lunes, 20 de enero de 2025

La Historia y quienes la escriben: Corrientes historiográficas en Argentina (I)

La Historia Argentina de José María Rosa
“Para una política realista la realidad está construida de ayer y de mañana; de fines y de medios, de antecedentes y de consecuentes, de causas y de concausas. Véase entonces la importancia política del conocimiento de una historia auténtica; sin ella no es posible el conocimiento del presente, y el desconocimiento del presente lleva implícito la imposibilidad de calcular el futuro, porque el hecho cotidiano es un complejo amasado por el barro de lo que fue y el fluido de lo que será, que no por difuso es inaccesible e inaprensible.”

 Arturo Jauretche.

  


Escribe: Dr. A. Gonzalo García Garro

Historia. Las y los historiadores: Una aproximación crítica al conocimiento de lo histórico.

Todo hecho histórico cuando se lo interpreta, se lo construye como un conocimiento y deja de ser mera información. La historia que vos conoces, es historia si tiene un significado para vos, si no es así, entonces es un dato, o un relato que pronto olvidará tu memoria.

La historia tiene muchas caras y significados que los historiadores e historiadoras y los que la leemos le damos. La historia es personajes, hechos y fechas, pero también las circunstancias en se realizaron esos hechos, sean estos naturales, sociales, económicos, políticos o culturales.

Y todo se integra en un sentido, interpretación o significado para que de ese modo sea historia. Las y los historiadores siempre han ido más allá de una interpretación del hecho histórico y sus circunstancias. Han enmarcado sus interpretaciones en la visión de su tiempo, en una concepción del mundo, en una ideología que tiene que ver con un posible futuro, destino humano, desarrollo, progreso, consecución de principios, valores, ideales, política. Es decir, que en cada libro de historia que leemos está latente una filosofía de la historia y una política de la historia.

La “verdad” histórica no es entonces un problema historiográfico, científico, como tampoco es un tema heurístico (1) o hermenéutico (2). Es una cuestión política. Porque lo que se nos ha presentado y se nos enseña como historia, es una política de la historia, en que ésta es un instrumento de aquella. 

Un ejemplo seguramente te va a aclarar el concepto: Los vencedores de Caseros (1852) y Pavón (1861) a través de su figura más prestigiosa, Bartolomé Mitre, escribieron una historia falsa y desfigurada. Se perseguía esta finalidad: Impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la aptitud para concebir y realizar una política nacional. “Se quiso que ignoremos como se construye una nación y como se dificulta su formación auténtica para que ignoremos como se la conduce, como se construye una política con fines nacionales, una política nacional” (Jauretche). 

Concluyendo, Mitre, que ejerció el liderazgo de la clase dominante a partir de Pavón y por varias décadas más, escribió la historia que correspondía a la concepción de la Argentina “granero del mundo”, librecambista, liberal y “civilizada”; la Argentina de los dueños del puerto de Buenos Aires, en suma, la Argentina colonial dependiente del Imperio Británico. 

Quisiera ser claro en esta materia central: El historiador no está en el aire, la historia lo involucra a él. Nadie narra la historia por la historia misma. Como afirma Febvre perspicazmente: “toda historia es elección” y señala: “el historiador no va rondando al azar a través del pasado, como un trapero en busca de sus despojos, sino que parte con un proyecto preciso en la mente, un problema a resolver, una hipótesis de trabajo a verificar…porque describir lo que se ve, todavía pase, pero ver lo que se debe describir, eso sí es difícil”. La Historia, escribir la historia, es ciertamente una elección política y la historia que se escribe es siempre política de la historia en relación a las necesidades del presente que tiene el historiador. 

No hay posturas ingenuas o inocentes en las y los historiadores. Hay elecciones, ineludibles definiciones, deliberaciones políticas, que se hacen desde el presente. Y, estas elecciones políticas que los historiadores realizan, hacen que la historia se nos presente como contradictoria; y sí…, porque el presente, único lugar desde donde la historia puede aprehenderse también lo es. 

Por ejemplo, ahí está Urquiza, Pancho Ramírez y López Jordán… y su enorme protagonismo histórico. ¿Cuántos Urquizas, Ramirez o López Jordanes hay? Hay tantos “Urquizas” “Ramírez o “López Jordanes” como interpretaciones de nuestro pasado histórico, y hay tantas interpretaciones de nuestro pasado histórico, como proyectos políticos en vigencia existen en nuestro presente. 

Es en la hermenéutica (interpretación y articulación de los hechos históricos), el terreno en el cual se juega el compromiso político del historiador y su propia honestidad personal. Ese compromiso político a veces, es manifiesto y en ese caso no es condenable el historiador “parcial o tendencioso”. Sí, en cambio, es tramposo presentar la “verdad histórica” como la única, pretendidamente científica, cuando es interpretada desde una concepción ideológica oculta. 

Mi interpretación de la historia, mi “hermenéutica”; la trabajo desde mi el presente, obviamente también desde mi compromiso político e incluso a partir de mi necesidad: un intento, una pequeña contribución, desde ésta, mi tierra entrerriana a la formación de la conciencia nacional. 

Por otra parte, es significativo subrayar que la vida política latinoamericana y argentina está articulada con su historia a través del uso de lenguajes, nombres y símbolos emblemáticos que nos retrotraen permanentemente a nuestro propio pasado. 

Agrupaciones políticas del campo nacional han levantado banderas y usados nombres ligados a la historia popular, facilitando de esta manera, por lo que contiene de significado el nombre, la rápida comprensión de las razones de la lucha. A título de ejemplo el “Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros” en el Uruguay durante la década del sesenta tomas ese nombre porque eran los “tupas” los partidarios del Inca José Gabriel Condorcanqui, Tupac-Amarú, que entre 1780-1784 se sublevó con más de cien mil indios en el Alto Perú contra la dominación española, abriendo, pese a la derrota, la lucha liberadora de los pueblos americanos. Y “Tupamaros” llamaron también los españoles a los revolucionarios americanos que nos dieron la Patria. Tupamaros eran, según consta en las actas de los realistas, Belgrano, Monteagudo y San Martín entre otros.

En la Argentina, “Montoneros” dispuso tomar su nombre de las raíces profundas de las luchas del pueblo. La guerra montonera fue la forma de lucha espontánea y efectiva de las masas del interior en todo el Cono Sur durante la guerra de la independencia y luego durante el largo enfrentamiento armado contra la política centralista, hambreadora y pro británica de la oligarquía porteña. 

O sino también se puede recordar al llamado “Operativo Dorrego” que en enero de 1973 impulsó el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, en forma conjunta con el General Carcagno, jefe de las Fuerzas Armadas. En el mencionado operativo trabajaron, codo a codo, oficiales, suboficiales y soldados del Ejército conjuntamente con militantes de la Juventud Peronista de la provincia resolviendo problemas causados por las inundaciones. Y se le denominó Dorrego para reivindicar y sacar del olvido a Manuel Dorrego, popular caudillo bonaerense, nacional, federal, demócrata y patriota hasta los huesos, fusilado por la oligarquía unitaria porteña. 

Viniendo más acá en el tiempo, para que todos y todas recuerden, en su segundo gobierno Cristina Fernández realizó una significativa reivindicación de Juan Manuel de Rosas, el gran maldito de la historia antipopular en la Argentina. En la provincia de Entre Ríos, acompañe a Jorge Busti en una comisión de Homenaje de Francisco Ramírez en ocasión del bicentenario de su fallecimiento creada por el gobierno de Gustavo Bordet. La historia y sus figuras aquí, recuperada desde el federalismo, la soberanía nacional y los proyectos populares, estuvo presente. 

Incluso la invocación a Juan Bautista Alberdi que hace Javier Milei, aunque uno entiende que es una falsificación de la verdad histórica, no deja de tener esa búsqueda de utilizar al pasado para la actualidad política.

Con este texto pretendo que vayas de los hechos a las interpretaciones de los mismos. No sólo leerás mi propia ponencia, que la tengo, sino, las de diversas corrientes históricas que responden a diferentes propósitos políticos. El conocimiento de una pluralidad de interpretaciones te permitirá valorar la historia argentina desde una diversidad de enfoques ideológicos-políticos, que te ayudará a entender mejor tu propia realidad desde la perspectiva del pasado. 

El presente argentino está incumplido. Y este incumplimiento deriva del pasado. Es la resultante de aquellas guerras intestinas, las guerras civiles que desviaron a la nacionalidad de su propio destino. Este incumplimiento deviene del triunfo del Buenos Aires mercantil y financiero con las armas y las políticas de Europa. Ha sido una historia alterada y un destino nacional desviado por las clases dominantes. Para vos, aquí más cerca, esto se expresa entre la continuidad entre Yrigoyenistas y anti personalistas, entre peronismo y anti peronismo, entre el campo nacional y popular y el neoliberalismo, entre la mirada puesta en Latinoamérica o los intereses globalización financiera. 

Para entender el problema, ya lo sabemos, hay que ir a la raíz histórica del mismo, esa es la razón de la búsqueda…pero primero corresponde que vayamos a la Historia e historiadores, ellos son los que escriben la historia.


Las corrientes historiográficas en la Argentina

 

“Diversidad de historias, singularidad de los historiadores; pluralidad de procesos, subjetividad de maneras de escribir y de hacer”.

 

La afirmación del epígrafe elegido pertenece al historiador Antoine Prost, menciona una complejidad de rutas por las que transita la historia, que impide fijar esquemas claros y lineales, pero que -al mismo tiempo- admite diversas lecturas del pasado, capaces de nutrir con inteligencia y sabiduría la ética ciudadana que necesita ser recreada en la Argentina de hoy por cada uno de los sujetos sociales que la habitan.

Se trata de conformar una auténtica dirigencia, capaz de interpretar los problemas de la gente y de rescatar continuidades que permitan recomponer la identidad nacional. Se trata de mostrar en este trabajo que existe una pluralidad de caminos para llegar a la interpretación del pasado. Se trata, en fin, de reflejar la lucha por el poder, que es fundamentalmente una lucha de ideas, de diversidades, una lucha por la palabra y por el relato.

En el tratamiento de la historia argentina se pueden distinguir a grosso modo cinco grandes corrientes historiográficas: “Oficial”, “Liberal de izquierda”, “Revisionista”, “Social” y “Revisionismo Federal-Provinciano”. 

Esta clasificación obviamente no pretende ser exhaustiva y tal vez genere, alguna que otra, polémica entre los especialistas del tema. No obstante, es el único método pedagógico que tengo a mi alcance para ofrecer una sinopsis, una visión más o menos completa del tema a exponer. 

Motiva también este capítulo ofrecerte un panorama de lo que fue y es la historiografía en Argentina. Aspiro incluso a que te sirva como una guía de consulta en donde puedas ubicar, a partir de este esquema, un básico “quién es quién” de los historiadores mas significativos de la historiografía argentina.