Carlos Astrada. |
El caso de Astrada es, sin dudas, una de las más paradigmáticas operaciones del aparato cultural del sistema destinadas a confinar al ostracismo a los pensadores e intelectuales que no comulgaron con el credo de las clases dominantes. Y fue muy efectiva. Sujeto a un impiadoso y sintomático olvido, Carlos Astrada, uno de los mayores filósofos argentinos, ha permanecido en un cono de sombra del cual es preciso que la política definitivamente lo rescate.
Brillante y original, su obra
constituye una referencia ineludible a la hora de trazar el molde de lo que
conocemos como pensamiento nacional. Al igual que otros grandes hombres, su
cercanía al peronismo –y en particular el rol central que tuvo en el Congreso
Nacional de Filosofía de 1949- lo convirtieron en un “maldito” para la academia y la historia
oficial.
Argentino de pura sepia, Astrada
nació en Córdoba, el 26 de febrero de 1894. Falleció el 23 de diciembre de 1970
en la ciudad de Buenos Aires. Desde su temprana juventud hasta su muerte, la
vida de Astrada estuvo sumergida completamente en el mundo de la filosofía y su
obra fecunda es uno de los principales aportes de la filosofía al pensamiento
nacional.
Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro
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“A diferencia de los negadores de lo nacional, Astrada ha buscado el
ser nacional para el país. En Astrada la realidad argentina está en
profundidad. Y lo que es más, la intuición emocional de la tierra nativa”.
Juan José Hernández Arregui. “La formación de la conciencia nacional”.
Sobre el Primer
Congreso Argentino de Filosofía
En el año 1947, por iniciativa
del rectorado de la Universidad Nacional de Cuyo, se convocó al “Primer
Congreso Argentino de Filosofía, con participación de todos los países
hispanohablantes”. El 20 de abril de 1948 el Poder Ejecutivo lo declaró de interés nacional y el presidente Perón dispuso que el Congreso
pasara a denominarse “Primer Congreso Nacional de Filosofía”.
El Estado puso a disposición de
los organizadores todos los recursos para garantizar el éxito de este primer
encuentro internacional. El Congreso se celebró en Mendoza entre el miércoles
30 de marzo y el sábado 9 de abril de 1949. El propio Perón intervino
pronunciando una conferencia como cierre
durante la sesión de clausura, ceremonia celebrada en el Teatro Independencia
de Mendoza en la tarde del sábado 9 de abril de 1949, con la presencia de María
Eva Duarte de Perón, todos los Ministros que integraban el Gabinete Nacional,
los Rectores de las Universidades argentinas, otras autoridades y los
congresistas. Perón ofreció en esa intervención, plena de referencias
históricas filosóficas, las principales posiciones ideológicas del
justicialismo. Este texto sería difundido posteriormente en forma de libro
titulado “La Comunidad Organizada”.
Los años finales de la década del
40 fueron muy ricos para el pensamiento argentino. El gobierno peronista, que
logró una democratización social sin precedentes, ofrecía el marco propicio
para que se profundicen grandes cuestiones pendientes como el tema de los
orígenes y el destino de la nacionalidad argentina.
Perón dando su discurso en el Congreso de Filosofía. |
El protagonismo que tuvo Perón en
el congreso con su discurso de cierre, aprovechando para presentar la filosofía
justicialista al mundo, a lo que se le debe sumar el contexto internacional de
la postguerra, le dieron al encuentro un carácter político evidente que fue muy
criticado por algunos filósofos y sectores académicos que pretendían una
encuentro aséptico y apolítico.
Llegaron (o mandaron ponencias)
filósofos destacados como Hans Georg Gadamer discípulo del existencialista
Martín Heidegger, el tomista francés Jacques Maritain, Julián Marías, José
Vasconcelos, Gabriel Marcel, entre otros reconocidos intelectuales del mundo. Ese Primer Congreso Nacional de
Filosofía fue clave, no sólo por las discusiones filosóficas que se realizaron,
sino también porque tuvo, reitero, un fuerte matiz político ya que, dos meses
antes de la reunión se había reformado la Constitución Nacional, hacía menos de
dos años que había concluido la segunda guerra mundial, la humanidad tomaba
nota de los Juicios de Nuremberg, Hiroshima y Nagasaki y se advertían los
primeros escarceos de la guerra fría, que dominaría al planeta durante más de
cincuenta años .
Carlos Astrada fue el filósofo
insignia del primer peronismo y máximo referente del Congreso de Filosofía de
1949.
Sobre Carlos Astrada
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Carlos Astrada. |
En cuanto a los filósofos
argentinos, en esos años el existencialismo europeo que lo expresaban Martín
Heidegger y Jean Paul Sartre, entre otros, en Argentina era estudiado y
difundido por el filósofo Carlos Astrada. Pero también se manifestaba por esa
época otra fuerte corriente de pensamiento en nuestro país que era la filosofía
tomista católica encabezada por monseñor Nicolás Octavio Derisi. Excedería los
límites de esta nota comentar los contenidos de las conferencias y las
polémicas desatadas en los diferentes temas filosóficos tratados. Si entiendo
que es imprescindible hacer una referencia mínima en estas líneas a un pensador
argentino, que hizo importantes aportes para la comprensión de la argentinidad:
Carlos Astrada.
Si uno atendiera a la simple
cronología, a una enumeración de nombres y hechos, el cordobés Carlos Astrada
podría aparecer como un pensador agudo pero ecléctico y contradictorio que
recorre todo el arco filosófico y político del siglo XX argentino llevado por
los aires de la época: heideggeriano en los años 30, peronista en los 40 y
tempranos 50, marxista en los 60; hacia el final de su vida maoísta. Mao Tsé
Tung lo recibió en China porque el Partido Comunista Chino estaba en
conocimiento de la crítica que Astrada le dirigía al PC soviético por su
carencia de pensamiento dialéctico.
La biografía que traza Guillermo
David en su portentoso ensayo “Carlos Astrada. La filosofía argentina” (2004)
lo muestra exactamente al revés: como un intelectual riguroso, por momentos
quizá demasiado rígido, para quien la posibilidad de cambiar de perspectiva
estaba asociada a la necesidad de mantener su coherencia en la búsqueda de una
verdad. Este pensador nacional era un hombre austero, con aspecto bien criollo,
con rasgos de nuestros pueblos originarios, que había nacido en Córdoba en 1894
y murió olvidado en Argentina en el año 1970, el 23 de diciembre. En la
cátedras de “Pensamiento argentino y latinoamericano”, que se dictan en las
facultades argentinas la inclusión de la obra de Carlos Astrada queda a
criterio del docente y suele ser muy marginada.
Sujeto a un impiadoso y
sintomático olvido, Carlos Astrada, el mayor filosofo argentino, ha permanecido
en un cono de sombra del cual es preciso que el pensamiento nacional definitivamente
lo rescate. Astrada convocó a diversas tradiciones filosóficas para
articularlas en el “Humanismo de la Libertad”. Al anti-humanismo de Heidegger
oponía la vertiente de los humanismos occidentales como condición para
reformular una nueva imagen del hombre. El ansia que late en la filosofía
libertaria de Astrada no es el hombre de la razón, ni el homo economicus del
liberalismo, ni el homo faber del pragmatismo sino un hombre centrado en su
humanidad como centro de todo valor, rescatado de las alienaciones por la
praxis. Este es, en una apretada síntesis, la novedosa propuesta filosófica de
Astrada.
El Mito Gaucho
"El Mito Gaucho", de Astada. |
El gran aporte de Astrada al
pensamiento nacional lo hace en su libro más conocido, “El Mito Gaucho”
publicado en 1948. En su obra dice que todo pueblo tiene un destino histórico
fundado en un mito, en una “sustancia mítica” como la denomina. Y en nuestro
caso es el mito del Martín Fierro. Esto supone un programa de vida, un trabajo
a realizar y una misión que cumplir. Para Astrada, la “geopisque” hace del
hombre argentino un arquetipo germinal, de un origen que olvidó y que, so pena
de traicionar o desertar de si mismo, tiene que retomar para mantener la
continuidad y la progresión de su ser. El hombre argentino es el hombre
pampeano, es el que nace del mito gaucho plasmado en el poema de José
Hernández. “Es un ser de lejanía”, una sombra en fuga y dispersión sobre su
total melancolía… Este ser argentino, “no obstante a la vertiginosa y
avasallante avalancha forastera”, la inmigración, se reveló tan fuerte que no
sucumbió al alud colonizador. Atinó a replegarse, a recluirse, a esperar…
Las clases dirigentes durante
generaciones traicionaron nuestro mito fundacional e intentaron remplazarlo por
el mito europeo. Y, a pesar de esta transgresión, la oligarquía no pudo
extirpar el núcleo nacional de un pueblo que aún espera la realización de su
destino histórico. En palabras de Hernández Arregui: “Para Astrada, Martín
Fierro es la historia nacional en su pasado, en su presente extraviado y en su
futuro inconcluso”.
Filosofía, Cultura y Proyecto Nacional
Y, en ese mismo año, 1948, en que
Astrada intentaba encontrar el ser argentino en nuestro máximo poema nacional,
otro escritor, Leopoldo Marechal, desde la ficción literaria publicaba “Adán
Buenosayres”, obra canónica de la literatura nacional, en la que también
incursiona en el problema de la argentinidad, sus orígenes y su destino.
Pero no todo era reflexiones
sobre el “ser nacional” o la
“argentinidad” en el mundo de la cultura. Por el contrario, la irrupción del
peronismo produjo una verdadera crisis en el mundo de las letras especialmente.
Muchos escritores miraban con desprecio a los Marechal, a los Manzi, a los
Discépolo que habían decidido ir detrás de un “demagogo” como Perón. Me refiero
a los literatos de “Sur”, Victoria Ocampo, Bioy Cásares o el mismo Jorge Luis
Borges que para esa época publica “La fiesta del monstruo”, metáfora
literariamente irrelevante de la “barbarie peronista”. De hecho es “Muerte y
transfiguración de Martín Fierro”, del inconfundible antiperonista Ezequiel
Martínez Estrada tal vez la contra obra al planteo de Estrada sobre el Martín
Fierro.
Le sugiero, al lector que le interese esta temática en especial, recurrir al ensayo de Abelardo Ramos “Crisis y resurrección de la literatura argentina” donde con claridad el autor expone, la relación entre literatura y poder político en el marco de un país dependiente. En menor medida también la excelente obra "Imperialismo y Cultura" de Hernández Arregui puede servir.
Le sugiero, al lector que le interese esta temática en especial, recurrir al ensayo de Abelardo Ramos “Crisis y resurrección de la literatura argentina” donde con claridad el autor expone, la relación entre literatura y poder político en el marco de un país dependiente. En menor medida también la excelente obra "Imperialismo y Cultura" de Hernández Arregui puede servir.
Para ir cerrando, cabe decir que es cierto que en su última etapa
Astrada deja de lado su incondicional apoyo al peronismo y asume una postura más
crítica, tanto del peronismo como de distintas figuras de la historia argentina,
particularmente Rosas. Pero este giro de su vida no menoscaba sus
extraordinarios aportes a la filosofía del campo nacional, ni puede esconder el hecho de
que su mayor protagonismo como intelectual lo tuvo con Perón, escribiendo una
de las páginas más relevantes de la filosofía en Argentina.