
El año pasado, como parte de un homenaje, se hizo una emotiva recreación de la batalla de Acosta Ñú. Fuente: Diario ABC de Paraguay.
La Guerra del Paraguay fue un genocidio sin precedentes la historia
moderna de Latinoamérica. El historiador Efraim Cardozo lanza una cifra escalofriante: “De
1.300.000 habitantes sobrevivieron 300.000, la mayoría mujeres y niños”. En
estos números o en las proporciones coinciden la mayoría de les historiadores.
George G. Petre, diplomático británico, escribió que la población del Paraguay
fue “reducida de cerca de un millón de personas bajo el gobierno de
Solano López a no más de trescientas mil, de las cuales más de tres cuartas
partes eran mujeres”. Enrique César Rivera, en “José Hernández y la
Guerra del Paraguay” escribe: “Al comenzar esta (la guerra) contaba el
Paraguay con 1.500.000 habitantes; cuando concluyó, quedaban 250.000 viejos,
mujeres y niños de corta edad, y solo ruinas de una economía floreciente”.
Abelardo Ramos sostiene una idea similar: “Si al comenzar la guerra el
Paraguay contaba con 1.500.000 habitantes, al concluir la farsa criminal
vagaban entre las ruinas humeantes 250.000 niños, mujeres y ancianos
sobrevivientes”.
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El año pasado, como parte de un homenaje, se hizo una emotiva recreación de la batalla de Acosta Ñú. Fuente: Diario ABC de Paraguay. |
A quienes les interese profundizar sobre la Guerra del Paraguay les dejo dos notas que he
escrito hace años: https://diariocontralegem.blogspot.com/2016/03/la-guerra-de-la-triple-infamia-y-el.html y
https://diariocontralegem.blogspot.com/2016/03/la-guerra-de-la-triple-infamia-y-el.html
Pero hoy, en ocasión de una coincidencia de calendario en el que se festeja el “Día de las Infancias” tanto en Argentina como en Paraguay,
quiero recordar un hecho trágico, una de las notas más infames del genocidio que
sufrió el pueblo paraguayo como fue la batalla de Acosta Ñu, que ocurrió el 16 de agosto de 1869, de aquí la coincidencia de la conmemoración.
En la batalla de Acosta Ñu, cerca de 3.000 niños y jóvenes paraguayos,
acompañando pocos soldados, enfrentan a más de 20.000 soldados del ejército aliado. Fue una masacre, en el más crudo y literal de sus acepciones. La valentía de aquellos niños que dieron su vida se tiene como un acto de heroísmo sin precedentes. Por el sacrifico inconmensurable de esos niños, que fueron masacrados en un exterminio genocida, se conmemora cada 16 de agosto como el "Día del Niño en Paraguay".
Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro
Desde este año 2020, desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, mediante la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) decidieron cambiar su nombre a “Día de las Infancias”, en lógica de compartir el enfoque de derechos con perspectiva de géneros y diversidad en la forma de representar a la diversidad de las vivencias de la niñez.
En nuestro país, empezó a festejarse después de la Declaración de los Derechos del Niño de 1959. Desde 1960, posterior a la Declaración Universal de los Derechos del Niño de la ONU, Argentina ha festejado el Día del Niño en el mes de agosto de cada año. Pero en 2003, a pedido de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete la celebración empezó a hacerse el segundo domingo de agosto. Y desde 2013, a pedido también de la CAIJ, se celebra el tercer domingo de agosto.
En una coincidencia de calendario, también hoy en el Paraguay,
pero no porque es el tercer domingo de Agosto, se homenajea a la Niñez. Pero el
motivo tiene una raíz diferente.
El homenaje a la niñez en Paraguay tiene una razón claramente distinta. Allí se recuerda la Masacre de Acosta Ñu, batalla ocurrida el 16 de Agosto de 1869, durante los últimos tramos de la Guerra de la Triple Infamia.
Esta batalla de la guerra que gráfica como ninguna otra la crueldad genocida desatada por las fuerzas de la Alianza. En ese curso de muerte, ya en el tramo final de la ofensiva de los aliados, se produce la masacre de niños en “Acosta Ñú”, el 16 de agosto de 1869.
Ya a esa altura las fuerzas paraguayas estaban totalmente diezmadas, la capital en manos de los aliados y la mayoría de los hombres adultos del Paraguay estaban muertos, fueron asesinados luego de capturados y otros menos estaban presos. En este estadio, que solo puede definirse como un proceso de exterminio, comenzaron a pelear la guerra los niños y niñas, las mujeres y los ancianos y ancianas.
En Acosta Ñu, en lo se pretendió mostrar como una batalla, el
enfrentamiento estuvo compuesto por pocos soldados acompañados por alrededor de
3000 niños paraguayos que enfrentaron a más de 20.000 hombres del ejército
imperial. Les historiadores difieren en detalles sobre los números, pero todos coinciden
que fue una verdadera desproporción militar.
Al frente del ejercito invasor estaba el yerno del emperador del Brasil, Luis Filipe Gastão de Orléans, el conde d’Eu. Para confirmar la complicidad genocida de la oligarquía argentina, acompañaron al ejército brasileño tropas argentinas comandadas por el coronel Luis María Campos, personaje nefesto de nuestra historia quien encabezó persecuciones a caudillos federales y sería Ministro de Guerra, como no, de Luis Sáenz Peña, Roca y José Figueroa Alcorta.
El historiador y periodista brasileño, Juilio José Chiavenatto, relata pasajes y crónicas del genocidio:
“Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la
batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileros,
llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en la
selva próxima, las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas
agarraron lanzas y llegaban a comandar un grupo de niños en la resistencia”...
“después de la insólita batalla de Acosta Nú, cuando
estaba terminada, al caer la tarde, las madres de los niños paraguayos salían
de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos
sobrevivientes, el Conde D´Eu mandó incendiar la maleza, matando quemados a los
niños y sus madres…
Mandó hacer cerco del hospital de Piribebuy, manteniendo
en su interior los enfermos ―en su mayoría jóvenes y niños― y lo incendió. El
hospital en llamas quedó cercado por las tropas brasileña que, cumpliendo las
órdenes, empujaban a punta de bayoneta adentro de las llamas los enfermos que
milagrosamente intentaban salir de la fogata. No se conoce en la historia de
América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que ese…” (“Genocidio
Americáno: A Guerra do Paraguai”, de Juilio José Chiavenatto .
Son también coincidentes los aportes historiográficos que
narran que los niños lucharon con pinturas en la cara, la mayoría entiende que
era el hollín de los utensilios, y lo hacían para aparentar ser hombres mayores, renegando justamente a su calidad de niños. Sin
embargo, la batalla duraría siete u ocho horas según las crónicas históricas,
con los paraguayos en una clara minoría, pero ofreciendo una feroz e increíble resistencia.
Al final, el resultado de la batalla fue el de una masacre.
Cerca de 3500 paraguayos fueron muertos, la inmensa mayoría de ellos niños. En Paraguay
esta batalla también es llamada “la batalla de los Niños”. Las fuerzas aliadas
tuvieron menos de 50 muertos. Esta masacre fue la última gran batalla en la
Guerra del Paraguay, luego vendría la persecución hasta el exterminio y el
martirio de Solano López.
El Paraguay, en la actualidad, festeja oficialmente el “Día del Niño” el 16 de agosto en memoria de la masacre de los niños paraguayos. Es un homenaje a los niños que dieron su vida y fueron masacrados en una guerra genocida.
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