Rivadaiva y Rosas, Unitarios y Federales. |
Con la disputa entre Federales y Unitarios nace en Argentina el enfrentamiento político que divide a la sociedad de nuestro país. Este enfrentamiento que, con los sucesivos cambios de cada época, se reencarnó en radicales contra el régimen, Yrigoyenistas contra anti personalistas, peronistas contra antiperonistas y de ahí al presente con la Presidencia del “libertario” Javier Milei donde el debate entre Modelo Federal vs. Centralismo porteño vuelve a ocupar un lugar central en la agenda política. Para analizar el presente, entiendo que lo primero que corresponde es volver teóricamente a la raíz histórica. Allí veremos muchas similaridades con lo que hoy discutimos. Les dejo una breve artículo del tema.
Este
enfrentamiento se agudizó y se arraigó en la sociedad en la segunda mitad de la
década de 1820-1830. Un periodo de la historia argentina que es especialmente
complejo y acelerado. En un corto período de tiempo, que va desde la asunción
de Rivadavia como Presidente en 1826 hasta 1829 en que Juan Manuel de Rosas
asume como gobernador de
A modo de
repaso, e incluso de guía de cualquier lector o lectora, es imperioso
considerar los siguientes hechos históricos en forma general:
a) Luego de la derrota definitiva de los españoles,
unitarios y federales iniciaron un largo y sangriento conflicto para definir qué
modelo de organización político debería regir el futuro de la Nación. En 1820
con la Batalla de Cepeda, con la victoria de Francisco “Pancho” Ramírez y el
Tratado del Pilar, comenzó un período de autonomías provinciales y guerras
civiles;
b) La unión o los acuerdos entre las provincias sólo se
mantuvo gracias a los llamados tratados interprovinciales. No obstante, las
luchas interprovinciales se sucedieron por más de sesenta años.
c) En 1826, un Congreso de extracción unitaria digitado
fraudulentamente designó primer “presidente constitucional” a Bernardino
Rivadavia personaje de definidas tendencias centralistas y probritánicas.
El mismo Congreso sancionó además una Constitución de
naturaleza oligárquica y unitaria que las provincias resistieron, como ya habían
hecho las provincias del Litoral contra la Constitución de 1819.
d) La cesión del actual Uruguay al Brasil y los
despropósitos del “presidente” provocaron la dimisión de Rivadavia
producto de una rebelión popular.
Asumió electo por el pueblo como gobernador de
e) Los unitarios porteños conjurados instigaron a Lavalle,
que volvía de la guerra contra Brasil, para que se sublevara con el ejército,
depusiera y fusilara a Dorrego. El asesinato de Dorrego se produjo en diciembre
de 1828, radicalizando posiciones y extendiendo la guerra civil.
f) En este contexto aparece el comandante de campaña Juan
Manuel de Rosas como el hombre facultado de restaurar el orden. El jefe de los
“Colorados del Monte” resiste a los golpistas que habían destituido a
Dorrego y luego de varios enfrentamientos armados Lavalle y Rosas acuerdan la
paz, y Don Juan Manuel asume como gobernador de Buenos Aires. Se restituyó la
legislatura que había gobernado con Dorrego y se restableció la paz en la
provincia. Pero en el interior la guerra civil entre federales y unitarios
continuaba.
g) Advirtamos entonces que en el corto lapso de tres años
(1826-1829) se da una secuencia de hechos más que significativos que son
forzosos tenerlos en cuenta para una comprensión de este período: Guerra con el
Imperio del Brasil, secesión de
Unitarios y
federales. Dos proyectos políticos en pugna.
"Los federalistas quieren no sólo que Buenos Aires no sea la capital, sino que como perteneciente a todos los pueblos divida con ellos el armamento, los derechos de aduana y demás rentas generales: en una palabra, que se establezca una igualdad física entre Buenos Aires y las demás provincias...” Juan Bautista Alberdi, “Escritos Póstumos”.
Para
abordar este tema, es preciso realizar una caracterización
histórica-doctrinaria de los elementos que definían y diferenciaban a los
federales de los unitarios.
El
proceso de construcción de los Estados Nacionales en
En
las guerras civiles de Argentina, los dos bandos o partidos que se enfrentaron
fueron el unitario y el federal. Para
comprender cómo fue este largo período debemos previamente entender cuáles son
las diferencias entre estos dos grupos irreconciliables que, al decir de San
Martín cuando regresó al país en 1828, sólo se “lograría la paz cuando uno
de ellos aniquilara al otro”.
Para
repasar este largo pleito no debemos caer en una simplista bipolaridad que nos
confunda, porque en los momentos iniciales del conflicto algunos unitarios
actuaron como federales y viceversa; o caer en la falsa antinomia de asociar
unitarios a porteños y federales a provincianos. Ya que federales y unitarios
hubo tanto en las provincias como en Buenos Aires.
Las
diferencias ideológicas entre unitarios y federales se van a ir perfilando a
partir de la crisis de 1820 con la caída del Directorio y el fracaso de
Las
diferencias cardinales son las que a continuación expongo:
a)
Los unitarios se distinguieron por su concepción extranjerizante, especialmente
europeizante, fundada en las ideas de los españoles afrancesados y liberales
como Floridablanca y en el racionalismo iluminista de Voltaire, el más inglés
de los franceses.
Identificados
con una corriente dentro de la masonería e incrédulos en su mayoría,
anticlericales, rechazaban
Fueron
extranjerizantes porque no apreciaron lo originario, lo nativo. Para estas
élites ilustradas, "hombres de galera y de levita" la
civilización y el progreso venían de Europa y era equivalente a la vida en las
ciudades. La barbarie en cambio era lo autóctono, lo telúrico, la vida
pastoril, según la famosa antítesis de Sarmiento en su libro “Facundo”,
biblia unitaria si las hay.
Estuvieron
a favor del régimen de unidad (de allí la palabra unitario) o centralista, a imitación
de
Discípulos
del despotismo ilustrado, despreciaban a las masas y al gaucho, adoptando
frente a los sectores populares una actitud sectaria, aristocratizante y
violenta. Una frase nos revela con claridad esta posición: "¡Haremos la
unidad a palos!" dicha por el ministro Agüero. Como no contaban con el
apoyo de la mayoría del pueblo, se decidieron a imponer sus modelos por la
fuerza. Y así se puede exclamar: "¡Perezca el país antes que los
principios!" O, "Haremos un cementerio de la nación antes que
dejar de regenerarla a nuestro modo!". Para los unitarios, el
pueblo era inculto, bárbaro, y no estaba preparado para gobernar.
Ligados
a los intereses del puerto de Buenos Aires, fueron partidarios del librecambio
vinculado al comercio con Inglaterra que arrasó las manufacturas del interior.
Localizaron su nacionalidad en la zona del puerto, el puerto de Buenos Aires
fue su real dominio y la conservación del mismo su único interés. Por ello la
pérdida de
b)
Los federales, en cambio, tuvieron un sentimiento americanista que recogía la tradición hispánica de respeto
a los fueros locales, y por eso defendían las autonomías provinciales.
Sus
representantes fueron los caudillos, conductores de las masas criollas, quienes
se caracterizaron por su espíritu democrático y por poseer una visión realista
y no teórica del país. Fueron "hombres de poncho y chiripa”.
Opusieron
como alternativa al librecambio el establecimiento de un régimen proteccionista
que defendiera la manufactura nacional y los liberara de la dependencia
comercial con Inglaterra.
La
cuestión económica también subyace claramente detrás de los antagonismos entre
unitarios y federales. Las provincias mediterráneas, con incipientes industrias
y artesanías requerían medidas proteccionistas frente a la competencia de las
manufacturas extranjeras; en cambio la burguesía mercantil porteña, ligada al
comercio de importación- exportación estaba a favor del libre cambio, como así
también los hacendados productores de las materias primas exportables, cueros,
sebo y tasajo.
Las
provincias, partidarias del federalismo, sostenían que las rentas de aduana del
único puerto, Buenos Aires, no debían corresponder sólo a Buenos Aires, sino a
todas las provincias, argumento que no podían admitir los porteños. Es el fondo
de la actual discusión del destino de los recursos que percibe el estado por
las retenciones a las exportaciones del agro.
En este momento histórico, los federales estaban representados primordialmente por el porteño Manuel Dorrego, máximo exponente del llamado “federalismo doctrinario”, por el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, por Facundo Quiroga y por la huella dejada por el caudillo oriental José Artigas y el entrerriano Francisco Ramírez y su influencia desde las provincias del Litoral.
c)
Los unitarios fueron los llamados inicialmente "directoriales"
por formar parte del Directorio. Su principal ideólogo y mentor fue Bernardino
Rivadavia. En este grupo también participaba un sector conservador como el de
los Anchorena y Felipe Arana, que luego se inclinará al federalismo rosista. Y
digo “federalismo rosista” porque el régimen político federal establecido
durante el período de Juan Manuel de Rosas tiene una impronta especial.
Manuel
Gálvez, seguramente el más destacado escritor revisionista del país -quien
nació en Paraná- en una de sus novelas históricas menos conocidas, “El
diario de Gabriel Quiroga”, publicada en 1910, crea con su picante pluma
literaria una penetrante caracterización y diferenciación de federales y
unitarios que creo, para concluir este breve analisis histórico de la temática, vale la pena transcribir para entender las diferencias entre
unitarios y federales. Para terminar, resalto que Manual Gálvez escribió:
“El
unitario típico es casi siempre doctor, pedante y literato. Cultiva la oratoria
y exhibe en ella, junto a sus maneras de una solemnidad clásica, un vocabulario
jacobino y campanudo. Cuida las formas sociales y habla con pulcritud e
importancia. Se afana en el vestir y usa diariamente las prendas menos comunes.
Sarmiento refiere que la administración de Rivadavia iba a las oficinas de corbata
blanca. El unitario es librecambista y liberal; tiene la manía civilizadora y,
desconocedor del ambiente y careciendo del sentido de la realidad, implantaría
de golpe las mejores instituciones de pueblos más evolucionados. Vive
retóricamente y no abandona jamás sus bellos gestos. Es ingenuo, orgulloso y
vanidoso. Representa el espíritu europeo; esto le hace creerse por encima de
todos y despreciar las cosas criollas y las costumbres gauchas Detesta España.
Carece de verdadero patriotismo porque no siente el alma nacional. La patria es
para él una entidad abstracta, sin relación visible con el suelo que habitamos.
Y así cuando llega a concretarla, la concreta en Buenos Aires solamente. Sin embargo,
se cree patriota y en todas las ocasiones solemnes ostenta su patriotismo: un
patriotismo verbal y oratorio, de fiesta cívica, de bandera y mitología
histórica –guerrera”.
“El
federal representa el tipo opuesto. El federal genuino casi nunca es doctor: es
estanciero, general, “comandante de campaña”. No tiene ideas sobre la patria,
pero la siente intensamente, criollamente, sin alarde de patrioterismo. Forma
con el país un solo todo pues es un producto genuino de la tierra: como el
ombú, como el caballo criollo, como la vidalita. El federal típico casi nunca es
orador o retórico. Tiene toda la viveza del gaucho. Carece de ilustración y de
preocupaciones formales. Es sencillo, democrático,
“a la que te criaste”, sonríe socarronamente ante los teatrales amaneramientos
del unitario. No habla con la pulcritud de éste ni se atribuye importancia. Es
conservador y proteccionista. Generalmente provinciano, conoce bien el país y,
por su perspicacia y su sentido de la realidad, resulta un excelente hombre de
gobierno”.
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