Cada 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía
Nacional. Y esto tiene que ver con “La Vuelta de Obligado” y el resto de las
batallas y hechos beligerantes que enfrentaron a la Confederación Argentina con las, por entonces, dos principales potencias imperialistas del planeta. La actuación de
Juan Manuel de Rosas y del pueblo argentino en aquellos días, constituye una de
las páginas más gloriosas de nuestra historia .
El mencionado conflicto comienza con la intervención armada
de la escuadra anglo francesa con el apoderamiento de la escuadrilla argentina
a mando del almirante Brown, en agosto de 1845, y finaliza con el tratado
Southern - Arana, en enero de 1850. Son cinco años de guerra no declarada entre
la Confederación y las dos naciones imperialistas más poderosas de la época.
Al decir del historiador entrerriano Aníbal Vásquez:
"Las dos primeras potencias mundiales abandonaron el escenario
rioplatense, desgarbadas y batidas. Se retiraron sin lucimiento o sin
brillo". Fue una victoria nacional sin precedentes y así lo entendió el
Libertador, el General San Martín, al legar ese mismo año, al general Rosas, el
sable de la Independencia.
A pedido del historiador revisionista José María Rosa, y por

José María Rosa.
medio de la Ley Nº 20.770 con fecha 16 de noviembre de 1974, se declaró el 20
de noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", en conmemoración de
la batalla de Vuelta de Obligado.
Y en una medida que constituye un
reconocimiento definitivo, que quiebra en forma abrupta con la “historia
oficial”, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner dispuso la creación del
20 de Noviembre como día de la Soberanía Nacional y su declaración como feriado
nacional. La ex presidenta, en un acto de valentía, les devolvió a los
verdaderos patriotas un lugar en el panteón de la historia, de donde la
oligarquía los había desterrado durante 150 años.

Cristina Fernández de Kirchner en un acto en homenaje a "La Vuelta de Obligado".
Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro.
José María Rosa. |
Y en una medida que constituye un reconocimiento definitivo, que quiebra en forma abrupta con la “historia oficial”, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner dispuso la creación del 20 de Noviembre como día de la Soberanía Nacional y su declaración como feriado nacional. La ex presidenta, en un acto de valentía, les devolvió a los verdaderos patriotas un lugar en el panteón de la historia, de donde la oligarquía los había desterrado durante 150 años.
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Cristina Fernández de Kirchner en un acto en homenaje a "La Vuelta de Obligado". |
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"Noventa buques mercantes,
veinte de guerra,
vienen topando arriba
las aguas nuestras.
Veinte de guerra vienen
con sus banderas.
La pucha con los ingleses,
quién los pudiera.
Qué los parió los gringos
una gran siete;
navegar tantos mares,
venirse al cuete,
qué digo venirse al cuete".
"La Vuelta de Obligado" (Triunfo), de Miguel Brascó
y Alberto Merlo.
"...como argentino me llena de un verdadero orgullo al
ver la PROSPERIDAD, LA PAZ INTERIOR, EL ORDEN y el HONOR restablecidos en
nuestra querida patria y todos estos progresos efectuados en medio de
circunstancias tan difíciles en que pocos estados se habrán hallado. Por tantos
bienes realizados yo felicito a Ud. sinceramente como igualmente a toda la
Confederación Argentina. Que goce usted de salud completa y que al terminar su
vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino. Son los
votos que hace y hará siempre a favor de Ud. éste su apasionado amigo y
compatriota. Q.B.S.M (Que besa sus manos)".
José de San Martín, última carta del Libertador a Juan
Manuel de Rosas. 6 de mayo de 1850.
Contra el
colonialismo
Los largos 25 años que Rosas gobernó la Confederación fueron
delicados y comprometidos en lo que a política internacional se refiere.
Enfrentado a los efectos de la guerra brasileña en los primeros años de su
mandato el gobierno protagonizaría a mediados de los años 30 una guerra con la
Confederación Peruano-Boliviana. En 1833 (durante la gobernación de Balcarce)
fueron ocupadas las Islas Malvinas por Gran Bretaña. A finales de la década se
vería involucrada en las luchas civiles de la República Oriental, convergiendo
este conflicto en el bloqueo francés (1838-1840), luego expandido a una
intervención conjunta entre Gran Bretaña y Francia (1845-1850).
Estos conflictos y los roces diplomáticos con las repúblicas
vecinas (Brasil y Paraguay) favorecerían el desenlace que terminó entre 1851 y
1852 con su gobierno: la rebelión provincial se internacionalizó apoyada por
las tropas del Imperio Brasileño bajo la perfecta orquestación de Gran Bretaña.
Página gloriosa
He elegido estos hechos beligerantes porque además de la
suma gravedad de los mismos y el motivo del "Día de la Soberanía
Nacional", la actuación de Rosas y del pueblo argentino constituye una de
las páginas más gloriosas de la historia argentina.
El mencionado conflicto comienza con la intervención armada
de la escuadra anglo francesa con el apoderamiento de la escuadrilla argentina
a mando del almirante Brown, en agosto de 1845, y finaliza con el tratado
Southern - Arana en enero de 1850. Son cinco años de guerra no declarada entre
la Confederación y las dos potencias imperialistas más poderosas de la época.
Intereses del imperio
francés
Los intereses de los ingleses y los franceses eran
diferentes: aquellos buscaban exclusivamente beneficios comerciales y éstos,
además, la expansión cultural y territorial.
Para el ministro francés Thiers "Montevideo era una
colonia francesa" y fundamentaba el derecho de Francia a intervenir en el
Rió de la Plata en tres argumentos principales y uno accesorio: 1) La
"humanidad", atropellada por la "barbarie" de Rosas. 2) El
"chauvinismo" o "patriotismo francés" interesado en
"notre colonie" (nuestras colonias) amenazada por el indigenismo y el
hispanismo, es decir el americanismo de Rosas. 3) El "respeto al
derecho" ya que, Rosas violaba el artículo 4 de la convención Mackau, al
enviar tropas de la Confederación a la guerra en la Banda Oriental a favor de
su aliado el General Oribe. El argumento comercial es más bien accesorio porque
la artesanía francesa, su sola exportación, no se perjudicaba con la política
aduanera de Rosas.
El interés de Francia por el Río de la Plata se mantenía
vivo desde el fracaso de la tentativa monárquica de 1820. Las maniobras de los
rivadavianos, para comprometer la ayuda del gobierno francés, y terminar con la
supuesta anarquía americana habían continuado después de la caída del
Directorio.
La Revolución de 1830 en Francia, y la instauración de la
monarquía "burguesa" del rey Luis Felipe cambiaron el plan primitivo
de colocar un Rey francés en el Río de la Plata. Francia necesitaba expansión
comercial, conquista de mercados y prestigio guerrero internacional. En suma,
necesitaba colonias y ningún territorio parecía más favorable que el de los
pequeños países segregados de España, involucrados permanentemente en guerras
civiles y donde existían sectores "pensantes",
"intelectuales", que demandaban el "protectorado" de una
poderosa nación europea.
Es preciso agregar que a las necesidades imperialistas de
los galos se sumaba que, la inmigración francesa al Río de la Plata había sido
numerosa desde los primeros tiempos de la independencia y Francia consideraba a
dichos inmigrantes como instrumentos de penetración política y comercial que
debían de ser especialmente protegidos generando así como una especie de
protectorado de hecho.
Pero Francia no podía actuar sola, necesitaba una alianza
con Inglaterra para afianzarse en Europa y poder así posesionarse luego de
Argelia y Oceanía en el reparto colonial. La intervención conjunta era el
precio a pagar por Francia para lograr su consolidación imperial.
Política imperial de
Inglaterra
Los intereses británicos eran comerciales: la libre
navegación de los ríos y la solución definitiva del conflicto en la Banda
Oriental que impedía, por los bloqueos, realizar operaciones comerciales en la
región del Río de la Plata.
Respaldaban estos reclamos los centros industriales de
Liverpool, Manchester y Yorkshire, banqueros, comerciantes e industriales de
las plazas citadas: "Que se adopte medidas para limitar las restricciones
puestas al comercio en el Plata" expresaban.
Y solicitaban también que "se pusiera fin a los
disturbios en el Uruguay y se asegurara el acceso de los comerciantes
británicos a los mercados del Paraguay y las regiones del Interior".
Negocios, política y
los unitarios...
Los conflictos externos que tuvo la Confederación en tiempo
de Rosas tuvieron un origen eminentemente económico y se relacionaron con el
dominio geopolítico del estratégico Río de la Plata. Pero no hay que
menospreciar los factores de tipo político, más aún, éstos a veces
prevalecieron en las decisiones. Por ejemplo Francia ostentaba un belicismo
intransigente desde la derrota en Waterloo y pretendía terminar con el
pacifismo a que la obligaban los vencedores de Napoleón.
Pero, los conflictos externos que sufría la Confederación no
se iniciaban solamente de las grandes potencias europeas. Los emigrados
unitarios conspiraban constantemente desde Bolivia, Chile y la Banda Oriental,
organizando invasiones y ofreciendo a los gobiernos que los asilaban, como
moneda de negociación, fracciones de territorio argentino de Jujuy y Salta,
Cuyo y la Mesopotamia, en cuyos pueblos simultáneamente excitaban la
tradicional hostilidad a la hegemonía bonaerense.
Comienza la
intervención
Una vez que el parlamento británico pone sobre el tapete la
idea de la intervención armada en el Río de la Plata, fundándola en la
necesidad de defender los intereses mercantiles en peligro, Francia, que no
quería quedar a la zaga, decide la intervención a través de su vocero
parlamentario Thiers y ambas naciones resuelven la intromisión conjunta
enviando una poderosa flota.
La capital de la Banda Oriental se encontraba sitiada por
tierra por las tropas de la Confederación y su aliado, el General Oribe.
Montevideo era defendida por los emigrados argentinos, franceses, españoles,
italianos, ingleses.
Rosas ordena el bloqueo naval y los extranjeros, viendo
perjudicados sus intereses comerciales, se alistan en la defensa de la ciudad.
Semanas más tarde, y cuando los sitiados en Montevideo habían perdido las
esperanzas de auxilio internacional, arriba a Buenos Aires una "comisión
mediadora" integrada por el inglés William Ouseley y el francés Deffaudis
a bordo de los primeros buques de guerra a vapor que navegan por el Río de la
Plata.
Confiados en el respaldo de la flota, exigen el retiro de las tropas de
la Confederación y el levantamiento del bloqueo. Aseguraban estar autorizados
para usar la fuerza si era necesario. Rosas no se conmueve, invoca su carácter
de beligerante y la soberanía sobre los ríos interiores; además sostiene la
legitimidad del General Oribe como presidente legal del Uruguay. Ante el
ultimátum de los ministros extranjeros, Rosas, inflexible, les mandó extender
los pasaportes; es decir, los expulsó de Buenos Aires.
Rosas contra los
piratas
El 2 de agosto de 1845, la escuadra anglo-francesa se
apoderó de la flota argentina y desembarcó tropas en Montevideo. Los agresores
izan sus pabellones en las embarcaciones nacionales al mando del Almirante
Brown.
El pretexto con que Inglaterra y Francia pretendieron
encubrir su agresión militar fue que la guerra entre Montevideo y Buenos Aires
perjudicaba el comercio. En realidad, se trataba lisa y llanamente de la
conquista por las armas de la cuenca del Plata y de los territorios que bañaban
sus ríos. Pretendían dominar la Banda Oriental y establecer allí sus bases de
operaciones comerciales (también militares) sobre los ríos internos. En este
sentido, la política americanista de Rosas en defensa de la independencia de
Uruguay y el reconocimiento de Oribe como su autoridad, como así también su
poder real sobre el interior de la Confederación, eran un obstáculo para los
intereses de los agresores.
Rosas declaró piratas a los barcos de las potencias
agresoras. La Confederación peligraba y corría el riesgo de desmembrarse
territorialmente. Se encontraba jaqueada por dos potencias europeas y además,
por todos sus vecinos interesados en ensanchar sus fronteras.
Enemigo interno y
dignidad nacional
En tanto, los unitarios cometían actos de alta traición a la
patria; Sarmiento incitaba a Chile a apoderarse del estrecho de Magallanes;
Florencio Varela proponía la independencia de la Mesopotamia; y Echeverría
alentaba a los invasores.
En cambio, el pueblo acompañaba a Rosas, pero también lo
hacían los padres fundadores de la patria que aún estaban vivos. San Martín le
ofrecía sus servicios y le obsequiaba su sable; Brown aceptaba la conducción de
la escuadra; Manuel Moreno representaba a la Confederación en Inglaterra y
Tomás Guido hacía lo propio en Río de Janeiro.
La Sala de Representantes aprobó la conducta de Rosas en
vibrantes discursos patrióticos: "La guerra es una gran calamidad pero sus
estragos son preferibles a la ignominia. No hay causa más poderosa ni más justa
que el honor de una nación".
Operaciones militares
En septiembre de 1845, los invasores bombardearon, tomaron y
saquearon Colonia del Sacramento y ocuparon la Isla Martín García. Allí se
destacó por su violencia el italiano José Garibaldi, quien luego atacó a lo
largo del río Uruguay las ciudades de Gualeguaychú, Concordia, Paysandú y
Salto, saqueando todo lo que encontraba a su paso. (1)
El 18 de septiembre se declaró oficialmente el bloqueo de
los puertos argentinos y a fines de ese mes fue ocupado el puerto uruguayo de
Maldonado, para atacar por la espalda a Oribe. Casi simultáneamente se conocía
la noticia que se preparaba un convoy para remontar el Paraná hasta Corrientes
y Paraguay (2), custodiado por buques de guerra para demostrar que no existía
soberanía argentina sobre el río.
Batalla de "La
Vuelta de Obligado"
El 20 de noviembre de 1845 tuvo lugar la batalla de La
Vuelta de Obligado. El río Paraná, cerca de San Pedro, después de tomar
dirección norte-sur, dobla hacia el Sur- Este y es éste paraje al que se lo
conoce como Vuelta de Obligado.
Era un lugar de paso forzoso para las escuadras enemigas que
querían llegar al Paraguay. En la costa del río fueron colocadas las baterías
del General Lucio Mansilla. Sí, el mismo Mansilla que traicionó a Pancho Ramírez en 1821 y que aquí se redime con la historia en su mejor y más noble momento. Lucio Norberto Mansilla era cuñado de Juan Manuel de Rosas, fue soldado de la Independencia, combatió en Chacabuco a las órdenes de San Martín
y fue, además, luego de la traición a Ramirez, gobernador de Entre Ríos. Hombre que hirió a la entrerrianía en forma profunda con una traición que justificó por su procedencia bonaerense. Por las complejidades de la historia y de la naturaleza humana, Mansilla aquí se viste de héroe.
Para aumentar la eficacia de los fuegos de posición se
procuró la detención del avance de las naves enemigas cruzando tres gruesas
cadenas ancladas sobre la posición y atadas en el otro extremo próximo a la
orilla izquierda del río. La disparidad de fuerzas era abrumadoramente
desfavorable. La flota enemiga se componía de 11 buques de guerra con 99
cañones, entre ellos tres vapores, seguidos por una flota de cien barcos
mercantes cargados de productos.
Mansilla, al frente
del combate
La escuadra anglo-francesa desafiaba abiertamente a la
Confederación conducida por Rosas pero, sobre todo, ofendía nuestra soberanía
nacional. Así lo entendían los combatientes de Obligado al mando de Mansilla,
que antes de iniciar la batalla proclamó: "¡Milicianos del departamento
del Norte! ¡Valientes soldados federales, defensores denodados de la
Independencia de la República y de la América! Los insignificantes restos de
los salvajes unitarios que han podido salvar de la persecución de los
victoriosos ejércitos de la Confederación y orientales libres, en las
memorables batallas de Arroyo Grande; India Muerta y otras; que pudieron
asilarse en las murallas de la desgraciada ciudad de Montevideo, vienen hoy
sostenidos por los codiciosos marinos de Francia e Inglaterra, navegando las
aguas del gran Paraná, sobre cuya costa estamos para privar su navegación bajo
de otra bandera que no sea la nacional ¡Vedlos, camaradas, allí los
tenéis!...Considerad el tamaño insulto que vienen haciendo a la soberanía de
nuestra patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de
nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos.
Pero se engañan esos miserables: ¡¡aquí no lo serán!!...¿No es verdad
camaradas? ¡¡Vamos a probarlo!!"...."¡Suena el cañón! ¡Ya no hay paz con la Francia ni con
Inglaterra! ¡¡Mueran los enemigos!!...Tremóle en el río Paraná y en sus costas
el pabellón azul y blanco, y muramos todos antes que verlo bajar de donde
flamea. Sea ésta vuestra resolución, a ejemplo del heroico y gran porteño,
nuestro querido gobernador brigadier Don Juan Manuel de Rosas, y para llenarla
contad con ver en donde sea mayor el peligro a vuestro jefe y compañero el
General Lucio Mansilla. ¡Viva la Patria! ¡Viva la Federación! ¡Viva su heroico
defensor Don Juan Manuel de Rosas! ¡Mueran los salvajes unitarios y sus viles
aliados anglo-franceses!"
Mansilla, con escasos elementos, contuvo, desde las diez de
la mañana de aquel 20 de noviembre hasta las cinco de la tarde, a la flota
invasora, provocándole 150 muertos y 4 buques fuera de combate. La escuadra
atacante quedó más de 7 días inmovilizada por las reparaciones que tuvo que
encarar y la atención de sus bajas de personal. Por nuestra parte, tuvimos 650
hombres fuera de combate, resultando herido el propio General Mansilla.
Batallas olvidadas:
San Lorenzo y Punta Quebracho
Los combates de San Lorenzo y Punta Quebracho, a principios
de 1846, cuando la escuadra aliada bajaba de vuelta el Paraná, demostraron
también la voluntad inflexible de Rosas de ofrecer resistencia. Las potencias
extranjeras no pudieron en definitiva colocar sus mercaderías en las provincias
litoraleñas ni en el Paraguay.
San Lorenzo y Punta del Quebracho son otras dos batallas de
"la Guerra del Paraná", olvidadas por la historia oficial.
El 16 de enero de 1846 la flota imperial es atacada por el
general Mansilla en San Lorenzo (Provincia de Santa Fe). Mansilla mantenía
oculta, entre la maleza del "campo de la gloria", la artillería y
cuando el enemigo cruzaba la angostura del San Lorenzo de improviso se levantó
la bandera argentina y los cañones rompieron fuego desde un lugar invisible
para los invasores. Los estragos causados fueron graves para los invasores que
tuvieron que soportar durante más de siete horas el fuego de la artillería
nacional. Los aliados perdieron 50 hombres, los confederados argentinos solo
uno. En su parte de guerra Mansilla se enorgullece de haber combatido en el
mismo paraje regado por la sangre de San Martín.
A una legua al norte de San Lorenzo, está la punta del
Quebracho (hoy Puerto San Martín), donde la barranca es alta y el río se
angosta en extremo. Allí esperó el general Mansilla que los invasores volvieran
de su accidentada excursión. El ataque se produjo el 4 de junio de 1846. Los
extranjeros tenían un convoy de 95 barcos mercantes y 12 de guerra. La
artillería de la Confederación averió varios buques extranjeros, los cuales
emprendieron la huida para no ser hundidos quemando a los averiados para que no
sean tomados prisioneros
Defensa heroica de la
Soberanía Nacional
En 1847, el gobierno inglés advirtió que la política
intervencionista seguida había provocado un desastre comercial al disminuir
drásticamente las importaciones de productos de ese país.
Se agrega a esto que, para el año 1848 en Europa se dio un
movimiento de revoluciones liberales con tendencias extremas, que provocaron
que el ministro británico Southern y el almirante francés Lepredour, que se
encontraban en el Río de la Plata, fueran nombrados encargados de acordar con
Buenos Aires una paz justa.
Por fin, y luego de largas y dificultosas negociaciones,
Gran Bretaña firmó con Rosas el tratado del 24 de noviembre de 1849 por el cual
Gran Bretaña se vio obligada a evacuar la isla Martín García, reconocer la
soberanía argentina sobre los ríos interiores, los derechos de Oribe para
ocupar la presidencia del Uruguay, devolver los barcos argentinos y saludar en
desagravio el pabellón nacional con 21 cañonazos.
Con respecto a Francia, se convino que la Argentina
retiraría las tropas de la Banda Oriental cuando Francia quitase las
guarniciones militares de Montevideo, abandone su posición hostil y celebre un
tratado de paz. Lepredour debió ceder después de meses de negociar ante las
exigencias de Rosas. El 31 de agosto de 1850 Francia concluyó con la
Confederación un tratado de paz y amistad que debía ratificarse en su país.
Rosas exigió que se formule el desagravio al pabellón nacional con 21 cañonazos
en forma inmediata a lo que Leprodour accedió.
Los respectivos tratados de paz marcaron una clara victoria
de la firme y digna posición en defensa de nuestra soberanía nacional llevada a
cabo con férrea voluntad por Juan Manuel de Rosas como encargado de las
relaciones internacionales de la Confederación.
Al decir del historiador entrerriano Aníbal Vásquez:
"Las dos primeras potencias mundiales abandonaron el escenario
rioplatense, desgarbadas y batidas. Se retiraron sin lucimiento o sin
brillo". Fue una victoria nacional sin precedentes y así lo entendió el
Libertador General San Martín al legar ese mismo año, al general Rosas, el
sable de la Independencia.
Reconocimiento
histórico
A pedido del historiador revisionista José María Rosa y por
medio de la Ley Nº 20.770 con fecha 16 de noviembre de 1974 se declaró el 20 de
noviembre como "Día de la Soberanía Nacional", en conmemoración de la
batalla de Vuelta de Obligado.
Entre otros conceptos los considerando de la norma expresan:
"Por las condiciones en que se diera este enfrentamiento, por la valentía
de los compatriotas que participaron en ella y por sus consecuencias, es
reconocida como modelo y ejemplo de sacrificio en pos de nuestra
argentinidad".
Y en una medida que constituye un reconocimiento definitivo,
que quiebra en forma abrupta con la “historia oficial”, el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner dispuso la creación del 20 de Noviembre como día de la
Soberanía Nacional y su declaración como feriado nacional, por un Decreto de
Necesidad y Urgencia (DNU) del 3 de noviembre de 2010. La ex presidenta, en un
acto de valentía, les devolvió a los verdaderos patriotas un lugar en el
panteón de la historia, de donde la oligarquía los había desterrado durante 150
años.
Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro
Notas.
(1) Giuseppe Garibaldi. (1807-1882). Considerado como el
héroe máximo de la unificación y la independencia italiana incursionó en
Sudamérica con una división de mercenarios denominada "La Legión
Italiana". Estuvieron al servicio del gobierno de Montevideo. La historia
liberal lo aclamó con el título de "El héroe de dos mundos", los
diarios porteños de la época lo llamaron "el chacal de los tigres anglo
franceses". Un verdadero pirata que entre otras "hazañas" cuenta
con la de asaltar y saquear durante dos días a la ciudad de Gualeguaychú
totalmente desguarnecida. En sus memorias Garibaldi escribió en forma de una
absurda justificación que: "el pueblo de Gualeguaychú nos alentaba a la
conquista por ser un verdadero emporio de riqueza, capaz de revestir a nuestros
harapientos soldados y proveernos de arneses...". Su paso por nuestros
pagos nada tiene que ver con la obra que realizó en Italia donde fue un
verdadero patriota revolucionario de la causa italiana.
(2) El Paraguay, bajo la presidencia de Carlos Antonio López
había firmado un tratado de alianza ofensiva defensiva con la provincia de
Corrientes en rebeldía contra Rosas que, motivado en su proyecto de reconstruir
el Virreinato del Río de la Plata no había reconocido la independencia de la
nación guaraní.
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