacio que hace hincapié en la influencia de Mitre: "¡Ah la oratoria de Mitre! Así empezaba a inculcar, en la mente dócil del
caudillo entrerriano. La idea de que la garantía de su gloria consistía en
desarmarse y dejarse dirigir por él” y continúa más adelante: “el primero (Urquiza) se halla literalmente
fascinado por el segundo (Mitre) y repite como un loro sus ideas”.
Puiggrós habla del “hastío” de Urquiza que como un
señor feudal prefería dedicarse a sus pingues negocios y abandonar la lucha
política.
Abelardo Ramos, a veces tan exigente en su marxismo, también cae en una mirada “psicológica” del caudillo entrerriano: “Pavón demostró que Urquiza llevaba la muerte
en el alma” y en lo que podría leerse como cierto desprecio a lo
provinciano dice: “la abulia de
Estanislao López se reencarnaba en Urquiza”.
Las
lecturas revisionistas
Un segundo grupo de historiadores revisionistas
encabezados por José María Rosa profundizan la hipótesis de un arreglo masónico
mezclado con negocios de ganado. En síntesis, documentan que intervino la
masonería fallando el pleito sin que Urquiza pagara las costas.
Que un misterioso norteamericano de apellido Yatemon
fue y vino entre uno y otro campamento la noche antes de la batalla concertando
un acuerdo, que Urquiza desconfiaba del presidente Santiago Derqui, que estaba
cansado y prefirió arreglarse con Mitre, dejando a salvo su persona, su fortuna
y su gobierno en Entre Ríos.
Alberdi con su inefable mordacidad también tiene su
propia interpretación: “¿Para qué ha dado
Urquiza tres batallas? Caseros para ganar la Presidencia , Cepeda
para ganar una fortuna y, Pavón para asegurarla”.
Los vacíos
de las lecturas
Creo que a la historia no la construyen fatalidades personales.
Es difícil, para mí, interpretar la historia a partir de las conductas de los
hombres como individualidades providenciales. No creo que la influencia de Mitre, el hechizo que
producía su palabra; o el hastío o la abulia de Urquiza, hayan sido decisivas en
la determinación de retirarse en Pavón.
La segunda hipótesis, la de las intrigas masónicas
es ciertamente posible. Lo que no explica, es el porqué, si hubo un arreglo
entre ambos, Mitre huyó del campo de batalla despavorido, convencido de que
había sido derrotado.
Los juicios de Alberdi, bien pueden ser exabruptos
literarios o críticas viscerales sin valor histórico, que Alberdi escribe desde
la decepción comprensible que le origina la pérdida irremediable de un proyecto político
posible el cual lo tuvo como su mente más brillantes.
En busca de
una interpretación histórica
Me atrevo yo también aventurar una conjetura que
explique la retirada de Urquiza en Pavón, ideas que expresan varios
historiadores pero a la que deseo parte una lógica integral. Aunque más que una conjetura es un análisis político del hecho
histórico que consideramos y; esperando, no oscurecer demasiado los “misterios”
de Pavón.
Urquiza toma una decisión política con la retirada
de su caballería en Pavón. Retirada que significa la claudicación política de
su proyecto: La
Confederación Argentina sin Buenos Aires. Él tenía total
conciencia desde el Pacto de la Unión, o tal vez desde antes, de la
inviabilidad de ese proyecto. Proyecto que no era sustentable porque implicaba
la dominación económica del puerto de Buenos Aires y eso era material y políticamente
imposible para él.
Urquiza carecía de los recursos y la capacidad para
imponerse sobre Buenos Aires. Seguramente tenía presente que sólo por muy poco
tiempo después de Caseros pudo imponer su poder sobre Buenos Aires. El
11 de septiembre de 1852 los porteños le dijeron adiós, y pese las batallas
posteriores nunca pudo ser Urquiza un caudillo en el puerto. La única alianza
posible con Urquiza para los porteños fue la de utilizarlo para derrotar a
Rosas.
Para la historia liberal –y para la historiografía marxista
también, pero con valoraciones invertidas- se trata de una cuestión de
determinismo histórico. Un país sin Buenos Aires a la cabeza era imposible, y
el tiempo se encargaría de sacar la historia de su letargo y pondría a las minorías
poderosas del Puerto, en lo económico y político, como clase dirigente de toda
la Nación. Urquiza fue sólo un nexo, un eslabón, funcional y transitorio entre
Rosas y Mitre. La historia liberal mitrista le reserva a Urquiza el rol histórico del "Organizador", el primero que hizo pie, destacando al "héroe" de Caseros pero omitiendo que Buenos Aires no formó parte de la Confederación que organizó, ni Mitre juró jamás por su Constitución. Así, Urquiza y Mitre, con estas omisiones, se integran en una solución de continuidad.
Desde aquí entonces reflexiono que Urquiza no dio
combate militar contra Mitre porque no podía ganar la batalla política
posterior. Pavón fue, en lo político y no sólo en lo militar, la claudicación
de la
Confederación Argentina que, a esa altura estaba
económicamente quebrada, políticamente debilitada e institucionalmente
representada en la decadente presidencia de Derqui, personaje ambiguo, de frágil
institucionalidad y a esa altura inmanejable para el caudillo entrerriano.
Después de
Pavón
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Bartolomé Mitre. |
Urquiza y nuestros entrerrianos se retiran de la
batalla al trote, como para que no queden dudas de que no lo corren, de que no
perdieron... Se vuelve a Entre Ríos donde se siente dueño y seguro de llevar
adelante una política regional, lo que hará hasta su muerte. Obvio que esta decisión
política trajo definitivas consecuencias tanto en lo institucional como en lo
político.
Después que los últimos restos del ejército nacional
fueron aniquilados en Cañada de Gómez; Urquiza desarmó la escuadra, declaró la caducidad
de las autoridades de Paraná y proclamó su adhesión a la nueva Constitución
jurada, la que impuso Buenos Aires.
Derqui renunció a la presidencia y se refugió en Montevideo
donde murió tiempo después. El gobierno de la Confederación
desapareció. Mitre pasaba a ser la primera figura nacional, mientras la estrella
del caudillo entrerriano se empezaba a ocultar definitivamente en San José. La Nación Argentina
comenzaba su proceso de “unificación”, la “unidad a palos”, con Buenos Aires
como cabeza y garrote.
Políticamente, el frente nacional perdió su eje
principal luego de la claudicación de Pavón. La Confederación Argentina
funcionaba justamente como una agrupación de provincias, un instrumento y un ámbito
de resistencia contra la oligarquía porteña. Con la disolución de la misma las
provincias interiores nada podían contra Buenos Aires. Carecían de puertos y de
producciones locales capaces de resistir el poderío de la aduana bonaerense.
Así librado a su suerte, el interior empobrecido
estaba condenado a sufrir la arrasadora política de “civilización” porteña
auxiliada por los núcleos oligárquicos locales que se colaron raudamente al
proyecto mitrista. Comienza aquí “La Era de Mitre”...
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